Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Más que sexo

Hola!! Finalmente y después de tanto tiempo, les traigo el final, de mi para ustedes ♥ ojalá les guste tanto como a mi nwn

__________________________________

Ciel Phantomhive Pov

—Lo lamento... pero no...

En ese momento sentí que todo mi mundo se detuvo, la expresión de Sebastián era de asombro, incredulidad y una pizca de incertidumbre se reflejaba en sus preciosos ojos borgoña, dándole paso a un deje de tristeza que rápidamente se apodero de su semblante. Aquella sonrisa radiante que segundos atrás me dedico se había desdibujado de sus labios y no lo culpo.

Se dice que casarse es el sueño de cualquier mujer o doncel, después está el vivir en pareja, la magia de formar una familia y pasar momentos inolvidables al lado de la persona que más amas. Básicamente es un sueño que todo eso se llegue a realizar, y cualquiera con un poco de cerebro sabe que no todo será miel sobre hojuelas pero si estas con la persona correcta, todo tiene solución.

Entonces sonara como un cliché mal usado, pero no es él, sino yo y mi incapacidad para aceptar su propuesta a pesar de que muero por decir que si, gritar que acepto casarme con él porque nada me haría más feliz en estos momentos, sin embargo no puedo, algo me lo impide o simplemente soy yo quien es incapaz de decir un simple "si, acepto".

—¿Por qué? —Susurra ausente, tomando la pequeña cajita de terciopelo entre sus manos, queriéndola ocultar, casi como si deseara que el tiempo regresara—. No te entiendo...

—Sebastián... yo...

—Será mejor irnos, ya es tarde y los niños deben estar preocupados.

No me da tiempo de decir nada más, tan solo evade mi mirada, llama a un mesero, pide la cuenta y minutos después ya estamos en el estacionamiento del restaurante. Ni siquiera a volteado a verme, tan solo sigue adelante hasta llegar al auto, entonces me dedico a observar su ancha espalda mientras se aleja de mí, y siento que lo estor perdiendo, que a pesar de todo lo nuestro se acabó.

E inevitablemente las lágrimas se agrupan en mis ojos saliendo sin control. No quiero ir a casa, no quiero regresar, no quiero que me vea, simplemente quiero irme, despejar mi mente y pensar en todo, así que doy media vuelta saliendo del estacionamiento y empiezo a caminar sin rumbo fijo por entre las calles.

Y como si el cielo se compadeciera de mi patética noche, empieza a llover, y en pocos minutos estoy completamente empapado, aun así no me detengo. Me siento perdido y sin saber que hacer exactamente, tal vez sea mejor esperar un tiempo, aclarar mis ideas y hablar con él. Sé que está molesto, yo lo estaría, tal vez decepcionado, triste o puede que crea que todo lo que le he dicho respecto a mis sentimientos es mentira.

—¡Joder! —Grito y pateo una pequeña piedra que se estrella contra la reja de una iglesia.

—¿Por qué siempre huyes, Ciel?

Mi cuerpo se estremece de la impresión, soltando un chillido al sentir como unos fuertes brazos me aprisionan con fuerza, casi llegando a ser doloroso, aun así no me aparto, ni hago nada porque me suelte, simplemente me quedo quieto, disfrutando de la calidez que emana su cuerpo, y es en estos momentos que me doy cuenta que estoy tiritando de frio. Repentinamente su rostro se hunde entre la curvatura de mi cuello y hombro, sintiendo unas tibias gotitas deslizarse sobre mi piel.

—S-Sebastián...

—Te amo...

—Yo también te amo.

—Entonces... ¿por qué?

Por instantes, me quede en blanco y levante mi rostro para observar el cielo nublado, dejando que las gotitas de agua cayeran sobre él, confundiéndose con mis silenciosas lágrimas mientras me aferraba a los brazos de Sebastián, como si en cualquier momento fuera a desaparecer.

—Porque tengo miedo —confesé separándome de él, para darme la vuelta y verlo a los ojos.

La luz de la farola que estaba justo detrás de mí, me permitía verlo a la perfección. Aquel semblante triste que observe al salir del restaurante se había ido para darle paso a la extrañeza. Y no lo culpo, pero mi miedo no era él, mucho menos el visualizar una vida juntos. Más bien era el hecho mismo de llegar a casarme, de pararme frente a la puerta de una iglesia con un kimono blanco, el caminar hasta el altar, y el darme cuenta que quien está ahí no es Sebastián. Tenía una fobia absurda a casarme, tan solo eso.

—Nunca te haría daño —tajó con amargura—. Lo sabes.

—Nunca dije que tuviera miedo a que me lastimaras.

—¿Entonces?

—¡Tengo miedo a casarme, Sebastián! —Grite entre sollozos—. Deberías saberlo.

—Si no me dices, ¿cómo quieres que sepa?

