Fourth day
A la mañana siguiente Jaemin se encontraba una vez más en la parada de autobuses, cabizbajo y pensativo mientras miraba el piso como algo demasiado interesante. La verdad es que no, mas no tenía la capacidad de preocuparse en otra cosa cuando la cabeza le martillaba con dolores y su ceño se mantenía fruncido.
Estaba jodido.
En la madrugada de ese mismo día una muerte superior le pidió reportarse para dar un informe general de almas recolectadas y extraviadas. No era algo del otro mundo, irónico. No pudo evitar temblar apenas se presentó ante ésta, pues conociendo a los superiores tenía sentido preocuparse.
Supo que algo malo le sucedería apenas cayó en cuenta que sus informes estaban vacíos, apenas tres registrados y el tercero, Jeno para ser exactos, cubriendo una plana completa en las hojas.
Se repitió como un mantra el que no pasaría nada.
Sí pasó.
Había olvidado después de tantos siglos el dolor, estaba muerto, era claro, por lo que no podía sufrir daño a menos que alguien superior a él se lo infringiera y eso es exactamente lo que ocurrió.
Ahora sentado, solo y frustrado en la banca de la parada, no se guardó sus expresiones de desagrado ante los pinchazos que aún se mantenían en su rostro, un poco hinchado y moreteado. Inconscientemente soltó una pequeña sonrisa al pensar en que iba a juego con Jeno.
Sin embargo, enfadado se reclamó que eso no tendría por qué ser así.
─ Hey─ una voz le llamó desde arriba, interrumpiendo la línea de sus pensamientos. Volteó y rápidamente ocultó su malestar detrás de una gran sonrisa, encantado de ver al pelinegro con sus heridas cuidadas con parches.
─ Hola, Jen... ¿Puedo llamarte así?
Este entrecerró los ojos con cautela, pensando un poco antes de hablar─: ¿Por qué lo haces?─ Jaemin apartó la mirada con confusión.
─ ¿A qué te refieres?
─ Tenías una expresión extraña un segundo antes de que llegara... ¿cómo es que lo ocultaste tan rápido?
Na se sorprendió al notar hostilidad en la voz contraria, boqueando sin saber que decir, por lo que el pálido aprovechó el silencio.
─ Ojalá supiera hacer lo mismo que tú─ murmuró.
─ Dudo que en verdad quieras eso.
─ Tú no lo sabes─ los puños apretados de Lee captaron la atención del rubio y deseó distraerlo de su enfado, palmeando un espacio a su lado, como una invitación a sentarse junto a él.
─ ¿Por qué dices eso?
─ Porque aquí a nadie le interesa lo que te pasa, prefieren pasar por alto el malestar del otro antes que...tratar de entenderlo─ Jaemin presionó su palma en el hombro del pelinegro cuando se sentó a su lado, alentando a que continuara─ algunas, por no decir todas las personas, perdieron la capacidad de tener paciencia y tolerancia cuando alguien está triste. ¿No es eso cruel?
─ Lo es.
─ No sé por qué te digo esto, ya debes haberlo pensado si estás así─ apuntó sus heridas.
─ Siendo honesto, aún no entiendo mucho a los humanos...─ la confusión en los preciosos ojos de Jeno le hicieron sobresaltarse─ ¡Es decir! El pensamiento humano.
─ Pues quédate tranquilo porque yo menos, me va horrible en filosofía─ sopló con gracia, cayendo en la comodidad que sentía con Jaemin como para intentar bromear. No dijeron más, perdidos en su propio pensamiento sobre ello antes de que Jeno girara a verlo bruscamente. ─ ¿Puedo saber qué te pasó?
Jaemin abrió la boca para contar una excusa, o al menos esa fue su intención antes de que el pelinegro interrumpiera.
─ No me digas que te caiste de las escaleras, ni que te chocaste con una pared, conozco lo suficiente ese tipo de heridas para saber que alguien te golpeó─ finalizó, abriendo exageradamente sus ojos y llevando una mano a sus labios para taparlos ante la estupidez que dijo.
─ Jeno...
─ No.
─ ¿Entonces eso fue lo que te hicieron?─ con cuidado preguntó, apartando la vista a las pequeñas gotas de lluvia que caían cada vez con menos fuerza.
─ No tenías por qué saberlo... es patético el como no puedo defenderme ni siquiera un poco─ la preocupación se adueñó de su expresión, de alguna forma encogiéndose en sí mismo tal como al inicio. ─ No quiero que me tengas lástima.
─ Creo que siento más admiración hacia ti después de esto, Jeno.
─ ¿Admiración?
─ Quién sabe cuántas veces has pasado por ello y sigues aquí─ murmuró, como si no supiera la cantidad exacta de veces que le salvó la vida cuando intentó quitársela.
─ No sabes de lo que estás hablando, Jaemin.
─ Puede que no... pero tengo razón, ¿no?─ eso hizo callar al pelinegro. Na se removió un poco en su lugar, inseguro con su conversación─ Lo siento, no debería cuestionarte de esa manera.
─ Está bien, yo fui quién preguntó primero─ Lee le dedicó una pequeña sonrisa, recorriendo el perfil contrario con los ojos entrecerrados─ ¿Por qué no te has atendido las heridas?
