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[SEVEN SINNERS ◇ CAP 1◇ 1 PART]

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"LO QUE PASA POR LAS MENTES SE CONSIDERA UN SUEÑO, PENSAMIENTOS.
HASTA QUE LLEGUÉ YO.
Y LO CONVERTÍ EN LA REALIDAD"

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01/01 ~ SÉ LO QUE PIENSAS


Ła verdad sea dicha, y es que en el momento en el que cada uno de ellos escucharon ~con más o menos ganas y atención~ el mensaje de voz que les llegó a sus personalizados móviles en aquella app extraña, se les pasaron miles de cosas por la cabeza. Aquella voz, la del mensaje de voz, esa aguda y horrible voz, hizo que la cabeza de más de uno diera vueltas y vueltas de campana.
Incluso Saka se encontraba mareada.

Ella siempre supo que podía con todo. Tiró de su vida como pudo, incluso cuando asesinaron a su abuela hacía ya más de dos pares de años, ella siempre supo cómo afrontarlo todo.

Ésta vez era diferente. Ésta vez la situación no se asemejaba a aquella noticia de televisión, aquella persona asesinada por razones que a la mayoría no interesa. Ésta vez era algo nada espontáneo, muy extraño y preparado. No es casualidad que muchos estudiantes definitivos estén ahí, metidos, atrapados en una cúpula sin salida.

El nudo en la garganta de Saka no hacía más que ensancharse y dejarla sin respiración, quitándole muy lentamente el sentido de la calma...

Mitsuki cortó el silencio, como si de unas tijeras y un endeble hilo se tratase. ─ Ésto me sobrepasa, no entiendo nada de nada. ─ su voz sin volumen que se convertía en sollozo poco a poco nos captó a todos. La chica comenzó a andar hacia el edificio de habitaciones, no obstante no soltaba al traumatizado Hayato, que ahí con la boca cosida seguía. ─ Voy a limpiarlo. ¿Dónde hay material para ello? ─ ante las palabras sin vida de la abogada, Kaedy, que ya de por sí estaba condicionada por la situación, levantó con ímpetu su brazo y lo mantuvo firmemente en dirección hacia el edificio en el que se encontraba la cocina. ─ En ese edificio hay una cocina, y tiene vendajes, agua oxigenada, tijeras...

La exitosa Saka ni se fijó cuánto tardaron en irse o venirse, ella simplemente comenzó a hacer lo que, por inercia, el grupo estaba haciendo. Todos iban a sus habitaciones.

Había un edificio en el cuál se encontraban unas veintidós habitaciones, tantas como estudiantes definitivos estamos aquí presentes. Las puertas eran variadas y coloridas, normalmente decoradas con dibujos o símbolos en relación a la vida y el talento de cada persona. Justo en mitad de la puerta, en grande, un retrato hecho a mano de la persona que residía en esa habitación.

Algunos de los chicos hablaban entre ellos. Hikaru Arata y Ritsu ya habían hecho migas, y aunque sus caras eran de Póker, se ve que estaban agarrados. Ritsu sujetaba la cintura de Arata, y éste la tenía cogida por el los hombros, con la cabeza de Ritsu apoyada en el lateral de su pecho.

Así estaban la mayoría, sobretodo las personas agradables. Otros como Ichigo, Seiya, Leena, Kento o Shinichi, simplemente andaban lentamente y pensativos. Intentaban ser ellos mismos dentro de una situación que nadie había pasado antes. Más o menos.

─ Tagaki, Kiyoshi. ─ Saka se acercó acelerando su paso hacia los dos chicos. Ellos estaban juntos también, dándose apoyo. Ambos se giraron, mostrando la sonrisa más falsa que nunca antes habían logrado poner. ─ Quería saber... Bueno...

La exitosa no sabía como expresar que necesitaba ayuda. Ella no quería cesar su investigación, pero solo le hizo falta pararse y observar las expresiones falsas y los ojos agüados y temblorosos de sus dos compañeros, para rectificar. Ahora mismo no era el momento de pedir ayuda. ─ Descansad, porfavor. Saldremos de aquí una vez lo hayáis hecho. ─ les abrazó a ambos, sin recibir respuesta por parte de ninguno.

