𝘾𝙖𝙥𝙞́𝙩𝙪𝙡𝙤 𝙤𝙘𝙝𝙤: Noche de desfile
Detrás de bambalinas
Sesshomaru
A mi no me apetece estar aquí pero estoy. Apenas se han puesto uno de los vestidos y ya lo rompieron; es increíble la incompetencia de estas modelos estúpidas.
Ahora sé que es cierto el dicho ese de las reinas de la moda: "sólo sirven para tener cuerpo y belleza, lo demás es pura ignorancia". Me lo acabo de inventar y suena bastante bien, lo diré en mi discurso luego del desfile.
Termino de coser la tela del vestido. La chica no para de pedir disculpas y rogar por no despedirla. Obvio que no la voy a despedir, no esta noche. Mañana tendrá una carta de despido y su currículum arruinado. Me encargaré personalmente de acabar con su carrera.
—Te va a costar caro esto... — susurro colocando la aguja en mi boca.
Me levanto y camino hacia mi camerino personal. La nueva asistente entra sin tocar y me entrega una botella de wishky junto con una vaso con hielos. Acabo de perdonarla por entrar sin avisar sólo por traerme la bebida.
Destapo la botella y me sirvo. Camino hacia el sofá al final de la habitación y la observo. Ella me muestra la pantalla de la tablet la hora. ¿Me vio la cara de adivino?.
—¿Qué pasó ahora?.
—La señorita Higurashi aún no llega y ella es una de las primeras en salir.
—¿Estás bromeando, cierto?.
—Ojalá no fuera así, señor Taisho. — apaga el aparato y me mira seria.
Aprieto mi tabique nasal con los dedos y suelto un gruñido.
Kagome. Te. Voy. A. Matar.
—Vete. — ella de inmediato se va. Busco mi celular en mi bolsillo del pantalón y lo extraigo.
Camino en círculos por todo el camerino con el teléfono puesto en el oído. Le he marcado 4 veces seguidas y ella no responde. Estoy alterándome, mi paciencia se está drenando y si me encuentro a alguien parecido a ella juro que asesino a esa persona.
La puerta de mi camerino se abre y entra Kagome. Está agitada y sudada. Apago mi celular y la miro.
—Había... Tráfico.
—Hija de puta... ¿Que coño haces aquí?.
—¿Hoy no es el...?
—¡Sales en 15 minutos, Kagome! ¡Vete a cambiarte! ¡Vamos, vamos!. — la empujo fuera de ahí y cierro la puerta otra vez.
Paz. Lo que necesito ahora mismo es que la paz llegue a mi sistema, calme mi alma y me vuelva una florecita en medio de un campo verde.
—Señor, una modelo a roto el escote de uno de los vestidos VIP.
Ahora soy una flor en medio de un campo ardiendo. ¿Alguien puede hacer que esto mejore o que por lo menos acabe conmigo?.
Salgo de la tranquilidad de mi camerino y sigo a la chica. Veo el vestido con la tela del escote algo desgarrada y los rubíes esparcidos en el piso. Miro a la muy hija de la gran puta que ha hecho esto y le señalo con el dedo.
—Comienza a rogar y arrodillarte pidiendo perdón. Ahora mismo estás en mi lista negra.
Su cara se pone pálida y se arrodilla en el piso a pedirme perdón. Me traen una aguja con hilo dorado y comienzo a enmendar el desastre este. La mayor de mi suerte es que aprendí a coser gracias a que Izayoi me lo recomendó; sino ya tendría dos vestidos arruinados.
En 10 minutos ya he terminado todo. Limpio un poco el sudor de mi frente y atrapo la aguja entre mis labios. Es una pésima costumbre mía hacer esto pero ya me da igual. Me giro hacia todas las modelos, Kagome está al final siendo maquillada. Suelto un suspiro y extraigo la aguja de mis labios con la mano derecha.
—La próxima que rompa un vestido, por muy minúsculo que sea el daño, voy a acabar con su existencia de la peor manera. Y no hablo de asesinarla.
Todas ellas asienten. Vuelvo a meterme al camerino y cierro la puerta fuertemente. Me miro al espejo: creo que ya tengo ojeras de tanto estrés. Agarro la aguja y la clavo bajo mi labio. Después de estar haciendo presión sobre la carne consigo hacerme un agujerito. Al diablo si se me infecta, me acabo de hacer yo mismo mi propio piercing.
¿Ahora donde consigo un arete o algo para ponerme ahí?.
Una hora después
Discurso de despedida
Sesshomaru
Después de todo la noche salió tl y como deseaba. Los vestidos fueron comprados y ya tengo una nueva cuenta bancaria cargada de ceros. Eso es lo único que necesitaba.
