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05. Indecente; Miya Atsumu

Indecente. 1. adj. Que se comporta con indecencia, sin seguir la moral establecida o las buenas costumbres.


A sus ojos el chico le parecía alguien atractivo, siempre lo veía sonreír junto a las personas cercanas a él, y no era raro verlo burlarse de su hermano gemelo. Posee un aire infantil, se comportaba de manera infantil y ella admitía que algunas ocurrencias del chico lograba sacarle una que otra sonrisa.

En lo primero que se fijó fue en su sonrisa, era una sonrisa vivaracha que le dedicaba a toda persona que se cruzase con él en los pasillos, lo segundo fue en sus ojos y ahí se dio cuenta de lo que escondía. Atsumu solía juntarse con hombres—una que otra vez lo había visto charlar con alguna chica, todo normal—y desde la lejanía lo veía hablando con ellos, pero nunca pensó que sería diferente con las chicas.

Así que ella lo veía de lejos hacer su vida.

(N) nunca se consideró alguien importante, tampoco alguien linda o que resaltara por alguna actividad física—ella odiaba hacer ejercicios—y mucho menos por su capacidad intelectual, por eso la primera vez que Atsumu le habló, se preguntó que querría de alguien como ella.

Empezó a hablarle cuando estaba en grupos grandes, la primera vez que le dirigió la palabra ella pudo sentir un tono hipócrita en sus palabras, estaba segura que pensaba en ella como una de esas chicas empalagosas que solo se preocupaban en su aspecto físico o en chicos lindos a quienes conquistar.

"Dime, ¿Luzco como una de esas chicas que escriben su número en los cubículos de los baños públicos?"

Pero eso no era lo raro, con el tiempo pudo captar una mirada diferente en él cada vez que lo encontraba mirándola, no era esa misma sonrisa que le dedicaba a las otras chicas, ni tampoco esa sonrisa juguetona con la cual se presentaba ante todos, ella no podía descifrarlo.

Ella lo miraba y él giraba su vista hacia ella, sí, era totalmente diferente, el chico no poseía esos rasgos infantiles que traía consigo cada vez que lo observaba por otras personas, no tenía la intención de burlarse de ella con ese tono infantil, esa manera que siempre ocupaba con sus amigos, era otra la situación.

Se dio cuenta de Atsumu actuaba de formas muy diferentes dependiendo a quien tuviera frente a él, y lo verificó tiempo después, era algo un tanto vergonzoso recordarlo, era su espacio personal después de todo.

Ella nunca lo habría pensado, y estaba segura que las otras chicas tampoco lo pensarían de él, pero luego de meditarlo durante las noches, todo cabía, porque el chico era grosero con las chicas y parecía burlarse—no en el sentido negativo—de ella en cada oportunidad que tenía.

Atsumu solo la miraba con una sonrisa algo burlesca en sus labios, y en el fondo lo sentía, él la estaba desvistiendo con la mirada mientras su hermano le hablaba sobre algo que no lograba escuchar, ella solo miró con nerviosismo al chico a su lado, Suna, buscando ayuda, pero él ni siquiera parecía estar en ese mundo.

Entonces se encogió en su lugar como siempre, tratando de tapar su piel lo más que pudiera, como siempre que él la miraba.

Inútilmente trataba de buscar refugio y tranquilidad en su ser cada vez que entraba y se sentaba en su silla, era algo extraño hacerlo ya que Atsumu tenía su pupitre atrás de ella y lo único que hacía durante toda la hora era picar constantemente la punta del lápiz en la espalda de la chica, como siempre.

Llegó a la conclusión que en el fondo Atsumu era—probablemente—una de las personas más maleducadas que ella haya tenido la dicha de "conocer", era un desvergonzado de primera y le hacía pensar que no conocía el pudor, lo decía ya que había visto los halagos ocasionales que siempre soltaba a las demás personas con tono infantil, con el que usaba siempre para burlarse de sus amigos o alguna otra persona, pero con las chicas era diferente, con ella era totalmente diferente.

