Profesor
Lo veía de manera tan sexy e imponente, poniendo orden en el aula, con esa camiseta ajustada a sus brazos y a su pecho. Cuando pasaba lista, mi piel se erizaba cada vez que mencionaba mi nombre. Él era Néstor, mi único profesor varón, y una de las fantasías que cumplí.
Me llamo Victoria, y como dije, Néstor era mi profesor en la escuela. Cuando me egresé, gracias a las redes sociales pudimos seguir en contacto. Lo agregué, comenzamos a hablar, y con sólo unos días de charla me invitó a su casa. Yo salía con un chico en aquella época, lo quería, pero mi profesor era toda una fantasía, no podía decirle que no.
Él vivía en un departamento. Era padre soltero, así que iba a visitarlo cuando su hija pequeña estaba en la escuela. Teníamos varias horas de intimidad, y él sabía aprovechar cada minuto.
La primera vez que fui a verlo me hizo un café. Su remera era ceñida a su cuerpo, pude ver como le marcaba la espalda y rodeaba sus brazos, los que parecían estar a punto de estallar. Él tenía cuarenta años, yo dieciocho. Con el café vino una charla trivial, le mencioné que ordenando encontré la minifalda que usaba en la escuela, y él me respondió que le gustaba verme con esa prenda.
Entonces abandoné mi asiento y me senté sobre sus piernas, y comencé a besarlo. Él se dio el lujo de tocar mis nalgas con sus manotas. Luego sacó su pene y lo chupé con desesperación, tragándolo entero. Me despojé de mis prendas y coloqué a esa enorme verga en mi vagina, cogiendo al fin con mi profesor.
Brinqué con energía, sentirlo adentro de mi me causaba mucho placer. Él tomaba mis pechos para succionarlos y comerlos a su antojo. Me puso sobre la mesa, de espaldas a él, y comenzó a penetrarme duramente. Me nalgueaba y me embestía con fuerza y velocidad, haciéndome gritar en su cocina.
Tuve al menos dos orgasmos en esa pose, la verdad es que perdí la cuenta. Me puso de rodillas y acabó en mi boca, tomé cada gota de su semen, él tenía un rico sabor. Ni siquiera me gustaba tragar el semen del chico con el que salía, pero a su pene lo limpiaba con la lengua hasta que no tanía más gotas.
Me alzó upa con facilidad y me llevó hasta su cama, donde me puso de perrito y penetró mi ano. No cogía por ahí muy seguido, pero no podía decirle que no, todo mi cuerpo era sometido por sus deseos. Sujetó mis muñecas sobre mi espalda y me dio con bronca, haciendo que grite pidiendo más, hasta que acabó en mi cola.
Pero ese no fue el fin. Seguimos cogiendo por toda su casa, parecía un animal en celo. Recibí sus orgasmos en mi boca, tragando su semen. Me dejó de cama, era veinte años mayor que mi chico, y me cogía mucho mejor que él.
Iba a su casa cada mañana, y volvía tambaleando, hecha un desastre. Una vez le pedí a mi chico que me esperara en un lugar, para que me acompañe a hacer un tramite. Pero lo dejé plantado, perdí la noción del tiempo cogiendo duro con Néstor.
Mi chico me llamaba al celular una y otra vez, pero lo ignoré. No me daban las manos para atender con las duras embestidas de mi profesor. Él gozaba oyendo al teléfono sonar. Se sentía satisfecho al estarle soplando la novia a un chico de veinte años. Y así era, yo prefería las manos de mi profesor.
Por un tiempo, estuvimos sin vernos, debido a que Néstor estaba ocupado. Hasta que, en una mañana mientras cogía con mi novio, me llega un mensaje de él. Mi pareja me tenía en cuatro, apretando mis nalgas y penetrándome. Pero al ver que el mensaje era de mi profesor, no pude evitar atender y contestar.
Con mi novio si podía usar las manos, y arreglé para ver a mi profesor. Mi chico se enojó porque usaba el celular estando con él, pero no me importó. Ese día terminé peleada con él.
Fui a ver a Néstor al día siguiente, y ni bien llegué a su departamento, tomó mi cuerpo sin importarle nada. Creo que me extrañó, porque ese día me hizo un magnifico oral. Se arrodilló, lamió mi vagina y mi cola como nunca nadie lo había hecho. Pasó su lengua por todos lados. Me hizo acabar repetidas veces con su boca, hasta llené a su mentón de fluidos.
Metió dos de sus dedos en mi vagina, sin dejar de chupármela. Su cama terminó hecha un asco, porque me vine a chorros por la forma en la que jugaba con sus dedos. Estaba empapada, y ni siquiera me había penetrado, era una bestia en la cama.
Cogerme a mi profesor fue toda una fantasía, desde ahí tengo mucha debilidad hacia los hombres mayores. Además tengo conflictos paternales por la perdida de mi padre, lo que hace que busque refugio en hombres mayores.
Tuve muchos sugar daddys, y no saben lo bien que me atendían.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro