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𝘾𝙖𝙥𝙞𝙩𝙪𝙡𝙤 𝘿𝙤𝙨: Ajetreo y Paradise (Part-2/2)


Kagome


Hotel Paradise
Hora 5:35 PM

Termino de pasar el labial carmín sobre mis labios. Modelo un momento delante del espejo, acomodando mi vestido negro y detallando mejor el maquillaje perfecto que me acabo de hacer. Sonrío al verme hermosa; como siempre lo he sido, salgo de mi habitación con un pequeño bolso de mano en mis manos, lo dejo en la mesa de cristal en el centro de la sala y salgo al balcón de mi pent-house.

Suspiro. Saco del escote de mi vestido una caja de cigarros junto con un mechero. A mi izquierda, sobre un sofá de exterior, está Moona: mi gata de color negro con patitas blancas y ojos verdes. Fue la primera mascota que adopté. La aparto un poco, sin molestarla demasiado, y me siento junto a ella a fumar. Veo como el sol poco a poco vuelve a desaparecer detrás de la línea infinita. Suspiro el aire del tabaco y veo el pequeño rollo entre mis dedos: ya son 28 años, comencé a fumar a los 16 a escondidas de mis padres y de las autoridades. Recordar este tipo de cosas me hace reír.

Apago el cigarro en el cuenco sobre la mesa a mi lado y vuelvo a la sala en busca de mi celular. Reviso: 13 llamadas de mi padre, 41 de mi secretaria, 10 llamadas de mi madre y un montón de correos electrónicos y mensajes en WhatsApp. Nada que me interese. Las llamadas seguramente son para confirmar la hora del vuelo hacia París.

Odio andar haciendo favores. Creo ser buena persona, es cierto, tengo mis defectos y un temperamento muy feo y costumbres y vicios no típicos de una señorita de clase alta como yo; pero siempre fui la que daba el paso hacia adelante, la que enfrentaba las fuerzas de la naturaleza si era necesario sólo para ver una sonrisa. En realidad no debería estar haciendo nada de lo que hago. Si no fuera así dedicaría todo mi ser a mis trabajos, a mis amigos, mis conquistas de una noche, el cigarro, mis mascotas y derrochando el dinero.

—Sólo es un favor... — apago el celular.

Me siento en el sofá con forma de U frente al TV. Miro el candelabro de luces sobre mi, sigo pensando en cancelarlo todo e irme así sin más. Aunque si hago eso él único que sería capaz de seguirme hasta el aeropuerto para despedirme sería Sesshomaru. Sonrío. Zeus se acuesta a mi lado: un pitbull champagne de 9 meses. Lo adopté hace tres meses y tras el transcurso del tiempo, él, Moona y yo tenemos un gran lazo. Por supuesto que Sesshomaru siempre tiene que andar metido en mi vida y ellos también lo aman.

Le beso su nariz rosa y vuelvo a tomar el celular sólo para llamar un taxi para que me lleve al restaurante. Son las 5:53 PM, la reserva es para las 6:00 PM. Llegaré tarde, lo sé, pero no me preocupa. Yo sé que para cuando yo llegué él estará ahí esperándome.

—Nos vemos pronto mis niños. — acaricio el pelaje de mis mascotas. Ambos en la salida mirándome con unas caritas tiernas para que no me valla.

—Señorita Higurashi, sus maletas ya están en el jet de su padre. El señor Higurashi le manda un recado. Dice que.. — coloco un dedo frente a su cara; deteniendo sus palabras.

—Sé a qué hora debo estar en el aeropuerto y sé a qué hora debo abordar el jet. Gracias, Harry.

Tomo mi bolso, una notificación me llega al celular: mi taxi ya está abajo. Me subo al ascensor y bajo al primer piso. Noto las miradas sobre mi persona; levemente distingo cualquier emoción reflejada en los ojos de cada uno: odio, admiración, asco, pena, envidia, excitación. Son sentimientos y emociones que logro ver en sus rostros.

