𝘾𝙖𝙥𝙞𝙩𝙪𝙡𝙤 𝙐𝙣𝙤: Ajetreo (Part-1/2)
Sesshomaru
A veces me encantaría dejar de levantarme temprano. Disfrutar de mis 26 años de vida y andar de vagabundo en el pent-house. De veras me encantaría hacerlo. La alarma no es un problema; el problema es una maldita que se acaba de sentar sobre mi espalda y se le ha ocurrido la genial idea de saltar sobre mí.
¿Debería acusarla de abuso físico? No. Kagome es una chiquilla estúpida con la misma cantidad de capricho que de dólares. Hacer una denuncia contra ella sólo duraría medio minuto en comisaría.
-¡Buenos días, Sesshomaru! Levántate. ¡Hey! Te estoy hablando. Sé que estas despierto. Tu ceja levantada te delata.
No me puedo quejar. Antes yo era el insoportable problemático que la molestaba día y noche. Fui así de malagradecido hasta que comprendí que ella sólo quería darme una nueva vida y hacerme cambiar.
Suelto un pesado suspiro y apollo las manos en la cama. Me levanto subiendo mi cuerpo con el de ella sobre mi espalda y todo el peso lo recogen mis brazos. Escucho a Kagome reír. Hacer flexiones con ella sobre mi es algo normal entre los dos y también me sirve de ejercicio físico para calentar en las mañanas de pereza absoluta.
Termina por bajarse sobre mi y yo salgo de la cama; metiéndome en el baño y a los 20 minutos saliendo con una toalla envolviendo mi cintura. Se me vuelve a acercar, no sin antes haber dejado la ropa que escogió para mi sobre la cama, y me abre la toalla.
-Hoy te creció un centímetro. - dice.
Niego con mi cabeza. El pene por día no me va a crecer y mejor que así no sea. Me cargo buen pedazo de carne; que me crezca más hará que no me suban los calzones y no me cierre el pantalón.
-Deja de jugar y ve a prepararme algo. Muero de hambre. - le digo. Ella rueda los ojos y se sienta en el sofá cercano a la ventana que da vista a la ciudad. -¿Pasó algo que estás más temprano de lo normal aquí?.
-¿No puedo venir a verte?. - me mira sacando un cigarro.
-Seis veces a la semana ya es demasiado. - dejo caer la toalla y me voy vistiendo bajo su mirada azul. -¿Qué pasó?.
Ella exhala el humo blanco.
-Mi padre me pidió que fuera a París. Supuestamente hay unos problemas con las decoraciones para el hotel. Ni siquiera eso pueden hacer bien los franceses.
Me acerco a ella con la camisa a medio abotonar y le arrebato el cigarro. Hace una cara rara junto con puchero pero no dice nada. Le doy una calada al porro y lo tiro al suelo; aplatándolo con el pie al instante.
-Luego no te quejes de las quemaduras en tus talones. - río ante su comentario.
-¿Cuándo me he quejado?.
Kagome suspira y sale de la habitación hacia la cocina. Le sigo los pasos y veo a Mioga, mi chef personal, con el desayuno casi listo. Charlotte, una irlandesa a mi servicio, va poniendo los platillos listos sobre la mesa. Kagome se sienta y empieza a comer unas fresas con miel que estaban recién servidas. Me mira provocativa mientras se come las frutas embarradas con ese líquido amarillento.
Tiro la servillena al suelo y la miro con una cara de enojo. Ella ríe. Sabe el motivo por el cual me he puesto así.
-Que gracioso eres, Sesshy.
-Deja de llamarme así. - me inclino un poco para recoger nuevamente el pedazo de tela que tiré antes al piso. -¿A qué hora te vas?.
-Depende de la hora que tu vengas a despedirte.
Agarro una taza de café y bebo del líquido suavemente. Hoy no es un buen día para andar dando visitas: la empresa necesita de toda mi atención, debo analizar y entrevistar a las nuevas modelos que entran hoy, terminar los bocetos y visitar ese orfanato al que le estoy dando un 90% de acciones. Los niños no me gustan pero los que viven en ese lugar me dieron cierta lástima.
Aunque puedo dejar lo primero para otro día, visitar el orfanato ahora mismo y ver a Kagome en la tarde. Sería buen plan si no tuviera la agenda tan apretada como los estados que integran los EE.UU.
-Veré que puedo hacer. No prometo nada.
-¿Cuánto quieres?.
-Kagome, no es tema de dinero. Es falta de tiempo. - agarro unos huevos fritos con beicon y perejil. -El día sólo dura 24 horas y últimamente estoy trabajando 72 sin dormir. No puedo acumular trabajo.
-¿Cuánto quieres?.
-¿No entiendes, verdad?. - suspiro. -Sólo 24 mil.
-¿Tan poco?. Te estás comportando como pobretón otra vez. - ríe. Se levanta de la mesa y busca en su bolso de mano un cheque junto con un bolígrafo negro. Escribe la cifra y mete el papel en el bolsillo de mi camisa. -Te quiero a las 6:00 PM en donde siempre.
-Detesto ese lugar.
-Y yo detesto que refutes mis órdenes. - me besa las mejillas. -Al parecer tu mamá no te enseñó respetar a tus mayores. - ella ríe nuevamente mientras se va a la puerta.
-Por supuesto que lo hizo. - susurro y termino de desayunar. -Mioga, puedes tomarte la tarde y la noche libre. Cenaré fuera.
Él sólo se limita a asentir con la cabeza. Busco una chaqueta en el armario y al estar en la puerta Charlotte me entrega las llaves de mi auto junto con mi celular.
-Tenga buen día, señor.
Bajo en el ascensor hasta el aparcamiento subterráneo y quito el seguro a mi BMW M3 GTR. Por suerte el diseñador comprendió que lo quería esta vez en un tono grisáceo con detalles de líneas rojas en la parte trasera. El diseño me gusta. Había olvidado por completo venir ayer en la tarde a revisar el resultado de estar medio mes con el mecánico y el diseñador.
Me deslizo y entro al auto. Tiro el celular al asiento del copiloto y enciendo el motor. Adoro ese sonido. Activo la reproductora de música y dejo que la música inunde y calme mi ser mientras saco el auto del túnel subterráneo y conduzco hasta la empresa.
Empresa Taisho
Camino hasta mi despacho con Rin detrás de mí. Al entrar a mi oficina está ya Koga sentado en uno de los sofás con sus pies sobre la mesa de centro. Me acerco a él y le bajo los pies de un golpe y sigo hasta quedar sentado en la silla detrás de mi escritorio.
-¿Debo felicitarte por llegar tan puntual?. - le digo a Koga. Él ríe y escrutiña a mi secretaria con su mirada celeste. -¿Qué pasa, Rin?.
-¿Le traigo café?. No hay muy buenas noticias.
-Olvídalo. Dime que pasa.
Ella suelta un suspiro largo y coloca la tablet sobre la mesa. Muestra los bocetos VIP que hice la semana pasada con todos los detalles que necesito que tengan al pie de la letra. Algunos de dichos detalles están redondeados con un círculo rojo. Rin vuelve a colocar el dispositivo sobre su pecho y me mira algo preocupada.
-Todos esos círculos que vio son los materiales que están escasos y por ello los vestidos aún no están listos. En dos semanas es la presentación de los modelos VIP en la subasta, muchos jueces y personas de algo nivel han confirmado su presencia; sería una catástrofe si algún vestido no se presenta... Mucho más cuando ya han sido publicados en la página web de la marca...
-La mayoría son piedras preciosas. ¿No compré hace cuatro meses un cargamento de diamantes, rubíes y esas cosas?. ¿Dónde mierda se fueron?. - pregunto con algo de molestia. Detesto el retraso. Para esta semana esos vestidos ya tenían que estar la bóveda de seguridad en espera de ser utilizados ese día. Definitivamente si necesitaba ese café. -¿Y quién fue el incompetente que mandó a publicar en el internet los diseños?.
-Fui yo. - dice Koga detrás de mi con un vaso de wisky en la mano. Me giro hacia él y enarco una ceja. -No imaginé que esto pasaría.
-Se supone que soy el jefe de toda esta mierda. ¿Por qué no me contaste?. - me levanto y le arrebato la bebida. Dejo el vaso en la mesa y lo vuelvo a mirar.
-Soy el subdirector. De eso me encargo. Además toda esta semana has estado muy ocupado; no quería molestarte más.
Aprieto el tabique con fuerza y miro hacia arriba; esperando que ese vaso de paciencia no se desborde para no cometer una maldita locura.
Adelanté ese maldito desfile para no volverme más loco de lo que estoy en la noche de moda aquí en New York y resulta que todo se está retrasando. El celular suena en mi bolsillo, quisiera ignorarlo pero su vibrar me saca más de quicio. Reviso el nombre de quién me anda jodiendo a plenas 7:34 de la mañana y mis malos humores se calman.
