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22

Pov. Yui

Aylín se reiría de mí si le cuento que no corrí para ningún lugar y que la de la mala suerte soy yo porque me agarraron primero.

Tengo más mala suerte que el que se cayó de espaldas y se partió la frente.

- ¡Suéltame! - grito removiéndome en el agarre del tipo que me está atando a una silla.

- Oh, créeme que Yaman no te soltará ni aunque le dispares - se burla el japonés.

El dichoso Yaman es demasiado musculoso y alto como para poder escaparme de él y si lo lograra sé que terminaría con una bala en mi frente.

Y el otro, no es que me apetezca mucho irle a la contraria, le conozco demasiado bien.

- ¿No me vas a saludar como es debido, Yui? - inquiere agachándose en cuclillas frente a mí.

Me quedo callada un momento observándole el rostro. Ha cambiado un poco desde la última vez que lo vi. Su cabello oscuro está largo y salpicado de unas cuantas canas, tiene una cicatriz desde su ceja hasta el pómulo que da miedo verla desde tan cerca y su cuello está magullado como si se hubiese quemado.

¿Quemado?

¿Eso tiene que ver con el incendio de mi estudio? Fue él. Tanto tiempo tratando de recordar y finalmente veo la verdad frente a mis ojos.

- ¡Maldito bastardo! - gruño dándole una mirada de odio.

- ¿Así es como le hablas a tú suegro? - chasquea la lengua y ríe entre dientes, parece un puto loco - Me encantaría que Haruto estuviera aquí y te escuchara.

- Lástima que se esté pudriendo en el infierno - espeto con ironía.

Ni Haruto ni su padre son santos de mi devoción, nunca lo fueron. Perversos enfermos.

Desde el día que supe que mi ex novio había muerto fue cuando pude volver a respirar. No hubo un mísero día en el que no rezara para que agonizara en su propia miseria.

- ¿Crees que está muerto? - pregunta con sorna.

- Encontraron su cuerpo.

El vuelve a reír, una carcajada que me enerva y reverbera mis jodidos sentimientos más oscuros. La ira brota a través de cada poro de mi piel de tan solo mirarlo. Ojalá se vaya al demonio igual que su hijo.

- Yui, cariño. Si los idiotas brillaran tu fueras el sol.

Arrugo la frente y él alza su pistola y la pega a mi ceño y da unos suaves golpecitos, como si estuviera jugando con mi paciencia. Luego suspira y vuelve a pararse frente a mí.

- Creo que estás más enferma de lo que pensaba - murmura luego de varios segundos en silencio, su mirada penetrante haciendo estragos en mis estúpidos nervios.

- El único enfermo eres tú.

- Tu psiquiatra no opina lo mismo - le da una miradita al tipo ese musculoso, Yaman, el cual le entrega una carpeta azul y luego la hace bailar frente a mi cara - Adivina qué es.

No responderé.

- ¿Qué es?

¿Por qué carajos respondí?

- Tu jodido expediente médico.

¿Expediente médico? Eso...

- Sakura...

- ¡Oh! Yaman vamos a aplaudirle a Yui que recuerda por lo menos a su doctora.

¡Ash! Voy a perder los putos estribos si sigue jugando ese jueguecito de burla hacia mi.

- Kumatsu Sakura - lee cuando abre la carpeta - ¿Quieres saber qué más pone aquí?

Ni me esfuerzo a responderle, sé que seguirá con esa mierda de todos modos. Y pensar que quería lejos al borracho de hace un rato, cruzo los dedos para que el que termine marchándose sea el malnacido éste.

- Amnesia disociativa. ¿Te suena de algo? - alza una ceja en mi dirección - Te lo voy a explicar porque seguro también lo olvidaste - suspira antes de proseguir con su exhaustiva lectura de mi ficha clínica - La amnesia disociativa se basa principalmente en los síntomas, las personas afectadas, esa eres tú - me señala - No pueden recordar información personal importante, por lo general relacionada con un acontecimiento traumático o estresante que normalmente no se olvidaría.

- ¿Ya terminaste?

- Creo que ésto tiene algo mal - golpea los papeles - La doctora puso que su paciente refirió que su novio la maltrataba e intentó violarla y luego...

- ¿Y luego?

- ¡Baamm! Salto en el tiempo, un estudio de baile hecho cenizas y el novio muerto. No sé, a mí no me cuadra para nada - niega cerrando los ojos.

A él que le gusta tanto ser el centro de atención, ¿por qué no prueba ahorcarse a ver qué pasa? Hay gente que me hubiese encantado conocer en otro momento de mi vida. Nunca por ejemplo.

También hay gente que son expertas en pasarse la vida jodiendo y créanme, Yamashita Shinoda es uno de ellos. El maldito capo de La Yakuza.

¿En qué momento se me ocurrió a mí meterme con personas mafiosas? Cierto, no lo sabía cuando los conocí.

Me acabo de dar cuenta que tengo tantas anécdotas interesantes, que la gente pensará que soy una mentirosa.

Personas como él tienen una idea equivocada sobre mí y no tengo ningún deseo de aclarar nada.

- ¿Vas a decir algo? - brama contra mi.

- Sí, voy a comenzar a decir el alfabeto y empezaré por la "j" de jódete.

¿Te imaginas discutir conmigo y creer que me vas ganar? Jajaja, ten fe, Buda te ama.

- Yaman, creo que Yui quiere jugar un poco.

El fortachón se truena los dedos de las manos y ríe endemoniadamete, preparándose para no sé qué. Tal vez la paliza que me dará.

- ¿¡Qué es lo que quieres saber!? - chillo histérica viendo como el hombre saca un cuchillo de detrás de su espalda y observa la hoja filosa como si fuese la cosa más bonita y tierna del planeta.

- ¡Quiero que recuerdes la puta verdad y asumas las consecuencias! - me grita empujándome la frente.

- ¿Qué más quieres? Es lo único que recuerdo.

- Estás distorsionando todo - gruñe y mantiene la mirada dura sobre la mía.

¿Distorsionando?

- Tal vez el dolor pueda ayudarte en algo - murmura alejándose un paso de mí - Yaman, cuando quieras.

- Espera, yo...

Es lo último que atino a decir cuando la oscuridad me absorbe y dejo de sentir por un momento.




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