02. Manos; Oikawa Tooru
i.
La chica miró con cautela al pequeño insecto que se cernía entre los tulipanes de color fucsia, sus ojos poseían un brillo especial y una sonrisa abierta estaba en sus labios.
Observó las pequeñas alas de la mariposa, una hermosa combinación de negro, naranjo y amarillo.
Se acercó lo suficiente como para atrapar al pequeño animal en el frasco de vidrio, pero nunca pasó.
Más bien huyó con tranquilidad mientras el balón caía en los tulipanes haciendo que ella se asustara mucho, se llevó una mano al pecho sintiendo su corazón ir rápido.
— ¡Lo siento mucho! — y esa fue la primera vez que lo vio, sus ojos eran de un inconfundible color chocolate que hacían juego con sus cabellos desordenados y esa sonrisa traviesa en sus labios — Me llamo Oikawa Tooru.
Y le tendió su mano, la niña que anteriormente estaba hincada tomó con cortesía su mano presentándose, una mano cálida y amigable, como un pequeño rayo primaveral.
— ¿Y qué hacías, (N)-chan? — y luego de su pregunta ella murmuró un pequeño "no me digas así".
— Veía mariposas, y acabas de ahuyentar una — dijo con rapidez la chica.
Estaba enojada, no lo iba a negar, se había encontrado con una gran cantidad de animales diminutos antes y esa mariposa era la primera que veía tan de cerca.
En el rostro del chico se formó una mueca — Ya veo, suena aburrido.
(N) se indignó al escuchar sus palabras, pensó que en primer lugar no debería de estar hablando con un niño que había arruinado su investigación.
La chica se acercó al balón y la lanzó hacia él chico antes de tomar sus pertenencias.
En ese instante algo en la cabeza de Oikawa se iluminó.
— ¿Quieres jugar conmigo?
La chica lo miró con duda sin modular una respuesta, y el castaño no esperó más arrastrando a la chica del brazo.
— ¿Y qué jugaremos? — la chica se detuvo y Oikawa la miró con la sonrisa más grande que la chica haya visto en su vida.
— Voleibol.
El niño se alarmó al ver la mueca en el rostro de la chica, no quería quedarse solo de nuevo, al parecer había espantado a todos sus vecinos con su propuesta, e incluso a Iwaizumi quién solo le cerró la puerta en su cara, de todos modos pensó en el momento que ninguno valía la pena.
— Preferiría seguir viendo insectos — (N) comenzó a girarse sobre sus talones con la intención de irse dónde estaban los tulipanes.
— ¡Espera! — gritó el niño desesperado enroscando su pequeña mano en el brazo de ella, nuevamente ese tacto cálido. Oikawa estaba empezando a pensar que necesitaba más amigos que les gustara el voleibol — Al menos podrías quedarte.
La chica asintió con la cabeza no muy convencida de su propuesta y se sentó en la banca observando al chico.
— ¿Sabes jugar? — sus cortas piernas se balanceaban en vaivén mientras veía al niño maniobrar con la pelota.
— Más o menos — y en un descuido la pelota cayó fuerte sobre su cara.
La niña no disimuló su risa, las fuertes carcajadas no se hicieron esperar y él niño se sintió terriblemente avergonzado.
— ¡D-deja de reírte! — gruñó de la forma más tierna posible, aún así ella no podía contenerse y menos sentirse intimidada de alguien con el rostro rojo de vergüenza.
— ¡Qué bruto eres!
— Inténtalo si puedes.
Ella enarcó una ceja desafiante, más no se levantó de su asiento, no tenía ganas de aprender voleibol y si fuera sería para tomar la pelota y estamparla en la cara de él.
Esquivó la mirada del chico y él tenía de nuevo ahí una sonrisa traviesa mientras murmuraba un "eso pensé" que la chica lo escuchó con claridad.
— Serás el peor jugador de voleibol — masculló ella con el enojo picando poco a poco.
Oikawa se ofendió mientras la miraba desafiante — ¡Eres una pesada!, ¡Ya verás que seré el mejor!
No hablaron el resto del día, pero en los días siguientes ella pensó que el niño tenía graves problemas y necesitaba con urgencia amigos, porque no entendía cómo terminó con Oikawa Tooru persiguiéndola con balón de voleibol entre los tulipanes fucsias.
ii.
