Besos hipócritas
Ciel Phantomhive Pov
Mi cuerpo se estremeció con sus besos. Eran adictivos o tal vez Sebastián lo era, lo único que tenía claro es que lo amaba demasiado, sin embargo, el encanto de aquel momento murió cuando la puerta se abrió de golpe dejándonos ver a un lindo doncel de cabello negro, con aproximadamente cinco meses de embarazo, y por la expresión que puso Sebastián no me fue complicado entender quién era él.
Comprendo que ver a tu esposo besando a otro doncel no es la mejor escena que esperas encontrar cuando abres una puerta, mucho menos una de hospital. Por ese lado entendí sus palabras, sus insultos y su miedo cuando supo quién era yo. Sabía que su matrimonio ya no tenía futuro y no era por mi, “el intruso”, mucho menos por Sebastián “el esposo infiel” y es que a pesar de todo, y de que la situación no sea favorable, él pone todo de sí para que una relación funcione.
Lo sé muy bien porque hizo lo mismo cuando estaba embarazado de Lawrence, en ese entonces me propuso una relación seria, ser una familia nosotros cuatro, llena de momentos tontos y felices, compartiendo viajes, anécdotas y un sin fin de cosas. Y yo moría por aceptar pero no podía, mejor dicho, no debía. Recordaba a la perfección sus atenciones, sus palabras de apoyo o sus mimos a mi vientre o mi cabello cuando me recostaba en el sofá y él creía que dormía. Me dejaba hacer, recibiendo gustoso sus caricias y besos que él me robaba, llenándome de ternura con sus frases cursis.
Pero yo sabía algo que ellos, Sebastián y Gregory ignoraban o se empeñaban en omitir, y es el verdadero motivo del porque su matrimonio no funciona ni funcionara. Quise reír en la cara de aquel doncel pero me contuve sabiendo que lo mejor era esperar, así que cuando salí de la habitación murmure algo que lo dejó helado y confirme mis sospechas, apreté los puños con molestia y me fui de allí azotando la puerta o de lo contrario era capaz de cometer una maldita estupidez, pero es que no podía evitarlo.
Camino a mi cuarto me tope con el médico que me llevo con Sebastián, en segundos se acercó a mí y me ayudó a caminar, diciendo que aun estaba bastante débil para hacerlo solo y que no debía forzar mi cuerpo o sería contraproducente. Chasquee la lengua y me deje hacer viéndolo de soslayo, era un hombre mayor, de aproximadamente cincuenta años, rubio y con expresión de idiota, de nombre Wolfram.
Una vez en mi habitación me indicó que reposara, luego de checar mis signos vitales. Me sentía muy cansado, pero mis planes de dormir se vinieron abajo cuando Lau, Soma y el molesto de mi hermano entraron a la habitación, no había duda de que eran los varones más molestos que conozco, pero también les debía demasiado. Gracias a las investigaciones de Soma, mis padres tuvieron que irse del país, prácticamente huyeron y entre Lau y Baldroy lograron ponerle precio a sus cabezas y ahora son buscados por el bajo mundo gracias a la enorme recompensa que se ofrece por ellos.
Una parte de mi dice que debería sentirme culpable, pero la otra se alegra de ya no tener que lidiar con ellos y sus amenazas, también se ha descartado la opción de que quieran tomar venganza. Al final puedo decir que soy completamente libre, que mis hijos no corren peligro y que puedo “relajarme”, en teoría, ya que el bastardo Baldroy me ha cedido los derechos y responsabilidades de la parte legal de la familia, por lo tanto, la empresa ahora es mía. Sé que debería sentirme feliz pero algo me falta, mejor dicho, alguien.
—Quita esa cara, hermanito.
—Ciel, luces mejor cuando sonríes —y como siempre, Soma me abrazó posesivamente, restregando su mejilla contra la mía en una actitud meramente infantil—. Además, ya tengo la información que me pediste.
—Costo un poco de trabajo, pero con esto creo que todo quedará resuelto, también hicimos unos descubrimientos muy interesantes —Lau me guiñó un ojo mientras tomaba a Soma y a Baldroy del brazo, dejándome solo.
Sobre mi cama dejaron un sobre que dude en abrir. Semanas atrás, le había pedido a Soma que investigara a Vincent y Rachel, pero entre todo el papeleo que consiguió había algo más, y eso era una fotografía con la que intentaron chantajear a Claude para que participara en sus otros negocios. Lo sorprendente no es que se negará, sino que tardaron demasiado en usar esa información en su contra, aunque ahora me serviria a mi, pero no precisamente para chantajear, sino para “ayudar”.
•••
Desperté por el ruido de la puerta al ser abierta, creí que se trataba de la enfermera pero aún era de madrugada, tal vez las dos o tres de la mañana. Por la ventana aún entraban los rayos de luna iluminando levemente el lugar, y me permitieron reconocer la figura de Sebastián que se acercaba lentamente y con dificultad hacia la cama. Me incorpore en el momento justo en que se sentó a un lado de mi, sonriendo ladinamente.
