Tentación
La celda es estrecha y sucia, húmeda con goteras de orines, putrefacción rodeando su cuerpo, heces fecales indiferenciables, la poca luz filtrándose por los barrotes le permite saber solo si es de día o de noche, ha perdido la noción del tiempo, siente los brazos acalambrados y las piernas entumecidas, está seguro la piel en las zonas encadenadas ya debe haberse vuelto morada, ¿qué lo llevó ahí? Un secreto entre la familia real del palacio donde se encuentra preso, ¿su confinamiento tiene salida? La respuesta es incógnita aunque una cosa es segura, si muere, lo hará feliz.
Pisadas chapoteando entre el lodo negro le indican que alguien esta bajando, el guardia que lo custodia abre la reja, esta procesando su actuar cuando el calor familiar rodea su torso lastimado, al otro no parece importarle como huele o si hay ratas a sus pies, todo lo que quieren es volver a estar así, entrelazados entre ellos mismos compartiendo el mismo aire.
-Te extraño cada noche.-le susurra al oído-por los dioses, Chanyeol, no puedo tolerar verte así.-
Ve por primera vez la luz en sus ojos miel, el rastro de lágrimas ya ha marcado el camino de sus mejillas, marcas imborrables, una estela viviente en la tortura.
-He conseguido que alguien nos ayude, el guardia del turno nocturno me prometió no decir nada, podremos irnos.-
Sus palabras deberían darle esperanzas, sin embargo, niega despertando la confusión en la mirada del más joven.
-No puedo aceptar eso.-
-¿Pero qué dices? Es la única forma en que nosotros podamos estar juntos.-
-Fugitivos.-
-¿Importaría?.-
A su orgullo le importa, los valores inculcados en su entrenamiento como soldado se interponen.
-Quiero tenerte sin tener que huir.-
-Tu padre no lo permitirá…mi esposo…-
-Los enfrentaré, tengo la fuerza de Sansón, dime…¿acaso dudas de mí?-
Hay un espacio en el abismo separándolos.
-Mañana te llevarán a la arena, el emperador planea una ejecución pública.-
No es una sorpresa y tampoco esperaba menos, indulgencia en una muerte rápida sería demasiado piadosa para el crimen que cometió.
-Di algo, por favor.-
Las manos que lo llevaron a la gloria acunan su rostro, grita silenciosamente y se arrepienta del camino escogido, pero él, enfrentará el precio de un romance pecaminoso.
-Cuando el ramo de laurel se levante, sabrás que he ganado.-
Quisiera poder abrazarlo, acariciar sus negros cabellos, asegurarle con su fuerza que por primera vez los dioses apoyaban a los mortales.
-Baekhyun, mi flor del desierto…te amo.-
-Te amo, fenix.-.
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Al final del camino terroso se pueden distinguir las casa en los prados, desde ahí, ya es visible para el general las banderas doradas con el estandarte del emperador, el pueblo y la nación entera esperaban por su regreso después de cinco años luchando en los frentes del sur, Chanyeol montado en su caballo suspira contento por regresar a su hogar, respira la brisa salada, creía únicamente en sus sueños pisaría esa tierra otra vez.
Son alabados como héroes una vez las puertas les dan la bienvenida, tiran coronas de flores en su dirección, monedas doradas, les ofrecen canastas con exquisita fruta exótica, entre gritos llegan a la morada del emperador, la familia real ya aguarda con laureles, él es el primero en descender para mostrar sus respetos, lleva como presente la espada del enemigo manchada aún de sangre, honor para el linaje.
La faceta estoica de guerrero desaparece caminando frente al poder máximo, muestra una sencilla sonrisa pasando por cada miembro en la fila deteniendo en un microsegundo el análisis cuando nota una cara conocida, alguien que no debería estar al lado de su hermano.
-General Park.-el emperador habla fuerte y claro-aproxímate.-
Debe mantener la compostura.
-Mi señor, gobernador de todo, le traigo aquí la prueba de nuestra victoria.-
Finge ver al hombre, sin embargo, su rostro opaco a las espaldas impide que se concentre en el discurso ensayado, hincando extiende la espada, aquella arrancada del oponente ahora desea le decapite.
