Madame Pomfrey - En mi vida había tenido un estudiante que frecuentara tanto la enfermería.

Salvo...

La enfermera se queda pensativa, no pretende terminar la frase.

T/N Corvus se levanta de la camilla y arregla su cabello. Sus heridas aún le molestan pero puede moverse sin dificultad. Parece estar lista para retomar sus clases nuevamente.

Madame Pomfrey - Bueno, no son heridas graves así que sanarán muy pronto.

Eres libre de quedarte por el resto del día o de asistir a tus clases.

Casi se daba la vuelta para atender a otro estudiante, hasta que...

Madame Pomfrey - Oh, es cierto.

Cargabas esto cuando llegaste.

Del gran bolsillo de su vestido saca la daga de plata con una mejor envoltura.

Madame Pomfrey - ¿Es tuya?

T/N no tarda en reconocer aquella hermosa y brillante empuñadura.

T/N - Si...

Con mucha delicadeza la toma en sus manos. Ahora, la daga reposa en el bolsillo de la chica.

T/N - Es mía.

La enfermera tiene una expresión de asombro y curiosidad. Se pregunta por qué un estudiante poseería un arma como esa, aunque ella misma estaba impresionada por su belleza.

Madame Pomfrey - ¿De verdad?

Es un objeto bastante peligroso e inusual para una joven.

T/N Corvus cierra los ojos, intentando unir su lazo con los mechones de cabello.

T/N - Utilizamos unas parecidas en pociones, ¿por qué esta haría la diferencia?

Madame Pomfrey - Oh, no me mal entiendas.

Pero esa daga es muy refinada y no luce como una herramienta.

En fin, eso ha sido todo T/N Corvus.

Espero no volver a verte aquí, en el buen sentido.

Madame Pomfrey niega con la cabeza a lo que T/N Corvus abandona la enfermería. Tiene el presentimiento de que volverá a verla pronto.

¿Y qué hay de la herida interna? La que duele aún más... la única inmune a cualquier hechizo o poción curativa.

Cuán desgarrador puede ser pretender estar bien mientras mueres por dentro; y no es una muerte literal sino una peor, aquella que te drena de toda positividad, haciéndote sucumbir en el inevitable sentimiento de vacío. De cualquier manera, T/N Corvus no consigue encubrir esa herida con facilidad.

Ya extrañaba el ambiente propio de su dormitorio, donde sus pesares son minimizados por las superficiales conversaciones de sus compañeras. Incluso podía olvidarse de su existencia únicamente de escucharlas hablar. Eso es en parte, algo positivo.

Hestia Carrow - ¡Vaya T/N! Qué sorpresa tenerte con nosotras.

Pansy Parkinson - Casi volvemos a ser tres en lugar de cuatro.

Hestia Carrow está sobre la cama, cepillando el cabello de su hermana, quien permanece sentada en el suelo a sus pies.

Hestia Carrow - Les dije que un día volvería sin un brazo y estuvo a punto de hacerse realidad...

¿En qué tipo de problemas te metes?

T/N Corvus nunca consideró necesario responder a cada pregunta que le hacen. Solo camina hacia su armario para tomar algunos útiles.

Flora Carrow - Por cierto, ¡tus semillas han germinado!

Después de todo, lo conseguiste.

(...)

La clase de Herbología concluye. La mirada del Neville Longbottom y la de T/N Corvus se cruzan, comunicándose que ambos se quedarán por algunos minutos más.

Ella camina hacia él mientras el resto de los estudiantes abandonan el invernadero. Sostiene el mediano frasco transparente en sus manos, con las semillas ya germinadas.

Neville Longbottom - Entonces... germinaron.

Es un... un progreso.

Ahora debes esperar a que crezcan y... les buscamos un lugar más favorable.

T/N - ¿Más favorable?

Él estaba inmiscuido observando a través del frasco, luego le dirige la mirada a la chica. Luce muy diferente, como si sus vibras de seriedad la hubieran abandonado dejando a simple vista su frágil interior.

Neville Longbottom - Sí, me refiero a... plantarlas en la tierra.

T/N - Entiendo.

Neville se le queda viendo a los ojos por largos segundos que parecen eternos; hasta percatarse del incómodo silencio. Se enfoca de nuevo en el frasco y continúa hablando.