Con un suspiro y la mirada en el suelo, Saka se marchó hacia su habitación, cerrando de un portazo sin siquiera percatarse de quién residía a sus lados, o de la decoración de su puerta o su retrato. Se fijó que la moqueta era blanda y con pelo blanco, y se quitó los zapatos, sintiendo en la planta de su pie las cosquillitas que daban mientras arrastraba los pies a su enorme cama blanca. Estanterías rústicas, un techo más bien bajo, que hacía el ambiente acogedor, y con unas paredes de madera que hacían reconfortante estar ahí metida. De un salto se sentó en su cama, y mientras miraba de lejos que la puerta de su limpio y blanco baño dejaba a la vista aquella ducha tan moderna, se puso a pensar.
Ella era capaz de hacerlo sola, era capaz de pensar por sí misma todo lo que acababa de pasar.

─ No puede ser que... Si Hayato estaba ahí dentro, alguien lo tuvo que llevar... Sino, no podría haber entrado. Recuerdo verlo cerrado. Es imposible. ¿No? ─ Un dato interesante de Saka es que nunca pensaba en su interior, sus ideas siempre las mostraba hablando. Y así fue como llegó a ninguna conclusión, nada tenía sentido.

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─ ¡No! ¡Otra vez 6! ¡Por tercera vez!

─ ¡Pues esa ficha se va a casa! ─ Hikaru Arata tomó la ficha azul de Ritsu y la llevó de nuevo hacia dentro de la casilla de salida.

Yukina, muy sutilmente, sacó justo el número que debía sacar para comerse la ficha roja de Hikaru. Al contarse veinte, se posicionaba casi con las 4 fichas en el final del recorrido.

─ ¡Me toca! ─ Nozomi tomó el dado y lo lanzó con una fuerza enorme, tan grande que el dado salió volando, y tras dar vueltas, giros, botes, golpes, y saltos, éste mismo cayó dentro del váter.─ ¡Yo voy a por él! ─ Ritsu corrió hacia el baño de la habitación de Arata, quien miraba preocupado a la chica pelimenta correr. Al entrar al baño corriendo, la chica tropezó con la moqueta, cayendo de cabeza y agarrando la cadena colgante de encima del retrete por inercia, obviamente para no caerse. Al tirar de la cadena, el dado fue absorbido por el retrete.

─ Eso es lo que pasa por dejar ir a la pintura de lienzo de capa única. ─ Algo divertida por la situación, Yukina se despidió de todos al no tener ninguna cosa más que hacer allí dentro, y se fue.
Ninguno entendió lo que dijo, pero sin más, acabaron por aburrirse.

Nozomi resopló y se levantó del suelo de un salto. ─ Si no hay parchís... Me iré a la cocina, prepararé algo para comer, ya son las 15:00 y deben tener hambre. Tanto vosotros como los demás. ─ Pero, ¿no eras confitera? Que yo sepa, para el almuerzo la gente suele comer salado... ─ dijo Hikaru con una ceja alzada.

─ Bah. Es mi especialidad, pero soy una crack y sé hacer de todo. ¡En media hora os tengo preparado algo buenísimo! ─ En un abrir y cerrar de ojos, la chica había desaparecido de la habitación, dejando a Ritsu y Hikaru a solas.

Ritsu miró a Hikaru. ─ ¿Y ahora qué hacemos?

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─ Saka, ¿estás ahí? ─ la voz de Mitsuki se logró escuchar tras los golpecitos en la puerta de Saka. ─ Aja. ─ Ni siquiera miró a Mitsuki entrar, Saka simplemente no quería desconcentrarse de sus pensamientos.

─ ...He dejado a Hayato en su habitación, me ha pedido dormir. Ya está con la boca descosida y tiene todo tipo de cuidados puestos... Pero, sigo preocupada por él. ─ Al oír eso, Saka sucumbió a su instinto. ¿Qué instinto? Os preguntaréis. Pues su instinto de dejar las cosas importantes solo para ayudar a los demás, por muy pequeña que sea esa preocupación.

Saka giró su cuerpo sobre sí misma
─ ¿Qué es lo que te preocupa de él, Mitsuki? ─ Dió dos golpecitos en su cama pidiéndole con la mirada a Mitsuki que se sentase a su lado. La rubia lo hizo, y suspiró nada más apoyar sus nalgas.

─ No sé, me da malas vibraciones. Es como si algo o alguien le hubiese traumatizado... Como si tras lo de la boca haya pasado de ser Hayato a ser alguien distinto, alguien con miedo... ¡Hayato nunca fue así!

