Christopher empezó a besarme desesperadamente y con mucha pasión. Di un pequeño brinco enrollando mis piernas en su cintura haciendo que mí vestido se me subiera hasta el abdomen, se separó de mí, puso su mano en mí trasero sosteniendome.

Me desnudó sin dejar de besarme.
Tuve el placer otra vez de contemplar su perfecto cuerpo.

Chris sonrió al darse cuenta de cómo lo miraba.

— Vamos a mí cuarto. — dije con la respiración agitada.  Asintió y subimos rápidamente a mí cuarto.

En la puerta de mí habitación me jalo del brazo haciendo que me pegará. Así cuerpo para luego volver a devorar mis labios.

Brinque para volver a enrrollarme a su cintura, otra vez.

Al chocar con mí cama, ambos caímos. Él arriba mío, empezó a besar mí cuello.

🚨ATENCIÓN:
No me hago cargo de traumas, está novela lleva contenido apto para mayores de 18 ahre bai sigan leyendo las quiero.

Luego bajó a mis senos y empezó a jugar con ellos. Yo solo genia de placer.

Me arrodille ante él. Me deshice de su pantalón negro que traía puesto. Quedó en boxer, saqué su miembro de allí. Luego empecé a hacer movimientos de arriba hacia abajo.

Tomé su miembro y pasé mí lengua por todo él. Lo tomé y lo intente meter todo a mí boca, cosa que era imposible, ya que era demasiado grande. Eso me encantaba.

Me levanté quedando frente a Chris.

Le saqué su camisa y sin más vuelvo a devorar sus hermosos labios carnosos.

En un abrir y cerrar de ojos ambos ya estábamos completamente desnudos.

Me recostó en la cama, se puso delante de mí, sentí un ligero dolor en mí entrada, y luego siento que me empieza a penetrar.

Mis gemidos se empezaron a escuchar mientras él seguía entrando y saliendo de mí. Sus embestidas cada vez eran más rápidas e intensas. Era tortura en su máxima expresión.

El sudor escapaba por cada poro de mí cuerpo mientras trataba de respirar profundamente entre cada embestida. Estaba siendo demasiado intenso.

— ¡Christopher! — gemí. Cada embestida que daba era más fuerte, con más posesión.

Mí cuerpo parecía que fuese a romperse en cualquier momento.

No importaba cuánta veces tengamos sexo, siempre me impresionaba.

— ¡Mierda, Mía! — gimió mientras aumentaba sus embestidas. Chris respiraba pesadamente mientras se hundía en mí con fuerza.
Se sentía tan bien cuando me sentí llegar y a los pocos segundos el me siguió pero no se detuvo.

—¡Oh dios! CHRIS — dije acomodandome en la cama.

— Eso es, preciosa. Gime mí nombre, me encanta. — dijo con la respiración agitada. Se acostó a mí lado.

Yo solo cerré los ojos, mañana sería otro día. Y le diría a Chris que ya no quería seguir con esto. No es que no quería, no me sentía bien para seguir haciendo esto, me estaba enamorando, y no me gustaba para nada. Me siento una persona sucia haciendo esto. Odiaba decirlo pero la verdad me sentía así. Lo mejor iba a ser que le diga que ya no quería seguir con las clases y explicarle el por que.

(…)

Me desperté por culpa de la estúpida alarma.

Miré a mí alrededor y Chris no estaba a mí lado. Capaz se habrá ido al baño.

Me levanté, me puse mí bata porque había demasiado frío y me fui al baño.
Quedé mirándome por unos segundos en el espejo y pensando en cómo decirle a Chris que ya no quería tener esas clases.

— Chris se habrá ido. — me dije a mí misma.

Hice mis necesidades. Lavé mis dientes, mis manos y salí de ahí.

Chris se fue y no me dejó ni una nota ni nada, raro.

No le di importancia y me di una ducha rápida ya que no quería llegar tarde a la escuela.

(…)

— ¡Fue tan lindo Mía! Tendrías que haber estado ahí cuando se me declaró.

— ¿Te pidió que fueran novios?

— Si. — dijo mí amiga contenta.

— Me imagino que le dijiste que si. — Su sonrisa se borró un poco.

— No. — la quedé mirando extraña.

— Pero, Emma, ¿No me habías dicho que te gustaba? — pregunté.

— Si, y no mentí. — sonrió nuevamente. — Pero este tiempo aprendí algo muy importante. No ilusionarme con los chicos que conozco recientemente. — suspiró. — No hace una semana que que lo conozco, tengo que tomarme el tiempo de conocerlo bien, le dije que me diera un tiempo para conocernos mejor, salir y saber que nos gusta y que no.

— Muy bien. — dije emocionada. Emma siempre era de apresurarse con un chico, siento que está madurando cómo mujer, está haciendo las cosas realmente bien. — Mí niña está creciendo. — dije limpiando una lágrima falsa.

— ¡Ay! No exageres, Mía. — rió. — ¿Cómo te fue con Chris? — ¿Por qué tenía que tocar ese tema? — ¿ Ya le dijiste que no querías que sea más tu profesor sexual? O como sea que se llame su profesión.

—¡ Emma! — la reté. — ¿Quieres gritarlo también?

— Bueno, perdón.

— No, aún no se lo dije. De hecho anoche estuvo en mí casa.

— ¿No me digas que te acostaste con él de nuevo? — asentí. Sacudió la cabeza. — ay, Mía, Mía.

— Pero te prometo que voy mismo lo haré, solo quiero encontrarlo. Esta mañana cuando amanecí no estaba a mí lado.

— Está bien, pero apenas lo encuentras se lo dices, ¿Okey? — asentí. — Bueno, ¿Vas yendo al salón? Yo primero tengo que ir al baño.

— Está bien. — entró al baño y yo seguí caminando por el pasillo de la escuela, no había nadie alrededor, era temprano. Cómo siempre.

Paso por el salón de docentes y escucho algo súper raro.

¿Esos eran gemidos?

Traté de ver bien pero era imposible ya que la puerta estaba cerrada.

Abrí un poco la puerta sin que hiciera ruido.

Al ver eso mi corazón empezó a latir muy fuerte, mí fiel se erizó y una lágrima se deslizó por mí mejilla.

¿ Por qué al ver esa escena tan asquerosa me ponía mal?