5. Rubíes
Día 5: día libre. AU normal
Mucho bakusquad y videojuegos
Segundo año escolar
[...]
Sero se despierta con la alarma esa mañana y suelta un bostezo cansado mientras permanece tirado en la cama, haciendo absolutamente nada, mientras observa el techo de su habitación.
¿Debería levantarse?
Normalmente lo haría enseguida, porque debe ir a clases más tarde, pero una parte muy en el fondo le dice que permanezca echado en la cama, que descanse. Y vagamente está consiente de ello.
Pasan largos minutos donde el azabache no hace nada más que seguir echado en la cama mientras observa el techo de la habitación, y quizás ni siquiera eso, porque tampoco siente que esté viendo algo en realidad. Solo está ahí, ido en su mundo mientras se debate entre levantarse o no.
Y cuando se decide por levantarse, Sero recuerda que ese día el profesor Aizawa había comunicado que no tendrían clases hoy ya que harían mantenimiento en todo el edificio y mejorarían el sistema eléctrico y de seguridad de la UA, por lo cual no habría motivo para levantarse temprano hoy.
Suelta un suspiro cansado y se regaña mentalmente mientras vuelve a tirarse en la cama como peso muerto.
Joder, pudo haber seguido de largo si no hubiera olvidado apagar la alarma el día anterior.
Sero no se la complica demasiado cuando cierra los ojos y se vuelve a dormir, dejando pasar la mañana con rapidez entre sueños. No había motivo para levantarse, de igual forma.
Cuando sus ojos se abren nuevamente, Sero calcula que ya deben ser pasadas las once; así que, tras un perezoso bostezo y 10 minutos más echado en la cama, se levanta dispuesto a cambiarse el pijama y desayunar algo.
Cuando baja al comedor del edificio de la UA y ve el reloj, Sero no puede creer cuando el aparato en la pared marca las 10:37 de la mañana y él se encuentra perfectamente ducado y con el cabello peinado en la cocina.
Joder, piensa, pude seguir durmiendo otro rato.
El azabache ignora el hecho que se levantó más temprano de lo usual un día libre y decide desayunar algo simple mientras los demás compañeros de su salón van bajando de a pocos con rostros somnolientos y pasos flojos. Él saluda a unos cuantos y se sienta en el sofá más grande mientras estira sus brazos y piernas para echarse un rato, aunque la relajación no dura demaciado cuando cierto chico rubio salta en su estómago con emoción a las 11:06 de la mañana.
—¿Bro? Ugh... ten más cuidado, casi me haces devolver el desayuno —dice Sero, acomodándose en el sillón para dejarle espacio a Kaminari.
El chico le resta importancia con un gesto vago de su mano y una mueca.
—Lo siento —se disculpa una vez toma asiento en el sofá con las piernas cruzadas y las manos sosteniendo sus pies.
Sero rueda los ojos y suspira, provocando que un mechón de su cabello vuele un segundo antes de caer con suavidad en su frente nuevamente.
—Entonces —empieza el azabache —, ¿cuál era la razón de que hayas saltado en mi pobre estómago, si es que puedo saber?
—Oh —Kaminari hace un momento de pausa para dramatizar la situación, extendiendo una sonrisa en su rostro —. Es que se me ha ocurrido una maravillosa idea, mi querido amigo.
—Define maravillosa —Hanta ríe cuando Kaminari cambia su expresión a una de exagerada indignación mientras se sostiene el pecho con una mano.
El rubio frunce el ceño mientras suelta un bufido.
—Ey, que mis ideas son buenas —se queja.
—¿Recuerdas la vez donde dijiste que tenías una maravillosa idea y terminamos castigados durante dos días a limpiar la sala común? —le recuerda Sero mientras sube un dedo por cada vez que sus ideas no salen presisamente bien —, o la vez donde se te ocurrió la brillante idea de intentar colocar un tenedor en el enchufe y terminaste electrocutado, o esa vez donde qusiste hacerle una broma a Bakugo y terminaste manchando al profesor Aizawa con pegamento, o esa vez donde-
—Si. Ya, ya —le corta Kaminari, moviendo su mano para que deje de contar todas esas desatrozas ideas que no habían salido bien.
Sero ríe divertido, negando con la cabeza.
—Pero esta si es una buena idea —Denki sonríe, alzando el dedo pulgar en dirección de su amigo, respirando con aires confiados.