Salgo del edificio y me acerco al taxi. El chófer al verme se acerca a la manija para abrirme la puerta, lo detengo colocando mi mano en su hombro y negando con mi cabeza. Abro la puerta y me cuelo en la parte trasera del auto. El conductor hace lo mismo en el asiento de adelante.

—¿Hacia dónde, señorita?.

—Restaurante Luminous, por favor. — dije con voz gentil. El señor asintió con su cabeza y puso en marcha el auto.

Dentro de mi bolsó sentí el celular vibrar; sin mucho interés extráigo el dispositivo de mi bolso y veo la notificación reflejada en la pantalla encendida. Sonrío: es Sesshomaru. Paso la mitad del viaje escribiéndole, mientras él se queja de mis minutos de retraso. Sólo río. Me bajo del auto al escuchar al chófer avisarme de la llegada al restaurante. Pago y le doy una bondadosa propina.

Bajo del auto y al pisar la entrada del restaurante nuevamente noto las miradas sobre mí. Me detengo un momento, reconozco a muchos, de reojo veo como me miran todos ellos de mala manera. Eso me hace preguntarme si todo lo que he echo, cada sacrificio y cada pérdida de mi tiempo por cada uno de ellos valió la pena. Suspiro. Ya ni siquiera me conozco a mí misma.

—¿Estás bien?. — escucho su voz. Sonrío mirando el suelo y niego con mi cabeza.

—No es nada. Sólo...pensamientos... — levanto mi mirada y veo su rostro serio. Sus ojos dorados brillan más que nunca hoy. Me acerco levemente a abrazarlo. Su mentón lo siento sobre mi cabeza mientras me va envolviendo con sus brazos.

—Reservé la mejor mesa para tí. Vallamos allí. Nos miran raro. — susurra. Me separo de él y camino hacia unas escaleras de mármol negro, subiendo hasta el segundo piso en donde están las mesas VIP, con las mejores vistas de la ciudad y un pequeño acuario detrás de la barra de bebidas.

Me dirijo hacia la mesa que me señala Sesshomaru; con una hermosa vista que abarca gran parte de la iluminada ciudad y los hoteles de lujo que siempre he visitado. Lo mejor de esta mesa es que aquí fue donde tuve la primera cena con él. Fueron muy buenos tiempos. Vuelvo a sonreír. El aparta hacia atrás la silla para permitirme sentarme. En cuanto tomamos asiento llega un mesero con una botella de champagne Krug Private Cuvée 1915 y dos copas. Sirve la bebida y nos deja a solas a ambos.

Bebo de mi copa. Veo a Sesshomaru hacer algo en su celular mientras hace movimientos circulares con su copa en mano. Bebe, traga, pasa su lengua por sus labios semipálidos. Cada cosa que él hace me parece excitante. Apollo mi barbilla en mi mano. Sigo sin quitarle los ojos de encima. Deja el celular en el bolsillo interior de su saco color gris.

—¿Pedimos algo para picar?. — levanto la cabeza y dejo el champagne a un lado. Veo disimuladamente mi reloj de mano.

—Ah.. No. Pidamos la comida. — él asiente levantando su mano y llamando al mesero.

—Los menús, por favor. — el muchacho se va y vuelve nuevamente con la carta. —¿Qué quieres?.

—Un montón de cosas... Esto se ve genial... — trago la saliva acumulada en mi boca. —Carne asada, ensalada de verduras salteadas, papas fritas con puré de tomate y..

—La dieta. — me señala. Lo miro y la sonrisa se me borra. La dieta, tiene razón. Si quiero participar en su desfile de modas o andar paseándome por París debo tener un cuerpo hermoso.

—Tienes razón. Sólo la ensalada pediré. — suelto un pequeño bufido. Escucho una pequeña sonrisa por su parte.

