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Pov.Jungkook


Sabía que hacerle caso a Taehyung, conllevaría a hacer algo realmente descabellado. Mi mejor amigo siempre ha sido ese alma libre y divertida que te convence de hacer cosas que aveces no quieres, pero que igual terminas haciéndolas. Cómo en ésta ocasión.

El club nocturno Calypso se encuentra en todo su esplendor, bebidas vienen y van de la mesa apartada en la que mi amigo me ha hecho sentarme a regañadientes. No soy un santo pero tampoco un pervertido y sé que en algún momento mi padre se enterará de ésta salida nocturna y me montará una escenita con eso de que "soy el hijo del presidente del país". Blah, blah, blah.

Mis dos guardaespaldas me siguen como si fuesen mi propia sombra, que de seguro ya han informado sobre mí paradero actual. Y si me lo preguntan, sí, estoy cansado de la mierda de vida que he estado llevando los últimos cinco años. Al menos pude estudiar lo que quería y debo admitir que no me va tan mal. Supongo que ser hijo del hombre más importante de la nación tiene sus consecuencias, tanto buenas como malas.

Lo cierto es que venir a un burdel a ver chicas semidesnudas bailar en un tubo, no me hará olvidar el engaño de Lisa. Odio ese sentimiento de impotencia, de querer arrancarme el corazón para que deje de doler. Pero el amor es solo un sentimiento efímero que se irá al final, solo es cuestión de tiempo o eso es lo que me hago creer a mí mismo.

- Me voy...

- Ah, ah, ah - niega mi amigo una y otra vez - No llevas ni veinte minutos aquí.

Me atrevo a decir que es el tiempo peor perdido que he tenido. Y ver emborracharse a Taehyung no es que me alegre mucho tampoco.

- No me siento cómodo aquí - miro alrededor observando a una trigueña en específico - Esa chica no deja de insinuárseme.

Una estruendosa carcajada sale de la garganta de mi mejor amigo dejando caer su cabeza hacia atrás.

- Esa es Vega y es su trabajo, Jungkookie.

Vega. Me vale mierda, no he preguntado su nombre en ningún momento. Eso es realmente lo que quiero decir, sin embargo lo único que acabo diciendo es:

- Pues no me gusta, es raro - murmuro con cierto asco.

Nunca me ha gustado eso de que las chicas vendan sus propios cuerpos para ganar un par de fajos de billetes, es realmente bajo. No sé si ellas lo saben, pero allí afuera hay un montón de empleos decentes con falta de personal, a los que ellas podrían postularse fácilmente.

- Hemos venido a eso...

- ¡No! - le interrumpo con prepotencia - Yo no voy a estar con una de esas... - ¿prostitutas? ¿mujerzuelas? - Una de esas chicas - digo finalmente.

- Venga, hombre, no me has dejado de disfrutar de mi show favorito - refunfuña mirando hacia la tarima del lugar, una pelirroja sonríe con gracia y coquetería a todos los hombres que aullan su nombre.

"Solar, Solar, Solar"; es lo único que puedo distinguir de ese bullicio.

- ¿Esa es la chica que te gusta? - señalo con mi barbilla, lo poco que se puede distinguir de su rostro debajo del antifaz de encaje, parece ser bonita y su cuerpo también lo es. Nada mal la verdad, pero ya lo dije y lo repito, no me agrada éste lugar.

- ¿Gustarme? Sí, me gusta, pero Selene me da un poco más de atención - baila sus cejas de arriba abajo relamiéndose los labios, ya sé a qué tipo de atención se refiere.

- Selene - bufo con ironía - Dime, ella es...

- Por favor, reciban a Luna.

Las palabras de una señora de más o menos cincuenta años, me interrumpen. Abre los brazos girando en su propio eje para recibir a otra chica. Las luces bajan su intensidad y la canción Suffer de Charlie Puth se hace paso por todo el lugar, la melodía suave y sensual transmite una vibra diferente a los dos anteriores shows.

Una chica de espaldas al tubo se deja caer sobre el, apoyando el trasero y una mano por encima de su cabeza en la barra de metal. Se desliza hacia abajo meneando sus caderas de un lado a otro con lentitud. Sus movimientos son finos y apuesto cien de los grandes a que es bailarina profesional.

El tono de las luces va subiendo de a poco cuando ella se da la vuelta. Muestra su rostro enmascarado y deja caer la bata que tapaba su lencería roja. Sus ojos verdes se posan en mi persona, muerde su labio y me guiña.