Saka notaba que Mitsuki estaba desvariando. ─ Debe ser tu imaginación. No es que Hayato haya cambiado, es que seguramente esté algo traumatizado por lo que le ha pasado.
Y hablo de un posible trauma... temporal.

─ *Toc toc* ─ La puerta sonó, y las cabezas de las 2 chicas giraron al unísono. ─ ¿Sí? ─ Saka se levantó, algo confusa, pero la persona ya abrió la puerta.

Satou Amai apareció sonriente.─ ¡Hola! Bueno, realmente estaba pasando por aquí y os escuché hablando sobre ese tema... No me habéis preguntado, pero necesitaba deciros algo. Como psicóloga, no como amiga.

Las otras chicas estaban algo confusas, pero Mitsuki afirmó, confirmando así la necesidad de la ayuda de Satou. Saka solo pudo pensar en que aún no son amigas, y no le gustó el modo de llamar a la relación de 20 minutos que tenía con ellas.

─ Para empezar, es totalmente normal el comportamiento de Hayato. Ese estado parecido a la depresión y el aislamiento, son totalmente normales tras un acontecimiento traumático. No te preocupes si te trata diferente o no habla del tema, es igual de normal. La fase de negación es la más dura, y acaba de empezar, lo único que debes hacer es transmitirle positividad para que él no caiga más en la profundidad de su mente. ─ La chica sacó dos localizadores de nadie sabe dónde. ─ Toma, dáselo a Hayato. Le dices que si necesita ayuda psicológica, solo tiene que pulsar éste botón y así nos localizaremos mutuamente. Él verá a cuántos metros me encuentro y yo veré su posición. ¡Me tiene para todo! ¡Y tú también!

Mitsuki se emocionó, y fue corriendo a abrazar a Satou. La psicóloga la recibió emocionada, y le dió un abrazo con palmaditas en la espalda.

─ ¿De dónde sacaste ese chisme? Es... moderno.─ cuestionó Saka, quitándole a Mitsuki uno de los aparatos que sostenía en sus manos y que Satou le acababa de dar.

─ Pues sinceramente estaba en mi habitación, en uno de los cajones. Me encontraba buscando tampax o compresas a ver si había y al abrir el caj-

*Pipipi* *Pipipi*

El localizador de Satou comenzó a sonar repentinamente, callándola y asustándola de paso.

─ ¿Qué es eso que aparece en tu localizador? ─ preguntó Saka

─ Eh... Oh, sí, ¿ves esa figurita que aparece en el mapa virtual de la pantalla? Cuando mi chisme pita, es que el de Hayato, osea, el que tienes en la mano, ha sido activado. Esa figura es Hayato. Y a tí deberían aparecerte los metros en la pantalla.─ Saka miró la pantalla, y efectivamente, aparecía "5 metros"

─ Parece efectivo. Me lo quedaré. ¡Muchas gracias, Satou! ¡Eres magnífica, divina, inalcanzable y maravillosa! ¡Me has salvado! ─ Mitsuki se tiró a sus brazos, mientras la psicóloga la recibía con una sonrisa algo incómoda.

Saka tosió. ─ Eh... Siento interrumpir este espléndido momento, pero me gustaría salir un rato. ¿Venís conmigo? ─ las otras chicas se miraron entre ellas, y con júbilo afirmaron.

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─ No veo muy claro lo de seguir al grupo... ¿Enserio confías en ellos? ¿Y si nos asesinan? ─ Hana se encontraba descalza y bocarriba, con la cabeza afuera de la cama de Tagaki.

Él sin embargo estaba en el baño aseándose. Aunque, de todos modos, Hana le seguía viendo por completo desde su posición.

─ Yo lo que veo es que eres muy dura. Ésta pobre gente está en la misma situación que tú y que yo, y aquí seguimos, apartados de ellos. ¡Deberíamos ayudar!

─ Eh... ¿No? ¿Enserio crees que alguien de ahí haría lo mismo por nosotros? ¿Se preocuparía por nosotros?

Tagaki salió del baño, con la cara mojada y en busca de una toalla.
Hana lo miraba, expectante, se podría decir que le apreciaba.

Nada más secarse la cara con la toalla encontrada, a Tagaki se le ocurrió...

─ Saka. ¡Se acercó a nosotros en ese momento! ¡Nos iba a preguntar por si queríamos ayuda, y nos dejó descansar! Yo creo que deberíamos confiar en esa chica y en las personas con las que se acerque.