-Hablemos de esto luego. - salgo de la oficina y sólo contesto hasta estar dentro del elevador. -¿Pasa algo?.
-Sólo quería escucharte.
-No puedes llamarme a cualquier hora. ¿Estás bien hoy?.
-Estoy bien, Sesshomaru. Pronto me darán de alta.
-Eso me alegra, Izayoi. ¿Y el idiota de Inuyasha?. - al salir del cuadrado me encuentro en la azotea. El viento algo gélido vate mis ropajes y cabello. Miro hacia el hospital a unas cuadras de la empresa.
-Estuvo en la mañana aquí. Tu padre también vino.
-No es mi padre. - suspiro con una sonrisa.
Me encantaría que de verdad ellos fueran mis padres. Es cierto: Kagome me sacó de ese lugar pero de alguna manera la familia Taisho me aceptó como un hijo más. Extrañamente Togā, el padre de esa familia, tiene un parecido similar al mío. Me asusta esa similitud ya que me recuerda a la mujer que me dio la vida; cosa que no me agrada recordar. Sin embargo él resultó ser alguien muy amable y carismático.
Izayoi me enseñó lo que de niño no aprendí: modales, educación, idiomas, política, cultura y amor. De niño me preguntaba que era ser amado y protegido por alguien y a mis 20 años entendí que era. Izayoi se comportó como una verdadera madre biológica en esos tiempos nublados. Su cariño me enseñó muchas cosas y ha hecho cambios en mí.
Por último Inuyasha: un imbécil. Es hijo único de ese matrimonio y es él único que, lamentablemente para él, me saca de quicio. Ni Kagome me hace tanto como él. Él no me enseñó mucho; sólo un par de bromas y lugares dónde poder divertirme y estar en plena soledad ya que en la casa él no me quería y yo verlo a él tampoco me apetecía. Desde el principio hubo cierto corte entre ambos: como si fuéramos agua y aceite: por mucho que se quiera no nos pueden mezclar. Eso se traduce a que jamás podríamos llevarnos tan bien como hermanos normales, que no somos porque yo fui la rata adoptada por sus padres, y él fue el espermatozoide ganador que terminó convirtiéndose en un gran dolor de culo. Aún así creo quererlo como familia... Creo.
-Sí lo es. - escucho su risa. -¿Cuándo vienes a visitarme?.
-Hoy en la tarde no estaré libre. Kagome me ha citado para algo.
-Ya me imagino qué. - reímos. -Te extraño. Cuando me den de alta ven a almorzar con nosotros.
-Por supuesto. Sólo esperemos que para ese momento no te vuelvas a caer y te rompas dos extremidades más. - aguanto la risa pero ella ni se esfuerza. Hace medio mes se calló de las escaleras y se rompió un brazo y una pierna. Además de que se dio un golpe en la cabeza que si hubiera sido más fuerte la habría matado. Izayoi tiene la misma cantidad de buena suerte que de mala suerte.
-Tal vez para la próxima no vuelva a abrir lo ojos.
-Deja de bromear así. Por cierto, ¿Aún no le llega esas toneladas de piedras preciosas a Togā? Me gustaría comprar parte del cargamento.
-Mencionó algo de eso esta mañana... Aunque no recuerdo porque me dormí luego de eso... - escucho su sonrisa nerviosa. -Deberías llamarlo.
-Lo haré luego. - veo el reloj inteligente en mi muñeca y suspiro pesadamente al ver la hora. -Debo colgar. Iré al orfanato ahora.
-Saluda a Shippo de mi parte. Te amo.
-Lo haré. Adiós. - cuelgo.
Suspiro profundamente y tomo el ascensor hasta la salida del edificio. Ahí me espera una limusina negra a la cual entro en cuento el chófer me abre la puerta. Por el asiento del copiloto se sube Rin y a su lado Totosai: mi chófer personal en la empresa.
-¿Al orfanato, señor?.
-Sí. - digo y saco el celular. -¿Rin, la publicación puede ser eliminada de la página?.
Ella me mira. Saca una laptop de su bolsa y confirma una cifra. Imagino que esa es la cantidad de personas que han visto los vestidos más caros que lanzaré este año. Ella niega con su cabeza.
-De hacerlo ahora sólo creará chismes entre la prensa.
Reposo la cabeza en el asiento y marco el número que tengo en la pantalla. Odio pedirle cosas a Togā; mucho más cuando son tan especiales como medio cargamento de piedras preciosas. Lamentable me fue un error mío al no confirmar lo que quedaba en las bodegas de la empresa; si lo hubiera confirmado nada de este caos estaría ocurriendo.