Sero alza una ceja, desconfiado, y se cruza de brazos.
—Dilo entonces.
—¡Tarde de videojuegos! —exclama el rubio eléctrico mientras salta del sofá hasta quedar parado con las manos alzadas al techo.
Denki baja los brazos y espera con impaciencia que Sero le cuente su opinión de la increíble idea que había tenido esta mañana. El azabache sube una mano hasta tocar su mentón y lo piensa.
—Podríamos llevar mi consola a tu habitación y enchufarla allí, ya que hay más espacio que en mi cuarto —sigue explicando el rubio con entusiasmo —. Invitamos a los chicos y llevamos mucha comida para todos y así pasar el resto de la tarde jugando videojuegos mientras comemos.
Bueno, aquello no sonaba a mala idea. Además, si Sero se lo pone a pensar, aquella tarde de videojuegos sería la excusa perfecta para pasar toda una tarde jugando y riendo junto a su crush.
Las mejillas del azabache se tiñeron de un rosa suave mientras pensaba en lo increíble que sería pasar casi todo el día junto a Kirishima en su habitación, y los demás chicos, por supuesto. Pero en especial Kirishima.
Y hubiera quedado como un idiota enamorado pensando en Kirishima y lo lindo que era si no fuera porque su cerebro pareció notar un pequeño, pero pequeño detallito en esa idea.
¡Sería en su habitación, joder!
Oh, mierda, Sero no limpia su habitación hace semanas, debe de estar super sucio y horrible.
El azabache da un salto del sofá y cae estático en la alfombra, reaccionando por instinto.
Denki se crispa del susto, observando a su amigo con extrañeza.
—Bro, ¿estás-
—Es una gran idea, Kaminari —le interrumpe Sero de pronto, comenzando a caminar hacia los pasillos entre movimientos rígidos y pasos largos —. Yo, eh... ¡Te veo luego, adiós!
Una vez su bro se encuentra fuera de la vista, Sero corre en dirección del ascensor, casi pasando por arriba a algunos compañeros en el proceso, y entra, apretando repetidas veces el botón de su piso.
Joder, necesita una escoba urgente, uy, y no se vaya a olvidar de un trapo para el polvo de la televisión y los muebles.
Oh, y la cama. La bendita cama, la tiene que tender.
Sería un día de limpieza largo, pero algo que valdría totalmente la pena.
Después de un alocado almuerzo con todos sus compañeros de salón, unas cuantas horas de limpieza exclusiva en su pieza, 5 minutos de descanso echado en la cama, Sero abre la puerta de su habitación ante el primer toque, observando con una triangular y algo cansada sonrisa a su rubio amigo, quien trae la consola y los controles listo para aprontar la habitación en lo que los demás llegan.
Kaminari enchufa los últimos cables tras la televisión mientras el azabache permanece sentado en el suelo junto a la cama con las piernas cruzadas y un codo sobre su rodilla mientras su cabeza descansa en su palma. Suspira, mirando algún punto inexistente en la habitación.
—Listo, bro —anuncia el rubio mientras saca la cabeza y parte del cuerpo tras la televisión para volverla a colocar en su lugar, terminando de enchufar los controles y prendiendo la consola para que cuando los demás lleguen no haga falta esperar.
Sero no parece escucharle mientras sigue inmerso en su mundo, pensando en un sin fin de desenlaces posibles para esa super tarde de videojuegos —palabras de su kamibro— junto a los demás y, por supuesto, Kirishima.
Kaminari frunce el ceño cuando es ignorado y gatea hasta estar frente a su amigo, moviendo una mano frente a su rostro para que le preste atención.
Sero parpadea entonces, saliendo de su ensoñación, dirigiendo sus oscuros ojos hasta los brillantes de su amigo.
—Perdona, ¿que... que habías preguntado?
—Pregunté si sabias dónde está el control del televisor —vuelve a repetir Kaminari, rodando los ojos ante lo ido que el azabache ha estado últimamente.
—Oh, claro. Está por allí —Hanta señala con el dedo el lugar donde debería estar el control, volviendo a sumergirse en su mundo segundos después.
Kaminari decide ignorar eso —por ahora—, parándose para caminar hasta los estantes junto al televisor y tomar el control entre sus manos una vez lo ubica. Luego vuelve a tirarse a su lado.