Hana se incorporó en la cama, apoyando ésta vez su cabeza sobre sus dos manos, y cerrando con fuerza los ojos -como si eso sirviese para pensar más claramente-

Antes de que pudiera responder, unos ligeros golpes sonaron en la puerta de la habitación del cantante. Ambos, asustados, se pusieron de pie y en frente de la puerta.

─ ¿Q-quién es? ─ el fuerte e intimidante tono de voz de Tagaki era totalmente falso, y se notaba. Mucho.

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Lo único que se escuchaba era el sonido de las agujas del reloj, pasando cada segundo al siguiente como si de arrastrar hojas de metal se tratase. Suplicio tras otro, la espera de encontrarse con la paciencia era imposible.

─ OGH, ¡Por dios! ¿Quieres mover ficha de una maldita vez? ─ gruñó Hyun dando golpecitos rápidos con el pie en el suelo.

La verdad es que el lugar más tranquilo para jugar al ajedrez es la roñosa grada de la sala de entrenamientos, una sala ajena a sonidos exteriores y con el único sonido de la respiración de sus huéspedes. Aunque, al ser tan grande, el huésped respira tantas veces como el aire se lleve el sonido.

─ Ya está. ─ Shinichi movió ficha, y Hyun gritó de alegría.

No tan alegre fue ver el jaque mate que se había marcado el investigador balístico, y la cara del pobre Taekwondista.

─... ¡Me niego! ¡Éste juego es absurdo! Me voy a ver si aquí dentro puedo hacer algo que no sea morirme del asco.

Hyun salió disparado de allí. Shinichi levantó los hombros con indiferencia, y tras recoger como es debido el tablero y las fichas del ajedrez, salió de la sala de entrenamientos, en busca de una aventura mayor.

─ ¿Shinichi Fukada? Al fin, te estaba buscando.

El chico se dió la vuelta nada más salir de la sala, confuso. Al girarse, pudo ver a una chica muy seria. Dos coletas castaño rojizas, algunos piercings...

─ Leena Nowaloski... ¿Nacionalidad?

─ ...Rusa.

El silencio fue incómodo. La chica miró lo que Shinichi portaba en sus brazos. Y ella misma ya supo qué era en ese momento.

─ Juguemos. ─ la sonrisa de Shinichi se ensanchó de sobremanera.

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El taekwondista salía del edificio muy enfadado, apretando su puño derecho con fuerza y musitando maldiciones contra el maravilloso jugador de ajedrez que era Shinichi.
La idea de estar cabreado le era algo nuevo en su personalidad. Según él, no había desarrollado nunca un enfado severo por algo sin importancia. Sin embargo le estaba sucediendo.

Aprovechó para gritar y desahogarse en el descampado al salir del edificio, fijandose que no habia nadie que lo viese. ─ AGGGGHHHH.

─ ¡¡¡¡WUAAAAA!!!! ─ o eso creía Hyun.

Nozomi y Yukina se abrazaban asustadas, mientras que Hyun las miraba perplejas y avergonzado.

─ ¡Qué susto! ─ alegó entre sollozos Nozomi.

Hyun se quedó sin habla. ¡Esas dos chicas le habían visto gritar como un loco!

─ E-esto y-yo... v-vosotras ¿qué... hacéis aquí?!

Yukina se cruzó de brazos. ─ Íbamos a ir a la cocina a preparar algo para comer todos... ¿Qué haces tú aquí, gritando como un loco?

─ ¡¿ERES EL QUE AMENAZÓ Y TORTURÓ A HAYATO?! ─ La confitera se estremeció y convulsionó dramáticamente.

Al ver que la conversación carecía de algún sentido, el chico pidió ir con ellas a cocinar. Así se distraía un poco, y recuperaba su amable y respetuoso carácter. Es extraño...

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Al ritmo del casette, Kaedy meneaba su flacucha cadera de un lado a otro. Sonaba una canción que ella nunca escuchó antes, pero que sabía de quién era... reconocería a ese artista fuera donde fuese.

─ Cuando empiezas a bailar, ¡no es justo, no es justo! Y lo noté en tu mirar, ¡te gusto, te gusto!

Sus gestos eran notoriamente improvistos, y cada paso que daba era torpe aunque tierno. A cada estrofa, Kaedy se iba acomodando en ropajes, quitándose prenda por aquí y prenda por allá. J Balvin siempre fue de su agrado, pero realmente nunca escuchó esa canción suya...
El casette se paró en seco, llevándose consigo la felicidad momentánea de Kaedy.
Unos ligeros golpecitos en su puerta la hicieron girar con desconfianza.

