06. Arreglo temporal; Akaashi Keiji
Nuevamente se escuchó el sonido del lápiz caer de forma precipitada en la mesa, era cíclico y ella no sabía hasta cuando parar.
Cerró sus parpados y los volvió a abrir en un movimiento lento, Akaashi ejerció fuerza en su puño y separó sus labios con su decisión clara.
—¿Porqué se hace esto?
Y su pregunta resonó como un eco, sin parar se escuchó fuerte y claro en la habitación.
Ella levantó su cabeza apoyando su mano en su mentón, sabía la respuesta mejor que nadie.
Pero simplemente no se puede aceptar un hecho, ella lo quiere todo y a la vez nada, ella quería empoderarse de lo que anhela y tirar lo que no la satisface; Akaashi no la comprendía, pero ella quería creer que si lo hacía, quería creer que tenía claro lo que buscaba.
Ella amaba fervientemente, no estaba del todo enterada de ello, pero ella quería hacerlo, era una amante más del saco y eso no la inmutaba ni la avergonzaba, porque ella estaba loca y no sabía controlarse.
Se encogió de hombros con una media sonrisa, una que le daba una sensación de melancolía.
—Las personas nos lastimamos los unos a los otros, solo déjame hacerlo a mi manera.
Le había respondido lascivamente, pero eso no era lo que (N) quería decir, ella quería decirle que no comprendería la forma en que adora al chico, lo amaba tanto que era capaz de albergar tanto dolor en su corazón.
"Bueno, siempre he sido una tonta ¿no, Akaashi?"
Giró su rostro y él pudo verlo, la primera lágrima se resbaló en su mejilla y no pudo pronunciar ninguna palabra, aún cuando ya había pensado sobre su respuesta.
—¡Soy tan tonta que no me arrepiento! —sostuvo su cabeza entre sus manos mientras dejaba que las demás lágrimas cayeran.
Akaashi se acercó a ella de forma rápida y tomó sus muñecas haciendo que (N) la mirara.
—Usted es muy tonta, (A)-san —afirmó el chico mirando a los ojos de ella, admirando su iris y el más allá, sintiendo la tristeza de su torpeza y la incertidumbre en sus dolorosos pensamientos.
Cuando se trataba de ella Akaashi no podía soportarlo, sentir dolor, era como si (N) le transmitiera sus sentimientos, en el fondo él lo sabía, él la amaba y eso le dolía.
Los ojos de (N) nuevamente se llenaron de lágrimas, era un tonta y con eso bastaba.
Es que no pudo evitarlo, todo había comenzado con una amena plática, ella estaba convencida de haber encontrado a alguien para un futuro, le gustaba sus puntos de vista, una manera de pensar muy amplia para alguien que deseaba ser un matemático, le gusta la forma en que pronunciaba su nombre, la forma en que sus labios se movían, pero no le pertenecía, nada de eso lo hacía.
Ella deseaba lo malo, fingir que estaba correcto no es la mejor decisión y más aún sabiendo de sobras que ella era el segundo plato de la mesa, ese plato que no se disfruta con toda la satisfacción y que está ahí por la glotonería. El plato que se consume por deseo de más y que hace mal, aun así no sentía vergüenza, porque estaba con él y eso era lo que le importaba.
« —Se siente bien, bastante bien, pero todo está mal.
—No lo sé realmente, y lo siento por no ser lo bastante consciente de ello. »
No sentía que fuera anormal ello, (N) sabía de sus compromisos incluso antes de llegar a conocerlo a fondo, pero quería creer en que ella era amada y por primera opción.
Entonces, ¿existe una razón por la cual sufrimos? ¿Una razón coherente del verdadero dolor humano?
Porque lo que sentía ella en su pecho mientras se acurrucaba en la pared del baño era el corazón que poco a poco se iba rompiendo, esa era una metáfora, lo que de verdad se rompía era su mente al albergar tantos pensamientos dolorosos.
En el fondo sabía bien que ella era la segunda opción, el plato de segunda mesa y según ella no le molestaba para nada, estaba tratando de hacer creer a su mente algo que no era y por ello se estaba rompiendo, por ello siempre lloraba en las noches.
Sería muy descarado decir que se enorgullece de ello, pero si lo admitiera probablemente su compañero de piso le gritaría demasiados improperios sobre lo muy idiota que está actuando.
—Está bien ¿si? Me encanta tu novio, sobre lo bien que lo hace y me encanta tanto que duele verlo —a pesar que sus lágrimas caían como cascada, y el aspecto lastimero con el cual se presentó ante la chica, creía que ella no se apiadaría.