La chica miró de reojo a su amigo y luego al cielo que comenzaba a tomar tonalidades grises, temía que pronto cayeran gotas de lluvias ya que sin darse cuenta el frío estaba apareciendo.
Pero el chico estaba ahí, levantaba la pelota constantemente casi sin ningún esfuerzo, era como un ciclo, parecía tan concentrado que la chica no tenía ganas de hablarle.
— ¡Va a llover, ven! — le gritó la chica desde la puerta.
Oikawa la miró lentamente con el balón entre sus dedos, y ella tenía en la pantalla de su celular el número correcto.
Él miró con el ceño fruncido al asfalto, y (N) se sintió cohibida de su expresión.
— (N)-chan, ¿soy una mala persona? — ella se tensó recordando las cautelosas palabras que le había dicho Iwaizumi hace unos días.
Después de aquello no había sido capaz de mirar a su amiga a los ojos, se sentía mal de lo que pudo haber hecho y creía que ella lo miraría de otra forma si se lo contaba.
Pero Iwaizumi fue más rápido y no dudó en hacerlo, la primera reacción fue sorpresa y luego un poco de pena.
Había visto a Oikawa desde pequeños, él se esforzaba por ser el mejor, había visto tantas lágrimas, había visto la primera vez que perdieron contra Shiratorizawa, la primera vez que entrenó solo en el patio de atrás con el rostro lleno de lágrimas, y ya no lo culpaba por ser impulsivo.
Ella creía saber el dolor que debía de sentir al ver al chico de primer año, siendo alagado, y sabía que la diferencia entre ambos era mucha, porque ese kouhai poco a poco estaba acaparando toda la atención que a Oikawa tanto le costó reunir.
— Claro que no, tonto — (N) se acercó rápidamente a él y lo tomó de los hombros — Para mí es imposible compararte con un prodigio.
Él la miró sorprendido y se sintió avergonzado.
Dejó caer el balón al suelo mirando de una forma inexplicable a (N).
— Me sentí celoso — confesó tratando de no dejar caer sus lágrimas, no quería que ella lo mirara llorar nuevamente — Me sentí tan celoso de él, mientras ellos lo miraban creí que se desharían de mi — a ese punto solo miró su mano, con la cual planeaba pegarle al prodigioso chico.
— Por esas cosas eres un tonto — escupió rápidamente ella rezando por que el chico no comenzara a llorar — Debes creer en tu propia fuerza y al menos no lo hiciste.
Él estaba cabizbajo y sus hombros temblaban un poco.
— Lo siento.
— ¿Porqué te disculpas conmigo? Debes ir a decírselo a él.
(N) tomó las manos de Oikawa entre las suyas, no eran las manos cálidas a las que estaba acostumbrada, eran unas manos rojas y frías, rojas de dolor y frías de remordimiento.
— No debes de sentirte amenazado del talento de los demás, construye tu propia fuerza — susurró mirando las pequeñas lágrimas que resbalaban de las mejillas del chico.
Y ella no espero que él le respondiera algo, Oikawa solo escondió su rostro mirando hacía el suelo mientras permitía que ella acariciara sus manos.
iii.
Cambió la página del viejo libro frente a ella mientras movía su pie, Oikawa veía a la chica feliz y eso lo agradecía de verdad, ya que cuando les anunciaron a los de primer año que se avecinan los exámenes pensó que se pondría nerviosa, al igual que cuando cursaron primaria.
Le dio un mordisco al pan de leche que tenía en sus manos con el marcador en mano.
Oikawa se inclinó sobre su asiento mirando sobre el hombro de la chica lo que leía.
"Insectos" tal vez menos que insectos eran mariposas, pero para él—aunque ella se lo pasara repitiendo—las mariposas no eran más que otro grupo dentro de la gran familia de los insectos.
Estiró su brazo y alcanzó un pedazo del pan de leche que la chica mantenía en su mano.
— ¡Maldito ladrón! — se giró de su asiento enojada y frente a ella estaba Oikawa sentado mientras masticaba lo que acababa de robar.
— Así no hablan las damas, (N)-chan — le dijo con su tono travieso el chico frente a ella.
Y ella casi le dijo que las damas tampoco se ríen como hienas cuando Iwaizumi le lanza un balón en la cara, sin embargo se quedó callada.