La chica abrió la puerta sin preguntar, cosa que no debía hacer bajo ninguna circunstancia de desconfianza, ¡y menos aún llevando puesto solo un sujetador y unos pantalones cortos!. Pero ésta vez no tuvo que lamentar nada.

Yukiko se encontraba temblando en la puerta de Kaedy.
─ ¿Nakahara-san? ¿Qué sucede?

─ ¡Ayuda! ¡Ven ahora mismo!

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─ Venga, a la de tres. ¡Una! ¡Dos! ...

Thomas, Sasuke y Natsuki empujaron la puerta de la terraza del edificio de las habitaciones. Estaba muy bien cerrada, pero con la fuerza de tres personas -sobretodo la de Natsuki- abrieron la puerta.

Al gamer le brillaron los ojos, y un hilo de baba se le caía por la comisura de su boca.─ Wow... Es impresionante. Se ve todo desde aquí arriba.

─ Si con todo te refieres a los 4 edificios que son rodeados por esa cúpula que no nos deja ver más allá. Sí, "se ve todo perfectamente" ─ Sasuke hizo extravagantes gestos burlescos con las manos, imitando a Thomas hacía unos segundos. El gamer rió y empezó a hacerle cosquillas al tirititero.

Natsuki solo miraba en silencio, de pie, con el aire agitando su gran melena suelta... ¡Un momento! ¡¿Aire?!

─ ¡Silencio! ─ inquirió agitada. Los chicos pararon de bromear, mirándola perplejos y algo intimidados. La chica levantó la cabeza, siguiendo con el rostro el rastro de aire.

Entrecerró sus ojos para mirar bien, y al ver que los abría de golpe, los dos chicos también miraron hacia arriba... ¡Había un hueco justo en lo alto de la cúpula! ¡Lo suficientemente grande para que 2 o 3 personas quepan por él!

Sin decir nada, ahogando un quejido de impaciencia, la chica salió disparada por la puerta del gran ático. Dejando solos a los 2 chicos.

─ ¿A dónde va? ─ el gamer señaló la puerta de escape de la chica. Sasuke rió.

─ ¿Qué mas da? Irá a avisar a alguien de que ahí arriba está ese hueco... Pero qué importa, yo estoy pasándolo bien. ¿Tú no?

─ E... si, pues sí estoy pasándolo bien.

─ Juguemos a algo.

Sasuke empujó a Thomas, haciéndole tropezar varios pasos hasta el precipicio del ático. El cual no tenía ningún tipo de barandilla de seguridad.
Thomas iba a caer.
Sasuke le agarró por la camiseta, haciendo que la vida del gamer dependa solamente de la fuerza del titiritero.
Thomas estaba sorprendido y asustado por partes iguales.

─ Veamos... Can I support you?. ─ dijo entrerrisas el titiritero, repitiendo con burla la frase que ponía en la camiseta del gamer.

La adrenalina de Thomas estaba por las nubes, su corazón iba a mil. Sentía su cuerpo volar, sentía el aire en su espalda, vió su colgante de corazón echarse hacia atrás y volar en el aire, como él, dependiendo solamente de su cuello para sujetarse, al igual que él lo hacía de la mano de Sasuke. Giró su cabeza, y la imagen de él estrellándose contra el suelo -a gran distancia hacia abajo- le hizo... estremecer.

─ Sí, ayúdame... Hazme caer... Suéltame. Quiero sentir... estrellarme contra...

Sasuke vió una emoción extraña y suicida en los ojos del gamer, y ésta vez el que se sorprendió fue él mismo.
Sasuke rió a carcajadas. ¡Le gustaba jugar con Thomas!

─ Bien. Volvamos con los demás... ya es hora. ─ tiró de Thomas hacia atrás, llevándolo de nuevo a tierra firme. Thomas seguía acelerado, y siguió a Sasuke sin pensarlo dos veces.

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Kento encendió la pipa, dando varias caladas y acomodándose en aquel banquito del descampado.

─ Me caes bien. Eres la única persona de por aquí que habla lo suficiente como para no ser impertinente.

Hikaru Yukimura volteó su cabeza. Sintióse alagado por las palabras de Kento, pero su cara parecía indiferente, incluso molesto.

─ Lo mismo digo. ─ soltó de modo cortés.

Kento le acercó la pipa, ofreciéndole. Yukimura la negó, girando hacia otro lado su cabeza y levantando su mano.
Quería decirle "no gracias, no fumo", pero algo se lo impidió.

─ No quiero parecer brusco, pero... ¿qué piensas que está pasando? Yo estoy intranquilo, aunque parezca lo contrario. ─ adelantó Kento.

Tras unos segundos, la respuesta se hizo a la luz.

─ Alguien nos está manipulando. Pero, sinceramente, creo que hay varias fallas. Somos los mejores en nuestro ámbito, cada uno tiene su capacidad ilimitada en cierta cosa. Unirnos sería la perdición máxima para las personas que nos hayan hecho esto.

─ ¿Personas? ¿Crees que hay más de una persona que nos haya metido aquí a todos nosotros?

─ No lo creo, lo afirmo. Es indudablemente imposible que alguien individualmente pueda hacer todo esto... Borrarnos la mente durante 2 años, tatuajes grabados a fuego, una cúpula que nos encierra y tantos preparativos... Hay gente mala que nos observa.

Una voz algo aguda alarmó a ambos chicos. Ambos asomaron su cabeza, y vieron que en un árbol, justo al lado de ellos, un chico bajito y peli-naranja estuvo escuchándoles todo el rato.

─ Gente mala no, gente loca de atar. Sentóse mi mirada en cada detalle, aún minúsculo que fuera, de todas estas estructuras. Habitaciones, salas personalizadas, nada de sufrimiento y dolor, comida. Alguien que sea malo solo nos secuestraría, teorizando que nos mataría o nos haría sufrir poco. Ésto que padecemos no es un simple secuestro, es un juego que manipula nuestras mentes y que pretende hacernos enloquecer. No sé cómo, pero hay gente ahí fuera que nos quiere ver convivir, y nos quiere ver morir.

Kento quedó boquiabierto, mientras que Yukimura no expresó más que unos ojos bien abiertos, tanto como unas orejas bien abiertas.

─ Tú eres Ichigo, ¿cierto? ─ Kento se levantó hacia él.

Un grito alertó peligro a lo lejos. La mirada de los tres chicos se desviaron unos metros más allá. Provenía del interior de un edificio cercano.
El edificio del gimnasio.

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El sonido de la cámara no cesaba. La sala especializada de Ritsu estaba llena de gatos negros disecados, escaleras abiertas, espejos rotos y maldiciones escritas en la pared.

─ ¿Enserio no se te ha ocurrido un sitio mejor para hacerme fotos?

─ ¡Es genial! ¿No lo ves? ¡Parece una sala sacada de los sueños de un fotógrafo! Toda esa simbología a la mala suerte... ¡Posa! ¡Posa!

Ritsu resopló, con aire simpático, y comenzó a posar de nuevo.
Las voces de Saka, Mitsuki y Satou se escucharon por fuera, y Hikaru Arata cesó de hacer fotos.

─ ¿Podemos ir con ellas? Estoy cansada de posar...

Hikaru rodó sus ojos, asintiendo con la cabeza, y salieron de la sala.

Saka se alegró mucho de verlos.─ ¡Hola chicos! ¿Dónde os habíais metido?

Ritsu y Hikaru rieron, y se miraron con complicidad. Satou asomó la cabeza hacia dentro de la sala especializada de Ritsu.

─ ¡MADRE MÍA! ¡QUÉ SITIO MÁS MAL ROLLERO! ─ Satou se echó hacia atrás, estremeciéndose por el escalofrío que recorrió su espina dorsal.

Ritsu señaló hacia dentro. ─ Es mi sala especializada... Como véis hay una serie de simbología que alude a...

Un portazo sonó. Todos miramos perplejos como la puerta quedó totalmente cerrada... con el dedo de Ritsu pillado en ella.

─ AAAAAHHHH

─ ¡RITSU! ─ Saka acudió rápidamente hacia la puerta.

─ LA LLAVE, LA LLAVE.

Hikaru se percató que la poseía él, y abrió con nerviosismo la puerta, mientras que Saka intentaba sacar el dedo.
Hikaru la pudo abrir, y el dedo de Ritsu quedó en libertad... dedo, o morcilla, como queráis llamarlo.

Satou cogió el dedo de Ritsu -aún pegado a la mano de ésta- y puso una mueca de asco. ─ Parece... un chorizo...

Ritsu no hacía más que sollozar.

─ La puerta la ha cerrado el aire... qué mala suerte. ─ sentenció Mitsuki con cara de situación, apoyándose contra la barandilla de aquel piso.

