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Capítulo Dos

TaeHyung suspiró comenzando a caminar. Sus pesados pasos reflejaban el estado incómodo de su corazón. Tenía ganas de llorar, pero mordía su labio inconscientemente pues, si comenzaba a hacerlo, no podría detenerse una vez que pudiera. Sus ojos se cerraron al sentir una pequeña gotita de lluvia tocar su piel. Miró al cielo que comenzaba a llenarse de nubes grises, entonces supo que de nuevo se empaparía al llegar a casa. TaeHyung giró sobre sí mismo, buscando un lugar para resguardarse de la lluvia.

    — Oye, idiota.

    La voz gruesa de JungKook se le cuela por los oídos. TaeHyung mira a su alrededor confundido porque no veía a nadie de la escuela cerca de él. Observa un momento a JungKook y se percata que bajan la ventanilla del automóvil. Tres chicos le observan desde dentro: Jackson, Baek y Jimin.

    — ¿Qué? —cuestiona de vuelta TaeHyung antes de poder mirarlo con dolor.

    JungKook chasquea la lengua y lo mira con una sonrisa burlona.

    — Pensaba dejarte caminar a casa pero ellos insistieron en llevarte —habla el azabache.

    TaeHyung y JungKook no solían llevarse tan bien cuando otras personas estaban cerca suyo. Realmente, la mayoría del tiempo se llevaban mal. En la casa o escuela, también cuando iban con sus tíos y a veces cuando estaban los dos juntos solos. Se podría pensar lo contrario, no obstante esa era la verdad: juntos o separados, conectados o no, aquella convivencia deteriorada era la marca personal de su relación.

    El de cabellos castaños mira atento a los de atrás. TaeHyung odiaba ir con otras personas cuando su hermano estaba cerca, y la situación empeoraba si era Jimin.

    — Creo que voy a caminar mejor.

    — Como quie-

    — ¡No! —exclama Jimin con rapidez. JungKook lo mira por el retrovisor esperando una respuesta. El rubio sonríe y sacando la cabeza por la ventana, sigue hablando—. Está por llover. Además, falta demasiado para llegar a tu casa.

    TaeHyung de verdad odiaba a Jimin. Lo odiaba de una manera  incomprensible porque no le deseaba el mal; lo odiaba por ser tan amable y siempre defenderlo, porque desde que eran pequeños, lo llevaba y traía en el salón y le compartía de sus uvas. Jimin era tan bueno y malo a la vez, no solo por su capacidad de convencimiento, también por esos ojos amargos que te envolvían de una. El castaño miró un segundo a Jimin que llevaba esa característica sonrisa de siempre, un momento después sus ojos cayeron en JungKook.

    El pelinegro estaba inexpresivo mirándole. Alzó una ceja y suspiró.

    — ¿Y bien? —suelta JungKook—. ¿Vas a subirte o tendré que bajarme para que lo hagas?

    Los ojos fuertes y oscuros del azabache intimidan con seguridad al pobre TaeHyung, que se limita a bajar la cabeza y asentir. Los de atrás se remueven un poco para hacerle espacio a TaeHyung. Sabían que él odiaba que alguien más se sentara enfrente y compartir el espacio del copiloto, ya que solía comentar que casi nadie guardaba silencio en situaciones así, donde sus vidas peligraban y las distracciones fuesen causa de una fatalidad.

    TaeHyung de acercó a la puerta y antes de abrirla, JungKook le habló.

    — No —pide el pelinegro con un tono neutral—. Siéntate adelante, conmigo.

    Una lluvia psicológica de sentimientos encontrados se desata en su mente, mientras JungKook lo observa sin darle, aparentemente, importancia a sus palabras. Todos se quedan callados, e incluso TaeHyung no sabe cómo reaccionar. Se mueve lentamente hasta tomar la manija y abrir la puerta, sentándose en el automóvil de su hermano y suspirando.

    No sabe si hablar, o no hacerlo. No tiene ganas de mirar a nadie, y por supuesto que tampoco a su hermano le gustaría eso de hacer lazos con los que JungKook consideraba "sus mejores amigos".

    — TaeHyung.

   Por primera vez en años, JungKook se dirigía a él tranquilamente sin un tono expectante y grosero; a pesar de estar acostumbrado, el castaño jamás terminó de comprender el propósito de hablar así, como si en realidad se odiasen. TaeHyung sabe que es un día importante que conmemoraría por siempre en su corazón, y por lo tanto, gira la cabeza viendo por la ventana en un intento de ocultar aquella sonrisa estúpida que casi siempre rechazaba.