-Levántate.-uno de los criados acepta el regalo-hijo.-
Padre e hijo se abrazaron calurosamente, pero no hay verdadero amor de sangre, compromiso hipócrita al ser hijo de su cuarta esposa la menos aceptada por ser divorciada, imperdonable en la Grecia de la época, Chanyeol sabe que esa es la razón del porque sus otros hermanos le odian, para ser un bastardo, era el más capaz y tenaz, líder nato.
Orgulloso hubiera alardeado de eso sin temor a las represalias, llegó convertido en casi un dios de la guerra, ¿bendecido? No, delante de sus ojos ya estaba tomado injustamente lo poco importante en su mundo falsamente soñado.
-Chanyeol.-
La única mujer en su vida da un paso al frente, tan bella como la última vez que la vio, buscará en ella consuelo temporal hasta estar a solas.
-Madre.-
Evita llorar como un niño, no debe ser débil ante todos esos otros.
-Le pedí noches y días a mi diosa por tu regreso, veo que me escucho.-en voz baja le dice-él me ayudó también.-asiente
-Te visitaré más tarde.-
-No vayas a olvidarte de nosotros, hermano.-Jongin, el menor de todos se adelanta, uno que sí es honesto
-Imposible ignorarte, seguro me molestaras toda la cena.-
-Debo asegurarme que la guerra no te haya hecho amargado.-
-¿La luz del sol en la tierra? Dudo unos pocos años le hayan afectado.-
Ácido con comentarios pasivos agresivos donde no hay una línea entre sí lo apoya o no, Yixing le da la mano cordial.
-Es bueno verte otra vez.-
Retrasa tanto como puede el encuentro, ya es anticipado, hay una egocéntrica sonrisa al tenerse frente a frente.
-Miren nada más, el hijo pródigo ha regresado.-Sehun-parece que todas las buenas noticias vienen contigo, una lástima que te perdiste la mejor.-
-Todas mis cartas fueron retenidas.-
-Oh, deja que haga las presentaciones entonces.-su tortura daba comienzo-Chanyeol, hermano, te presento a mi esposo, Byun Baekhyun hijo de la sacerdotisa del templo de la luz.-
Pasó saliva mostrándose como nunca, frío, distante y apático, hizo una reverencia a la recién casada pareja tragándose la bilis amarilla.
-Felicidad y bendiciones sean para con ustedes de los dioses, una larga vida al hijo de la luz.-
No le miró, pasó de largo dirigiendo la tropa rumbo al establo, necesitaba tranquilizar a su corazón herido para soportar la cena más tarde, después de todo, ¿cómo haría para observar al hombre que amaba en brazos de otro?.
El emperador jamás escatimaba al tratarse de celebraciones, aunque predicara con bandera austera era famoso por los espectáculos y gran algarabía dentro del palacio, obviamente manteniéndose a la altura trajo bailarinas, platillos, telas finas, el mejor vino de la región para su hijo y el resto del ejército, diría tuvo contentos a sus hombres.
Chanyeol tendría que haber disfrutado a las bellas mujeres contoneándose sobre su regazo o corresponder a los vírgenes del templo sirviendo la cena, pero su vista estaba perdida, más de una vez su madre tuvo que hablarle para integrarlo a las conversaciones en la mesa, asentía distraído, imaginando que está era una prueba de sus tiempos entrenando para así, esperar el fin.
Viendo la posibilidad de huir entre preguntas políticas, fue al jardín ubicado entre el templo y las casas de los príncipes, un poco de aire frío refresca el calor de su cuerpo igualando su humor, deambula con las manos tras la espalda, suspirando derrotado, no necesita darse la vuelta para saber que ya no está solo.
-Te dije una vez que entre mis planes no estaba sentar cabeza, dedicarme a la guerra era mi único propósito, sin embargo, todo cambió cuando te vi.-
Recordaba el momento como si hubiera sido ayer, hace más del tiempo antes de partir.
-Nos juramos amor frente a tu diosa, hice votos antes de irme…pero vuelvo…y te has casado con mi hermano.-
-Él me mintió.-el silencio de la noche le permite oírlo con claridad-te escribí cartas todos los días, me recluí por voluntad propia en el templo esperando una respuesta…Sehun vino a mi con las peores noticias.-
-Y le creíste-
-¡Dijo que habías muerto!.-habló fuerte más no gritó, si alguien los veía serían sancionados-pero yo…nunca he dejado de amarte.-
-¿Cómo podría creerte? Se lo que un ritual matrimonial conlleva.-
Le hervía la sangre de solo pensar en ellos juntos, fuera un juego sucio orquestado por su hermano dándole donde más le dolía, no había manera en que Baekhyun siguiera siendo suyo.