—Entonces eres un idiota —me aparte y me adentre a la iglesia, sentándome en una banca sin importarme que siguiera lloviendo—. Cuando me iba a casar con Claude fue por miedo, me dije que sería lo mejor, entonces apareció un rubio loco y no solo arruino mi boda, sino que viví un infierno después de eso —le dije en cuanto se sentó a mi lado—. Después, mis padres me obligaron a casarme con Kelvin entre amenazas, un hombre al que repudie en cuanto lo vi, un hombre que me violo, me golpeo y me mantuvo encerrado por cuatro años, viviendo temeroso de todo. Creo que tengo derecho a sentir miedo ante una propuesta de matrimonio.

—Lo lamento... yo no creí que...

—¿Qué me afectaría? —Reí con amargura—. No soy tan fuerte, Sebastián...

—Perdóname, Ciel... de haber sabido yo... lo siento.

Me volvió a rodear en un fuerte abrazo, entonces me permití llorar. Llevaba mucho tiempo aguantando tanto, que simplemente ya no pude más, aquella máscara que tanto me forcé en crear se resquebrajo en mil pedazos, y entonces no quedo nada. Me sentí vulnerable y temeroso entre sus brazos, dejándome guiar por el miedo y la tristeza que guarde todos estos años. Y él simplemente me consoló entre sus brazos sin decir nada, hasta que finalmente me calme.

—Lo lamento —balbucee después de un tiempo—. Te amo y lo que más deseo es estar contigo pero...

—Te entiendo —sonrió juguetón, me separó de su cuerpo y me besó lentamente, con cariño, suavecito y con mimo, como si tuviera miedo de dañarme, entonces me miró a los ojos y no evite estremecerme con su mirada—. No importa si jamás nos casamos, yo permaneceré a tu lado en las buenas y en las malas, en la salud y en la enfermedad aun si la muerte nos separa. Porque te amo más allá de un cuerpo físico, te amo con el alma, con el corazón y con todo lo que represento.

»Te amo porque eres lo mejor que me ha pasado en la vida, eres mi persona especial y no necesito de un sacerdote, iglesia o un papel que demuestre todo lo que siento por ti. Me basta con verte cada mañana, besarte, abrazarte y en la noche, ser lo último que veo, sonreír y pensar en lo afortunado que soy —acunó mis mejillas entre sus cálidas manos y junto nuestras frentes, rosando la punta de mi nariz con la suya—. ¿Ciel, me harías el honor de permanecer a mi lado, aun siendo lo idiota que soy?

—Si —susurre eliminando la distancia que nos separaba, para unir nuestros labios en un beso tan tierno como el anterior—. Tú también eres lo mejor que me ha pasado en la vida. Llegaste a mí en el momento menos esperado, fuiste una casualidad que permaneció aquí y aquí -me separe señalando mi corazón y mi cabeza—. Y me encantas tal como eres. Sebastián... no importa lo que pase, porque siempre estaré ahí para ti, en las buenas y en las malas, en la salud y en la enfermedad, aun después de la muerte.

»Y... y yo no soy tan cursi para decir más —balbucee entre pucheros—, aun así te amo y sé que no necesitamos de un maldito papel que diga que somos esposos, porque así me siento, tan solo soy tuyo...

—Y yo soy completamente tuyo.

En el momento en que me volvió a besar, las campanas de la iglesia sonaron, haciéndome sonreír entre el beso. Uno completamente diferente a todos los anteriores que nos habíamos dado, era especial y único, como el momento. Ni siquiera nos percatamos cuando es que dejo de llover, tan solo nos mantuvimos en nuestro mundo, disfrutando de la compañía contraria y celebrando en silencio -y aunque suene cursi-, nuestro pacto de amor.

—Sebastián...

—Prometo que haré hasta lo imposible por mantener esa preciosa sonrisa tuya, así que no llores... por favor.

—Tonto —susurre bajando la cabeza, y es que no me había dado cuenta de que estaba llorando, aunque esta vez no era tristeza, más bien estaba inmensamente feliz—. No estoy llorando.

Una sonrisa ladina se dibujó en sus labios mientras sacaba la cajita de terciopelo, tomando el anillo de oro blanco con un pequeño diamante en forma de corazón, colocándolo en mi dedo anular.

—Ciel... —ronroneó sobre mi oído—. ¿Qué te parece si vamos a celebrar nuestra "Luna de miel"?

Con las mejillas sonrosadas, asentí levemente. Y dibujando una sonrisa pícara en sus sensuales labios, se levantó de la banca tomándome de la mano para guiarme al auto que estaba a unos metros de la entrada, el cual ni siquiera había notado por estar perdido en mis pensamientos.