Él contesta.
-No es común que me llames.
-Negociemos.
-¿Qué te falta?.
-Medio cargamento de pedrería.
-Puedes tomarlo sin problema. Está en las bodegas del norte confirmándolo.
-¿Cuánto debo pagarte?.
-Una cena en casa sería genial.
Suspiro. Por eso es que no me gusta negociar con él. Todo lo toma como tema familiar: medio cargamento de diamantes, rubíes, amatistas, esmerarlas y zafiros no es un juego o una cena familiar: es dinero y mucho.
-¿Cuatro millones están bien?. - veo a Rin escupir su café por la ventana por la sorpresa.
-Olvídalo.
-Que sean seis. - aparto un poco el teléfono de mi oído. -Rin, transfiere a la cuenta oficial de mi padre esa cifra. - ordeno.
-Sí, señor.
-No es necesario.
-Por supuesto que lo es. - veo al frente y estamos casi en la entrada del hogar de niños. -Debo colgar.
-¿Te veré la semana que viene?. Escuché que Kagome se iría unos día a París.
-No lo sé. En cuánto tenga tiempo y mamá esté en casa iré a visitarlos. - cuelgo. -¿Tienes café?. - le pido en un tono de voz suave. Me inclino un poco hacia Rin y ella se gira un poco a verme. Ella niega con la cabeza.
Arrugo un poco las cejas y le beso los labios. No es relación secreta entre secretaria y jefe; es la necesidad de tener es sabor amargo del café en mi boca y ella lo tiene. Por supuesto que se sorprende. No suelo hacer cosas así. Soy reservado desde que tengo educación y modales.
-Entremos.
Hora 10:34 AM
La charla con la directora de la institución duró más de lo que esperaba. Detesto perder tiempo sólo hablando cosas baratas que ya sé; lo que me interesa ahora es encontrar a Shippo: un niño de Alaska que llegó aquí hace medio año y aún no logra adaptarse bien.
Salgo al patio de juegos en donde andan recreándose un montón de niños: juegan fútbol, a las traes, las niñas y sus juegos con muñecas, otros se esconden, y yo sólo me fijo en el pequeño niño pelirrojo que está sólo en los columpios.
Le dejo el abrigo a Rin y camino hacía él. Por supuesto que la mayoría de los niños se me acercan y me preguntan como estoy; le acaricio la cabeza a algunos y termino de cuclillas en el centro de todos ellos. Les sonrío, habló de la manera más sutil posible, escucho sus bromas que inevitablemente me sacan una carcajada. Terminamos de conversar y sigo hasta quedar sentado al frente de Shippo: él me mira con sus ojos esmeralda, sonríe. Conozco esa sonrisa falsa; yo también la mostré muchas veces de niño.
Me siento en un columpio a su lado mientras me muevo de atrás hacia adelante de manera suave, sin hacer movimientos bruscos que lo asusten o lo saquen de su mundo de fantasías.
-¿Cómo has estado hoy? ¿Aprendiste algo nuevo?. - él asiente con su cabeza. -Dime. Habla conmigo.
-Sumar y restar. - articula débilmente.
-Suena genial. ¿Me muestras?. - niega con su cabeza. Suspiro.
Shippo Foxer: 7 años. Vino desde Alaska luego de perder a su padre, su último familiar, en una avalancha. Ha pasado por tres orfanatos distintos, este es el cuarto; y en ninguna de las instituciones lo han querido adoptar debido a como es ahora. Siendo un niño a intentado quitarse la vida: lo último que hizo fue lanzarse de una rama alta de un árbol, afortunadamente sólo se rompió un brazo y dos costillas. El resultado de esa caída pudo haberle quitado la vida; sin embargo no resultó así de alguna manera.
-Deja de hablarme, por favor. - vuelve a decirme. -No me agradas.
-No lo haré. El primer día que te ví prometí hacerte cambiar, volverte un niño nuevo. Quiero que veas el mundo y la vida de otra manera, Shippo. - acaricio sus cabellos anaranjados. Lo veo llorar: me da lástima. Me encantaría ayudarlo mucho más, adoptarlo en algún momento. Pero no suele hablarme y yo lo más probable es que sea un pésimo padre adoptivo para él.
