Estaba tan agotada que apenas y podía abrir los ojos, bostezó y apretó los labios tenía que tener fuerza porque debía ducharse, no sabía que se había hecho Tzuyu de seguro estaba estudiando y por eso no estaba en la habitación le dolió un poco ya que quería que despertar y verla a su lado, con una pequeña sonrisa o durmiendo, como la encontraba la mayoría de las veces.

Hizo un pequeño puchero y suspiró, no podía mover las piernas y sus brazo parecían de goma, sentía una fuerte presión en su vientre que le impedía estirarse, así que estaba viendo el techo y tratando de ver a todas partes mientras con movimientos, inútiles, buscaba a Chou, pero luego de un tiempo se cansó ya que de seguro estaba haciendo sus cosas, no tiene por qué pedirle que se quede porque no son novias.

Por más que es lo que tanto quiere, todavía no, tiene que esperar porque sabe muy bien que lo apresurado no es para nada bueno, mucho menos si son dos chicas que sienten tantas cosas a la vez sin poder explicarlo con simples palabras, iba a aguantar hasta que sintiera que es lo correcto, se quedó mirando la cama de Tzuyu y sonrió un poco, recuerda las tantas veces que se quedó mirándola, era tan hermosa que hasta dormida de veía como una princesa.

Cosa que le daba un poco de miedo, no podía ser tan correcta en todo, suspiró y con todo lo que tenía de fuerzas se acomodó mejor, ahora sí que podía ver a todas partes, se quedó viendo la puerta y se preguntó el por qué se fue tan tarde a la biblioteca, siempre que estudiaba de noche lo hacía dentro de la habitación porque no las dejaban estar fuera por mucho tiempo, de madrugada, además de que estaba más cerca de la cama y así podría dormir con tranquilidad.

Acomodó un poco su cabello y gimió de dolor al sentarse, cuando la punta de sus dedos tocó el frío sueño sintió una corriente que viajó por todo su cuerpo y se instaló en su espalda baja, provocando una sensación tanto placentera como incómoda, ya que no podía moverse con mucha agilidad para dejar de sentirlo, jadeó cuando trato de levantarse, creía que podía pero le fue imposible hacerlo, definitivamente no podría ducharse, quiere ver a Tzuyu para gritarle, porque ella no quería quedar así lo disfruto en el momento pero debían ir a clases, todo el mundo se daría cuenta de su extraño caminar.

Y de seguro que la sonrisa de la rubia las delataria, como aquella vez que Mina se dio cuenta al instante de lo que sucedía, la mejor con una enorme sonrisa y ella tratando de sentarse de una manera que no le molestará tanto, además de las marcas en su piel que eran bastante notable, cientos de señales que hicieron que la japonesa se diera cuenta de la gran mentira que ambas ocultaban, eran muy malas en ello.

"¿A donde vas?". Salió del baño con una pequeña sonrisa, estaba desnuda y se dio cuenta de que se había duchado ya que estaba un tanto húmeda, le brillaba la piel y se veía tan suave que sería tocarla, mordió levemente su labio inferior al verla acercarse con lentitud, como si la quisiera provocar solo que no era directa, eso le encantaba, tanto que sonrió y abrió un poco las piernas, lo que no sabía era que Tzuyu la agarraría en peso y la llevaría a la bañera. "Adivina quiénes van a tomar un largo y placentero baño".

Sana estaba sin palabras, nadie había hecho algo tan lindo por ella como lo que hizo la taiwanesa, todo estaba tan lindo que sentía que iba a llorar, las velas le daban un toque demasiado lindo y relajante, Tzuyu la depositó con cuidado para luego entrar y acomodarse detrás suyo.

"Puedes apoyarte en mi". Hizo lo que le dijo y suspiró, estaba tan feliz de pasar tiempo con la menor que no quería que se acabará, deseaba que durará para toda la vida.

"¿Por qué hiciste todo esto?". Al parecer siempre quería saber todo y las razones por las cuales hacían cosas por ella, ya que creía que no merecía absolutamente nada.

No hizo cosas buenas en el pasado así que no merecía nada más que tristeza y dolor. "Porque quise hacerlo, además...mereces muchos besos, abrazos y todo lo que te puedas imaginar". Sintió sus ojos llenos de lágrimas y los cerró dejando que un par de lágrimas cayeran por sus mejillas, le dolía que alguien como Chou Tzuyu fuera tan buena con ella.

Seguía creyendo que no lo merecía y la verdad es que aunque ella fuera capaz de hacer lo mismo, siente que no debería ser para ella. "Tú eres la que merece todo". Deseaba que las cosas siguieran así porque amaba estar cerca de la menor, cada día juntas era mejor que el anterior, la estaba comenzando a querer y sentirse cómoda, demasiado, al estar a su lado porque no había nadie en el mundo que fuera mejor que la rubia.

Con esa gran sonrisa que solo le mostraba a ella o al momento en el que fruncía el ceño para tratar de explicar algo que no tenía sentido pero que para sí misma era demasiado importante.

"Ambas merecemos lo que la otra pueda y quiera dar". Murmuró mientras le acariciaba los brazos. "Ahora que lo pienso te estás volviendo más importante de lo que yo pensé que llegarías a ser". Su corazón latió con fuerza al escuchar esas lindas palabras. "Y no quiero que te vayas, ¿Puedo pedir algo?". Asintió sin decir una sola palabra, estaba demasiado relajada como para hablar. "¿Puedes quedarte por más tiempo?, se que no soy tan buena como parezco pero...haré todo lo posible para que conozca esa parte de mi que nadie conoce". A éste punto Minatozaki ya no podía más.

"Deseo poder estar aquí por más tiempo". Susurró. "Y eso haré, te lo prometo".

Ambas lo deseaban.