— Pero me queda un poco, ¿lo quieres? — el castaño miró adentro del envoltorio y ella tenía una mueca de desagrado.
— No, ya no quiero nada — y se dio vuelta mirando al frente.
Oikawa se levantó de su asiento caminando unos pasos hacia ella y desde arriba miró como marcaba con un marcador una línea del párrafo.
— ¿Y lo pensaste? — llamó la atención de la chica, ella le lanzó una mirada indiferente.
Oikawa pensó que se enojó por haberle quitado su pan de leche.
— Lo hice — (N) cerró su libro con el marcador dentro y se levantó al igual que él — No lo haré.
Y la sonrisa de Oikawa desapareció.
— ¿Por qué no? ¡Deberías de ser nuestra mánager! Al menos un mes — y ella previó que el chico actuaría así, soltó un suspiró cansado.
Se había quedado estudiando hasta tarde la noche anterior, ella realmente envidiaba la forma en que Oikawa podía trasnochar y despertar al día siguiente animado y fresco como siempre.
— Estoy agobiada con tantas tareas y exámenes — respondió guardando sus manos en los bolsillos.
— Podrías intentarlo.
Ella lo miró unos segundos, definitivamente Oikawa Tooru brillaba más que nunca ese día.
— Pienso que si fueras nuestra mánager podríamos incluso fortalecer nuestros lazos de amistad — dijo refiriéndose a Iwaizumi y ellos dos.
Desde principio del año Oikawa la seguía a todos lados mencionando lo mucho que debería de ser la mánager del equipo masculino de voleibol, y ella realmente no estaba muy entusiasmada por ello, de hecho agradecía a Iwaizumi cada vez que le lanzaba una mirada cómplice y luego hacía callar al castaño.
— No quiero — y se sentó en su asiento ante la perspicaz mirada del chico.
— Entonces te obligaré — advirtió un tanto dolido por la respuesta de su amiga.
— Aunque me obligues tampoco lo haré — ella pasó la yema de sus dedos sobre la tapa del libro y a ese punto Oikawa ya tenía el ceño fruncido.
Se cruzó de brazos y la miró desafiante — ¿Me dirás de verdad porqué no quieres serlo?
Y estaba ahí de nuevo su mirada indiferente, la verdad Oikawa nunca había visto a (N) apasionarse por algo, sabía que le gustaba la naturaleza y los animales, pero sorpresivamente ella no asistía a ningún club, ni tampoco a clases particulares de cualquier cosa que suelen hacer las chicas—piano, violín o ballet—de hecho estaba empezando a pensar que lo primero que hacía al llegar a su casa era tirarse encima de su cama y quedarse ahí por horas.
— Tengo cosas más importantes que hacer — y volvió a tomar su libro abriéndolo en la página correspondiente.
— ¿Cómo qué? ¿Observar animales? Eres aburrida — Oikawa afirmó sus manos en sus caderas ante la mirada un tanto enojada de la chica.
Sin lugar a dudas Oikawa parecía que algunas veces no poseía ningún filtro.
— No porque sean cosas que a ti no te gusten significa que sean aburridas para todos.
— Si sigues así nunca tendrás un novio y te quedarás sola con mil gatos — una respuesta inocente, pero para la chica fue la gota que derramó el vaso.
Con rapidez tomó el libro y con la parte dura lo aventó en la cara del muchacho.
— Y tú te quedarás sin amigos si sigues.
— ¡Qué cruel eres!
Y seguido de eso se acercó a la chica y la abrazó con fuerza aún siendo consciente de la fuerza que ella ejercía para separarse.
iv.
Después de la conversación de principio de año (N) realmente se dignó a hacer alguna actividad productiva, eligió el piano y cuando ella le mencionó que conoció a alguien que le llamó la atención, no le prestó mucho interés, sabía que la chica era alguien que cualquier cosa le llamaba la atención.
Pero una vez que los vio juntos, el primer pensamiento que tuvo fue que ellos dos no solo serían amigos, y eso picaba en su mente durante día y noche, no sabía qué era lo malo de esa situación.
Lo conoció y el chico era alguien amigable, no era un deportista, era un pianista, era alguien con un carácter noble y pacífico, tenía las buenas palabras pegadas en el paladar y Oikawa supuso que eran por influencia de su familia ya que frente a sus ojos tenía apariencia de un chico rico.