Paso al frente de la pasarela. Los flashes de las cámaras comienzan a cegarme pero no importa; sólo tengo que llegar a donde está el micrófono y ponerme a hablar como loro por un rato. Luego me iré y dormiré todo lo que no pude dormir en semanas.
—Buenas noches a todos los presentes en este desfile. Antes que nada les agradezco a quienes cooperaron y ahora ayudan monetariamente al hospital para niños a afueras de la ciudad. Les agradezco eso de corazón. — los aplausos comienzan a resonar en toda la sala. —La nueva colección es una de las que más trabajo me han dado. Tuve algunos contratiempos, lo admito, pero gracias al esfuerzo de mis trabajadores y la ayuda del público logramos una noche perfecta y supongo que inolvidable.
Los aplausos vuelven acompañados de gritos de alegría. Suelto una pequeña sonrisa. Me giró hacia atrás y le hago una señal a mi asistente para que me traiga un vaso de whisky. De veras necesito el alcohol en mis venas ahora.
Recibo el pequeño vaso cargado de hielitos y continúo hablando hasta acabarme el discurso y ser festejado otra vez por aplausos y alaridos. El vaso va por la mitad, aún puedo aguantar.
—Bien. Podemos comenzar con la rueda de prensa. Veo caras curiosas...
Y como si hubiese llamado a un montón de gallinas; los fotógrafos, camarógrafos y periodistas se juntan y se sientan el las sillas frente a la pasarela en la que estoy subido.
—Señor Taisho, ¿en qué se inspiró esta vez para crear esta colección?.
—Nada en particular. Estuve creativo.
—¿Se esperaba este exito del desfile?.
—Esperaba mucho más... Pero no puedo ser tan ambicioso.
—¿Se basa en alguna chica en específico para dibujar sus bocetos?.
—Tal vez... — le doy un sorbo al whisky.
Las entrevistas continúan el tiempo que estaba previsto. Ya casi iba a acabarse la hora y media que debía estar hablando; pero una voz hizo una pregunta curiosa que me llamó la atención.
—Su pasado es muy restringido. ¿Hay algo que nos oculte?.
Esa voz...¿Quién demonios se ha tomado el atrevimiento de preguntar algo así?.
—¿A qué te refieres?. — trato de no parecer nervioso por fuera; cuando por dentro soy un puto manojo de nervios.
—Hablo de su infancia y adolescencia. Usted no era reconocido por nadie hasta hace unos años atrás que comenzó a sonar la noticia sobre el hijo mayor de los Taisho. Apareció tan repentino...
—Soy el hijo mayor del matrimonio Taisho. Desconoces tanto de mi pasado ya que estuve la mayor parte de ese tiempo en Alemania estudiando para convertirme en lo que soy. Se acabó la entrevista...
Me doy la vuelta. El corazón lo tengo a mil por minuto y ni hablar de mis nervios. Siento que las manos me tiemblan. De inmediato flashes de cámaras me vuelven a dejar ciego y con ellos las cicatrices de mi pasado renacen. Es insoportable. Definitivamente acabaré con la carrera de esa persona.
—Su historial dice que pasó su vida estudiando, pero no en Alemania. — me quedo tieso y analizo sus palabras. —Según un discurso del propio Toga Taisho junto con usted: sus estudios los recibía en Australia.
Escucho un click y de inmediato se reproduce una grabación de ese día. El sudor recorre mi frente y las rodillas están a punto de caer. ¿Qué diablos me está pasando?.
—¿Dónde estuvo el joven Sesshomaru en todo este tiempo?. — la entrevistadora hace la pregunta en la grabación.
Estoy condenado.
—Envié desde que era casi un bebé a Sesshomaru a Australia para estudiar lo que él quisiera. — esa fue la respuesta de mi "padre".
—Mis dotes por el modelaje y el diseño comencé a explotarlos a los cinco años. Mis tutores y profesores personales allá en Canberra me ayudaron para desarrollar mi talento. Y desde ese momento comencé a estudiar para ser un diseñador o modelo en mi futuro.
—¿Hay algo que nos tenga oculto, Sesshomaru?.
Miro al frente. Sin querer activé una bomba que me mataría a mi mismo. ¿Cómo fui capaz de cometer este grave error? Las cámaras me apuntan, seguro mi imagen saldrá en los noticieros; o tal vez ya el mundo entero sabe de esto.
Camino hasta dentro del escenario. Hiperventilando y con un sin número de pensamientos azotándome. No puedo evitar en llevarme las manos a la cabeza y jalarme del cabello.
—¡¿Qué demonios hiciste?!. — Kagome me grita desde atrás. Siento el enojo en su voz.
—Estoy... acabado.
Caigo de rodillas al suelo y todo para mi se vuelve oscuro. Sólo escucho la voz lejana de Kagome pidiendo auxilio mientras mi visión se vuelve cada vez más oscura y dejo de escuchar sonidos.
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