Shippo necesita a alguien mejor. Que lo ame y cuide de la manera que quiero. Lo deseo así. Por eso, en caso de que alguien pida adoptarlo, le pedí a la directora que me avisara. No quiero que este niño caiga en las manos equivocadas.
Miro al frente. Rin ve la hora y niega con su cabeza. Mi tiempo se acabó: los niños volverán a clases nuevamente. El sonido de la campana hace que todo el montón de pequeños vuelva al interior de la institución. Shippo Salta de su columpio y camina desganado, cabecibajo y con un aura gris. Camino detrás de él y me detengo a obsevarlo junto a Rin.
-No creo que tenga solución.
-No pierdo nada con intentarlo varias veces. - la miro. Ella asiente y camina hacia la salida. Allí nos despide la directora y la subdirectora. Subimos al auto nuevamente. -Totosai, llévame a las bodegas Taisho al norte. Necesito apartar mi cargamento.
-Ah, señor Sesshomaru, su padre transfirió de vuelta el dinero de antes. - reposo mi cabeza en la ventanilla de la limusina. Imaginé que haría eso.
-Déjalo así. Le daré lo que necesita y ya.
Hora: 12:56 PM.
El papeleo para la compra del cargamento tardó más de lo esperado. Además del mal servicio, se exigió la presencia de mi padre y su firma para la transferencia del cargamento. Nos quedamos un rato hablando; sobre Izayoi, lo bien que le van los estudios a Inuyasha en Inglaterra, el viaje de Kagome y el almuerzo o cena que les debo.
El el auto terminé los bocetos que más me interesaban terminar. Llegué a la empresa le avisé a Koga sobre la solución del problema y dediqué dos horas para las entrevistas con las modelos.
-Terminaste en tiempo récord. - veo a Koga entrar a mi oficina y apollarse en mi escritorio. -Sólo faltan las reuniones con la viejos verdes.
Suspiro.
-Que martirio... - me levanto de la silla; agarro mi celular y salgo junto a Koga hacia la sala de reuniones. Al entrar hay un montón de viejos sentados alrededor de toda la mesa rectangular que adorna la sala. Algunos de ellos se dignan a levantarse y venir a saludarme, los demás se quedan sentados viéndome o arreglando sus papeles. -Buenas tardes, señores.
-Pudimos haber hecho esta junta a primera hora. - comenta uno de ellos. Suspiro para no darle una mala respuesta y lo veo seriamente
-Lo lamento, señor Spider. Tuve muchos contratiempos- le dedico una mirada fría al viejo pelinegro que me mira de mala forma. Suspiro. El padre de Naraku es peor que él mismo. -Comencemos.
Me dediqué a hablarles de los proyectos futuros de mi empresa. Mostré algunos de los diseños y los adelantos para el próximo desfile VIP que daré en dos semanas. Cada uno me mira con atención, anotando y haciendo preguntas. Les doy detalles, parte de ellos innecesarios pero muchos de ellos me los exigen. Los detesto.
Detesto los negocios con estos viejos creyentones. Seguramente nunca en su vida experimentaron lo que es sufrir de verdad. Viven su vida mal gastando el dinero que ganan en minutos mientras los pobres hacen lo imposible por cuatro monedas. Aprieto los puños detrás de mi espalda: me dan asco, los detesto, los odio y mis ganas de matarlos son enormes; pero la inversión es necesaria. No quiero depender más de Kagome y sus contactos, del dinero de mis padres adoptivos o de los pocos amigos y conocidos que tengo. Quiero ser dependiente de mi mismo. Quiero independizarme lo suficiente para que dependan de mí algunos de ellos algún día.
Los despedí. Bajé hacia el aparcamiento y me colé en mi auto. Suspiré con la cabeza sobre el volante. Encendí el motor, el túnel subterráneo se iluminó con las luces de mi auto. Ví el reloj: 4:11 PM. Podía dormir un rato antes de irme a ver con Kagome. Conduje hasta fuera del aparcamiento hasta el edificio de pent-house donde vivo.
Al llegar a mi hogar, deje el abrigo en el suelo. Charlotte se acercó a mi algo preocupada. Le entregué mis llaves y mi celular. Ella me miró alzando una ceja.
-Despiértame a las 5:00 PM. Si alguien llama dices que estoy ocupado.
Me fui a mi habitación y me dejé caer sobre la cama. De inmediato me dormí sobre las sábanas.
Continuará...
Nuevo fic 😈 espero que les guste. Intentaré escribirlo rápido y actualizar pronto.
𝘒𝘪𝘴𝘴𝘦𝘴
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro