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Third Day

Esta vez quien se encontraba en la parada de autobuses era Jaemin, impaciente mientras jugaba ansioso con sus manos. Llevaba meses soportando la carga de saber lo que ocurría detrás de esas cuatro paredes que rodeaban a Jeno y su padre. Golpes y gritos lo suficientemente fuertes para provocar los llantos de su querido, al parecer no lo suficiente para alertar a los vecinos sobre lo que estaba pasando.

Se sentía enojado con la humanidad.

Él sabía que las personas estaban demasiado interesadas en su propio bienestar como para preocuparse por los demás, sin embargo, no lograba comprender la crueldad de ellos al punto de escuchar los llamados de ayuda y no pensar siquiera en intentar algo tan fácil como llamar a la policía.

¿Era tonto de su parte esperar un poco más de las personas?

Porque si se lo preguntaran a Jaemin, éste no duraría en llamarlos a todos unos malditos, pues ni la muerte era tan maliciosa como para permitir una larga tortura en la vida. Ahora, si lo pensaba bien, quizá debería culpar por completo a la vida.

Aunque no conociera a nadie de ese lado, tenía entendido que el desinterés que estos sentían hacia los humanos era tanto como el interés del agua cuando le pedían mezclarse con el aceite.

Jodido.

Nunca les importó el qué hicieran con lo que otorgaron a esos seres, adivinando podría decir que se ríen de las desgracias del mundo y lo más probable es que estuviera en lo correcto porque... ¿Cómo podían permitir todo el mal que corría por las calles?

¿Cómo se atrevían a condenar al pobre chico a este tipo de vida?

Ese mismo chico que aún no se atrevía a aparecer.

¿Debería preocuparse? Sabía que llegaría, pero ahora estaba dudando de haber acertado con el horario.

Le esperó al menos unos veinte minutos, parándose a admirar el oscuro cielo cubierto de nubes negras cuando el aburrimiento empezó a picarle. Se resignó a la idea de que Jeno ya no aparecería cuando el bus se estaba acercando a la parada, deteniéndose en frente suyo y esperando por su subida. No tuvo más opción que subirse para no molestar al chófer, tampoco es que quisiera seguir muriéndose de frío con el terrible clima que la lluvia traía consigo.

Ser medio mortal no le agradaba en estas situaciones.

No contaba con que apenas se sentara, vería a Jeno a través de las ventanas, corriendo para alcanzar el mismo bus antes de que se cerraran las puertas.

Jaemin intentó de todo para no mostrarse tan emocionado y a la vez preocupado por Jeno cuando este se sentó a su lado.

La lluvia, que caía sobre la ciudad tal como ayer, consiguió lo que quería, pues ese día el pelinegro apareció empapado hasta los huesos, con las gotas de agua aún cayendo por su cabello azabache porque esta vez su paraguas quedó olvidado en la entrada de esa casa. Los moretones en su rostro mostrándose ante sus ojos, no era nada nuevo para ser una muerte, sin embargo, dolían terriblemente en el fondo de su pecho.

Se veía lamentable y otra vez la culpa le inundó los pensamientos, aunque hizo su mejor esfuerzo para sonreír y distraer al menos un rato a Jeno.

─ Hola de nuevo...─ ¿Sería eso suficiente por el momento? No deseaba abrumarlo.

Su mirada se movió desde el piso hasta su rostro, eso hubiera sido tierno de no ser por el ceño fruncido que le dirigió.

A quién le mentía, así se miraba incluso mejor, claro, si le quitabas las costras secas y moretones.

─ Hola─musitó en respuesta, suavizando su expresión al notar que su mueca no era la correcta. Escondió su rostro al mirar hacia el otro lado, evitando que Jaemin cayera por mucho tiempo en las heridas que se esparcían sin cuidado por su cara. Sinceramente a Jeno le daba vergüenza que este chico sonriente le observara tan atento, como si no quisiera perderse ningún detalle de lo que alcanzaba a notar de él.

Era extraño, pero por alguna razón se sentía bien.

Bien como hace tiempo no podía asegurar y por ese motivo sintió que debía agradecerle de alguna forma.

─ Ayer no me preguntaste mi nombre...─ comenzó de pronto, con pequeñas pausas de vez en cuando porque le ponía ansioso hablar con él, con cualquiera en realidad─ realmente ni siquiera sé si te interesa saberlo, pero me llamo Jeno─ se inclinó con una sonrisa torcida, claramente forzada, que de todas formas iluminó a Jaemin, sorprendiéndolo.