Neville Longbottom - Solo me preocupa la tonalidad café que las semillas están adquiriendo.

Pero esto a veces es normal, así que... sigamos con el proceso.

T/N Corvus asiente y toma el frasco de nuevo en sus manos, lista para retirarse del invernadero. Justo al darse la vuelta escucha la voz del chico.

Neville Longbottom - Tú...

Ella se detiene y le responde, aún de espaldas.

T/N - ¿Sí?

Neville Longbottom - No... no es nada.

T/N gira un poco su cabeza, dándole una mirada de lado. Apenas sonríe con una de sus comisuras. Muy lejos de ser una sonrisa alegre, expresa bastante tristeza.

T/N - Hasta luego, Neville.

(...)

La misma habitación en la torre que presenció el tope de su felicidad, hoy atestigua sus lágrimas. Y no es para menos, porque había crecido sin conocer el aprecio, la bondad y el amor. Los prejuicios la acompañaron toda su vida, ¿quién más logró ver en su interior? Ver algo diferente a su apariencia... o simplemente empatizar con ella.

Él tiene lo que necesita. Mostraba interés, ya sea de modo positivo o negativo. La quería a su manera y está convencida de eso.

El dolor le acarició el corazón y se sentía igual que el rasguño de unas garras afiladas, pero ella lo disfrutó. Acogió aquella sensación como si fuera parte de sí. Su enemigo es ahora su aliado porque la tristeza logró superar la felicidad que alguna vez experimentó.

Alza su varita, justo en el lugar donde antes vertió el mejor de sus recuerdos. Dibuja los mismos círculos en el aire en sentido contrario y sus labios temblorosos se atreven a pronunciar el encantamiento...

T/N - Expecto Mancipium.

T/N Corvus cae en cuenta de lo que acaba de hacer al notar la velocidad del cielo en nublarse.

El aire se vuelve pesado a la par del vapor oscuro fluyendo de su varita, este cubre toda la habitación y sobresale por las ventanas. El poco vapor que se condensa forma el cuerpo de un ave gigantesca, con apariencia abismal.

Su cara está pálida debido al terror. Se queda helada viendo al gran cuervo frente a ella. Luego, este emite un graznido inquietante y se aleja volando.

Apenas la criatura desaparece, T/N Corvus huye de la torre. Corre lo más rápido posible para evitar que alguien la relacione con los acontecimientos.

(...)

Una joven contempla los reiterados ciclos de una fuente, en medio de la tranquilidad que la naturaleza ofrece. Parece hipnotizada viendo el agua fluir de la estatua de mármol.

Luna Lovegood - ¡Vaya, T/N Corvus!

Es la primera vez que te veo de esta forma.

¿Qué te sucede?

Su amiga Luna, quien se percató de su presencia al rondar por el mismo lugar, no duda en acercarse a ella.

T/N no dice nada en respuesta. Su cabeza casi inclinada hacia un lado se mantiene estática en dirección a la fuente.

Luna Lovegood - ¿Te sientes deprimida?

La depresión es engañosa; no permitas que te engañe.

Nos hace creer que estamos solos, cuando no es así.

Estaba lista para las predicciones de Luna respecto a su estado de ánimo. Odia no ser capaz de ocultar su debilidad, odia que tenga razón y no cree que ella pueda ayudarla en ninguna forma.

Luna Lovegood - No estás sola, T/N Corvus.

Pero un latido largo se amplifica en su pecho...

Luna Lovegood - Tienes a Harry Potter y me tienes a mi.

T/N Corvus abre un poco sus labios y lentamente enfoca sus tristes ojos en los de su amiga.

T/N - Es... ¿es eso cierto, Luna?

Luna toma su mano, la sostiene entre las suyas.

Luna Lovegood - ¡Por supuesto! Nosotros somos tus amigos.

Los amigos no se abandonan.

Quiere agradecer, quiere decir algo más. En cambio, llora... sin importarle que tan débil y decaída pueda verse. Solo llora dejando al descubierto su lado humano.

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Trataré de actualizar un poco más rápido durante estos días con el fin de culminar el fanfic. Está de más aclarar que mantendré la misma calidad en cada capítulo, pero tengo algunos proyectos que intento realizar de forma simultánea.

Nuevamente gracias por su apoyo, sus votos y comentarios. Es lo que me motiva a seguir escribiendo.