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TUESDAY

Los lentes de sol cubrían sus ojeras y cansancio, o su vergüenza; la bufanda en su cuello lo cubría de frío del invierno, o cubrían los chupones y mordidas producto de la noche anterior; sus típicas camisetas pegadas a su cuerpo ahora era sustituida por un suéter que cubría sus brazos, o obvio, las marcas de dedos en su muñeca; y los guantes en su mano también lo protegían del frío, o ocultaban algunas de sus uñas más cortas que otras, a causa de rasguñar la espalda de… 

Quizás estaba siendo demasiado exagerado con todo ello, pero a la vez iba a evidenciar mucho el hecho de tener una mano marcada en su cuello ¿No?, estaba jodido. Caminaba observando a todos lados, lo último que quería era encontrarse con él. Esa mañana había salido de su casa prácticamente de puntillas para no despertarlo, y ahora andaba asomándose antes por cada pasillo antes de caminar. Que ridículo se veía a sí mismo, no iba a esconderse toda una vida por coger con su mejor amigo. Carajo, ese pensamiento fue peor de lo que imaginó. 

Sacó de su mochila el horario de ese día, ¡joder!, le tocaba al menos las primeras tres clases con él. Listo, estaba frito. Caminó resignado hacia el salón, ya importandole muy poco toparse con Jungkook, en cambio, una manita se aferró a su muñeca y lo jaló. 

—Hola chico invierno, ¿Cómo estás? 

—¿Cómo parece que estoy? —contestó algo triste e irritado. 

—De la verga —rio la chica. 

—¡Ey!, no sabía que eras así de mal hablada —ella se encogió de hombros restándole importancia. 

—¿No crees que estás exagerando con esa bufanda?, ¡Quítatela! —ella jaló la prenda hacia abajo con rapidez, dejando ver su cuello y por ende, las marcas —¡Joder, te peleaste! 

—¿Qué?, ¡pero claro que no!

—Entonces… oh. Ven, sígueme. 

Taehyung no supo porqué, pero acompañó a la chica linda hasta el baño de mujeres, en dónde ella echó llave a la puerta y empezó a sacar de su mochila muchas cosas que no sabía que eran. 

—¿Qué es todo esto? 

—Maquillaje. Cubriré las marcas que él te dejó —asintió agradecido, pero abrió sus ojos de más al darse cuenta. 

—¡Espera!, ¿cómo sabes que es un él? 

—¿No es obvio? —ella empezó a maquillar con bases y polvo las marcas —. Esto no te lo haría una chica, ni con ambas manos. Además, creo que eres muy poco a que las mujeres dejen marcas en tu piel. Pero… si que te déjate hacer porque tú eras el pasivo ¿No? —Tae se sonrojó a más no poder —. Tu secreto está a salvo conmigo. 

—A mí no me da vergüenza haberme acostado con un hombre —negó

—¿Entonces, por qué te escondes? 

—Me escondo de él, de la persona con la que me acosté. 

—¿No crees que es un poco ridículo?, solo imagínate si compartes clases con él, o peor aún, si son amigos. Esconderte es un demás —dijo riendo, ganándose una mirada seria de Tae —¿Son amigos? — el castaño apartó la cara —¿Qué los llevó a eso, se gustan? 

—Fue una apuesta. Si yo perdía me acostaba con él. 

—Entonces tú le has de gustar mucho. 

¿Cabía la posibilidad de eso?, que Jungkook estuviera enamorado de él, no era descabellado. Pero, seguramente solo se estaba haciendo una idea errónea. Ella pasaba la esponja por su cuello y rostro, dando toquecitos y esparciendo la base en su piel. Él estaba pensativo en la noche anterior, si no quería verlo era justamente porque se perdería en su mirada, porque no podría evitar el sonrojo que se instalaría en sus mejillas. Ya no podía ver a Jungkook como su amigo, y ese era justamente el miedo que tenía desde un principio. 