Na se tragó las ganas de decirle que sabía todo sobre él y hasta su preferencia por esa chaqueta de cuero negra, por lo que apartando esas palabras, se decidió por algo más normal.

─ Es un gusto, Jeno─ normal dentro de lo que podía ser Jaemin, pues no dejaba de sonreír con emoción por la presentación del pálido, incluso estuvo apunto de gritar ante la eyesmile que le enseñó.

El silencio en esta ocasión si le incomodó un poco a Jeno, tenía rota casi toda la cara y este chico tan extraño no demostraba ni una pizca de interés en ello. Vamos, algo raro debía tener ver a alguien tan destrozado en un bus como para al menos preguntarle qué había sucedido.

No es como si realmente quisiera hablar sobre el tema, pero en el fondo deseaba seguir la conversación con Jaemin.

A lo que este, una vez más, pareciera leer su mente.

─ Puedo sonar como un entrometido y perdóname por ello...─ inició, moviendo los dedos como si quisiera distraerse del momento─ ¿Puedo preguntarte el por qué estás tan herido?

A Jeno en parte le tomó por sorpresa la pregunta, sin embargo, se sintió cálido en su pecho al notar una sincera preocupación en el tono grave del rubio. Se quedó callado durante minutos por pensar en una respuesta, no quería directamente decirle "oh, no es nada, mi padre me golpea cada que se emborracha, o sea, todos los días, pero no es nada terrible." Dios, si para él pensarlo ya era horrible, no quería ni imaginarse la posible reacción de Jaemin.

Sentía la ansiedad comiéndolo al creer que estaba impacientando al otro, no quería hacerlo a propósito, en serio, aunque todavía no se le ocurría nada para decirle. Rascó como impulso la cutícula de su pulgar con el índice, desprendiendo una parte de esta hasta que comenzó a sangrar.

Na lo notó, por lo que sin pensarlo sujetó la mano del contrario para detenerlo.

─ No es necesario que contestes─ Jeno le observó rápidamente con angustia, preocupado en buscar una mirada de desaprobación en sus ojos que nunca apareció, es más, un brillo de comprensión hizo tiritar los labios del pelinegro.

─ Discúlpame... no es que no quiera decírtelo─ aclaró con un hilo de voz, tan pequeño y tembloroso que apenas se entendió.

─ Jeno─ buscó con dulzura su rostro, consiguiendo su objetivo cuando este dejó de huir ante él─ ...está bien, lo digo en serio.

El contrario asintió, apretando sus manos juntas, cosa que lo volvió consciente de ello.

Y se sintió bien.

Pues las manos estilizadas de Jaemin eran muy suaves, demasiado frías pero aún así las más bonitas que había visto y tocado en su vida, aunque no podía estar muy seguro, pues no recuerda haber tomado otras tanto tiempo como para notar ese detalle. Ni siquiera era posible compararlas con las suyas, tan ásperas y huesudas que dudaba fueran dignas de admirar por alguien.

No las soltó incluso si la voz de su cabeza le llevó a creer que estaba incomodando al rubio.

No importa, se dijo, porque el chico a su lado tiene la cara de ser ese tipo de persona que no se guarda lo que siente, por lo que si estaba molesto con sus manos unidas, ya le hubiera dicho.

Por dentro, ese mismo chico pensaba en lo increíble que se sentía sujetar una mano humana, cálida, con las pequeñas y adorables arrugitas que se formaban en ellas haciéndolas aún más preciosas.

Oh, estaba enamorado.

Con lástima el silencio agradable que los envolvía se acabó en cuestión de minutos.

─ ¿Alguien se baja aquí?─ cuestionó fuertemente el chófer del bus, volteando en busca de algún pasajero distraído.

Muchos levantaron la mirada al observar por las ventanas, algunos simplemente se pararon y comenzaron a salir, pocos, como Jeno, no deseaban bajarse.

─ Tienes que irte, ¿cierto?─ Jaemin le llamó con una sonrisa, sacándolo de su nube antes de que el bus partiera de nuevo. El pelinegro asintió con pesar a su dirección, saliendo de su lugar después de separar sus manos.

─ ¿Nos vemos mañana?─ su timidez convirtiéndolo en una pregunta.

─ Nos vemos.

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