No era del todo tonta, ella igual era mujer y entendió su forma de actuar, después de todo creció escuchando que los borrachos y los niños siempre dicen la verdad, ella no era una niña pero si estaba borracha y no había una excusa para no creer en la pobres palabras de una borracha con los sentimientos rotos, aquella chica siguió al pie de la letra el antiguo consejo y no dudó en levantar su mano.
—Ya sabía todo, desde hace mucho tiempo, pero me encanta verlo feliz.
Le cerró la puerta en su cara con una lágrima resbalando por su mejilla y no sin antes ver como (N) asentía con la cabeza.
"Tranquila, mujer. Conozco ese sentimiento, a mi igual me encantaba verlo feliz, aún sabiendo el inmenso grupo de chicas que hacían fila en su puerta; pero también sabía que tu y yo somos sus favoritas y me hace sentir tan estúpida haber sentido orgullo de ello."
Parecía una noche melancólica, un escenario sacado de una película moderna, ella caminaba por las calles y solo escuchaba el tintineo de las gotas sobre los charcos de agua.
Siguió caminando sintiendo ya el picor en su garganta y la mucosa en su nariz. Se enfermaría, ¿y quién no lo haría? Era una noche oscura acompañado del viento y la lluvia, ella traía puesto el vestido del tono más rojo y corto que encontró en su closet, acompañado de los tacones más incómodos que compró, solo para aparentar, porque ese fue su plan, comprar alcohol y parecer una perra frente a la novia de su amante, pero (N) sabía que en ningún momento la vio así, porque cuando sus lágrimas comenzaron a viajar por sus mejillas, aquella chica se tomó enserio sus palabras y pareció apiadarse de su dolor, es por eso que a pesar de haber levantado la mano, simplemente la chica no le dio una abofeteada.
(N) sentía que se merecía aquella abofeteada, eso y mucho más.
Y cuando llegó al departamento solo se arropó con una toalla y se tiró en su cama sintiendo el vibrar de su celular.
"¿Cómo se te ocurre hacer eso?"
Se mantuvo por horas sintiendo el vibrar en su pecho, mientras soltaba pequeños sollozos, siempre era así.
Akaashi movió su cabeza con ligereza sin moverse de su lugar, aún cuando la escuchaba clamar de dolor.
"Necesita su espacio."
A él igual le dolía, porque desde que (N) conoció a aquel chico ella solía llorar por las noches, algunas veces en silencio y otras de manera fuerte, y Akaashi no le gustaba verla ni escucharla sufrir. Le daba la sensación de poder sentir su dolor, creía saber lo que se siente ser roto múltiples veces, él lo creía saber porque si no, no había una razón verdadera por el cual su pecho crujía de pavor cada vez que la abrazaba y ella susurraba entre sollozos el nombre del otro chico.
Pero para eso estaba él, era el arreglo temporal.
—Así que da igual cuantas veces se caiga y llore, cuando se sienta mal y no pueda dormir solo golpee tres veces la pared y caminaré a su habitación, desde que la conozco siempre he sido su arreglo temporal, ¿porqué no serlo otra noche más?
Tres golpeteos se sintieron en la pared.
Y Akaashi suspiró.
—Lo siento por todo.
Akaashi frunció el ceño mientras se encaminaba a ella, a él le dolía verla así, le revolvía el interior verla triste.
—Esto es un desastre, está muy mojada y se resfriará si sigue así —susurró cuando llegó al pie de la cama, y entre sus dedos tomó la toalla que tenía encima, y comenzó a deslizar la tela tratando de secar el cuerpo de la chica.
—Eso no es tan importante ahora, ¿Lo serás de nuevo?
Y en sus labios se dibujó una pequeña sonrisa de soslayo.
—No tienes de qué preocuparte, desde que te conozco siempre he estado ahí.
Sus cejas se movieron ligeramente por la forma diferente en que se refirió a ella, no se refirió a "usted" y eso la alegró un poco. Él se acercó abrazando con fuerza su figura, sintiendo el perfume que lo traía loco, la respiración que ya conocía de memoria, las lágrimas que estaba acostumbrado a ver y lo nuevo, la humedad de la ropa que vestía la chica.
Daba igual lo que dijera, Akaashi amaba a (N) y no importaba la decisión que tomase, porque respetaría cualquiera de ellas, incluso si se tratara de ayudar a enamorar al patán que la mantiene ahogada en el sufrimiento, aunque sabía que ella tenía la suficiente capacidad mental para no hacer o pedirle tal cosa.