Poco tiempo después el sonido de unos nudillos contra la madera se escuchan, siendo el anfitrión quien abre la puerta para recibir a una energética peli rosa en la puerta con algunas bolsas de comida en mano. Sero se hace a un lado, permitiéndole el paso a la chica mientras esta se acomoda en el suelo junto a Kaminari y deja las bolsas de comida sobre la cama.
Sero vuelve a tomar asiento en la cama junto a la puerta esperando con ansias contenidas la llegada de su crush pelirrojo y el cenizo.
No pasan tantos minutos en llegar realmente, pero para el azabache se convierte en una tortura continua hasta que la madera de la puerta es vuelta a escuchar en un "toc, toc" simple, aunque del otro lado de aquella pared pueden escucharse las voces de Bakugo y Kirishima mientras esperan a ser abiertos.
Sero se levanta de un salto antes de abrir la puerta aparentando estar relajado y no como un huracán de emociones combinadas que le provocan un cosquilleo en el estómago cuando Kirishima le sonríe al entrar. Para nada. Sin embargo, Sero sabe que no son los únicos en la habitación así que, tras corresponder su sonrisa y evitando pensar que debe tener las mejillas coloradas, invita a todo el Squad para acomodarse en la habitación y jugar.
—¡Eso no se vale! —se queja Kaminari cuando Kirishima le mata de un solo disparo con el francotirador mientras él estaba corriendo.
Por favor, ¿que clase de puntería tenía el desgraciado?
No pasan ni dos segundos que en la pantalla pronto empiezan a saltar todos los logros obtenidos mediante aquel disparo: un tiro basta, francotirador, venganza, vengador.
—Lo siento, bro —se disculpa Kirishima mientras ríe sutilmente.
Denki le mira con las cejas fruncidas en un adorable puchero.
—No se vale. ¿Y quién sale a la guerra con un francotirador? —reniega el rubio, lanzando pequeñas chispas de su cabeza de las cuales Mina tiene que cuidarse.
Kirishima se encoge de hombros sin dejar de sonreír.
Sero no le presta mucha atención al resto de la mini discusión después de ello, más concentrado en observar cómo las pequeñas cejas de Kirishima se fruncen cuando está concentrado o como pasa suavemente la punta de la lengua por sus dientes cuando apunta con el francotirador mientras, a través de la mira con zoom, un jugador corre con el arma en la mano mientras busca a alguien a quien matar.
Entonces dispara, y el lloriqueo de Kaminari no tarda en aparecer.
—Aah ya no juego más —se queja de nuevo el rubio con mecha negra, a punto de querer lanzar el control lejos de su vista, frustrado de que siempre Kirishima le mate de un tiro.
Escucha la risa de Bakugo a su lado y le ve sonreír ladeado con cierta superioridad.
—¿Qué pasa, pikachu? ¿Vencido en tu propio juego? —la sonrisa en el rostro del cenizo se extiende cuando Kaminari bufa.
Después de todo, fue Kaminari quien había propuesto jugar Call of Duty Black Ops primero.
Y, antes de que Bakugo sea capaz de seguir burlándose de su amigo, Kirishima se entromete entre ambos para pasarle el control a Sero, a quien casi le da un ataque cuando Kirishima le sonríe en grande, dejando al descubierto sus dientes en zigzag.
—Tranquilo, kamibro, le toca a Serobro ahora.
Kirishima le extiende el control y Sero lo toma, sintiendo un cosquilleo en sus dedos cuando estos se rozan levemente con los del pelirrojo, quien toma su lugar en la cama una vez él se levanta.
El azabache toma asiento en el suelo junto a su rubio amigo y pronto comienza una nueva partida de duelo por equipo entre ambos, donde Kaminari tiene que reprocharle que se concentre ya que la partida había iniciado y Sero todavía no elegía el bando. El azabache parpadea, tirándole una última mirada al pelirrojo sobre su cama antes de elegir el bando de la Federación con los dedos aún cosquillantes.
Sero se esfuerza increíblemente para no lucir tan obvio cuando, de a ratos, le tira vistazos al pelirrojo solo para observar su dulce cara relajada mientras observa la partida en el televisor. Los sistemas del azabache se cortan por una milésima de segundo cuando conecta sus ojos con los rubí del contrario, quien le sonríe una vez lo ve. Su corazón de pronto golpea con fuerza contra su pecho y Hanta se olvida de cómo se respira mientras Kaminari a su lado ríe cuando le mata a la lejanía por andar de distraído en el juego.