—Listo —la pelinegra guardó nuevamente las cosas en su mochila —. Espera, falta una cosita —ella sacó un labial de su mochila y lo pasó por los labios del castaño, él accedió extrañado —. Ahora sí. Estás más que listo. Al menos no tendrás que andar con la bufanda y los lentes. 

Tae se volteó hacia el espejo, el maquillaje cubría perfectamente las marcas hasta hacerlas inexistentes. Sus ojeras habían desaparecido; en cambio, sus rostro se veía muy lindo y sus labios gruesos resaltaban por el bálsamo de color cereza y aroma a chocolate. 

—Gracias. 

—No hay de qué. 

—¿Nos vemos en el almuerzo? 

—Claro que sí. 

Ambos salieron de los baños, nadie pudo verlo gracias a que el horario había empezado. A Taehyung no le quedaba más remedio que esperar a la siguiente clase para presentarse, al menos tenía un par de minutos más para librarse de Jungkook. Revisó su celular y se impresionó la cantidad de llamadas y mensajes que habían de Jeon. Suspiró con los ojos cerrados, en algún momento tendría que volver a verlo. 

—No puedo escapar todo el tiempo de él. 

—Así es, lindura. No puede escapar de mí —se alteró al escuchar la voz de Jungkook en su cuello. 

Intentó apartarse, pero el brazo de él rodeó su cintura sin darle oportunidad de alejarse. 

—J-jungkook ¿Qué haces?, suéltame. 

Sus labios se pasaron por el cuello del castaño, e inmediatamente apartó su boca de la zona al lamer sus labios y sentir el extraño sabor en su paladar. 

—¿Te maquillaste? 

—Claro que lo hice. Ayer tú… exageraste al dejar demasiadas marcas en mí

—No sabes cuánto me gusta eso. 

Tae se encontraba muy cerca de los baños de hombres, Jungkook arrastró al menor hasta ellos y echó llave a la puerta. Retrocedió asustado, para luego avanzar hacia la puerta para salir, pero fue acorralado contra esta, con la cara a ella. 

—Jungkook, ¿Qué te pasa?, esto no está bien… somos amigos. Lo de ayer… 

—Dime que no te gustó —interrumpió

—¿Qué?

—Dime que no te gustó, Kim. Atrévete a mentir —mientras esperaba la respuesta de él, sus dedos viajaron al botón de su pantalón. 

—Estás demente Jungkook, no estás bien… ¡Ah! —el dedo pulgar de Jungkook se frotaba en el glande del castaño, debilitando sus piernas. 

—Aún no me has respondido cariño, ¿no te gustó que te follara ayer? —la mano de Jeon se aferró a su falo, moviéndose lento —. Anda, respóndeme, belleza. 

—N-no…

—¿No?, ¿Seguro que no te gustó? —Jungkook chasqueó su lengua —. Creo que tendré que volver a follarte para que estés seguro. 

De un jalón bajó los pantalones de Tae, dejándolo completamente expuesto de su trasero. Tomó con ambas manos cada glúteo, acercando su piel a su intimidad todavía cubierta, sacó su miembro y lo colocó entre las nalgas de Tae, adentrándose en él poco a poco, sin la más mínima intención de lastimarlo. 

—Kook… 

—Estás apretado, igual que ayer —presionó su mandíbula, la sensación era un pecado, Tae era un vivo pecado que estaba dispuesto a cometer cien mil veces 

—D-duele

—Tranquilo, cariño. Ya pasará. 

Tomó su rostro y lo guió al suyo, los labios de ambos se movían en perfectas sincronía, Tae abría su boca para permitir que la lengua de Jungkook profanara la suya de esa forma que le sacaba suspiros. Jungkook se detuvo un momento a saborear más detalladamente sus labios, y su pene se hinchó aún más cuando reconoció un sabor dulce en su boca. 

—¡Ah! —él podía sentirlo, había crecido en su interior y eso lo había hecho gemir. 

—No quiero lastimarte, pero tú no ayudas, pequeño. 

