XVII
— ¿Hay algo ahí dentro? — Estábamos fritos los dos. Estaban a punto de descubrirnos.
— Chris. — Susurró Mía.
— Shh. No digas nada. Allí atrás hay un mueble pequeño, métete ahí y no hables, yo voy a salir y después voy a venir por ti, ¿Okey?
— Está bien.
Mía se acomodó la falda y fue a dónde le dije, yo subí mis pantalones, acomodé mí camisa y mí cabello.
— ¿Hay alguien? — volvió a insistir la persona del otro lado de la puerta.
— ¡Si! — grité. — ahora salgo. Salí encontrándome con la secretaria. Si, la misma con la que me acosté algunas veces.
— Profesor. — Dijo coqueta.
— Carolina, hola.
— El destino nos quiere juntos.
— ¿De que hablas? — dije desentendido.
— Hablo de que justo tenía muchísimas ganas de verlo, de besarlo, de sentirlo dentro mío. — de desabotonó la camisa.
Se acercó hacía mí y me quiso besar. La esquivé.
— ¿Qué ocurre? — Acomodó sus brazos en mí nuca.
— Nos pueden ver. — saqué sus brazos.
— Entonces, ven. — Me agarró de la corbata y me llevó al baño. Cerró la puerta.
— No creo que sea una buena idea.
— Tengo ganas de ti, profesor. — intentó sacarme la camisa.
Narra Mía.
Estaba escondida dónde Christopher me dijo, por un momento no escuché nada. Hasta que de pronto empecé a escuchar susurros de Chris y una chica.
Quise abrir un poco la puerta del mueble para ver de quién se trataba.
Y si. Era la zorra de la secretaria de la escuela.
Me daban ganas de salir de ese lugar, no me importaba que me vea esa secretaria que lo único que quiere es follar con Chris. Pero no lo hice por él, porque si esa mujer me veía lo iban a expulsar a él por estar con una menor. Pero me daba tanta rabia, quería salir y agarrarla de los pelos. Si, estoy celosa. Me muero de los celos. Quiero que sea mío y de nadie más.
Sacudí mí cabeza sacando esos pensamientos de ahí. Volví a mirar por el agujerito dónde podía espiar para ver qué estaban haciendo.
Se estaban besando.
— Ya, Carolina. Estoy no está bien. — Lo escuché decir. — Tengo que dar una clase en 5 minutos.
Él se estaba tratando de liberar de ella.
— ¿Qué? Mí amor, ¿me vas a negar que no te morís de ganas de entrar dentro mío? ¿Morder mis pezones de forma que me hagas gemir? ¿Cada vez que entras en mí provocando deliciosos orgasmos?
— Si, Carolina. No quiero tener más nada contigo. Quiero ser responsable. Soy profesor y tú secretaria. No está bien esto, espero que te mantengas alejada de mí.
— ¿O qué? ¿Que harás, Vélez?
— Sólo te digo que no quiero tener más relaciones contigo.
— No sabes que soy capaz de hacer. — se acomodó la camisa que ella misma se había desabotonado.
— ¿Eres capaz de decirle al director? ¡Házlo! ¿Piensas que te va a creer a ti? Una secretaria irresponsable que estuvo a punto de ser expulsada por andar coqueteandole a un alumno? Yo creo que no. Piensa bien en lo que vas a decir, o mejor quédate callada. — ¡Ese es mí profesor! Me dije para mis adentros.
Ella no dijo nada más y se fue sin siquiera decir ni hacer nada.
Por dentro estaba gritando y saltando de alegría. Chris le había puesto los puntos.
Yo me quedé en ese lugar esperando que Chris venga por mí.
Sentí unos pasos que se acercaban. Rogaba porque sea Chris y no otro profesor porque si me metería en graves problemas.
— ¿No se piensa quedar todo el día encerrada aquí, o sí, señorita? — Esa voz tan seductora, esa mirada tan perfecta, esos ojitos mieles hermosos. No no, no me puedo enamorar.
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