─ ¿Uh?─ mierda, se había perdido un poco en la cercanía de ambos─ oh, no sé hacerlo─ y no era mentira, pues nunca necesitó curarse siendo una muerte.
─ ¿Quieres que...?─ Jaemin parpadeó, separando los labios con sorpresa ante la propuesta incompleta de Jeno.
─ ¿Lo harías?
─ Claro que sí, de alguna manera siento la obligación hacerlo─ el rubio sonrió con ternura, sin siquiera detener a la mano que se dirigió tímidamente a la mejilla del pálido.
─ Tienes un buen corazón, Jeno─ musitó, evitando las emociones humanas que le atacaban al ver a este chico. Trató de no pensar en los últimos cuatro días que podría pasar a su lado. Los últimos días en los que podría disfrutar de su respiración, de como su piel se levanta levemente por donde están sus venas y su grave voz que llamaba al nombre que le asignaron al inicio de los tiempos.
Se subieron en silencio al autobús cuando se detuvo ante ellos, separados al subir hasta que se apretaron juntos en los asientos. Ninguno quiso confesar la cercanía que sentían con el contrario a pesar de conocerse hace un par días.
─ Entonces...─ comenzó Jaemin─ cuéntame sobre ti, Jeno.
─ ¿Qué cosa?
─ Lo que decidas contarme.
Opuesto a lo que pensaba, la muerte no se aburrió de escuchar datos e historias que ya conocía, es más, reaccionó lo suficiente para que Jeno también tuviera la comodidad de expresarse libremente ante él.
Se rió genuinamente junto a Jeno y lo amó, incluso más que antes.
Apenas escucharon su parada por culpa de las risas, bajándose entre empujones y tropiezos por el agua que solo provocaron más resoplidos. Se quejaron de la lluvia que volvía a caer con fuerza, empapando sus ropas de pies a cabeza.
─ ¡Te juro que no entendía nada!
─ Bueno, ese profesor Kim debería retirarse─ continuó, frenando frente a Jeno cuando este perdió toda emoción en su rostro. ─ ¿Llegamos?─ el pálido asintió, caminando con pasos inseguros a su propia casa.
Al entrar, Jaemin se abrazó a sí mismo, casi tiritando por los escalofríos que le recorrían al pararse en medio del salón. Jeno le preguntó algo, mas no supo a qué le asintió cuando lo vió desaparecer por los pasillos, estaba demasiado preocupado en descubrir de dónde venía todo ese frío.
En realidad no se le hizo difícil saberlo, frunciendo los labios con verdadera tristeza al reconocer un alma apenas visible caminando por su lado.
Esa era la madre de Jeno.
─ Hey, ¿de verdad estás bien? Puedo traerte un abrigo si quieres, tienes los labios temblando.
─ Lo estoy, no te preocupes─ trató de sonreírle de la mejor manera, dándole un empujoncito en el hombro para quitar esa mueca preocupada. Recién en ese momento su mirada cayó en sus manos. ─ ¿Un botiquín? Mis heridas no son tan graves, Jen.
─ Obviamente no usaré todo lo que está aquí─ con una mano en la espalda de Jaemin, lo guió al sofá, sentándose frente a él y explicándole que no interesaba si la superficie se mojaba, después se pondría a secarla.
─ ¿Me va a doler?
─ Dudo que te duela más que esos golpes─ observó con ojos brillantes a Jeno, sacando y leyendo las gasas del botiquín. Ese lunar era atractivo, también sus ojos como media luna y esos labios finos. ¿Sería muy arriesgado besarlo? Se inclinó levemente hacia adelante antes de que el azabache lo mirara─ ¡Lo encontré! Creo... ¿Qué haces?
─ Estaba mirándote.
Wow.
Oh, wow.
Jaemin nunca había visto a un chico sonrojarse de esa manera.
Jeno giró el rostro hacia un lado, sonriendo, evitando por completo a la muerte durante unos instantes mientras trataba de tranquilizar a su alocado corazón.
─ Bien, ven aquí─ dijo después de su sobresalto, tomando la barbilla del chico para mantenerlo quieto─ esto es alcohol, no debería doler tanto─ advirtió.
Bueno, Jaemin no estaba acostumbrado a nada de eso.
─ ¡Oh, mierda!─ se quejó de dolor cuando un algodón pasó por sus labios.
─ No hables ahora, eso lo empeora.
─ ¿Te parece?─ Na lo miró seriamente antes de reírse, contagiando al mortal.
Inconscientemente, quizás no, se acercaron al otro, lo suficiente para quedar con una corta distancia entre sus rostros. Borraron las sonrisas, alternando sus miradas entre los ojos y labios del ajeno.
─ ¿Tú...?
─ Sí.
─ ¿Sí?─ los nervios del pálido temblaron en su voz tiernamente, agitando el pecho del moreno, quien no se resistió a tomar la muñeca de Jeno que se encontraba cerca de su mandíbula. El contrario tragó, asustado por una reacción negativa a su mortal cicatriz que nunca llegó.
En cambio, Na preguntó─ ¿Puedo?
Jaemin no necesitó nada más que un asentimiento para juntar sus fríos labios con los cálidos de la vida.
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