Iba a continuar su camino huyendo, las ganas de llorar atascadas, el toque de unos suaves dedos rodeando su muñeca lo detuvieron.
-Yo también conozco las reglas.-no iba a ceder-Chanyeol…mírame.-
Obedeció, tomándolo por sorpresa ver el velo negro cubriendo medio rostro del más joven.
-Baekhyun…-
Retirando poco a poco la tela, el rostro inmaculado tenía irregulares manchas cafés, Chanyeol no lo había visto así, tocó delicadamente su mejilla, ambos respirando al compás.
Uno de los requisitos para desposar ya fuera un hombre o mujer era la belleza física, para ellos sus esposos eran vistos como joyas de compañía, entre más excelsa fuera la apariencia ellos escalaban en el poder, desde concubinas hasta legítimas madres eran inspeccionadas minuciosamente, el consejo de sacerdotisas daba la autorización y los matrimonios se consumaban.
Baekhyun como hijo del templo lo sabía a la perfección, su misma madre obligándolo a mantenerse pulcro para cuando el momento llegará, entonces, su aspecto sólo podía significar una cosa.
-¿Te hiciste esto…a propósito?.-
-Muerto tú me negaba a pertenecer a alguien más, Sehun no es Jongin o Yixing, iba a destruirme sin compasión.-decía la verdad
-¿Cómo?.-
-Pase la inspección, me llevaron a sus aposentos y mientras estaba a solas lo supe, si iba a castigarme la culpa sería compartida.-
Sus ojos comenzaron a llenarse de lágrimas.
-Aceite caliente, la tina estaba preparada, me lance a ella.-
Los baños de vapor perfumados decían despertaban el deseo sexual.
-¿Quién te encontró?.-
-Tu madre, ella me cuido y se encargó que nadie me tocará, habló a mi favor en la corte.-
El amor de una madre lo puede todo, quien lo trajo al mundo era una santa.
-Aún así no te dejo en libertad.-
-Seré prisionero en cuerpo, pero mi alma…-Baekhyun se aventuró a poner su palma contra el pecho del guerrero-es tuya.-
-No sabes lo que dices.-
-¿Me amas?.-
Él era el cuarto príncipe y Baekhyun el segundo al casarse con Sehun, un joven casado no debía estar a solas con otro hombre sin su marido.
-Park Chanyeol, mi fenix…¿aún me amas?.-preguntó desesperado
Al tiempo que tardó en responder vio la figura de un sirviente venir, oculto a Baekhyun entre la hierba pidiendo silencio, arregló sus ropas carraspeando.
-Señor, debe venir conmigo, el emperador lo busca…dice que tiene un regalo para usted.-
Escuchó al segundo príncipe jadear, se aferró a la túnica morada.
-Enseguida.-susurrando, esperaba que el mensaje se entendiera-tras el templo al sonar la última trompeta.-
-No, Chanyeol por favor…-
-¿Confías en mí?.-era algo ciego-adiós, mi flor del desierto.-.
🏛🔥⚔️❤
Fue hace más de seis años, quizás ocho, un Chanyeol de entonces veinticinco vivía en el palacio terminando su entrenamiento como cadete, al ser hijo del emperador tenía dos opciones, competir contra sus otros tres hermanos por la ascendencia al trono o ir a la guerra, y no es que le faltará ambición respecto a la corona, lejos de sus deberes reales todo lo que implicaba ser monarca lo hastiaba.
La carga en sus hombros ya era pesada por ser visto como el intruso en sus propias tierras, él no había crecido de ese lado de la isla, en su lugar, tan pronto como la preparación de príncipe término, su propio padre lo exilió al norte como forajido, ¿la razón? Celos, el menor de los varones tenía una rivalidad unilateral hacia su persona, algo injustificado en sus palabras, ¿cómo odias a quien ni siquiera conoces? Sehun era un enigma y por eso una vez llegó, pintó una línea.