Akaashi sabía que su función era ser el arreglo temporal y lo enorgullecía tanto como a (N) le enorgullece ser el plato de segunda mesa.
Y es por eso que no se separó de ella durante toda la noche, escuchando lo que había pasado atentamente.
—Está bien, te comprendo.
No, Akaashi no la comprendía en absoluto y trató de hacerlo durante los siguientes días.
Ella parecía estar mejor, solo parecía, porque ante sus ojos ella era un cristal trisado.
Akaashi suspiró, cuando se enteró de todo, al principio solo se mantuvo callado, mordiendo su lengua y escuchando cada palabra entre sollozos que la chica soltaba, pero al día siguiente recriminó sus hechos, como si él no hubiera nunca cometido un error, y eso le revolvió en la mente durante muchos minutos cuando se devolvió a su habitación.
No era nadie para recriminar, pero si podía aconsejar.
—Olvídalo —fue lo que le dijo al día siguiente, después de disculparse por el duro tono y palabras que había ocupado la mañana anterior, y ella solo se mordió el labio inferior sin tener las ganas suficientes para replicar algo.
Es que si lo hiciera, sería como defender lo indefendible, como si ella misma jalara del gatillo, (N) sabía que era tonta, pero no lo era del todo.
Ella le había contado que había visto al chico pavonearse entre los pasillos de la universidad, le dijo que la ignoró por completo cuando pasó por su lado y eso lo hizo aliviar, pero Akaashi sabía que la calma duraría muy poco.
Y eso volvió a resonar en su mente cuando vio a la pareja en el campus, tenían en sus rostros una sonrisa que fácilmente él pudo decir que era falsa, al menos la sonrisa de la chica, sentía que estaban aparentando que nada había pasado. "Una segunda oportunidad" pensó al instante, y lo segundo que pasó por su cabeza fue la imagen de (N).
Lo enojaba verlo, ver al chico caminar libremente, como si nada hubiera pasado, siguiendo su vida sin inmutarse, eso enfurecía a Akaashi.
"Sería genial que los culpables de los corazones rotos se hicieran cargo de sus actos, como si de criminales se tratase, solo así quizá podría verla sonreír nuevamente."
Akaashi pensó que tal vez si ese chico volviera a hablarle a (N), ella volvería a sonreír, volvería a ver esa sonrisa que tanto lo conmovió la primera vez que la vio y que ahora ya casi era inexistente. ¿Tan difícil es cambiar tus sentimientos? Él igual estaba sufriendo porque sabía que había muy poca probabilidad de que sus sentimientos sean correspondidos y a la vez tenía miedo de perder su amistad si hablaba, entonces, si Akaashi era el arreglo temporal de (N), ¿quién sería el suyo?
No fue extraño cuando sintió la vibración en su mano, su celular vibró y aún mientras lo desbloqueaba sabía que era ella, un mensaje de su compañera, no, su amiga y más que eso la persona de la cual estaba enamorado y por su culpa sufría.
"¿Puedes venir?"
Fue natural, como la mayoría de las veces y de nuevo la vio.
Tirada en la cama, estaba llorando, ella estaba sufriendo por él y Akaashi sufría al verla romperse.
Sin preámbulo se acercó a ella y la abrazó como todas las noches, porque al parecer noche tras noche Akaashi se iba convirtiendo en sus buenas noches.
—¿Porqué soy tan tonta?
Ya había parado y solo se miraban entre la oscuridad de la habitación, era tarde, posiblemente madrugada y ellos se estaban desvelando.
Akaashi observó la piel rojiza debajo de sus ojos y sus mejillas que posiblemente estaban pegajosas por las lágrimas secas, aún desarreglada le parecía preciosa, alguien hermosa, pero simplemente le dolía tener que callarlo y más aún verla en ese estado, entonces con valentía abrió la boca y en un susurro dijo:
—No digas estupideces, no eres tonta, solo estás enamorada.
Y le dolió, su pecho dolió, porque él ya lo tenía asumido, ella estaba enamorada de ese hombre y Akaashi estaba enamorada de su amiga.
Ella esbozó una diminuta sonrisa y se acercó a él estrechando sus brazos en la figura.
—Muchas gracias.
"Descuida, puedes llamarme cuando estés sola, cuando no puedas dormir e incluso cuando estés rompiéndote, porque yo soy tu arreglo temporal, aunque eso no cambia el que mañana vuelvas a caer, yo siempre estaré ahí."
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