Un suspiro se me escapa cuando vuelve a moverse en la tarima, sus manos vagan por su cuerpo curvilíneo y sonríe. Su sonrisa es hermosa y se me hace que está disfrutando su actuación al máximo.

No me hagas esperar, deberías venir.
No me hagas sufrir.
No me hagas sufrir.

La letra de esa maldita canción me describe en éste momento. Lo único que me apetece ahora mismo es enterrar mis dedos en su cabello rubio y empotrarla contra una pared.

No me hagas sufrir. Eso dice Charlie en su canción, pero joder, sí que estoy sufriendo.

Me he montado una escena de ficción en mi mente, dónde ella me toma la mano y me lleva a la cama y como el cachorro sin dueño que soy, la sigo. Sus labios tocan los míos, suaves, dulces y salvajes y luego tira de mi corbata alrededor de mi cuello. Son solo mis pensamientos, pero cuando miro hacia abajo al sentir un dolor latente entre mis piernas, mi polla ya tiene armada una carpa entera para cuatro personas en mis malditos pantalones.

- ¡Mierda!

Murmuro en un jadeo. Taehyung da un manotazo en la mesa llamando mi atención.

- ¿Estás bromeando, Jeon? Te distrajiste con un culo! - se pasa las manos por el cabello haciendo un gesto como si estuviese satisfecho de mi actitud.

- ¡Es un culo de puta madre! - admito con una sonrisita volviendo mi vista a la encantadora chica que baila.

Taehyung se golpea suavemente la frente contra la mesa, gimiendo su victoria, por haberme hecho despejar un rato.

Para mí mala suerte, el show ha terminado y me siento jodidamente fantástico aunque no volví a ver a esa diosa luego de su baile. Es como si se la hubiese tragado la tierra.

Esa chica, Vega, solo dijo cuando pregunté por ella, que no acepta propuestas de ningún cliente y llámenme loco o lo que sea, pero esa simple información sobre ella me hizo feliz. Al menos sí respeta su cuerpo y no lo rifa entre esos viejo verdes que le gritaban hace un rato.

Espero a mis guardias que han ido a buscar el auto. Cómo lo predije, Taehyung se fue con esa tal Selene una vez terminó todo y me dejó solo. Una pequeña piedra en la acera brilla con la luz de la calle, lo que me hace agacharme para poder recogerla, es un pendiente en forma de diamante. Mi vista viaja por toda la avenida deteniéndose en una chica que está de espalda. Camino en su dirección. Al parecer es la noche de las rubias.

- Creo que ésto es tuyo - extiendo un brazo en su dirección.

La chica se da la vuelta observando mi mano, levanta la vista y puedo apreciar lo bonita que es. Viste provocativa y raramente me he quedado sin palabras. Esta noche estoy teniendo mucha suerte.

- ¿Disculpa? - ella intercala su mirada de mi cara a mi mano una y otra vez con una mueca de interrogación en su delicado rostro.

Y si antes me había distraído con un culo, ahora, mi atención se la ha llevado por completo sus labios. Son voluptuosos y brillantes.

- Esto - abro la palma de la mano mostrándome el pendiente.

La rubia toca los lóbulos de sus orejas. Sonríe levemente haciendo un asentimiento de cabeza en mi dirección.

- Gracias.

Con intenciones de marcharse observa a los lados de la calle en busca de algo, parece nerviosa.

- Tus ojos...

- Son lentillas - me interrumpe.

- ¿Nos hemos visto antes? - inquiero sin quitarle la vista de encima.

Es raro que ésta persona extraña me halla prendado tanto. Tanto como la bailarina de ese club.

- No - se apresura a negar.

- Creo que te conozco...

- Imposible - vuelve a interrumpirme, su rostro está un poco contraído, como si tuviera miedo de algo.

- ¿Por qué tienes esa certeza? - me cruzo de brazos.

Ella alza una ceja mientras se ríe.

- ¿Esto es un interrogatorio? - inquiere con diversión, niego y suspiro, pero ella vuelve a hablar - Lo digo porque soy extranjera, japonesa para ser más exactos.

Vaya, japonesa.

- ¡Qué extraño, me pareces conocida! - vuelvo a divagar en su rostro deteniéndome otra vez en sus labios.

- Pues no, te estás confundiendo.

- ¿Al menos me dirás tú nombre?

- Tú no lo habías preguntado - se encoje de hombros.

Ay, disculpa preciosa, es que me tienes tonto.

- Nakamoto Yui - extiende una de sus manos hacia mí

Sonrío complacido por ese dato, que por supuesto, más tarde investigaré a fondo.

- Jeon Jungkook - digo estrechando mi mano con la suya.

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