En cuanto subimos encendió la calefacción y empecé a tiritar ya que estaba todo mojado, por lo que me quite el abrigo arrojándolo a la parte de atrás mientras Sebastián conducía y veinte minutos después, estábamos frente a un lujoso hotel. En cuanto entramos a la suit presidencial me dirigí al baño, viendo el jacuzzi con alivio, era lo que necesitaba en estos momentos.

—Sebastián, si no te bañas enfermaras —le hable desde la puerta.

Su sonrisa se ensanchó en cuanto volteó a verme, sujetando una botella de champan y dos copas en la mano.

—Hoy es un día especial, así que hay que celebrarlo —ronroneó.

Quince minutos después, estábamos dentro del jacuzzi con una copa en la mano, mientras me acomodaba entre sus piernas, recargando mi espalda en su pecho. Entonces sentí como empezaba a repartir pequeños besos en mi cuello y hombro hasta hacerme estremecer, soltando un vergonzoso jadeo, mientras mi mano derecha acariciaba lentamente su muslo, haciendo que soltara un gruñido complacido.

—T-Tal vez deberíamos dejar las copas fuera de esto, ¿no crees?

—Mmm tiene toda la razón, Ciel de Michaelis.

En cuestión de segundos, mis mejillas comenzaron a arder, lo que provoco una ronca y masculina risa que me erizo todos los bellitos del cuerpo, obligándome a voltear para quedar sentado sobre su regazo, mientras le rodeaba el cuello con ambos brazos y lo besaba lentamente, pero mi idea de un beso tierno se esfumó cuando tomó mis caderas con sus fuertes manos, pegándome más hacia su cuerpo, logrando que nuestras erección se rosaran y volviera a gemir entre sus labios, momento en que aprovechó para introducir su húmeda y experta lengua dentro de mi boca, incitando a la mía a unirse en una danza lenta y pasional.

Sus manos siguieron acariciándome con cuidado y delicadeza, apretándome de vez en cuando contra su cuerpo. Entonces me separe un poco para unir mi frente con la suya, viéndolo a los ojos en el momento exacto en que se adentraba dentro de mí con cuidado, acoplándose a mi cuerpo de forma perfecta.

—Sebastián... —susurre bajito, sobre sus labios, recibiendo un beso en mi mejilla.

Sonrió con ternura, pegándome más a su cuerpo hasta que me abracé a él, recostando mi cabeza sobre su hombro, sintiendo como se empezaba a mover dentro de mí, tan despacito que apreté los labios cuando mi cuerpo vibro, comenzando a temblar entre sus brazos mientras daba en ese punto que me hacía arquear la espalda y enterrar las uñas en su piel. Normalmente era un hombre pasional y un tanto salvaje que no se contenía a la hora de tener sexo, sin embargo, en estos momentos era diferente.

Y hoy más que nunca, me sentía amado, protegido y cuidado. Dejándome hacer y disfrutando de sus frases cursis susurradas sobre mi oído, acompañadas de pequeños besos que me hacían jadear.

—C-Ciel... —gimió presionándome contra su erección, cazando mis labios en un beso pasional y territorial que me nublo la mente logrando que llegara al orgasmo al mismo tiempo que él, sintiendo como mi cuerpo se relajaba poco a poco, entregándome a sus suaves caricias, repartidas a lo largo de mi espalda—. Te amo tanto...

—Yo también te amo.

Ambos sonreímos dándonos pequeños besos, diciéndonos todo sin palabras y es que las cosas nunca fueron fáciles. Fueron problemas tras problemas, empezando por una noche de sexo casual dentro de un elevador. Sin embargo, aquel momento que solo pretendía satisfacernos se convirtió en algo más, algo que jamás creí posible, y es que me enamore como un loco de este hombre, alguien único, desesperante y maravilloso, a tal grado de hacer hasta lo impensable por él.

Actualmente puedo decir sin miedo a equivocarme, que todo valió la pena y que lo volvería a hacer de ser necesario. Tal vez las cosas no siempre sean sencillas, pero de ahora en adelante estaremos juntos y nada más importara.

—Ciel, ¿eres feliz?

—Mucho —sonreí, y pensar que todo comenzó con un poco de sexo casual.

~ * o0O0o ♦ o0O0o * ~

Fin

__________________________________

Muchas gracias a los que leyeron, ojalá y les haya gustado, personalmente es uno de los finales que más ame xD aunque mi opinión no cuenta tanto porque soy la escritora jajaja

Aprovecho para hacerles la invitación a mis demás proyectos, tanto en esta plataforma como en Amor Yaoi donde me encuentran con el seudónimo de Haruka Eastwood 😉

Sin más yo me despido y les doy las gracias por su apoyo incondicional, saben que sin ustedes este capítulo nunca hubiera sido posible. Les mando un fuerte abrazo de osito panda y os deseo un excelente día/tarde/noche.

Haruka Eastwood ♥💜😄

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro