Antes de ti
Sebastián Michaelis Pov
Lo vi. Lucia hermoso mientras sus largos y finos dedos se movían rápidamente al dibujar. Estaba tan concentrado que ni siquiera notó mi presencia, por lo que aproveche y lo abrace fuertemente, temiendo que fuera la última vez. Entonces... entonces desapareció de mi vista y de mi vida tal cual lo haría una leve brisa de otoño.
Grite su nombre y extendí los brazos, como si pudiera recuperarlo, pero simplemente encontré la nada, rodeándome... apresándome y consumiéndome lentamente entre sus fauces, dejándome sin aliento, jadeante y temeroso. Volví a llamarlo, esta vez con más desespero que antes, pero al igual que siempre, nadie contestó, nadie apareció y él tan solo se fue... se fue y me dejó.
Finalmente desperté de aquella pesadilla que se repite día con día, e incorporándome un poco, lleve una mano hasta mi cabello, apartándolo de mi rostro. Observe que eran las tres de la mañana, e inevitablemente chasquee la lengua al pensar que ya no podría dormir. Claro que no es la primera vez que me quedo despierto, pero lo sigo odiando, sobre todo porque él causante de mi insomnio ni siquiera está aquí. Intento no pensar en él, en el padre doncel de Beast, pero es muy difícil.
Sonrió sin ganas al recordar las cientos de versiones que doy cuando me preguntan por la madre de mi hija, ya que sin importar quien cuestione, me refiero a él como "ella". Unas veces digo que murió, otras que se fue o que simplemente me dejo, incluso he dicho que nunca quiso el papel de madre y se fue persiguiendo el sueño americano... lo curioso de todo, es que cada versión tiene algo de cierto, si bien, no está muerto es como si lo estuviera.
Suspiro con hastió mientras me dejo caer en la cama, momento en que escucho un llanto tan conocido, que no evito ponerme en pie, comenzando a caminar hasta la habitación de Beast. Al entrar, la encuentro sentada en la cama, gimoteando mientras se abraza a un enorme tigre de felpa, luciendo tan pequeña y delicada a pesar de tener tres años. E inevitablemente recuerdo el día que nació y aquel miedo que sentí cuando la enfermera me dijo que la tomara en brazos, creyendo que la lastimaría, el miedo sigue latente, pero los motivos son diferentes.
-No llores -susurre mimoso mientras la cargaba, comenzando a caminar hasta mi cuarto, sentándome en el centro de la cama, recostándola sobre mi pecho-. ¿Tuviste una pesadilla?
-Papi dijo que no me quería -musita entre hipidos.
-Papi te ama -asegure mientras repartía mimos sobre su espalda- y yo te amo...
Actualmente no sé si él la recuerda, ni siquiera sé si un día quiso a Beast, aunque ya no importa, después de todo no regresara. No es que no quiera, simplemente no puede y dudo que algún día pueda. Me encantaría decir que no me importa, pero estaría mintiendo... porque aun lo recuerdo, aun le odio y... aun lo extraño, desgraciadamente no puedo hacer nada, solo abrazar a Beast e intentar calmar su llanto con dulces mentiras de un papi amoroso.
-¿Cuándo va a regresar?
-Pronto, amor. Papi regresara pronto y jugara contigo.
-¿Cómo Ciel? -pregunta con un extraño brillo en los ojos, y sólo puedo sonreír ladinamente, ya que ayer, aquel enojón Phantomhive estuvo jugando con Beast, y a pesar de que ella no se relaciona muy bien con las personas, sonreía como si viniera siempre a casa a jugar.
-Si... ¿qué te parece si luego le hablamos a Ciel para que venga a verte?
Aquel llanto se queda en el olvido y ella sólo puede pensar en todo lo que hará cuando Ciel venga a verla, quedándose dormida rápidamente. Y mientras veo su rostro tranquilo, me dejo llevar por Morfeo, despertando a las ocho de la mañana, dando gracias al cielo que esta vez no me quede en vela, por lo que me levanto, me baño y arreglo antes de ir a preparar el desayuno, presintiendo que será un día demasiado largo. Estoy tan concentrado en lo que tengo que hacer, que no me doy cuenta del insistente golpeteo en la puerta. Y como sé quién es, simplemente abro, dejándole pasar mientras le ofrezco una taza de café a modo de disculpa por hacerlo venir.