— Esa falda está muy bien — farfulló desde atrás, y ella solo escucharía lo que tenía que decir, porque desgraciadamente él todos los días tenía algún piropo fuera de lugar o con doble sentido para susurrarle desde atrás — Y esas pantys te sientan perfecto — se iba a negar a seguir escuchando, pero él encontraría la manera de hacerlo saber, trataba de huir pero era imposible, él bloqueaba sus salidas de escape, y el petulante e infantil—distorcionadamente infantil—tono de voz que usaba para soltar aquellas palabras no la ayudaba — Pero me parecen más lindas tus bragas — y ella se atragantó con su propia saliva mientras su rostro comenzaba a tomar un color más rojizo.

Él era un descarado y definitivamente no conocía el pudor. Fin.

Se atrevió a mirar de reojo hacia atrás, justo en la esquina mientras se acercaba a la puerta.

Y lo que vio hizo erizar sus vellos, el chico sonreía más que nunca, una sonrisa inocente disimulando cada rastro de aquellas palabras inapropiadas que había soltado segundos antes.

Su mente trataba de huir cada vez que se lo encontraba en algún pasillo solitario, sin embargo su cuerpo la traicionaba, ella caía en sus ojos y se daba cuenta que él no la miraba de forma grosera como a las chicas, ni tampoco con una amabilidad falsa o con hipocresía, (N) sabía que no la miraba así.

Aunque habían pasado muchas semanas, aún no podía descifrar la mirada que le dedicaba mientras la tocaba.

Ella sentía la necesidad de regañarlo, pero solo salía de sus labios su nombre entre silenciosos jadeos, pero después de todo era estúpido, sería una estupidez quejarse del tacto que cada día deseaba con más ímpetu.

Ella dejó salir por su boca un pequeño suspiro mientras dejaba que moviera sus manos con libertad, él solo se deslizaba como siempre y ella no diría ninguna palabra, solo emitiría uno que otro suspiro como siempre.

Era caliente y lento, su mente no encontraba más palabras para describir sus manos—que no tuvieran que ver con lo enloquecida que le tenían sus largos dedos—no podía simplemente distanciarlo, era adictivo.

Se escabullía con rapidez por debajo de su falda y suéter, jugaba con su piel, la estremecía y se sentía en su delirio, en un mundo diferente.

Susurró algo rápido y él alejó sus manos.

Uno, dos, tres.

Tres segundos fueron suficientes para que ella reaccionara, corrió por los pasillos con torpeza y la respiración acelerada.

Sí, Atsumu era un maleducado, desvergonzado y sobre todos los adjetivos para describirlo, era un indecente de primera, pero aún así dejaba que sus manos se deslizaran por entre sus ropas con total libertad, porque anhelaba su cálido tacto y le encantaba la forma en que la yema de sus dedos bailaban por su piel.

[Observación personal]: Tengo claro que Atsumu se presenta como un personaje un tanto infantil, pero creo que la idea de esto se originó en cómo sería Atsumu con las chicas, una noche llegué a la conclusión que sería grosero o irrespetuoso, pero, ¿como sería si le gustara alguna chica? Bien, de ahí la idea fluyó y nació esta porquería ?¿
Digamos que esto es un lime (?) es la primera vez que escribo algo como esto, todos necesitamos algo de fanservise en la vida, ¿no? Bien, antes dije que no escribiría sobre Atsumu, pero no sé de donde se me ocurrió algo como esto y no tenía con quien escribir (no iba a elegir a Oikawa, porque simplemente no lo tengo ganas de escribir con él lol), la verdad de no querer escribir sobre Atsumu desde un comienzo, era que no lograba captar su personalidad (me caía mal, compréndanme), era muy diferente a los otros personajes, creo que ahora en adelante voy a empezar a escribir de él para practicar.

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