04. Pétalos; Sugawara Koushi
Ella solo se mantenía sonriendo frente a él, le hablaba y sus expresiones cambiaban, y él se encontraba en otro mundo, estaba pretendiendo escuchar, estaba consciente de que le hablaba, pero no captaba ni el tema, y mucho menos las palabras de la chica.
Era de una forma lírica, alguien armónica. Su voz melodiosa era su tentación, su perfume su veneno y sus sonrisas su placer.
Se vio obligado a tomar con más fuerza los papeles que tenía en su mano, sin tratar de soltar algunas palabras incoherentes.
Pero, no tenía sentido después de todo, porque si se trataba de ella, él siempre actuaba de la forma más estúpida posible, y para la fortuna de él, ella solo soltaba una risa nerviosa disimulando la pena del chico.
Ella movió el lápiz con su mano y algunos cabellos se levantaron, siguió con sus ojos el delicado movimiento en que los hilos caían sobre sus hombros.
— Siento que no me estás escuchando — murmuró la chica con el ceño ligeramente fruncido.
Miró sobre su hombro tratando de ver lo que acaparaba la atención del chico, pero ella no lo sabía, su atención estaba completa sobre su figura.
Suga farfulló palabras atropelladas seguidas de un sonrojo avergonzado que adornó sus mejillas, ella no entendió lo que quiso decir, pero aun así esbozó una sonrisa que para el chico fue deslumbrante.
— No importa, te hablaré más tarde, supongo que aun es muy temprano para ti — seguido de esa corta frase la chica desapareció con rapidez por la multitud y el pasillo.
Él a duras penas reaccionó, ya no la tenía en frente, y se veía como un estúpido parado en medio del pasillo obstaculizando la pasada mirando como los demás caminaban frente suyo.
Se sentía como un estúpido al lado de la chica, solo pudo permitirse suspirar y rascar con incomodidad la nuca pensando sobre lo que probablemente hablaba la chica.
No era raro, para cualquiera que haya visto esa escena desde segundo año, nada era raro, porque Suga actuaba de forma torpe frente a ella, y no lo era porque la mayoría actuaba así, era como si entregara razones para estar nervioso ante la chica.
Ella era enigmática y su mirada era uno de los más grandes misterios que Suga ha intentado descifrar.
Y para cualquier alumno lo era, dejaba la sensación de intriga latiendo en ti con tan solo intercambiar unas pocas palabras.
Suga pensaba que era genial, que debía de serlo, más bien le parecía una de esas chicas con aire de cool kid de las grandes ciudades, como si cualquier cosa de su vida fuera interesante y que cada día le ocurría algo totalmente diferente.
E incluso para las chicas ella no pasaba desapercibida, soltaban murmullos cuando ella pasaba, decían rumores fantásticos tras la chica, pero desafortunadamente no había forma de preguntarlo sin que sonara raro, si lo hacías ya deberías de haber sabido de antemano que recibirás una mirada mortal por parte de la chica.
Y Suga creía que tenía razón, él también se enojaría si la preparatoria comenzara a hablar de ideas locas en las que supuestamente estás involucrado.
Entonces para él, (N) era una paradoja.
No tenía amigas fijas, y al parecer tenía buenas calificaciones, pero él no sabía mucho sobre sus gustos o si asistía a aún club—y se negaba a creer en los murmullos sobre que iba a fútbol o incluso a artes.
— Escuché que planea postular a una universidad a Tokio.
— ¡Eso suena genial! Quizás, ya sabes, se encontrará con ese equipo de fútbol americano de la fiesta de año nuevo.
Miró de reojo a sus compañeras hablando de la chica, otro de los rumores, pero era difícil no pensarlo, de tan solo verla, ella tenía apariencia de una cool kid de las grandes ciudades, que salen a fiestas a lo grande, que tiene amigos por doquier, padres despreocupados y tienen aventuras absolutamente todos los días.
— Escuché que para el cierre del año escolar planea lanzarse desde un avión con un paracaídas para celebrar la graduación.