Agni es mi mejor amigo, de hecho es el único que tengo, a quien conocí en una situación no muy agradable hace unos seis años. Yo solía meterme en peleas clandestinas. Evidentemente, estaba de por medio una enorme cantidad de dinero, y en raras ocasiones drogas o armas. Aquel día gane la pelea, así que para celebrar unos "amigos" y yo fuimos a un bar, todos bebimos más de la cuenta, algunos inhalaron cocaína, por consiguiente la situación se salió de control y la "celebración" paso a ser una pelea en donde hubo disparos.
Agni era un simple camarero que resulto herido, y antes de que me diera cuenta estaba huyendo del lugar con él, escuchando de fondo el sonido de varias patrullas. Su estadía en Estados Unidos era ilegal, por lo que fue una suerte que lo sacara de ahí, de lo contrario lo hubieran deportado a su país. Desde entonces nos hicimos amigos, en un principio nos frecuentábamos y él alegaba que le salve la vida, actualmente me echa en cara que por mi culpa perdió su empleo en el bar.
-Sebastián... sabes que me encanta cuidar a Beast, es una niña adorable pero... -dejó la taza de café sobre la mesa, mirándome seriamente-. ¿Realmente piensas ir?
-Debo hacerlo.
-Sabes que no es así -espetó-. Solo te harás daño.
-Su madre murió hace dos semanas, por eso regrese a Londres, porque debo ir a verlo y...
-Y, mejor admite que quieres verlo y, que lo sigues amando.
-No lo amo... -deje caer mi cabeza en el respaldo del sofá mientras cubría mis ojos con el antebrazo. "No lo amo", es la misma frase que me repito día con día desde que se fue- o eso creo. Agni, fueron muchos años... lo conocí cuando tenía catorce. Él representa lo que más odio en este mundo, pero también lo que más amo... aun así me desespera, me frustra y me dan ganas de gritar, de maldecir y decirle que es un idiota y que se muera. A su lado pase los mejores momentos de mi vida, pero también los peores -me incorpore, mirando hacia la nada-. Hace cinco años nos casamos...
-Y hace tres te dio una hija. Lo sé -me miró con molestia-. Creo que nunca lo he dicho, pero él es la única persona que ha logrado hundirte en más de un sentido. Te metió en las drogas, en las peleas y en un mundo de vicios. Cuando se fue te derrumbaste y hace dos semanas te culpaste por lo que le paso, ahora... -suspiró- ahora no importa lo que diga porque igual te irás.
-Hay cosas que debo hacer -saque del bolsillo de mi pantalón un pequeño anillo de plata, lanzándoselo a Agni-, y te falto decir que actualmente me refiero a él como ella porque así no hago drama al recordarlo.
-Tienes razón.
Sin decir más salí del departamento, me subí al auto y comencé a manejar. Una parte de mi gritaba que diera media vuelta y regresara a casa, otra me incitaba a seguir adelante, al final me detuve frente a un hospital. Pase saliva, sintiendo una terrible desazón al acercarme a la recepcionista para preguntar por él, lo más extraño de todo fue decir que era su esposo... después de todo jamás me divorcie, ya que ilusamente espere su regreso.
Tras un par de minutos, llegó una enfermera que me condujo amablemente por los pasillos, hasta una habitación algo apartada. Cuando abrió la puerta el aíre abandono mis pulmones, quedando inmóvil. Ahí, sobre la cama se encontraba él, cubierto por una manta blanca, mientras los rayos del sol iluminaban la habitación, y si no fuera por los diversos aparatos que estaban conectados a su cuerpo, podría jurar que estaba dormido.
-Él... ¿qué fue lo que le pasó?
La enfermera me miró con extrañeza unos segundos, antes de caminar hasta Gregory y acomodar la bolsa de suero.
-Veo que no le dijeron nada -musitó lacónica-. Fue una sobredosis...
-¿Se recuperara? -la interrumpí, sintiendo que mi vos temblaba ligeramente.
-Temo que no... sufrió un derrame cerebral. Actualmente está en estado vegetativo -me miró con compasión antes de disculparse y salir de la habitación, dejándome solo.