   Atrás, los tres chicos polizontes parloteaban en voz alta sobre lo que harían. Incómodo por el momento, TaeHyung mira hacia el frente ya más calmado y contesta:

    — ¿Qué?

    — Van a ir a la casa, por favor quédate en tu habitación.

     — ¿Por qué van a la casa? —TaeHyung cuestiona. No era mentira la cantidad de veces que sus padres les prohibieron llevar a amigos a la casa sin avisar antes.

     JungKook suelta un suspiro resignado y sus ojos se tornan del característico color oscuro que acomplejaba a cualquiera que lo notara. Hace sentir a TaeHyung nervioso, casi intimidando su poca valentía.

     — Solo a pasar el rato. ¿Qué te interesa? No es como si tú fueses a...

    — Okay, JungKook, cariño, creo que es suficiente.

     La tersa voz de Jimin alerta a TaeHyung, dándole un ligero dolor de estómago. Mira a su izquierda: observa la tensa mandíbula de su hermano y la mano de Park Jimin sobre el hombro del mismo. Se siente un idiota por todo y nada en ese momento, porque las actitudes de JungKook entonces no iban con buenas intenciones, ¿cómo pudo pensar lo contrario? Entonces él solamente se estaba comportando "bien", con "amabilidad" porque iba su "novio" ahí. Sí. JungKook seguía odiándolo con el corazón y mintiéndole con las palabras.

    Así que Jimin lo había conseguido. Lo único que el rubio siempre quiso, ahora estaba justo frente a sus ojos y tenía el control de la situación.

     — No te preocupes —suelta TaeHyung medio incómodo. Traga sus sentimientos como de costumbre y suelta una risita falsa nerviosa—. Estaré bien en mi habitación.

     Todos hacen ruido por atrás. JungKook ríe junto a los demás, pero la voz de BaekHyun sobresale de las de todos.

     — Oigan, oigan, ¡déjenme hablar! —grita el chico con aires de sorpresa.

    Todos se quedan callados. TaeHyung, por otro lado, no se interesa en lo más mínimo porque no le incumbe. Está más distraído en las gotas de lluvia que le recordaban a las lágrimas de sus ojos; era difícil concentrarse cuando en su corazón el dolor aumentaba. 

     — Estaba pensando que TaeHyung podría pasar un rato con nosotros.
   
     El castaño sigue en su mundo, distraído de lo que acaban de decir.

      — ¡Sí! —exclama Jimin con felicidad. JungKook mira incómodo a su hermano, pero guarda silencio—. Es genial porque él siempre está en su habitación cuando llegamos.

      — Además tengo cosas que preguntarle —agrega Baek.

    Jackson, quien casi no habla, mira contento a todos y decide por asentir.

     — Ajá. También oí de JungKook que era bueno en los deportes y que sabía mucho de distintos partidos. Sería bueno conversar con él.

     — ¿Bien? —dice JungKook nervioso.

    TaeHyung se ha mantenido externo a todo. No estaba enterado de las cosas buenas que los demás dijeron de él, al contrario en sus pensamientos iban más de lo idiota que se sentía por caer en propuestas tan estúpidas como viajar en el auto con, técnicamente, desconocidos que lo incomodaban. Ellos esperaban atentos su respuesta.

    JungKook suspiraba incómodo, exaltado y enojado consigo mismo por llevar a su hermano.

     — ¿Sí vienes? —pregunta Jimin a Tae. Pero el otro no contesta—. ¿TaeHyung?

     — ¿Eh? —TaeHyung mira al chico sacando la cabeza a su lado—. ¿Qué?

     — Irá —sentencia JungKook—. ¿O no, TaeHyung?

     Las cosas funcionaban así: JungKook lo odiaba, no le hablaba. Tenía a TaeHyung detrás suyo hasta que sus miserables ojos se posaban en él. Le sonreía, TaeHyung caía más. JungKook lo hería, pero de pronto le hablaba de tan buena manera, que decía que sí. Permanecía a su lado incluso cuando JungKook lo usaba a su disposición. Era tan cliché que hasta resultaba increíble. Todo era poco favorable, incluso sus miradas a escondidas, sus palabras y sus acciones, se veía controlado sin siquiera estar al pendiente de eso. Tenía odio arremetido en su ser... Pero había otro gran problema.

     — Está bien, JungKook.

     Siempre le diría que sí. Siempre estaría a su lado.

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