Sero no le presta demaciada atención a eso, de igual forma, más concentrado en los colores cálidos que pincelan el rostro de Kirishima por la luz que se cuela por la ventana al balcón.
Vuelve pronto su vista a la pantalla para no ser tan obvio frente a sus demás amigos, quienes no parecen ser conscientes del aura enamorada y los vistazos que Sero siempre se carga cuando Kirishima ronda cerca.
Frunce el ceño y se concentra en la pantalla de una buena vez, evitando con todas sus fuerzas voltear la cabeza solo para ver a Kirishima sentado en la cama.
En los últimos 5 minutos antes que la partida al fin termine Sero se siente ligeramente nervioso, o porque cree que Kirishima le ha clavado sus rubíes ojos en él mientras juega y, como debería estar concentrado en la partida, no puede voltear para comprobarlo. Los dedos les cosquillean en el mando entre sus manos y, en más de una ocasión, casi se le cae por los nervios que empezó a sentir de la nada.
Y bah, se dice. Qué absurdo.
Después de todo, quizás solo está observando la partida de Call of Duty entre ellos que les ha llevado a un guerra donde ambos bandos van a la par a tan solo 10 muertes de ganar, algo que podría ocurrir muy rápido si son lo suficientemente buenos para matar a sus enemigos antes que el contrario.
Si, bueno, aquello tiene mucha más lógica. Kirishima solo debe de estar observando la partida, así como Bakugo mira desinteresadamente su teléfono o como Mina parece más concentrada en pintar sus uñas de un amarillo chillón que combina con sus ojos.
Solo debe ser eso, si.
Así que deja de ser tan bobo, Hanta, se dice, y termina de una vez esto antes de que me dé un ataque de pánico o algo.
La reñida batalla de fuego cruzado que se armó en el centro del mapa luego de que Kaminari efectuara el primer disparo se pudo haber considerado algo de lo más épico que hayan hecho hasta ahora en un videojuego; primero porque Kaminari había llamado la atención de todos en el mapa cuando tuvo que gastarse todo un cargador de su arma de asalto contra un tipo duro que apenas pudo matar; lo segundo porque Sero fue corriendo hasta allí a todo lo que podía su personaje en donde apuñaló a un enemigo que le sorprendió en un pasillo; y tercero fue que, una vez llegar a la localización de Kaminari, habían como 2 o 3 enemigos más juntos donde se armó una lluvia de balas de ambos bandos con el marcador 72-70.
Y el puntaje máximo que habían impuesto había sido 75, joder.
Aunque Sero debe de admitir que la adrenalina que sintió cuando estaban ambos a un punto de ganar mientras me mataban a tiros y sentían desesperación cuando recargaban fue lo máximo. Algo de lo cual tendría de qué hablar con Kaminari después.
La pantalla pronto se volvió ligeramente más oscura mientras sus personajes se dejaban de mover, algo que indicaba que la partida había terminado.
En la pantalla pronto saltó la última muerte que le dio la victoria al equipo, algo que, comicamente, había sido un bot cualquiera mientras Sero y Kaminari se mataban a tiros entre ellos sin haber podido aniquilarse al final.
Hanta sonrió triunfal cuando la victoria se la llevó la Federación, mostrando el tablero con la cantidad de kills, muertes y asistencias que habían efectuado cada jugador de ambos bandos.
—Eso no se vale —lloriqueó Kaminari tras ver el tablero, puesto que, a pesar de ser quien asesinó más —revasando a Sero por 8 kills—, su equipo había muerto más de lo que habían matado, algo de lo cual el equipo de Sero se había llevado la ventaja.
Hanta aprovechó para estirarse de manera perezosa, cerrando los ojos satisfecho en el proceso.
—Si, bueno, hoy no es tu día, Kamibro —le consoló el azabache —. Quizás mañana pueda irte mejor.
Kaminari gimoteó, dejándose caer de espaldas al suelo, dejando el control a un lado.
Hanta le restó importancia a ello. Después de todo, Kaminari era así cuando perdía mucho.
Giró su rostro entonces al pelirrojo, quien se había acostado en las piernas de Bakugo mientras este seguía viendo su teléfono con una mano y la otra acariciaba pausadamente su cabello.
Sero sintió, por primera vez en toda su vida, unos inmensas ganas de ser Bakugo en esos momentos.
Kirishima le regaló una brillante sonrisa en zigzag que iluminó toda la habitación, alzando el pugar pocos segundos después.