Saka se extrañó.─ Aire... ¿aire?

─ ¡EE! ¡CHICAS!

Una veloz Natsuki corría hacia las demás, con impaciencia y nervios. Las chicas se acercaron a ella, Hikaru cuidando de la lastimada Ritsu.

Natsuki llegó hasta ellas, y le explicó todo lo del aire a la chica que le pareció tener más dedos de frente (Saka, básicamente)
Las chicas bajaron hasta el descampado, y desde el templo de sol miraron hacia arriba. Justo en vertical, había un hueco, casi impercatable a la vista de lo alto que estaba, por el cual pasaba el gran viento que hacía en el exterior.

El plan se iba a poner en marcha, cómo llegar allí. Pero algo se interpuso en sus caminos.

─ Ese grito... ¡¿HAYATO?! ─ dijo Mitsuki.

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─ PARA YA. ─ Hana se abalanzaba una y otra vez contra Seiya, el cual la mandaba a parla con un solo empujón.

─ Mosquita, para tú.

─ Seiya, ¡eres un abusón! ¡Deja en paz al pobre chico! ─ Kaedy hablaba impotente.

─ Solo se ha caído, sois unas dramáticas.

Dem estaba en el suelo del gimnasio, con la mirada perdida, y la mente en blanco, Nakahara intentando ver qué le pasaba y por qué estaba tan... de ese modo. De mientras, Hana y Kaedy peleaban contra Seiya.
El escritor señaló a Hayato, el cual estaba tirado en el suelo.

─ Se ha caído solo, yo nada más que le di unas palmaditas en la espalda para pedirle perdón por la pelea de hace rato.

Hana gruñó. ─ Serás... ¡SERÁS HIJO DE...

La puerta del gimnasio se abrió, y como si todos se hubiesen puesto de acuerdo, entraron Kento, Ichigo, Saka, Hikaru Yukimura, Hikaru Arata, Ritsu, Natsuki, Satou y Mitsuki.

─ ¡¿Qué está pasando aquí?! ─ gritó Mitsuki.

Seiya se echó unos pasos hacia atrás, levantando las manos burlescamente. Saka lo fulminó con la mirada.
Tagaki seguía sentado en el suelo con la mirada perdida, mientras que Hana estaba con los ojos llorosos y el ceño fruncido.

Mitsuki corrió hacia Hayato, que se encontraba tocando su lesionado tobillo en el suelo de las gradas. Hana empezó a gritar.

─ ¡El cabrón de Seiya! ¡Estabamos Tagaki y yo con Hayato, dando un paseo, porque decía que sentía miedo de estar solo, y-y...

Yukimura le interrumpió.─ Tranquila, explícate con tranquilidad.

Hana inspiró y expiró, secándose las lágrimas. ─ Cuando Tagaki, Hayato y yo nos fuimos, quisimos ir al almacén de gimnasio a buscar juegos de mesa o algo para entretenernos... Tagaki fue, mientras que Hayato y yo nos quedábamos en su habitación esperándole... Al ver que tardaba, vinimos en su busca, y encontré a Seiya... con él... no sé qué pasó pero Tagaki estaba perplejo y Seiya tenía esa cara... asquerosa... ¡UGH! Hayato se fue a las gradas a ahuyentarle, mientras que yo intentaba hablar con Tagaki, pero vi como el cabrón de Seiya tiraba a Hayato por las gradas... Kaedy y Yukiko aparecieron en nuestra ayuda, escucharon que Seiya y Hayato estaban peleando, pero Seiya no paraba de burlarse de Hayato tras caer.

Seiya la paró en seco, hablando pausada y tranquilamente. ─ En mi defensa diré que Tagaki puede afirmaros que no le hice nada malo... y que, lo que pasó es que le di unas palmaditas a Hayato y él... cayó.

Su sonrisita era insoportable, nadie en esa sala lo miraba sin desprecio. Mitsuki se fue a levantar, furiosa, pero Saka la agarró y alzó la voz.

─ Seiya Degushi. Te prohibo acercarte a Hayato nunca más.

─ ¿O qué? ─ dijo con sorna.

Desde la puerta alguien contestó por Saka.

─ O todas las técnicas de taekwondo que conozco te las parto en la cabeza.

Hyun se encontraba ahí, sereno, amenazando al escritor. Yukina y Nozomi estaban junto a él, y un poco más a su izquierda estaban Sasuke y Thomas.