Sí, todas eran absurdas, absolutamente todas lo eran, mezclaban la realidad con la ficción y no pensaban en lo que en realidad era de la chica.
Le frustraba no saber, a pesar de hablar con ella durante el almuerzo—mejor dicho ella solo hablaba y Suga lo dejaba ser—, incluso parecía asombroso si se ponía a pensar que estaba enamorado de alguien que conocía y no lo hacía a la vez.
Suga podía hacerlo, él conocía la figura de la chica como la palma de su mano, cada facción de su rostro, el movimiento lento de su mano y hasta su apacible respiración, él podía reconocerlo, sabía que ella era alguien que no le gustaba el otoño, tampoco le gustaba la humedad y le desagradaba el cereal, él conocía cosas que a simple vista eran básicas, pero pensándolo bien, era un gran logro saber esos pequeños gustos de (N), no era como si diera la oportunidad exacta para que te hablase sobre ello.
Pero según él, eso no era suficiente, aún sabiendo esos pequeños gustos, se sentía vacío, era un vacío misterioso y ése era el porqué ella era tan enigmática.
Aún así, sus sentimientos hacia la chica eran guardados como un tesoro, a él no le gustaba, él estaba enamorado, con total seguridad podía decirlo, pero claro, solo lo podía asegurar frente a una sola persona.
Y ahí es donde entraba Asahi—la única persona que sabía sobre sus sentimientos hacia la chica—quién usualmente soltaba comentarios sobre lo imposible que sonaba y era aquello; para el chico era una locura.
— ¿Te puedes enamorar de alguien que casi no conoces? — Asahi soltó con suavidad y Suga dio un respingo un poco fastidiado.
Así eran todos los días en que caminaban por el puente, Suga podría hablar de ella y lo perfecta que era durante todo el día y aún así su amigo escucharía atento.
Suga arrancó la rosa roja entre siseos dolorosos por las puntiagudas espinas.
La extendió, el viento golpeó levemente a la rosa y algunos pétalos se escaparon de la flor.
— Imagínalo, ella es como los pétalos, se escapa y vuela con el viento, recorre y se escabulle con rapidez, se ve delicada como un pétalo — Asahi quiso replicar algo sobre el hilo de sangre que escurría de la palma de su mano, pero la sonrisa genuina de Suga lo detuvo, el chico sonreía como si hubiera encontrado un gran hallazgo.
La expresión de Asahi era de preocupación, tenía la sensación que su amigo saldría lastimado.
— ¿Cómo puedes saber que los rumores son ciertos? — cuestionó mirando a cualquier otra dirección, que no sea la cara de Suga, no quería ver su rostro con la posible respuesta que le daría.
— No creo en los rumores, ella parece ser alguien aventurera y que no se queda en un solo lugar, pero es solo sobre apariencias — respondió el chico encogiéndose de hombros como si la pregunta fuera la más fácil que se le haya presentado.
Él temía por su amigo, pero no tenía ánimos de decirlo, después de todo él nunca se tomaba enserio sus palabras con respecto a (N).
Entonces él estaba ahí, frente a (N), y Suga no sabía que decir, no tenía un tema de conversación y mucho menos su mente funcionaba para pensar en un plan aleatorio.
Se sentía inquieto bajo los ojos de la chica que robaba sus suspiros.
— Suga, ¿enserio quieres que repita lo que te dije en la mañana?, eres todo un lío — y soltó una apaciguada risa que endulzó su pecho.
Fue estúpido, fue lo único que se le ocurrió, se sentía patético, porque sabía que aunque la chica se lo repitiera tampoco tomaría la atención necesaria.
Porque él siempre se perdía en sus rosáceos labios, en el delicado movimiento de pestañas y sobre todo en su melodiosa voz.
Para Suga todo en ella era perfecto, y se sentía en otro universo a su lado, no se sentía capaz de soltar una frase coherente a su lado, pero de alguna forma ella igualmente a veces lo buscaba en el almuerzo.