No tenía un lugar al cual llamar hogar, errante iba dejando una huella superficial, la única persona importante siendo su madre, pero ella no viviría para siempre y la constante preguntaba estaba en el aire ¿quién cuidará de ti, hijo mío?.
Llevaba el apellido Park solo como título, no tuvo tiempo para disfrutar yendo a bacanales, los amantes tampoco eran lo suyo, amigos no tenía, su corazón de reloj dejaba caer lentamente su arena.
Viviendo en un mundo gris, criado para ser frío e inexpresivo el haber visto de casualidad a aquel hermoso chico del templo le pegó tan fuerte como un arrasador tornado al corazón, que su fuerte cuerpo tembló como hoja al viento, robándole el aliento en una acción tan simple acomodando las ofrendas con gracia y elegancia, inmaculada pureza.
Aterrado como nunca, admite con vergüenza que espió durante semanas al joven no encontrando valentía para dirigirle la palabra, alguien debía estar burlándose en su cara, ¿un niño le dejaba mudo? Actuaba como virgen huyendo al contacto.
-¿Necesita algo, majestad?.-
Su voz era más dulce de lo que imaginó, bajo perfil, pero dio el primer paso.
-Venía a dejar una ofrenda.-mintió, perdido en los ojos miel
-Puede darmela a mi, soy el hijo de la madre sacerdotisa.-
Una criatura tan bella ¿era hijo de una predecesora del futuro? Santo, no tocado por nadie.
-Pensé que sólo aceptaban mujeres.-no fue lo más inteligente-perdón, quise decir…-
-Vivo en las villas de sirvientes, las otras labores, no las hago yo.-le sonrió
-Eso explica porque no te había visto.-dijo en voz baja
-¿Disculpe?.-
-¡Nada! Estaba divagando, eso es todo.-
Chanyeol no se percató que el lindo chico se acercaba un poco más, reaccionó hasta sentir el toque de sus dedos sobre su muñeca, un lindo sonrojo sobre las mejillas blancas.
-Creí…que no ibas a acercarte.-
Se estaba arriesgando al hablarle tan informal a un príncipe, las cosas no eran así para el mayor, tenerlo a esa distancia le estaba haciendo daño.
-Dime la verdad, estas flores…¿en verdad son para la diosa?.-
Exótico jazmín azul, Hibisco y Azahar magnífica combinación de exquisitez, ¿ponerlos bajo una figura de mármol? No, sería mucho mejor si su santo de devoción las llevara a sus aposentos.
-¿Cuál es tu nombre?.-
Tocar a los devotos del templo era considerado una ofensa, más nadie lo iba a privar del primer gusto que se daba.
Bajando a su altura, llevó su mano áspera al fino cuello pálido.
-Baekhyun…-entré sombras, el chico entrelazo sus dedos-príncipe, ¿toma el té?.-
-Llévame a donde quieras, Baekhyun.-.
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-Chanyeol, paso, hijo.-
El emperador lo recibió, aunque el propósito estaba más que explícito, la madre de Baekhyun se encontraba también acompañada por un chico de vestimenta reveladora.
-Padre, madre sacerdotiza.-
-General.-
Ella siempre fue cortés, no por elección o devoción al imperio, estaba en Grecia como prisionera en el yugo contras las mujeres, su única bendición en comunicación con los dioses la salvaba de ser usada por los hombres, un privilegio muy limitado.
-¿Disfrutaste la cena? Tu madre me ayudo.-
-No probaba bocado tan delicioso desde mi última vez aquí.-
-La guerra te restringe de muchas cosas, ¿verdad?.-
Odiaba ese tono condescendiente, haciéndole un gesto a la sacerdotisa, llevó delante al chico.
-Fue sugerencia mía y de tus hermanos que tuvieras un regalo de bienvenida.-
Hermanos, Sehun casi salía de la punta en su lengua.
-Su nombre es HyunByng.-apretó los dientes-llegó hace tres días al templo, fue escogido especialmente para ti.-
Rechazarlo lo pondría en una situación contraproducente, fingir la vía aceptable.
-Llévenlo a mi villa.-
Indiferente zanjó el tema, hizo una reverencia saliendo rápido evitando las miradas.
El espacio que le fue dado permanecía inalterable, ni una sola mota de polvo flotaba denotando lo impoluto en la estancia, una ola de nostalgia por los buenos recuerdos agitó su pecho.