—Lamento haberte despertado, no podía dormir.
—No importa —correspondí su sonrisa, acaricie suavemente su rostro y lo bese lentamente, disfrutando la calidez de sus labios moviéndose con sensualidad—. Me has ahorrado el viaje a tu habitación.
—¿Enserio?
—Si —sonreí pero él evadió mi mirada, abrazándome con fuerza.
—Te amo, te amo tanto… Ciel.
—Yo también te amo.
—Lo sé…
—Idiota.
Soltó una leve risita pero se negó a soltarme, agachando más la cabeza como si temiera verme a los ojos.
—Vine para disculparme por lo que dijo Gregory.
—No era necesario.
—Lo es porque yo también debo disculparme contigo por varias cosas… —se separó lentamente viéndome a los ojos y juntó su frente con la mía mientras jugueteaba con los cabellos de mi nunca—. Ciel…
—Eres un hombre maravilloso —lo interrumpi apartando mi rostro del suyo, viendo fijamente la luna—, también eres un buen padre, y lo serás estés o no con él.
—No puedo dejarlo, no ahora…
—¿Cuántas veces te has dicho eso, Sebastián? Y… ¿Cuántos años han pasado ya?
—Ciel… no es tan fácil.
—Nunca será fácil. No te pido que lo dejes por mi, sino por ti, tu mismo lo dijiste, su matrimonio se acabó hace muchos años.
—Puede ser —su mirada se volvió seria—, pero él me necesita, tendremos un hijo.
—Nosotros también tenemos un hijo.
—Ustedes son completamente diferente… no es lo mismo. Quiero estar contigo pero no puedo, ahora es tu turno para entenderme.
Apreté los dientes tentado a morderme la lengua para no gritarle lo idiota y ciego que era, tan solo por eso tomé el sobre que esta tarde me entregó Soma, dejándolo sobre su regazo sin una pizca de delicadeza. Frunció el ceño tomándolo con duda.
—Abrelo —ordene.
No preguntó nada, se limitó a hacer lo que le pedí. Sentí mis manos temblar al verlo sacar una hoja tamaño carta que leyó cuidadosamente y como si se tratara de una blasfemia, la arrugó y rompió con incredulidad, molestia y una ira que me produjo escalofríos. Pero en cuanto miró las fotografías, se levantó de la cama arrojandolas al suelo.
—Es mentira.
—No tengo porque mentirte.
—Hay muchos motivos, ya lo has hecho antes.
—Sabes que es verdad.
—Nunca creí que fueras capaz de algo tan bajo, Phantomhive.
—¿Confias en mi?
—No lo sé, después de esto, no me pidas que lo haga—tajó, apreté los puños y contuve mis malditas lágrimas.
—No esperaba menos de un perro como tú, Sebastián.
—Gregory es mi esposo, Ciel. Y al igual que él te debe respeto, te pido lo mismo para él.
Dio media vuelta saliendo de la habitación, azotando la puerta tras de sí. Entonces me dejé caer en la cama como si mi cuerpo pesara una tonelada, permitiendo que las lágrimas fluyeran libremente. Desde un principio pensé en todos los desenlaces posibles y este era uno de ellos, el que más temía y menos deseaba, sin embargo solo es cuestión de tiempo que él se dé cuenta de todo, mejor dicho, para que lo acepte.
•••
Desde aquel día no volví a ver a Sebastián. Ya habían pasado dos semanas por lo que tomé la camioneta después de decirle a Paula que saldría por un par de horas, comenzando a manejar hacia un lugar que conocía muy bien. Estaba molesto y decepcionado, no sé si por su maldita actitud o su estupidez desmedida que le impedía ver la verdad, o puede que ya la sepa y tan solo se niega a reconocerla, pero eso estaba a punto de terminar. Apreté con fuerza el volante una calle antes de llegar, viéndolo caminar tranquilamente hacia su departamento, iba solo, por lo que baje la velocidad y sin dejar de manejar llame su atención.
—¡Sebastián!
—Vaya, no esperaba verte aquí —esbozó una sonrisa hipócrita, deteniéndose junto a la puerta de la camioneta.
—Sube —ordene y él arqueó una de sus cejas, intentando ocultar su molestia.
—Vivo en la siguiente calle.
—Sube al auto Sebastián.
—Deja de darme órdenes, Phantomhive, no soy tu maldito sirviente.
—¡Que subas al puto auto!
Un par de personas se detuvieron a cotillear, así que no le quedó más remedio que subirse entre maldiciones, haciéndome sonreír con prepotencia. Y en cuanto azoto la puerta arranque en dirección contraria a su casa.
—¿Piensas secuestrarme?
—No sería mala idea.