Salió de su interior y quitó su prenda por completo, dejando a Tae desnudo de su parte inferior. Tomó su mano y lo guió hacia los lavabos, era maravilloso como su cuerpo correspondía a su toque y sus deseos, no protestaba, muy al contrario él se dejaba hacer a su voluntad. Ayudó al menor a sentarse en el borde de cerámica y se acomodó entre sus piernas ingresando nuevamente en él. Sus labios se encargaban de beber los gemidos que salían de su boca, de explorar con anhelo el lugar que quiso probar todos esos años. Los movimientos de su cadera empezaron a favor de la situación, entrando, saliendo, y formando círculos, buscando el punto que a ambos les gustaba.

Penetró una y otra vez de forma pausada, los brazos de Tae se anclaron a su cuello acercándolo más, dejó caer su cabeza hacia atrás y el azabache aprovechó para besar su cuello y la línea de su mandíbula. 

Tomó al menor de su trasero, alzando su cuerpo y cargando todo su peso. Caminó hasta uno de los cubículo, bajó la tapa y se sentó, quedando Tae sobre él. Nada más le bastó al castaño para entender, impulsado por sus piernas empezó a subir y bajar, llegando mucho más profundo y volviéndose loco. 

Observó la imágen de Jungkook, su cabeza hacia atrás y ojos cerrados; sus manos se aferraban a la piel de su cadera cada que hacía un movimiento que le gustaba, su ceño fruncido y su boca entreabierta le daban la señal de que estaba a punto de terminar. Movió sus caderas con más rapidez, llevándolos a ambos a un orgasmo que hizo temblar sus piernas débiles. Se dejó caer sobre su pecho con su respiración cansada, y en poco tiempo sintió los brazos de Jungkook rodeando su delgado cuerpo en un abrazo. 

El sonido de la campana los hizo separarse y vestirse con rapidez. Las siguientes dos clases no las compartía con Jungkook, pero luego del almuerzo volvía a tener clases con él. El pelinegro se acercó a él con lentitud, tomó su mano y la llevó a sus labios, dejando un beso en el dorso de ella. La apartó de sus labios y guió los suyos a los de Tae, apenas rozando en un beso suave. 

—Te veo en el estacionamiento, a la hora de almuerzo. Te estaré esperando —susurró sobre sus labios antes de dejar un último beso más profundo y salir del lugar. 

Tae intentó calmarse, sus piernas seguían temblorosas de los nervios, del increíble sexo que le acababa de brindar Jungkook, no sabía de qué exactamente. Pero tenía una sensación que le revolvía el estómago, podrían ser las dichosas mariposas que lo mortificaban, solo que en vez de mariposas eran malditos elefantes corriendo en su interior. 

Su celular sonó en su mochila, se apresuró a sacarlo y a contestar sin siquiera ver de quién se trataba. 

—¿Hola? 

Hola cariño, ¿cómo te va?, hace días que no me hablas. 

—Hola mamá, las clases han estado pesadas, por eso no te había llamado —del otro lado de la línea se escuchó una onomatopeya en desaprobación. 

Haré como que te creo —se escuchó una pequeña risa —. Te llamo para avisarte que ya está tu remesa en la tarjeta que te dió tu papá, además, ya sabes que él cumpleaños de la abuela es esta semana y debes estar aquí. 

—Está bien mamá. 

¿Sabías que los papás de Jungkook se mudaron al vecindario? 

De solo escuchar su nombre las fuerzas de sus piernas vacilaban. La amistad entre Jungkook y Tae fue extremadamente instantánea, al punto que en las vacaciones de la universidad –y cada que tenían oportunidad– iban a las casas familiares del otro, pero he aquí el detalle. Jungkook jamás le comentó que sus padres se habían mudado. 

Ni sus padres le habían avisado, porque estos se hicieron muy amigos en unas vacaciones en conjunto, en las cuales fueron invitados a una cabaña familiar de parte de los Jeon ¿Quién diría que una amistad podría unir dos familias enteras? 

Ambos padres y ambas madres se llevaban bien, ahora podía imaginar cómo serían ahora que estaban muy cerca. Tardes de tés para las madres de ambos, y tardes de tenis o bolos para los padres. Y ellos… ellos ahora, ¿Qué eran? 