Las cortinas vino le fueron dadas por su madre, el estante de libros por un sofista, cuadros de paisajes, impresionantemente, Yixing se los dio, un ajedrez perteneciente a Jongin, valiosos objetos pero, nada como la estatua en barro de dos amantes abrazados que Baekhyun hizo, una alegoría a su amor prohibido.
Repaso los estantes llegando a la cama, un lugar frío donde alguna vez pasó noches de calor, en el campo de batalla durmiendo bajo el manto de estrellas cerraba los ojos volviendo aquí, su joven yo alzaba la palma a las nubes imaginando otra más pequeña elevarse para acompañarla.
Todas sus primeras veces con Cupido fueron materializadas en Baekhyun, ¿olvidarlo? No podría, en estos momentos recordando el pasado tenía pensamientos impropios.
Quería raptar a Baekhyun, huir esa misma noche o irrumpir en la casa de Sehun y matarlo, cobrar venganza incluso de su padre, haría lo que fuera para amarlo una vez más.
-¿Majestad?.-habían llegado-¿me permite pasar?.-
-Adelante.-dio la espalda a la puerta
-El chico ya está listo.-
-Cierre la puerta y váyase, yo mismo lo llevaré mañana.-
-Sí señor, descanse.-
Absoluto silencio una vez se quedaron solos, HyunByng debía estar esperando una instrucción, cierta órdenes amatorias que no le daría.
Enfrentó el cuerpo vestido en blanco, una canasta con alimentos, vino y dulces ya había sido dejada sobre la mesa caoba, se hizo oír desde la distancia.
-Cena lo que gustes, duerme también, yo tomaré un baño.-
Tuvo intenciones de seguirlo, lo detuvo.
-No, tu compañía no es algo grato en este momento, limítate a lo que se te ha dicho o serás echado de aquí por mis hombres.-
Cruzó a la otra habitación sin esperar respuesta, el seguro una precaución, sabía que sería una madrugada tortuosamente larga.
Portando un grueso albornoz marino salió sacudiéndose el cabello, parpadeó desconcertado por el cambio en la atmósfera.
Velas iluminando amarillas, un perfume dulce a melocotón, la bandeja que solo él sabía dónde guardaba ya estaba montada, copas de vino y el virgen sobre la cama, esperando por él.
Aún no lograba verle la cara por el manto cubriendo su rostro.
-No ocuparé la cama contigo, no tienes ese privilegio.-
Le señalo la comida, resignado, suspiro.
-Sírveme.-
Atendido como pidió bajó la guardia, estaba bebiendo de la copa, saltó reaccionando violento con el cuerpo tras suyo masajeando sus hombros.
-¿Qué demonios crees que haces?.-
Estampo al chico contra la cama, una daga bien escondida pronto estuvo en su cuello.
-¿A qué mierda estás jugando? ¿quién te mandó?.-
No hubo palabras.
-¡Responde! Si no lo haces te abriré la garganta.-
-Chanyeol…-no-amor.-
-Baekhyun.-
Le retiró el velo apurado, el rostro dulce de su amante le miró feliz, ya no siendo un desconocido lo abrazó aspirando su esencia, debió imaginarlo.
-Cariño, no debes estar aquí.-
-¿Y dejar que alguien estuviera en mi lugar?.-
-Me viste, no lo tocaría.-
-¿Pero a mi?.-
Ante sus ojos, Baekhyun mismo fue abriendo su traje virginal, un pecho inmaculado que Chanyeol sabía solo era para él.
-He venido ante ti con la única promesa de entregarme fielmente, complacerte con mi cuerpo, entregarte todo, adorarte.-
Repitió las mismas palabras que su primera noche juntos.
-Príncipe, amante o esclavo, seré lo que me pidas.-
Bueno y malo estaban en el medio dependiendo de la realidad para verse, si tocaba a Baekhyun violaría todas las leyes, se condenaría.
-Chanyeol, no he amado a nadie más que a ti.-
Fue suyo primero, Sehun o su padre no iban a cambiar eso, daño lo que le dijo una vez era su atributo, ese bello rostro marcado para ser solo del general.
-Hijo de la luz, te mostraré una vez más cuánto te amo.-.
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