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CUATRO


CAPÍTULO 4
PRECIOUS MISTAKES


Mientras Edward Moreda caminaba por entre el sendero de calabazas muertas, sentía nada más que confusión. Mosquitos revoloteaban alrededor. El pasto lucía como si se hubiese quemado. Alguna especie de "baba" estaba dispersa entre los árboles y el lodo. Edward sabía que había algo extraño ahí; simplemente no podía descifrar qué.

La llegada de la noche había engullido a Edward y el jefe Hopper en la oscuridad. Ambos siguieron el borde del bosque que estaba junto a la granja de Merrill. Hopper había indicado colocar una pequeña bandera amarilla cuando Edward viese la sustancia que parecía alguna especie de moco. Sus linternas los ayudaban a través de la oscuridad, pero a duras penas podían ver.

Edward dirigió su linterna a un árbol específico, notando el hilo baboso que salía de él. Se acercó, estirando su mano para sentir la sustancia pegajosa, pero su jefe lo interrumpió.

-¡No toques eso!

Edward giró con pánico. Bajó su mano instantáneamente y la colocó en su corazón.

-Cielos, jefe -suspiró-. ¿Estás tratando de matarme del susto?

-No, solo... -Hopper apuntó su linterna hacia el árbol-. Solo no toques esa cosa. Pon la bandera allí.

Edward hizo lo que se le instruyó, clavando una de sus banderas de amarillo brillante en la tierra frente al árbol. Luego se apresuró a caminar para alcanzar a Hopper, quien estaba clavando una bandera en una parte del pasto. Edward tragó fuerte antes de preguntar:

-Entonces, ¿qué crees que pasa aquí?

-No estoy seguro -dijo Hopper, mirando alrededor.

-¿En serio? -preguntó Edward con fingida sorpresa-. Parece que lo estuvieras.

El jefe giró ligeramente para encarar al otro hombre.

-¿Qué estás tratando de decir?

-Solo digo que fue algo raro que me dijeras que no toque esa cosa tan de repente -señaló Edward-. Dices que no estás seguro sobre esta situación, pero te conozco, Hopper. Eres un terrible mentiroso.

-No sé ni un carajo, Moreda -dijo Hopper, elevando su voz. Se acercó a Edward, respirando hacia su rostro con ojos entrecerrados-. Y si tratas de poner esta investigación en mi contra, o le dices a alguien sobre esta teoría tuya, tendré que removerte personalmente de la estación.

Edward frunció el ceño, pero eventualmente levantó sus manos en rendición.


⁕ ⁕ ⁕


Para cuando llegó la medianoche, Veronica Moreda y Billy Hargrove estuvieron completa e incoherentemente ebrios. Tanto que, de hecho, ambos se estaban llevando bien. Reían mientras soltaban hipos intoxicados. Bailaban juntos al ritmo de la última de Def Leppard, quizá incluso compartieron uno o dos cigarrillos. Era increíble que un poco (o mucho, pensándolo bien) de alcohol podía hacerles a dos individuos que parecían tener la cabeza a tope de pequeñas ocurrencias. Ninguno recordaría nada de esa noche por la mañana, y quizá aquello era algo bueno.

Para las doce y media de la mañana, estaban besándose en el pasadizo del cuarto de Tina. Veronica había esperado al menos darse el lote con algún chico durante la fiesta, solo para ponerse de nuevo en acción, pero nunca pensó que esa persona sería Billy. Aunque, si tuviera que ser honesta, apenas y podía distinguir a quién estaba besando con su visión borrosa, y él aún menos.

Sus respiros olían a nicotina, pero a ninguno de ellos les importaba. De hecho, de alguna forma lo disfrutaban. El sabor hacía el beso algo más intoxicante. Veronica pasó sus manos a través de su mata de ondas despeinadas, tomando cada mechón entre sus dedos y tirando de ellos para acercarlo más a sí misma. Sus labios eran suaves, un enorme contraste con lo resquebrajados que estaban los suyos. A Veronica Ebria le encantaba besar a Billy Ebrio. Ambos lo amaban.

