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O6.

La fría y desolada tarde de viernes dentro del amplio departamento de Seokjin, está comenzando a pintarse de solamente oscuridad. Gran parte de la sala y cocina se mantienen a oscuras, a pesar de estar Seokjin tranquilamente sentado en uno de los medianos sillones de la sala con una copa de vino tinto entre sus finos dedos que mueve de un lado a otro.

El pecho de Jin se encuentra ansioso, la razón de ello; un precioso pelinegro llamado, Taehyung.

Mismo que todavía se encuentra en su departamento.

Dentro, ni fuera de la habitación de Minho no sale ruido alguno y eso estresa totalmente a Seokjin, pues desde que ambos jóvenes se encerraron en aquella recamara no han salido ni siquiera para despejarse cinco minutos.

Intentando olvidar por un momento el tema de Kim Taehyung, Jin dirige con cuidado la copa de vino de entre sus dedos a su boca, sintiendo un profundo alivio recorrer cada parte de su garganta y cuerpo, ya que ese delicioso liquido es uno de los principales desestresantes que el mayor tiene.

Escuchando por el pasillo central del departamento una puerta comenzar abrirse, un par de pasos andar y una irresistible voz gruesa, Jin se apresura a dejar la mediana copa de vino sobre la pequeña mesilla de su gran sala acomodándose casi inmediatamente en una posición menos rígida y ansiosa.

—Me alegra haberte ayudado Minnie.

¿Minnie? Se cuestionó mentalmente Jin al oír tal apodo tan cariñoso.

—Gracias a ti Taehyungie —Un poco incomodo, el mayor les vio llegar hasta la ante sala y sintió su corazón latir fuertemente.

—¿Han terminado ya? —preguntó calmadamente Jin.

—Por hoy hemos terminado —se apresuró en responder el hermano menor de Jin—. ¿Pediste un taxi para que te lleve a casa? —Cambiando de tema y muy de pronto, Minho dirigió su mirada a Taehyung.

—Mmm no, no pedí un taxi. No creí que tardaríamos tanto con este tema, pero si me voy ahora creo que aún alcanzó el último autobús a mi casa —comentó sonriente Taehyung.

—Son cuarto para las 11, no creó que alcances el autobús.

Dibujando una hermosa sonrisa cuadrada sobre su rostro, Taehyung empezó a encaminarse hasta la entrada, ocasionando que inmediatamente Minho mirará a Jin quién veía algo perdido la situación.

—Te acompaño —mencionó de pronto el mayor de los tres, dándole totalmente la razón a Minho quien minutos atrás le había dicho a Taehyung que no pidiera un taxi porque muy seguramente su hermano se ofrecería a llevarlo a casa—. A menos que a tu novio le molesté —dijo de pronto, ocasionando que el sensual pelinegro que se encontraba parado frente a la puerta de la entrada, volteara a verlo.

—No tengo novio, ¿y usted? —Con una sonrisa más que excitante el pelinegro le preguntó.

Minho sin pensarlo, se encamino a la cocina por una fruta mientras contemplaba atención como la tensión entre su compañero de carrera y su hermano se hacia cada vez más palpable en aquella sala de su casa.

—Tampoco —respondió Jin con una sonrisa absurdamente linda.

—Consigan un cuarto —exclamó divertido Minho, antes de darle una mordida al plátano entre sus manos.

—Los niños pequeños tienen que irse a dormir ya —mencionó Seokjin sin poder apartar sus ojos de los de Taehyung.

—¿Me corres por qué van a follar? —interpeló indignado Minho.

—Calla y vete —ordenó el mayor.

—Ya voy, mamá. Solo les pido que no hagan mucho ruido porque algunos queremos dormir esta noche —Totalmente divertido, Minho salió corriendo de la cocina hacia su habitación, no sin antes despedirse de Taehyung o algo así—. Espero que mañana puedas caminar, cuídate.

—¿Siempre es así?

—No. Cuando Hyunjin esta con él es diez veces peor, sin embargo, lo hace una persona más responsable —confesó con una ligera sonrisa en su rostro.

—¿Le agrada Hyunjin para él?

Asintiendo, el mayor tomó sus llaves de sobre la barra de la cocina y se encaminó un poco más cerca de Taehyung.

—¿Por qué me sigues hablando de usted?

—¿Puedo hablarle de tu? —Posando con sumo cuidado sus manos en los bordes de la camisa de Jin, Taehyung mordió con extrema sensualidad y suavidad su propio labio inferior con la profunda intención de incitar al mayor.

—No puedes responder a una pregunta con otra pregunta.

—¿Quién dice que no? —bromeó el menor.

—El sentido común lo dice y yo por supuesto.

—Sin duda alguna podría seguir esta pelea con más y más preguntas pero tengo que irme ahora o de verdad no alcanzaré el autobús.

—Tienes razón, vamos. Iremos en autobús.

—Y después, ¿cómo planea volver?. Ya lo dijo Minho, el autobús deja de pasar dando las 11.

—Siempre puedo caminar.

—¿No considera que es arriesgado que este caminando solo por la calle a tales horas de la calle?

—¿No consideras que soy totalmente capaz de cuidarme a mis 35 años? —se burló Jin.

—No —contestó juguetón el menor.

—Vamos. —Abriendo la puerta, Seokjin le dio el pase con su brazo izquierdo al menor para que saliera primero del departamento.

Una vez fuera del complejo de apartamentos, el viento frío golpeó las mejillas cálidas de Taehyung quien sin poder evitarlo se había estremecido, acción que desde luego no pasó desapercibida por Seokjin, y es que la vestimenta de Taehyung no era la más adecuada para esa fría tarde que aunque erizaba solamente un par de vellos en el cuerpo de una persona, en Taehyung era diez veces peor, pues era una persona en extremo friolenta.

En la parte baja del cuerpo del menor un pantalón de vestir de color negro eran lo único que protegian al pelinegro del frio invierno de ya casi diciembre, mientras que en la parte alta de su cuerpo, una ligera camisa blanca con el pecho entre abierto eran lo que más le hacía sufrir al menor.

Deteniendo su paso, Seokjin empezó a quitarse su chamarra, observando como Taehyung miraba atento sus movimientos. Dando unos pasos hacía él, el mayor colocó su chamarra por detrás de los hombros de Taehyung y sintió como este le miraba atentó.

—¿Mejor? —preguntó el mayor, recibiendo un dulce asentimiento por parte del menor.

—Gracias —agradeciéndole con una dulce sonrisa, Jin sintió su corazón latir fuertemente. Sin duda, Taehyung era hermoso.

Divisando el autobús a lo lejos, Taehyung se apresuró a llegar a la parada, no sin antes depositar un casto beso sobre una de las mejillas de Seokjin quién quedó en trance y no le siguió por la sorpresa ocasionada, dejando al menor ir sólo a casa, aunque no era algo verdaderamente malo, ya que la casa del mismo estaba a solo un par de cuadras bajando del autobús.

Claro que aquello no lo sabía el mayor pero tampoco era como que se sintiera del todo mal, pues una había sido dejada entre sus manos.

Gracias por acompañarme a la parada del autobús y descuide que bajando del bus, mi departamento no está lejos.

Vuelva con cuidado.

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