Le hablaba por largos minutos y captaba frases sueltas o palabras aleatorias, él solo se permitía verla hablar, y con eso saciaba su deseo por abrazarla o besarla, y realmente le gustaría saber de que hablaba, del porqué un pequeño carmín cubría sus mejillas.
Usualmente en los almuerzos ella podía hablar sola, de cualquier cosa y él solo la dejaría parlotear, ya era un delirio tenerla a su lado y de tan solo percibir sus melodías y su embriagador perfume, era algo que no creía merecer.
— Gracias por escucharme, eres un gran amigo — ella le dedicó una sonrisa transparente y muy hermosa.
La chica enigmática, que atraía la curiosidad de todos con tan solo una mirada lo consideraba su único amigo y eso lo hacía bailar por dentro, pero también le daba ganas de llorar, y por eso mismo, cada vez que escuchaba esa frase, podía sentir como su interior se rompía en muchos pedazos.
Después de todo era un poco iluso pensar que la chica estaba enamorado de él igual, ¿no?
Entonces, Suga parecía estar en una ensoñación, la chica pasaba más tiempo con él, y ella se mantenía hablando sobre cosas que no sabía, se regañaba mentalmente y le aliviaba pensar que la chica no le preguntaba su opinión o algo sobre ello.
— ¿Es tu amigo?
Se despertó de su ilusión, la chica estaba frente a él con una escoba en su mano, y un pequeño carmín cubría sus mejillas.
Él no estaba tomando para nada de atención, como casi siempre que le hablaba, y él solo se sonrojó con fiereza notando el nerviosismo al no tener una posible respuesta tocando la punta de su lengua.
Ella giró su cabeza al otro extremo del salón y vio a Daichi ordenando las sillas.
— ¿Daichi? ¿Qué pasa con él? — murmuró Suga tratando de entender y sacar conclusiones de la poca atención que le prestó a las palabras de la chica. Pero se le hacía casi imposible, su atención siempre se la llevaba sus expresiones y movimientos deleitantes a sus ojos.
Un sonrojo pálido cubrió las mejillas de (N) y desvió su mirada al suelo sin atreverse a hacer contacto visual.
La mente Suga comenzó a funcionar rápidamente, su corazón comenzó a latir con fuerza y miedo.
¿Era lo que creía pensar? ¿Podía ser así?
— N-no importa — y el rojizo se intensificó en sus mejillas, (N) dejó con sus manos temblorosas la escoba apoyada de la pared y antes de salir por la puerta dedicó una mirada por última vez al otro extremo del salón antes de desaparecer por la puerta.
Daichi miró con una ceja enarcada la situación, Suga estaba perplejo, observó en un instante a su amigo y luego desvió su vista a lo que estaba haciendo tratando de deshacer sus pensamientos sobre una de las más raras conversaciones que había tenido con la chica.
Después de eso no la vio revolotear cerca de él hasta que pasaron dos días, ella estaba afirmada del marco de la ventana abierta mirando atenta hacia abajo con una sonrisa que para él era algo sorprendente.
Suga se acercó discretamente y miro hacia el punto, ahí abajo estaban Daichi acompañado de Tanaka y Nishinoya—quienes probablemente estaban diciendo alguna tontería ya que su amigo se reía y se mantenía con una sonrisa en su rostro.
Entonces Suga captó, el chico a pasos sigilosos se alejó sintiendo los latidos de su corazón en su garganta, y solo caminó a lo largo del pasillo deslizando su mano por la pared hasta llegar a las escaleras.
Asahi lo miró preocupado, el chico abrió sus labios con la intención de hablarle, pero la mirada de Suga fue el cerrojo de sus palabras, estaba más que claro, con una sola mirada se podía notar que se trataba de (N).
Y los siguientes días fueron el peor tormento para el chico, sentía sus emociones volar por lo alto cada vez que ella le decía algo y luego descender cuando comenzaba una nueva conversación con su amigo, porque él no era un tonto y se daba cuenta, quizás tenía razón y ella solo lo vería como un amigo, fue muy estúpido al hacerse ilusiones, ya que ella tenía ojos solo para Daichi.