Para las doce y cuarenta y cinco de la mañana, Veronica Moreda y Billy Hargrove estaban teniendo sexo en el cuarto de los padres de Tina. Ella nunca había planeado que las cosas escalaran tan lejos, pero no le importaba en absoluto. Él había esperado ese desenlace, solo que no con Veronica, quien en ese momento se encontraba sentada sobre su regazo como la fanática del control que era. Sus uñas largas se clavaron en su pecho mientras él acercaba su rostro para, prácticamente, empujar su lengua hacia su garganta. Fueron interrumpidos una vez durante sus quince minutos de gemidos, pero la puerta fue cerrada rápidamente.

Dos muchachos se habían topado con la escena, uno siendo Tommy Hellos y el otro Paul Dirken, quienes cerraron la puerta en shock.

-Demonios, hombre -rio Paul-. ¿Esa era Veronica Moreda? ¿La chica que se volvió loca cuando su hermano murió?

-Sí, y estaba acostándose con Billy Hargrove -Tommy chocó las cinco con Paul en reconocimiento al logro de su amigo-. ¡Parecían dos perros con calentura!

Veronica culparía a la Schlitz por el asunto. Esa cerveza la tornó alguien muy diferente esa noche, y jamás se perdonaría el haber tenido sexo con Billy Hargrove. Podría de hecho tenerlo en su lápida, porque después de esa noche, sería una chica muerta caminando.


⁕ ⁕ ⁕


Veronica despertó en una cama que no le era familiar. Colocó su mano en su frente, gruñendo ante el repentino dolor que sintió en su sien. Escuchó que una puerta se abría y cerraba, junto a un par de pasos suaves acercándose. Veronica no abrió sus ojos, pero lentamente estiró su brazo y no sintió a nadie junto a ella.

-¿Ronnie?

Veronica gruñó ante la voz familiar. Pasó sus manos por sus ojos y trató de sentir algo de ropa en su cuerpo. No había nada. Estaba jodida. Realmente estaba jodida, pero ¿por quién, exactamente?

Finalmente, abrió sus ojos cuando sintió un par de manos comenzar a levantarla. Veronica tosió un poco cuando su visión aterrizó en Steve Harrington. Su rostro se llenó de confusión.

-¿S-Steve? -tartamudeó su nombre como si fuera un fantasma. Observó alrededor del cuarto mientras él la ayudaba a sentarse al final de la cama. Sábanas y mantas estaban dispersadas por todo el piso-. ¿Dónde... dónde está mi ropa?

-Um -Steve la dejó y buscó por las telas que cubrían el piso del cuarto. Levantó cada sábana y eventualmente encontró su chaqueta, jeans y polo bajo un edredón-. Yo, um -él estiró el polo-. Te ayudaré a colocártelo.

Veronica le arrebató su polo del concierto de Aeroesmith de las manos.

-Puedo ponérmelo yo sola.

Colocó el polo sobre su cabeza, pero cuando comenzó a deslizar sus brazos, sintió un hincón en su cerebro una vez más y sus ojos se voltearon hacia atrás. Verónica cayó de nuevo en la cama.

-¡Cielos, Ronnie! -murmuró fuertemente Steve, levantándola de nuevo y pasando sus brazos por el polo-. Solo... solo déjame hacerlo-. Veronica no pudo hacer más que aceptar, viendo que se sentía incapaz de hacer algo con la migraña latiendo dentro de su cabeza. Aún era de noche y su resaca ya estaba consumiéndola. Steve enrolló sus jeans en sus tobillos antes de ayudarla a pararse y abrocharlos alrededor de sus caderas.

-Eres bueno en esto -comentó Veronica mientras acomodaba su chaqueta sobre sus hombros.

-No me lo recuerdes -suspiró Steve.

Le ayudó a caminar fuera del cuarto de los padres de Tina, dando pasos cortos dado que ella se tambaleaba.

-¿Con q-quién estaba allí dentro? -preguntó, levantando su mirada hacia Steve-. ¿Con Billy?

Steve no respondió. Él continuó guiándola por las escaleras, pero era difícil. Veronica casi se cayó una docena de veces. Se agarraba la cabeza, quejándose de lo mucho que le dolía, pero Steve no podía hacer mucho al respecto. Su corazón le dolía de las palabras de Nancy (que su amor era una mierda, que su relación era una mierda) pero eso no iba a detenerlo de ayudar a una antigua amiga.

Cuando salieron de la vívida fiesta de Tina, Steve murmuró:

-Te llevaré a casa.

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