Quizás le disgustaba un poco el hecho que ella sonriera junto a él, no.
Tal vez el problema eran las manos, las pequeñas manos de ella viajaban ocasionalmente por su brazo e incluso por las yemas del chico.
Él los veía y ella sonreía cada vez que el pequeño roce entre sus manos iba y venía, era algo empalagoso para su vista, pero no podía hacer nada.
Oikawa tenía una lucha interna, por más que lo deseara no podía odiar al chico, era alguien tan amigable y carismático.
No le gustaba la manera en que la chica hablaba de él, pero se guardaba todas las palabras al recordar que ella tuvo que aguantarlo a él y sus conversaciones que únicamente eran sobre voleibol.
(N) movía su brazo en vaivén mientras comenzaba a caminar en la dirección opuesta y Oikawa soltó un suspiro, ése día ella tenía de nuevo clases de piano.
— ¿Te molesta? — él se sorprendió ante la repentina pregunta del chico.
— No lo sé.
Iwaizumi miró a ambos lados antes de cruzar la calle — Yo si lo hago, hay algo en ese chico que me parece tan falso.
Entonces se dio cuenta de las palabras de él, quizás era verdad. Aunque no podía decir una opinión estrecha sobre el chico ya que solo se habían cruzado pocas veces y hablaron una que otras palabras llenas de información que en ese momento Oikawa lo veía innecesario. No podía decir una opinión personal y muy profunda sobre el chico, pero ya que Iwaizumi le dijo eso, él se dejaría llevar por sus palabras.
Así que sí, para Oikawa Tooru ese chico rico era molesto.
— No sé que le encuentra (A) a él, quizás solo le atrae porque sabe tocar piano — murmuró el pelinegro y ese simple comentario hizo que algo en él se alarmara.
Oikawa solo sabía sobre algunas sesiones de piano y sobre lo bien que lo hace, pero con él nunca habló sobre esas cosas, ¿acaso no tenía la suficiente confianza?, se sintió mal.
Y se sintió aún más mal cuando fue al recinto y vio al chico tocando el piano, emitía unas melodías hipnotizantes y luego estaba (N) entre sentada e inclinada sobre el piano, mirando al chico con admiración con una gran sonrisa se extendía sobre su rostro.
A Oikawa le hubiera gustado decir que ella le dedicaba esas sonrisas igual a él.
Se sintió derrumbado cuando ella se sentó al lado del chico y dejó que guiara sus manos por las teclas del gran piano, el chico tocaba sus manos con total libertad y ella tenía un pequeño carmín pálido en sus mejillas.
Oikawa pensó que cuando pasaba con él, al mínimo roce ella se exaltaba y alejaba sus manos inconscientemente, pero con ese chico, ella dejaba que tocara sus manos sin ningún apuro.
Dejaba que sintiera su tacto y su tenue calor.
Sin embargo, sus tiempos de disgusto no duró mucho, al poco tiempo (N) volvió como se había ido.
Ella descubrió que el pianista tenía una novia y era muchas veces más bonita y genial que ella.
A (N) le dieron ganas de llorar cuando lo supo, y simplemente no podía compararse con una chica tan elegante y hermosa como la muchacha.
En cambio Oikawa se sintió más aliviado de saber esa información y pudo volver a concentrarse en sus entrenamientos.
v.
Era una tarde lluviosa, ésa misma tarde se disputaba el partido de Shiratorizawa contra Aoba Johsai.
Oikawa sentía tan frías sus manos, faltaba algo en ese ambiente y cada vez que miraba hacia las gradas lo sabía, sentía algo picar ahí, un inquietante disgusto que permanecía desde que comienzo del partido.
Sus manos estaban frías, necesitaba aire y su cuerpo estaba caluroso de tanto moverse, y aún así no podía explicar el porqué de sus manos estaban tan frías.
Sentía que algo faltaba en ese ambiente, no, simplemente lo ignoró durante todo el partido, lo ignoró cuando realizó su saque, y lo ignoraba cada vez que escuchaba los gritos de la barra de Seijoh en las gradas, ahí faltaba ella y mientras trataba de concentrarse en el partido no paraba de mirar a las gradas buscando su figura.
De pronto sintió una palmada fuerte en su espalda, sabía que era Iwaizumi.