Sus pestañas se movían ajetreadas solo por su amigo y él no podía simplemente ver como se desarrollaban las cosas.
Su mano viajó y con la yema tocó el dorso, era una sensación casi única para ella, mientras para Suga era un tortura y Daichi solo soltó un risa nerviosa, pero estaba casi seguro que él no se encontraba para nada incómodo, esa risa se escuchó para él como un nerviosismo falso.
Ella se percató de su toque y con rapidez apartó sus dedos como si hubiera hecho el peor crimen, y solo se permitió mirarlo de reojo con los nervios a flor de piel.
Era tan obvio y hasta Asahi lo sabía. (N) y Daichi sentían cosas por el otro y eso mataba lentamente a Suga.
Lo perturbaba la forma en que se miraban, él solo deseaba poder tener una de las miradas de la chica, era tan horrible ese sentimiento de celos.
Con el tiempo se dio cuenta de que poco a poco el sentimiento de envidia crecía de sus celos, si, Suga sentía envidia de Daichi y se lo guardaba cada vez que los miraba hablar en los pasillos.
Pero no podía hacer nada, porque ella pensaba en otra persona, y quizás siempre fue así.
Él deseaba poder dibujar una sonrisa como las que Daichi lograba dibujar en el rostro de ella, y soñaba en las noches con poder hacerlo, soñaba que tomaba su mano entre la suya y eran como piezas destinadas a estar juntas, soñaba en sus ojos como un tesoro y en sus labios como un pecado que rompería.
Y su corazón se rompió.
Se sintió como miles de apuñaladas en el pecho, sintió miedo.
Porque a pesar de que soñaba con escenarios perfectos que nunca se harían realidad, Suga olvidaba que las pesadillas igual son sueños.
Se había olvidado por completo de la realidad y solo fue consciente cuando vio sus manos tomadas, Daichi y (N) tomaban sus manos como piezas que estaban destinadas a estar juntas y cada vez que lo veía sentía una herida en el pecho, un escozor angustioso se formaba ahí, con las pocas fuerzas que tenía al respirar corrió tan rápido como pudo del lugar, se llevó la mano a la boca y tosió.
Quizás era verdad lo que le decía Asahi, su amor no era sano.
— Suga — pronunció con aflicción Asahi al llegar a su lado, pero Suga no se inmutó, solo miraba su mano con asombro y fueron pocos los segundos hasta que el castaño se diera cuenta.
Suga había tosido un pétalo de flor.
Su labio inferior tembló, aplastó con su mano el pequeño pétalo anaranjado y una lágrima resbaló por su mejilla.
— Me duele — susurró el chico llamando la atención de Asahi — Me duele aquí — con su mano hundió su pecho, justo sobre corazón y el castaño no pudo más que reprimir sus palabras, pensando si sería correcto hablar.
Entonces Suga comenzó a toser, cada vez más y más, Asahi no sabía ya que hacer, los pétalos seguían saliendo de la boca del chico.
De su bolsillo sacó un pañuelo de papel y se lo tendió a Suga, tan rápido como el chico lo tomó corrieron por los pasillos rápidamente atrayendo la atención de casi todos.
Se encerraron en el baño y ninguno de los dos habló, Suga solo tocía y Asahi se mantenía sentado en el suelo con su espalda recargada en la puerta y sus brazos rodeando sus piernas tratando de reprimir cualquier palabra.
Asahi no tuvo el suficiente valor para hablar y Suga sentía mucho dolor para hacerlo.
Asahi pasaba afuera del salón y miraba el asiento vacío, Suga nuevamente no había asistido, era el cuarto día y Daichi aún preguntaba que pasó con su amigo ya que Suga no era capaz de mirar su móvil y Asahi no sentía que fuera su deber el decirle.
Y cuando Hinata y Nishinoya le preguntaban sobre él, Asahi solo se encogía de hombros con los nervios consumiendo sus mentiras.