La cara de Seiya se transformó a una faceta seria que intimidaba a cualquier persona allí presente. Sin decir nada, Seiya se alejó de Hayato, y se sentó en las gradas.

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─ Jaque mate. De nuevo. ─ Leena no sonreía, simplemente miraba cómo Shinichi asumía su décimosegunda derrota.

─ No lo entiendo. He usado todos los métodos que aprendí... Yo...

─ Has pasado por alto algo importante.

─ No, tuve en cuenta todos los impedimentos posibles en cada partida, yo... Espera. Tú... ¿cuál es tú talento?

Esta vez Leena sí que sacó una media sonrisa. Shinichi lo entendió todo.

─ Mentalista definitiva. He leído todos y cada uno de tus movimientos en estas doce partidas.

Shinichi, muy lejos de cabrearse, sonrió.

─ Me caes bien, Leena.

─ ¿Enserio? Puedo sonsacarte cada cosa que tengas en la mente.

Su tono sarcástico hizo que Shinichi la pillase de primeras. Una chica con humor, difícil.

─ La próxima vez no te miraré antes de mover ficha.

Shinichi se levantó complacido, y Leena recogió el ajedrez. Aunque no tuvo mucho tiempo de hacerlo, porque no sólo el reloj de aquella sala marcó las 5, sino que un sonido penetrante se fusionó con el del reloj.

*Ding, dong, dang, ding*

─ Aaaaaal fiiiin... ¡Son las cincooo! Bueno, veo que todos estáis en el gimnasio... Bueno, todos menos Leena y Shinichi. ¡Os he citado! ¡Si no vais ya de ya, os castigo cruelmente!

Los megáfonos se apagaron. Shinichi miró a Leena y viceversa. Ambos salieron de allí y se dirigieron hasta el gimnasio.

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Cuando llegaron las dos personas que quedaban, todo se sumía en un silencio sepulcral.
Shinichi se acercó al grupo grande, en busca de respuestas, mientras que Leena se limitaba a observar desde una esquina.
Antes de que ninguna persona pudiese mediar palabra, llegó la hora.

Un temblor sacudió todo el gimnasio. El suelo del hemisferio norte del gimnasio se abrió, con suerte de que nadie estaba en esa zona. De ahí surgió elevándose, una jaula de cristal. Dentro de ella, había algo... un peluche.

Todos se acercaron, entre murmullos. Cuando Saka tocó el cristal, el peluche se empezó a mover.

Nozomi ahogó un quejido, retrocediendo de nuevo hacia atrás. Y el oso de peluche, se dió media vuelta.

─ Éste soy yo. El gran Dios de ésta historia. ¡Monokom Versacio Gucio Dolce Garbanzo! Bueno, Monokuma para mis amigos. Os voy a explicar todo... ¿Queréis salir de aquí verdad? Pues para salir, debéis hacer algo... ¡Matar! Vuestra misión es asesinar a alguno de vuestros compañeros, pero sin que los demás se enteren que vosotros habéis cometido tal fechoría...

Ichigo interrumpió. ─ Entonces el asesinato debe ser totalmente individual. ¿O no?

─ Bueno, puede haber cómplices... Pero solo el que cometa el asesinato ¡saldrá de aquí! Aunque antes de eso será comenzada una investigación para adivinar quién cometió el asesinato, el llamado JUICIO ESCOLAR comenzará tras eso...

Thomas preguntó, enrojecido del calor por el nerviosismo. ─ Y después ... ¿qué?

─ Si descubrís la identidad del asesino... ¡será ejecutado! Por inútil. Y si no... ¡todos seréis castigados, menos el asesino! Que se irá de rositas upupu... el nuevo mundo espera lo mejor de vosotros... Espera AL MEJOR DE VOSOTROS. Mis pecadores... ¡Si tenéis dudas, simplemente me llamáis!
Ah, y tú...

Monokuma pegó un puñetazo con su pata hacia el cristal, justo en donde Hayato se encontraba. Hayato agachó la cabeza.

─ Ya sabes. Si haces... dices... o pretendes siquiera decir algo a alguien... ¡NADIE QUIERE QUE ESO PASE!

Monokuma desapareció junto con la jaula, bajo el suelo. Hayato comenzó a llorar en silencio. Y nadie, absolutamente nadie hizo ningún comentario.

De nuevo, todo acabó en silencio e incertidumbre.

22 de 22 estudiantes

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