—Te dejaré comer la carne. — llama otra vez al mesero mientras yo celebro un poco. —Carne asada y una ensalada salteada para ambos. Lo mismo para beber... ¿Quieres postre?. — me apresuro a negar con mi cabeza. —Es todo.

—¿Cuándo te volviste tan caballeroso?. — él me mira. Toma su copa y se bebe todo el contenido.

—Desde que hace mucho.

Sonrío. Tiene razón: hace mucho que se volvió la gran persona que es. Hermoso, algo simpático, reservado, caballeroso, millonario con mentalidad de un pobre; es la clase de hombre que falta en este mundo.

Nuestras comidas llegan al cabo de unos minutos y comenzamos a comer mientras charlamos de cualquier cosa.

Hotel Paradise
7:09 PM.

Una cosa es provocarlo, y otra es que él me provoque a mí. Desde hace unos minutos hemos disfrutado sexualmente de cada uno; tocando nuestros puntos débiles y gimiendo nuestros nombres. Me gusta estar en cuatro y que él me lo haga suavemente por detrás. De vez en cuando me da una nalgada, sólo eso hace, nadie puede enterarse de esto y por ello hay que evitar marcarnos.

O al menos esta vez.

Lo escucho jadear. Por supuesto que cuanto más lo haga yo lo hago el doble. Podría presumir el tamaño de esa verga por siglos o buscar otro hombre que la tenga más grande; dudo que alguien la tenga así, igualmente me gustaría intentar buscar a ese hombre que no sea Sesshomaru.

Sale un momento, me toma por las caderas, levantándome y volviendo a sentarme sobre su gruesa verga. Coloco mis manos sobre sus hombros, apretándolos sin causarle algún daño, y hago movimientos de arriba abajo sobre su regazo. Mi interior vibra, todo mi ser siente el placer recorrerme. El clímax llega muy pronto para ambos, siendo el segundo de esta noche. Me recuesta en la cama y él se acuesta sobre mí, evitando aplastarme con su peso, teniendo aún dentro su miembro.

Lo abrazo fuertemente. Me encantaría amarlo de una mejor manera pero no puedo. No me lo permito. Soy su amiga, su salvadora. Él merece a alguien mejor que yo; siendo su amiga con unos cuantos derechos me conformo. Sesshomaru se remueve, sacando su falo de mi intimidad y retirando el condón lleno de lo suyo. Le hace un pequeño nudo y lo tira al suelo. En ese momento nuestras miradas se cruzan. Ambos reímos.

—Buen polvo. Lo necesitaba.... — susurro con una suave voz grave.

Me levanté y tomé mi vestido del suelo. Entré al baño a cambiarme y a volverme a hacer el maquillaje. Al salir él ya estaba casi listo. Tomé mi bolso y Sesshomaru recogió el condón, arrojándolo en un pequeño cesto de basura junto a un escritorio.

—Te llevo al aeropuerto. — se ofreció. Imaginaba que él diría eso. Sin negarme salí de la habitación manteniendo una gran sonrisa.

Aeropuerto de New York
7:53 PM.

—Aún tienes tiempo de quedarte. — me dice él, tomándome la mano antes de que suba las escaleras para entrar al jet.

¿Sería capaz de hacerlo? ¿Yo, olvidando mi labor como hija y quedándome? No. Soy incapaz. Amo a mis padres y ellos nunca me han fallado... O tal vez sí.

Me acerco a su mejilla y le doy un beso en la zona. Vuelvo a abrazarlo fuertemente y al separarme de él lo miro.

—Nos vemos pronto. — su agarre lo deshace y por fin puedo subir hasta el pequeño avión. Desde la puerta le digo adiós con mi mano.

La puerta se cierra y el piloto sugiere que tome asiento y me abroche el cinturón. Eso hago y en minutos ya estoy sobre las nubes, llendo a otro continente.

Continuará..

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