Eran mentiras piadosas y solo por Suga, quién lo había hecho jurar, y era el que nadie supiera sobre su estado.
Pero cuando Asahi entró a la habitación del chico casi soltó un gran grito.
Sus paredes parecían enredaderas, porque su enfermedad se había extendido y ahora escupía flores de su boca, eran unas flores con los más hermosos y puros colores en sus pétalos, sin embargo, su tallo imperfecto era el defecto de estas.
Suga sentía angustia, pero más que eso le parecía una tortura.
Señaló con su dedo tembloroso al párrafo del libro que reposaba en su escritorio.
— Hanahaki disease — lo único que pudo pronunciar el chico antes de comenzar a toser con una locura que parecía nunca terminar.
Tomó entre sus manos una flor, una hermosa flor con pétalos anaranjados y la acarició como si fuera ella.
Asahi contuvo su desesperación en sus labios, porque su amigo parecía enloquecer de amor.
Investigó, se tomó el tiempo de informarse acompañado con la tos del chico, había una forma, el Hanahaki Disease era un infección y por medio de una cirugía tenía que ser extraída, pero había un precio y es que una vez extraída la infección él ya no guardaría sus sentimientos hacia ella; Suga se exaltó y negó. Era doloroso sentir sus sentimientos oprimidos en su pecho, pero aun así quería guardarlos, porque aquellos sentimientos le pertenecían a ella.
Quizás estaba comenzando a sentirse demente, y en ese pequeño desliz de demencia era capaz de dejarse morir por amor.
— Dame unos días — susurró el chico de cabellos grises ocultando su semblante lastimero entre sus piernas.
Asahi no podía esperar mucho tiempo, porque la culpa de haberle mentido a sus compañeros de equipo lo consumía de a poco.
Suga miraba el cielo mientras sostenía los vivos pétalos de flor, un color tan vivo como sus sentimientos, y luego estaba su tallo un tanto áspero como el dolor que sentía en su pecho.
Quizás ella es tan hermosa y vivaz como los pétalos taciturnos que expulsaba de su boca.
Eran unos sentimientos tan fuertes, se veían hermosos, lastimaban como el tallo de la enredadera, tal vez eran torpes como ellos.
Una lágrima resbaló por su mejilla esperando que la siguiente nunca saliera.
Esa noche se acompañó de la luz de la luna, mientras sostenía el gran ramo que nunca recibiría ella, era un ramo a base de sus sentimientos.
Entonces él estaba en la camilla y se sentía nervioso, lágrima tras lágrima se deslizaba por el rabillo de sus ojos, no era capaz de evitarlo, de tan solo pensarlo le dolía.
Solo pudo pronunciar unas cortas palabras a su madre. Por favor, no muevas nada de mi habitación.
Ella asintió con lentitud mientras su mente se calmaba un tanto.
Pensarlo mucho le hacía mal, y más si recordaba su deleitante sonrisa, aún se negaba a renunciar a sus sentimientos, y decidió a hacerlo por sus ganas de vivir y de poder seguir observando y añorando su sonrisa, aunque estaba consciente de que no sería igual, nada lo sería después de salir del quirófano.
Despertó, lo primero que captó con sus ojos fue el blanquecino techo característico de esos lugares y luego un olor a anestesia inundó su olfato.
Dio un respingo arrugando la nariz y escuchó el sonido de la puerta.
Giró su cabeza por la almohada y la miró, sus ojos tenían un brillo cristalizado, un sentimiento de preocupación pasó por la mente del chico.
— Estuve preocupada, cuando ya no te vi en tu asiento usual — soltó la chica mirando a Suga aún recargada en la puerta.
Suga se encogió en su camilla, y la acción no fue notada por ella, (N) miraba a la ventana como si hubiera algo que llamara la atención, pero solo eran algunos edificios.
— Los de tu equipo, ellos igual lo estaban, ¿por qué no nos dijiste que tenías un problema al corazón? — preguntó, su mano se formó un puño encima de su camisa, ella aún vestía el uniforme y le pareció raro no haberlo notado antes.