— Mejor concéntrate en el oponente que tienes al frente — le dijo antes de oír el silbato, el tiempo muerto había terminado.
Y miró de nuevo hacia las gradas antes de entrar a la cancha y tomar su posición.
Ella lo había olvidado y corría tan rápido por las calles desoladas de Sendai que nadie se atrevería de transitar con ese viento traicionero.
Cuando cruzó las puertas de vidrio y ver el rostro preocupado de Iwaizumi lo supo, Seijoh había perdido igual que la última vez contra Shiratorizawa.
Estaba sentado en una banca de un pasillo solitario, (N) suspiró antes de acercarse al chico.
Se hincó frente a él y posó sus manos en las rodillas del chico.
— Llegaste — fue lo primero que dijo al verla y luego se fijó en sus ropas, ella estaba empapada
— Debió de ser agotador — susurró mirando al chico a los ojos.
Oikawa apretó sus manos y de pronto sentía unas ganas inmensas de llorar.
Porque siempre pasaba a su lado, cuando quería hacerse el fuerte, siempre terminaba llorando y siendo consolado por la chica. Siempre a su lado terminaba derrumbándose.
No podía evitarlo, ella no sacaba la mejor parte de él, pero si podía ser él mismo a su lado, hacer cosas que muchos lo juzgarían y decir cosas que solo ella comprendería. Podía sentirse libre junto a (N).
Ella tomó sus manos, y ese suave tacto era lo necesario, lo que necesitaba, sus manos estaban tan frías en su ausencia y ella revivía ese pequeño fulgor.
Ella le acarició la espalda mientras dejaba que llorara en su hombro, (N) no conocía el agrio sentimiento de ser derrotado, pero creía que debería de ser fatal, el tan observar a sus dos amigos, totalmente destruidos, ¿a eso se le llama esfuerzo en vano?
— Lo siento por llegar tan tarde — susurró ella mientras pasaba una mano por su espalda y la otra la mantenía firmemente con las heladas manos de Oikawa.
En el fondo agradeció un poco el que haya llegado tarde, le hubiera dado vergüenza ver su rostro justo en el momento de perder.
Ella tomó entre sus manos las manos de él y las acarició, igual que en el patio trasero de su casa, al igual que cada vez sus emociones se salían de control.
Unas manos frías en ese momento que poco a poco iban tomando calor, al igual que sus sentimientos. Se sentía mal, pero al lado de ella todo podía ir bien, la tormenta desaparecería y el arcoíris se dibujaría en el cielo que poco a poco se despejaría.
Ella era como un pequeño fulgor en la noche, como una luciérnaga en la oscuridad, eran tan pequeños los gestos que en él eran suficientes para calmarlo.
vi.
Ella estaba sentada y mantenía el rostro en alto, parecía estar muy seria y se le hacía imposible no mirarla junto a las luces artificiales.
Y luego miró sus manos, temblaban, no sabía si era de emoción o tal vez de nervios, de hecho antes de sentarse había hablado con Iwaizumi y según él (N) parecía ansiosa.
Bajó su vista mirando al suelo.
Sentía muchas emociones acumulándose en su interior, no sabía cómo explicar el sentimiento que brotaba, tenía miedo de seguir creciendo.
Algo dentro de él decía que debía de seguir a la universidad, pero a pesar de ello no quería hacerlo, la miraba y deseó poder detener el tiempo, o a lo mejor haber sido más valiente y quizás se hubiera declarado desde antes.
Deseó ser más valiente con todas las cosas que se trataban sobre ella, era algo vergonzoso para él decir que nunca fue valiente a su lado y ella lo hacía pensar en muchas cosas.
Ahora mientras el director solo hablaba, podía oír algunos sollozos de sus compañeros, sollozos sin lágrimas y debía de admitirlo, él mantenía atascado en su garganta sollozos que preferiría soltarlos después de la ceremonia.
Le resultaba muy triste el hecho que tuviera que separarse de sus amigos que hizo durante la preparatoria, en poco tiempo iría a la universidad y sintió que no lo disfrutó como pudo.
Y solo podía permitirse verla, sus ojos brillaban y su rostro se veía tan seguro de todas sus decisiones, pero nuevamente miró las manos temblorosas que se convertían en puños, si no estuvieran en la ceremonia sin lugar a dudas se hubiera levantado y tomado sus manos, le hubiera gustado calmarlas al igual que ella lo hacía con las suyas.