—¿En serio? 

¿Puedes creerlo?, ¡Son nuestros vecinos!

—¿Vecinos?

«Que conveniente», pensó con sarcasmo. 

¿Por qué no te escucho feliz, cariño? 

—¿Bromeas?, ¡Claro que lo estoy!

De acuerdo. Porque son invitados al cumpleaños de la abuela, dile también a Jungkook, seguro su hermana también vendrá. 

—¿Su hermana?, ¿Ya volvió del extranjero? 

Así es, conversé brevemente con la madre de Kook, dice que se debatía entre tres universidades. 

—Ya veo. Espero poder conocerla. 

Así será cariño, seguro estás en clases, te dejo. Llámame más seguido. 

—Lo haré. 

Y con esa promesa cortó la llamada. Las dos clases siguientes no logró poner atención por mucho que quiso hacerlo, su mente divagaba en el limbo, no pensando nada concretamente. Solo dibujando en su mente tatuajes y piercings que no salían de su cabeza, rememorando como un rudo agarre lo tomaba y lo hacía delirar.

El almuerzo llegó, y con ello pudo encontrarse nuevamente con la chica linda. Que lo interceptó sonriente. Eso era raro en ella. 

—Hola Tae —se detuvo a ver su rostro con atención —¿Porqué el bálsamo de tus labios desapareció? —solo pudo sonrojarse —. Entiendo, tu amigo te lo quitó. 

—¡Eso no pasó! —ella rio. 

—¿Quién es él, lo conozco? 

—Lo dudo —a muchos metros pudo verlo hablando con el decano de la universidad —. Es el que está hablando con él decano.

La chica volteó sin ni un ápice de disimulo, y asintió con una sonrisa de oreja a oreja.

—Es guapo, demasiado. 

—¿Te gusta? 

—Ugh ¡Qué asco, no!, pero es completamente tu tipo —Tae se mantenía con la mirada en otra parte, moviendo su pie con nerviosismo —. Viene hacia acá, te dejo a solas con tu novio —dijo guiñando su ojo antes de alejarse. 

—No es mi novio —bramó entre dientes siguiendo a la chica con la mirada.

—¿Nos vamos? —preguntó Jungkook al llegar a él. Aprovechó que lo tenía enfrente.

Tae no respondió, tan solo se dejó guiar por él hacia la salida y a su auto. Condujo directo a su departamento y ambos salieron, decir que Tae sabía perfectamente lo que pasaría era lo más verdadero. Pero al cruzar el umbral de la puerta nada pasó, Jungkook no lo había acorralado en la pared como él pensó, o en el sillón. 

—¿Por qué estás nervioso? —preguntó con una sonrisa. Taehyung no respondió, en cambio se balanceó en sus pies. Jungkook dejó caer sus hombros —. No quiero que te sientas así Taehyung, si te sientes así conmigo entonces… —el pelinegro calló al ver al menor negar. 

—No es eso. 

—Tú no eres solo sexo, Tae. 

—¿P… por qué me dices eso? 

Jungkook se acercó a él, abrazando su cuerpo desde su cintura. La mirada de él estaba vacía de cualquier doble intención, sus labios se posaron en su frente. Y al pelinegro le fue imposible no sentir debilidad hacia el aroma del cabello castaño del menor. 

—Porque más que cualquier otra cosa eres mi amigo. 

Un balde de agua fría dolía menos que esas palabras, ¿por qué se sentía así?, ¿acaso no era la verdad? 

Solamente eran un par de amigos que habían tenido sexo en dos ocasiones. Empujó su pecho con su mano, alejándose completamente de él, quería no sentirse de esa manera tan humillante. 

—Yo… tengo que irme

—¿Qué? —Jungkook se extrañó 

—Me voy. Nos vemos mañana 

No esperó respuesta solo abrió la puerta y echó a correr aferrando su mochila a su hombro. Corrió hacia la calle más transitada, sin mirar atrás a pesar que escuchaba a Jungkook gritar su nombre, detuvo un taxi y se subió con desespero dándole la dirección al conductor. Su respiración era cansada, su cuerpo se sentía caliente gracias a la adrenalina recorriendo sus venas. 