Vacilante, camine hasta la cama, sentándome a su lado. «Gregory Violet» leí en la tablilla medica que se encontraba a sus pies, antes de verlo fijamente. Lucia mucho más delgado de lo que recuerdo, demacrado y su blanca piel tenía un tono amarillento. Pensar que es la misma persona que hace ocho meses dejo una nota en donde ponía: «Debo irme... yo no puedo seguir aquí, contigo... con ustedes. Lo siento mucho», es absurdo. Durante todo este tiempo no tuve ni la más mínima idea de dónde diablos se encontraba. Hasta hace quince días, un extraño hombre me llamó una mañana y me dijo que la madre de Gregory había muerto, mientras que él estaba en el hospital.
-¿Señor, Sebastián Michaelis? -gire mi rostro hacia la puerta, viendo a un hombre mayor de mirada amable, quien me dedicaba una sonrisa afable, por lo que asentí-. Mi nombre es Tanaka, era el abogado de la señora Violet.
Hace quince días, cuando llamó, le pedí que nos viéramos aquí, en el hospital, justo en la habitación de Gregory, puede que mi petición le extrañara, aun así acepto. Y mientras me dedicaba a contemplar al papi de Beast, Tanaka, amablemente me explico que mi impredecible esposo estuvo internado en una clínica de rehabilitación por voluntad propia aquí, en Londres, y que la única persona que sabía era su madre, una hermosa mujer, dueña de una de las más prestigiosas galerías de arte.
Recuerdo que la señora Violet siempre se culpo por el hecho de que su hijo consumiera drogas, y en varias ocasiones me pidió que ayudara a Gregory, pero cuando él se fue hace ocho meses, también perdí el contacto con ella, aunque nunca lo relacione. Era lógico que quisiera ayudarlo, puede que le haya pedido que mantuviera secreto su rehabilitación, por si llegaba a reincidir o algo por el estilo. Pero después de permanecer siete meces en esa clínica estaba de maravilla, y hubiera seguido así de no ser porque su madre murió en un terrible accidente.
Tanaka también me comento que al fallecer la señora Violet, todo lo que tenía pasaría a manos de su único hijo, pero dadas las circunstancias, yo me había convertido en el heredero de su fortuna, una fortuna que no me hace falta y que en un futuro lejano pasaría a Beast. La verdad habían sido muchas cosas para un solo día, así que tras un par de horas, Tanaka se marcho, dejándome solo nuevamente. Aunque mi paz no duro mucho, ya que al parecer alguien estuvo esperando el momento justo para entrar a la habitación, un médico me dio el pésame por el estado de Gregory y tras un discurso obviamente ensayado, propuso desconectar los aparatos que lo mantenían con vida...
•••
El camino de regreso a casa fue demasiado largo. Cuando finalmente deje el auto en el estacionamiento, me di cuenta que eran las seis de la tarde y Agni me mataría por tardar tanto. Solté un suspiro cansino dirigiéndome al elevador, aunque nunca me espere ver a Claude, mirándome atentamente.
-Michaelis...
-¿Acaso vienes a golpearme?
-No, eso sería una pérdida de tiempo -me miró con prepotencia, haciéndome bufar-. Quiero hablar, me lo debes -rodé los ojos mientras presionaba el botón del elevador, haciendo una seña con la cabeza para que me siguiera-. Te debo una disculpa -musitó en cuanto las puertas se cerraron. Le mire extrañado y con desconfianza.
-Creí que venías a exigirme una disculpa, no a dármela.
-No me sirven de nada tus disculpas.
-Entonces...
-Aún quiero golpearte por lo de Ciel -siseó, apretando los puños- pero... lamento haberte culpado por la muerte de Hannah...
Hannah... fue la novia de Claude hace ocho años. Un día la invite a una fiesta, al principio se negó pero logre convencerla, bebimos más de la cuenta, ella más que yo, aun así le di las llaves del auto y la rete a manejar de regreso a casa. Tras el volante la adrenalina subió a mil y acelero a más de ciento cincuenta... al final chocamos y ella murió.
Ninguno dijo nada, no podía contradecirlo, mucho menos darle la razón, después de todo si fue mi culpa, no importa cuánto se empeñe en decirme lo contrario. El elevador finalmente se detuvo en el piso diez y ambos salimos, caminando hasta quedar frente a la puerta de mi departamento, momento en que comencé a enlistar las cosas que quería hablar. Siendo sinceros, quería olvidarme de todo, despejarme y relajarme.
-¡Papá! -la voz de Beast se escucho claramente, y al momento de abrir la puerta, vi como se abrazaba a las piernas de Claude-. Te extrañe mucho...
~ * o0O0o ♦ o0O0o * ~
Continuará
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