Mortal Kombat
La sala estaba llena de risas y gritos mientras James y sus amigos se reunían para una noche de juegos. Como era tradición, después de algunas rondas de diferentes juegos, siempre llegaban a su favorito: Mortal Kombat 11. James, siendo el autoproclamado experto del grupo, nunca dejaba pasar la oportunidad de recordarle a todos lo buen jugador que era.
—Vamos, chicos. No es mi culpa que siempre pierdan —James decía con una sonrisa arrogante mientras seleccionaba a su personaje favorito, Sub-Zero.
Hades, Maléfica, Uliana, Bridget y Ella rodaban los ojos cada vez que escuchaban el mismo comentario, una y otra vez. Nadie en el grupo había sido capaz de vencer a James en Mortal Kombat, y él lo disfrutaba demasiado.
—Te lo juro, James. Si sigues presumiendo, te voy a hacer comer ese control —Dijo Maléfica, cansada de sus burlas.
—Sí, sí, claro —Respondió James, riéndose mientras destrozaba a Hades en una pelea brutal en el juego—. Es que simplemente no puedes vencer a la perfección, chicos.
La noche continuaba, y después de que James eliminara a todos en varias rondas, el ambiente se volvía cada vez más tenso. Pero Morgie, quien había estado sentado tranquilamente en el sofá, observando la competencia con una ligera sonrisa, no había mostrado mucho interés en unirse.
—Morgie, ¿por qué no juegas? —Preguntó Bridget, lanzándole una mirada curiosa.
—No soy muy fan de Mortal Kombat, ya lo saben. Prefiero otros juegos —Respondió Morgie con una expresión despreocupada.
James se giró hacia su novio y levantó una ceja.
—Vamos, cariño, dame la oportunidad de enseñarte cómo se juega de verdad.
Maléfica, que ya estaba harta de la arrogancia de James, intervino rápidamente.
—¡Oh, no! Morgie, por favor, acaba con él. No puedo aguantar ni un segundo más de su actitud.
Todos se unieron al coro de peticiones para que Morgie se uniera, esperando que alguien, quien fuera, pudiera humillar un poco a James. Finalmente, Morgie suspiró y aceptó.
—De acuerdo, de acuerdo. Solo una partida —Dijo mientras tomaba el control.
La emoción se sintió en el aire. James sonrió con suficiencia, creyendo que otra victoria fácil estaba asegurada.
—Te lo advierto, Morgie. No es tan fácil como parece —Dijo James mientras seleccionaba a Sub-Zero nuevamente.
Morgie, por su parte, eligió a Sindel, lo que sorprendió a todos.
— ¿Sindel? —Preguntó James, tratando de no reírse.
— Me gusta su diseño —Respondió Morgie con una pequeña sonrisa mientras sus dedos se movían con facilidad por el control.
La partida comenzó y, para sorpresa de todos, Morgie se movía con una destreza impresionante. Desde el primer golpe, quedó claro que no era un novato. James intentó contraatacar, pero Sindel, bajo el control de Morgie, realizaba movimientos combinados, lanzaba gritos ultrasónicos y se desplazaba por la pantalla con una velocidad sorprendente.
— ¡Wow! —Gritó Hades, sus ojos abiertos de par en par mientras observaba a Morgie dominar la partida—. ¡Es buenísimo!
Maléfica cruzó los brazos con una sonrisa satisfecha.
—Te lo dije. Este chico tenía que poner a James en su lugar.
James, que normalmente dominaba cada combate, empezó a sudar. Su confianza se desvanecía rápidamente mientras veía cómo su barra de salud disminuía de manera alarmante.
—¿Cómo... cómo estás haciendo eso? —Preguntó, presionando los botones frenéticamente.
Morgie apenas hizo contacto visual, su enfoque completamente en la pantalla.
—Solo práctica, cariño —Respondió en tono tranquilo mientras realizaba un combo implacable que llevó a Sindel a realizar un Fatality perfecto y asqueroso que involucraba al cabello de Sindel entrando y saliendo del cuerpo de Sub-Zero, quedando hecho pedazos en la pantalla.
Todos en la habitación quedaron en silencio por un segundo. La victoria de Morgie había sido rápida, brutal y completamente inesperada. Bridget, Uliana y Ella empezaron a reírse histéricamente, incapaces de contener su alegría.
—¡Dios mío, Morgie, lo destrozaste! —Gritó Ella, chocando los cinco con Maléfica.
James, todavía en shock, se pasó la mano por el cabello, tratando de procesar lo que acababa de pasar. No podía creerlo. Había perdido, y de manera humillante. Se giró hacia Morgie, quien finalmente apartó la vista de la pantalla, con una pequeña sonrisa triunfante.
— ¿Cómo es posible...? —Comenzó a decir James, todavía tratando de recuperar su orgullo herido.
Morgie se encogió de hombros, disfrutando del momento.
—Bueno, no quería decírtelo antes, pero... fui campeón regional de Mortal Kombat durante tres años seguidos. Desde los 12 hasta los 14 —Explicó Morgie.
El asombro en el rostro de James era evidente.
—¿Campeón regional? ¡Nunca lo mencionaste!
Morgie se rió suavemente.
—Me lo preguntaste alguna vez, y solo dije que no era mi favorito ahora. Nunca dije que no fuera bueno en él.
Todos estallaron en carcajadas nuevamente, disfrutando del espectáculo de ver a James, el autoproclamado campeón, humillado por su propio novio. Hades se inclinó hacia James, dándole una palmada en la espalda.
—Parece que finalmente encontraste a alguien que puede derrotarte. ¿Cómo te sientes, campeón?
James se sonrojó, pero una sonrisa apareció en su rostro.
—Admito la derrota. Pero que quede claro, fue un golpe de suerte.
—¿Golpe de suerte? —Repitió Morgie, arqueando una ceja. — Podemos jugar otra si quieres.
James levantó las manos en señal de rendición.
—No, no, creo que por hoy es suficiente Mortal Kombat.
Morgie le guiñó un ojo y se inclinó para darle un rápido beso en la mejilla.
—Cuando quieras revancha, ya sabes dónde encontrarme.
Esa noche, mientras el grupo continuaba jugando, la arrogancia de James se había desvanecido por completo. Ahora, había aprendido una valiosa lección: nunca subestimar a Morgie, especialmente en Mortal Kombat.
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