Lo más probable era que Jungkook creyera que se iba a dirigir a la universidad, de todas formas, aún quedaban clases para terminar el día. Eran las doce del medio día según el reloj de muñeca, ni siquiera tenía noción del tiempo que había pasado. Pero la voz del conductor lo sacó de su estado de shock. 

—Joven, llegamos a la dirección. 

Pagó, sin siquiera esperar el cambio se bajó y corrió a su departamento, abrió la puerta y se dirigió a su cuarto, aventándose a la cama y dejando salir toda la extraña frustración que tenía en su pecho. Confusión, tristeza, era una mezcla de emociones que lo estaban consumiendo. Estaba necesitando volver a sus brazos, estaba llorando por todo y nada. Lo quería. 

Joder.

Todos esos momentos en los que veía sus mensajes y no contestaba a sus coqueteos, todos esos roces “inocentes” que tenían y que provocan que él sonriera de manera nerviosa; también todas esas veces que evitó que la noche lo tomara por sorpresa en su casa, solo para no dormir con él. Joder, Jungkook le gustaba.

Ni siquiera le importó el bullicio de la puerta cerrándose, porque sabía que era él, nadie más tenía llave de su departamento. Solo ambos conservaban una copia de las llaves del otro. 

No sé movió, pero su cuerpo si fue jalado para quedar boca arriba. Los labios de Jungkook atacaron los suyos sin piedad, sus manos tomaban las suyas que desesperadas intentaron apartarlo. Su única opción había sido morder su labio con fuerza, pero la mano de Jungkook se aferró a su cuello presionando con fuerza. Un gemido escapó de sus labios, la excitación recorrió su cuerpo ¿Cómo es que estaba excitado ante tal situación? 

El beso se volvió más suave y pasional cuando Tae soltó de sus dientes el labio inferior de Jungkook, podía sentir en su boca el sabor ferroso de la sangre que él mismo había sacado. Su pantalón apretaba en la parte de su entrepierna, no podía seguir más, necesitaba más, pero no iba a demostrarlo. 

Los besos de Jungkook bajaron a su cuello, lamidas y chupones leves se presentaban intermitentemente. 

—No vuelvas a irte así —susurró en su cuello —, ¿de acuerdo? 

—S…Si

Sus manos empezaron un recorrido suave por su cuerpo, dejando salir suspiros de su boca. Su tacto, su aroma, todo él le volvía loco. Entre besos y caricias se desnudaron, sin necesidad de fundir sus cuerpos en placer, nada más que eso bastó para unirlos más. Taehyung se quedó dormido en el pecho de Jungkook, aferrando su brazo al torso de él, en un acto desesperado por no dejarlo ir. 

Al despertar, ambos brazos de Jungkook se aferraban a su cintura, y la cabeza de él se escondía en su pecho.

Con temor a despertarlo, pero con ansias de hacerlo, acarició su cabello, que tocaba su mandíbula y le hacía cosquillas. 

Rio por un rato, sintiendo el cabello de él rozando su piel. Los brazos de Jungkook se apretaron aún más a su cuerpo, y un suspiro entrecortado se escuchó sobre su pecho. 

—Me gusta

Esa frase, se había escuchado tan tan fuerte para escucharlo, pero tan bajito que Jungkook creyó que el castaño no lo había escuchado. Taehyung dejó de reír, en cambió sintió el escalofrío en todo su cuerpo. A Jungkook le gustaba estar así con él. 

Aferró sus brazos a su alrededor, devolviéndo el abrazo. Sólo necesitaban estar juntos, abrazados, dejando que sus corazones latieran al mismo ritmo. 

Taehyung podía sentir su calor, su aroma, su tacto y su respirar cerca suyo, todo de él le confirmaba una sola cosa…

 Tal vez siempre estuvo enamorado de Jungkook. 















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