En un movimiento torpe la vio caminar, había sido llamada y Oikawa pudo jurar que su sonrisa pudo haber iluminado todo el lugar, incluso más que las luces que iluminaban la estancia.
Caminó afuera, a pasos lentos tratando de encontrarla, ella se escabullía muy bien.
— Ahora somos graduados — ella caminó a su lado con una sonrisa taciturna y sus ojos se veían cristalizados.
Se sintió un poco insensible; antes Oikawa no mostró más que una pequeña sonrisa melancólica en su rostro, mientras que sus compañeros lloraban a más no poder.
Una pequeña brisa azotó sus cabellos y un escalofrío pasó por su columna.
— ¿Te irás a Tokyo? — él asintió rápidamente con la cabeza sin tratar de soltar lágrimas, mientras estaba acudiendo al llamdo se prometió que no lo haría más cuando estuviera al lado de ella.
— ¿Vendrás conmigo?
(N) miró al suelo un poco apenada y algo dentro de Oikawa se alarmó, en último momento estaba pasado algo.
— No logré postular a una buena universidad en Tokyo — dijo la chica tratando de arreglar sus cabellos desordenados.
— ¿A dónde iras?
— A Saitama.
Y luego hubo un silencio que fue roto por el silbido del viento, y como la chica sabía de sobras, Oikawa fue el primero en hablar.
— ¡Se supone que iríamos los tres a ver un departamento en Tokyo! — refutó el castaño acercándose más a (N).
— Lo sé y yo también estoy mal, pero nos podemos ver en vacaciones — propuso la chica tratando de sonreír, pero fue imposible, un pequeño sollozo se escapó de sus labios.
(N) no quería separarse de sus amigos, pero en ese momento tenía que salir del cascarón, tenía que crecer, viajar y estudiar para ser alguien en la vida, nunca pensó que se alejaría de sus dos amigos.
— Mañana me voy al amanecer a ver un departamento allá — siguió ella tratando de decir lo que tenía preparado desde antes, pero su garganta se sentía seca y hacía un gran esfuerzo para que su voz no saliera rota.
Y sin saberlo con cada palabra que salía de la boca de ella su corazón se aceleraba cada vez más.
Se sentía un poco roto, sentía tristeza, sentía nerviosismo y sobre todo pena.
Miro las manos de la chica, temblaban igual que en la ceremonia.
Se acercó más a ella y las tomó entre las suyas, al igual que lo hacía ella cuando trataba de calmarlo.
Y (N) pudo percibir nerviosismo, mucho nerviosismo en sus manos, en ese instante las palmas del chico estaban calientes y las yemas frías, era una combinación extraña.
Ella lo vio como una última oportunidad.
(N) deshizo el agarre de sus manos y cerró el espacio entre ambos posando sus manos en la nuca del chico.
Oikawa reaccionó tan lento que se reprendió por ello y lo único que logró hacer fue colocar sus manos en las mejillas de la chica, deseando que el tiempo se parara, deseando poder haberse dado cuenta antes de sus propios sentimientos.
Era un beso cálido y lleno de lágrimas, un beso que nunca olvidaría.
(N) tocó las manos del chico que se encontraban en sus mejillas y cuando se propuso a hablar, Oikawa ya había tomado la palabra del momento.
— Te amo demasiado.
Sus cálidas manos acariciaron sus húmedas mejillas secando el rastro de las gotas saladas. Sus manos viajaban con tacto de amor, porque ella estaba segura que sus manos eran la única parte de su cuerpo que nunca mentiría.
[Observación personal]: Creo que nunca me había sentido tan inspirada, esto es lo más romántico que he escrito (si se le puede llamar romántico a esto já), me siento muy orgullosa por el resultado, antes de escribir había ordenado todas las ideas y estaba nerviosa, tenía miedo de estropearlo, porque en mi mente suena mejor pero cuando escribo las ideas me salen mal *cries*. Lo que quería dar a entender con este one shot era que las manos de Oikawa reflejaban sus verdaderos sentimientos o algo así, no sé si salió, déjenme sus opiniones para saber si les gustó o algo, enserio necesito una opinión.
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