Se mantuvo callado la mayor parte del camino, viendo por la ventana de forma distraída y casi ausente, sin embargo sus facciones se habían relajado bastante.
—Lo lamento.
—¿Por qué?
—Por todo, no debí desconfiar de ti, sin embargo sigo sin creer que sea real —se recargó en el asiento, sujetándose el puente de la nariz—. Todo sigue igual entre nosotros.
—Han sido muchos años…
—De engaño, dilo —soltó enfadado, volviendo a concentrarse en la ventana—. ¿A dónde vamos?
—Llegamos, solo será un café —le dije al estacionarme, mientras él tomaba su teléfono y mandaba un mensaje. Estábamos en el centro de Londres a una calle de la cafetería: Arca de Noé, ya que amaba los pastelillos que vendían—. Y no fue solo a ti, ¿recuerdas?
—Lo sé —bufó al ver su celular—. Agni me matara, le dije que no tardaría y lo deje con los niños.
—No creo que le importe mucho, Gregory también está con ellos, ¿no?
—Él tuvo que ir con el dueño de una galería que expone unas de sus obras —sonrió un poco mientras tecleaba con gran velocidad contestando un mensaje—, al parecer fueron un éxito y quieren adquirir más pinturas.
—Creí que él era dueño de una galería.
—Lo es —se desabrocho el cinturón de seguridad—, hace cuatro años yo me hacía cargo, pero nunca estuve muy interesado en el mundo del arte, por lo que gustoso lo deje todo en sus manos en cuanto estuvo mejor, actualmente tiene convenios con otras, para mi todo eso es…
—¿Molesto? —dije y pareció meditarlo mientras me seguía en silencio.
—Complicado —murmuró—. ¿Y a qué se debe la invitación?
—Necesitamos hablar.
—No me apetece discutir ese asunto, Ciel.
—Es sobre Lawrence, yo no pienso tocar el otro tema a menos que tu quieras. Ambos somos adultos y supongo que eres perfectamente capaz de tomar una decisión.
Me miró de soslayo y suspiró con cansancio, sé que fueron muchos años de relación y es que normalmente se da el famoso trío amoroso al estilo cliché. Aquel en donde tienes pareja pero de repente llega alguien más y sabes que será el amor de tu vida pese a lo complicado de la situación. Se ven con lujuria, se besan a escondidas y terminan follando, después todo es asquerosamente cursi, vomitas corazones y ves unicornios de colores pastel arrojando flores en tu boda de ensueño y fin.
Con Sebastián y Claude no hubo mucho cliché, puede que sí. Pero en algún punto nuestra relación dejó de ser de tres, descubriendo que éramos cuatro. Todo empezó con un noviazgo en donde solo estaban Sebastián y Gregory, entonces sumamos a Claude, quien mantiene una relación en secreto con Gregory siendo su amante, después estoy yo, el novio oficial de Claude, y por azares del destino termino follando con su hermano Sebastián, quien ya estaba casado, y es aquí donde me pregunto, ¿quién fue o es amante de quien? Porque poco faltó para que todo este enredo se convirtiera en una puta orgía.
Estoy tan distraído en mis pensamientos, que suelto un chillido de sorpresa cuando Sebastián me tomó de la mano, obligándome a ver frente a nosotros. A unos cuatro metros de distancia se encuentran Claude y Gregory saliendo de una cafetería, tal vez sería algo sin importancia pero no dan ni cinco pasos cuando el maldito de Faustus se detiene, lo atrae hacia su cuerpo y lo besa como si se le fuera a acabar el mundo.
La molestia de Sebastián es evidente, espera a que se separen y entonces camina hacia ellos dándole un fuerte puñetazo en la mejilla a Claude y como estaba distraído, cae al suelo sin saber quién o por qué lo golpearon, mientras Gregory grita asustado. No sé si por el golpe que recibió su “amante” o porque todo fue tan rápido.
—¡¡Eres un hijo de puta!! —Brama con la clara intención de lanzarse sobre su hermano para golpearlo, así que me interpongo sin saber exactamente porqué.
—¡¡Sebastián, calmate!!
—¡No me pidas que me calme cuando mi hermano estaba besando a mi esposo!
~ • o0O0o ♦ o0O0o • ~
Continuará
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Pues Claude no era un pan de Dios y Gregory tampoco era la victiva, el como paso todo se vera en el siguiente capítulo, y los dejare con la duda un buen rato xD mi proposito era acabar el fic antes de terminar enero, porque entrando febrero estare inundada de trabajo y no sé cuando pueda volver a actualizar nwn así que desde ya os aviso que estare un poco desaparecida, solo espero que hayan disfrutado las rápidas actualizaciones y dejen su comentario que es lo único que me motiva hoy día :3 Haru los ama y les mando un fuerte abrazo.
GRACIAS POR LEER! ♥
Haruka Eastwood 💗💚
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