Suga se sorprendió, fue la impresión, pero ya nada importaba, no cuando la chica que horas antes estaba en sus pensamientos y sueños le hablaba y declaraba estar preocupado de él.
Sintió un vacío, faltaba algo ahí y eran los sentimientos extraídos con la infección, le parecía anormal no estar nervioso o en las nubes en ese momento en que (N) le dedicaba palabras dirigiéndose a él.
Solo sentía un vacío y ya no se perdía en sus acciones, tampoco lo hizo cuando ella tomó el valor de sentarse en la silla a un lado de su camilla, y menos cuando tomó su mano de forma amistosa la apretó, dando a entender que le estaba dando ánimo.
— Me alegro que estés bien, Daichi y los demás se alegrarán — declaró con una gran sonrisa la chica a su lado, una sonrisa muy hermosa, que por primera vez le era dedicada a él, y por unos segundos deseó poder haberla captado cuando aún guardaba sus sentimientos hacia ella.
Porque le era incómodo sentir ese vacío, quería llenarlo pero no sabía como.
Su cuerpo pedía tener un sentimiento que rellene el vacío que dejó posterior de la infección, cada vez que se acercaba, una sonrisa, un movimiento delicado de pestaña y la forma en que sus labios bailaban al hablar, ella estaba feliz de que estuviera bien y él no sabía como reaccionar ante ello, ya no se sonrojaba, ni sentía un cosquilleo en su pecho, él escuchaba atento, y le abrumaba saber que ya no estaban ahí, pero después de pensarlo por mucho tiempo, de algún modo se sintió aliviado, porque ya no sentía celos, y mucho menos envidia, la imagen de Daichi y ella ya no le era desagradable.
Cuando abrió la puerta soltó un suspiro, todo estaba casi igual a como lo había dejado aquella mañana, a excepción por las flores que requerían de agua.
Suga se encogió y con el ceño ligeramente fruncido les tiro agua, porque el conservaría esa selva en su habitación, conservaría y cuidaría de esas flores como recordatorio de los hermosos que alguna vez fueron sus sentimientos hacía ella.
Porque esta vez ella era un pétalo, más que un pétalo un gran floral que crecía en su interior, las flores simbolizaban el amor más delirante y puro que Suga pudo sentir y por eso cada mañana regaba sus raíces para mantener vivo el jardín de sus sentimientos.
[Observación personal]: Siento que la forma en que narré los sucesos fue muy rápido y raro, lo sentí muy extraño pero a la vez genial, creo que es mi primera vez escribiendo casi sin diálogos, y en mi humilde opinión no me ha salido tan mal. He decidido no ocupar tanto el recurso de los diálogos y esto es porque en este one shot me centré más en el lenguaje corporal, en como los sentimientos afectan en el movimiento usual del cuerpo; considero que en vez que hacer que los personajes hablen cosas rápidas, se centren en solo observarse, describirse y analizarse, ya que al menos para mi en algunas cosas que escribo es un error ocupar tanto los diálogos cuando son innecesarios—en ese one-shot, por ejemplo sería un error—siento que es como forzar a que hablen y hace que se vean tan vacíos, así que decidí que en este caso Suga leyera a rayita, sus facciones y actitudes, porque el cuerpo humano es una máquina perfecta, llena de sentimientos que puedes aprovecharlos hasta en el lenguaje corporal; ahora con respecto a la enfermedad ficticia que es el Hanahaki Disease, al principio no iba a usarlo, de hecho iba a usarlo en el one shot de Kenma o Akaashi (aún no me decidía), pero lo pensé por varios minutos y me di cuenta de que era mejor usarlo con Suga porque consideré que lo podría aprovechar más aún este tema si fuera con él, además desde que empecé con este libro tenía ganas de escribir sobre este nene bc es mi husbando (yei) ksjd así que se puede decir que estoy convencida, me gustó escribirlo y jugar con los sentimientos de este OS, mi intención era que sea algo triste y no sé si salió, esperaré alguna opinión con respecto a ello.
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