13
Pov. Yui
La habitación se siente caliente, como si estuviera hirviendo en lava ardiente. El hedor a humo me hace arrugar la nariz por la incomodidad, me cuesta ver lo que está pasando.
El color naranja del fuego se extiende por todo el lugar y jadeo en busca de aire, mis pulmones duelen por el trabajoso intento de inhalar.
— ¡Yui!
Es una voz lejana la que grita mi nombre, un lamento que me hace estremecer todo el cuerpo.
De repente la habitación ya no está en llamas y un líquido llega a mis pies, mojándolos, como si estuviese en la orilla de la playa.
— ¡Te voy a encontrar, Yui!
El tono masculino me hace girar mirando hacia todos lados. Reconozco el lugar, mi salón de baile en Osaka, el que fue consumido por las llamas.
— Tus pies, mira tus pies.
Esa voz vuelve a hablarme y observo mis extremidades. Ahogo un chillido al ver mi piel lechosa bañana en el rojo escarlata de la sangre.
— ¿Me recuerdas ahora?
— ¡Haruto!
Me incorporo sobre el colchón mullido, siento el sudor bajar por los lados de mi frente y una sensación rara se arremolina dentro de mi estómago haciéndome correr hacia el baño. Vomito las bilis, el escozor en mi garganta me hace llorar por el esfuerzo y me desplomo sobre el suelo de baldosas blancas, llorando como si mi vida dependiese de ello.
Nunca antes había soñado con mi ex novio luego de lo sucedido, tengo lagunas mentales y recuerdos borrosos se amontonan en mi cabeza. Ahora estoy segura que algo más pasó aquella noche y el bichito de la curiosidad me pincha por querer descubrir lo que en verdad sucedió.
— ¿Estás bien? — escucho la pregunta de Jungkook y luego se agacha a mi lado y me recoge del suelo, cargándome como una princesa y me lleva de vuelta a la cama.
El pelinegro me observa con preocupación, peinando los mechones de mi cabello hacia atrás. Limpia mis mejillas y voy calmándome poco a poco.
Sus ojos no dejan los míos en ningún momento y un sentimiento bonito se alberga en mi pecho haciéndome suspirar.
— ¿Mejor? — inquiere aún intranquilo.
— Fue solo una pesadilla — mi voz sale ronca y me aclaro la garganta mirando hacia otro lado que no sea esos ojos brillantes que me hipnotizan — ¿Qué hora es?
— Casi medianoche.
— ¿¡Qué!? — salto de la cama alarmada.
Voy retrasadísima al club y ésta vez creo que sí me merezco un castigo. Le dije a Liah que lo dejaría pero necesito ese trabajo si no quiero depender de Yuta y bailar es lo mejor que se me da.
Recuerdo que también le prometí a mi hermano hablar con él.
No sé qué me sucede cuando estoy con Jungkook, es como si tuviera la paz que nunca antes he tenido en mi vida. Con él me siento a gusto y... libre.
— Espera. ¿Te vas? — camina detrás de mí cuando salgo disparada recogiendo mi ropa desperdigada por el suelo de su habitación para vestirme.
— Me van a echar del trabajo si no me voy ahora.
Gruño luchando por abrocharme el sujetador, él se ríe y se acerca a ayudarme.
— Gracias — suspiro.
Deja un beso en mi cuello abrazando mi abdomen con sus brazos. Su respiración choca con mi mandíbula y luego me toma de la barbilla para guiar mis labios a los suyos. Su beso es tierno y hasta con un toque de preocupación. Se aleja tirando de mi labio inferior, me deja en un estado catatónico cada vez que me toma de esa manera.
— Te acompaño.
— No, puedo ir sola — me remuevo incómoda en su agarre.
Y la aberración de mis acciones me golpea dejándome noqueada. Un día se enterará que soy Luna y todo se irá a la mierda, pero prefiero que ese día no sea hoy.
— Es tarde y no te dejaré ir sola — picotea mis labios antes de alejarse y salir de la habitación.
Miro el vestido en mis manos y un suspiro pesado se me escapa, algo se me ocurrirá en el camino.
— Luna, es tu turno — me dice Liah asomándose en la puerta del camerino.
— ¿No me vas a reprender por llegar tarde? — le recrimino a la vez que ajusto los ligueros en mis muslos.
Ella decide no hacerme caso y se va por donde mismo vino y a los segundos escucho mi nombre artístico ser anunciado en la tarima. Los gritos de algarabía no tardan en llegar y me encamino hacia la plataforma.
Esta vez decidí salir solo en lencería, un lindo modelo en encaje negro que puede hacer volar las mentes de esos sucios pervertidos en un dos por tres.
De espaldas al público me posiciono hasta que el telón sube y los reflectores de color rojo me enfocan creando un ambiente más sensual.
La música comienza a sonar y me paralizo al escucharla. Mis manos se hacen puños cuando mis ojos viajan hasta el DJ, donde encuentro a Solar sonriendo con sorna en mi dirección, la muy hija de puta cambió la canción de mi show. Me muerdo la lengua antes de que las ganas de salir corriendo y matarla a golpes me ganen.
La estúpida música para niños resuena por todo el lugar y me giro al ver la audiencia que se ha quedado callada y observándome como mono de feria.
Recorro con los ojos todo el lugar hasta llegar a la mesa donde se encuentra él.
Jungkook me dejó dos cuadras antes del club y gracias al cielo se creyó de que tenía un turno como niñera. No sé hasta cuándo me va a durar la mentira, pero espero que pueda perdurar un poco más.
Me gusta la leche, por favor dame leche.
Dame más, me gusta la leche. Es lo mejor del mundo.
Sonrío al darme cuenta el doble sentido que le estoy dando a la canción infantil de la leche. Me muevo agraciadamente por el escenario tocando mis labios, cantando la letra como si fuera la canción más sexy del mundo. Al parecer los tipos enfermos se vuelven locos y aplauden como focas en acuario. Me arrodillo acariciando mi dorso haciendo rebotar los tirantes del brasier contra mi piel.
Miro a la pelirroja, su mandíbula está contraída al ver el espectáculo que estoy dando, al parecer el tiro le salió por la culata. Eso solo le pasa a las personas envidiosas.
La vida sin leche no me la quiero imaginar, me gusta la mejor leche.
Por favor, dame más.
Al fin la música termina y salgo disparada hacia el camerino, dejando a la multitud de hombres jadeando por más.
— ¿Qué mierda fue eso? — chilla mi jefa entrando corriendo detrás de mí.
— Eso fue un excelente espectáculo — respondo con una sonrisa macabra — Ahora, voy a irle a partir la cara a esa estúpida pelirroja — la empujo fuera de mi camino luego de colocarme una bata de seda.
Cuando voy por el pasillo lo único que tengo en mente es encontrarme con Solar y arrancarle esa carita de niña mimada que me tiene harta.
— ¡Nakamoto Yui!
Me paralizo al escuchar una voz masculina a mi espalda y todo comienza a darme vueltas. Siseo de un dolor insoportable en mis sienes y comienzo a fatigarme, hasta que es oscuridad lo único que percibo y caigo rendida en el suelo.
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