—¡Buena partida, Serobro! —le felicitó con entusiasmo.
Sero sonrió en respuesta, moviendo una de sus manos para restarle impotencia. Y quizás así el pelirrojo no note su pequeño sonrojo que, molesto e inexplicable, siempre aparecía.
Siguió viendo de reojo a Bakugo un poco más —algo de lo cual Kirishima no pareció enterarse ya que, poco después pareció ver algo interesante en el techo una vez volteó el rostro—, donde el cenizo le devolvió una refulgente mirada rojiza que le provocó un respingo de la sorpresa —porque aquello no había sido del susto. No, para nada. Él estaba entrenando para ser un héroe profesional, al fin y al cabo, no se asustaba por la mirada penetrante de su amigo—.
Y, como si Bakugo supiera exactamente lo que quería, sacó con suavidad la cabeza de Kirishima de sus piernas solo para levantarse mientras Eijiro se quejaba de que había perdido su lugar cómodo.
—Hey, cara plana —le llamó en un tono más bajo, Sero se giró para prestarle atención —. Ocupa mi lugar, así el bastardo no se queja tanto.
A Sero casi se atraganta con su saliva y se le para el corazón tras escuchar aquello, viendo fijamente y casi sin creerlo como Bakugo le había dejado su espacio para que Kirishima apoyará su cabeza en sus piernas.
Oh, mierda. Oh, mierda. Oh, mierda.
Respira, Sero Hanta, respira. Inhala, exhala. Inhala, exhala.
Kirishima le sonrió de manera inocente mientras Bakugo seguía parado esperando una respuesta.
El corazón le bombeó con fuerza, azotando su pecho con miles de latidos por segundo, haciendo de él un pobre manojo de nervios mientras trataba de mantener el control de su alocado corazón.
Algo muy complicado si tienes a tu crush sonriendo frente a ti con inocencia mientras escuchas a tu propio corazón en los oídos, por supuesto.
Tragó saliva, adoptando una postura más despreocupada mientras dejaba el control de lado y se levantaba.
—Si, claro. No hay problema —contesta, felicitandose mentalmente de que su voz haya salido decente y calma, caminado a paso rígidos hasta tomar espacio en la cama.
Una vez se sentó y Kirishima se volvió a acomodar a como estaba antes con el cenizo, Bakugo sonrió, caminando hasta los estantes de juegos.
—Hora de elegir otro juego —sentenció Katsuki, tomando uno de los juegos que Sero tenía en el mueble, relevando el estuche donde traía el disco.
F.E.A.R. se leía en él, donde la "E" hacía ilusión a un 3 rojo.
Kaminari alzó la cabeza un segundo del suelo para leer el título del juego, dejándola caer pocos segundos después.
—No, ese juego no. Es de miedo —se quejó el rubio —. Además, acabamos de jugar uno de disparos.
—Excusas —replicó Bakugo enseguida —. ¿Te da miedo jugarlo? —se burló.
Kaminari hizo un puchero, ignorando a Bakugo después.
—¡Yo pido al fantasma! —Mina alzó la mano, saltando en la conversación de pronto.
Bakugo sonrió, como si estuviera orgulloso de que Mina se haya unido.
—¡Esa es la jodida actitud!
El cenizo se encargó de correr a Kaminari del medio de la alfombra solo para poder sentarse frente al televisor junto a la chica rosa, iniciando rápidamente una partida multiplayer en modo campaña desde donde habían quedado la última vez.
Escuchó una risilla y bajó la cabeza, encontrándose con la cara de Kirishima sonriendo levemente. Tragó saliva.
Maldición, se queja. Kirishima era tan lindo, tan hermoso. Ver su sonrisa era como tener a un sol frente a él, era como una luz brillante que podía incluso dejarte ciego por su intensidad. Sus ojos eran como pequeñas galaxias llenas de estrellas que nunca se apagaban, iluminando sus bellos rubíes como un par de piedras preciosas que Sero podría atesorar toda su vida sin aburrirse. Su calidez era como las fogatas en noches gélidas, invitandote a quedarte cerca hasta estar mejor. Su piel morena y su cabello rojo y picudo, invitandote a acariciarlo y comprobar que, en realidad, era extremadamente suave al tacto. Su actitud, masculina y sincera, era algo que Sero tampoco podria dejar de adorar. Como un pequeño niño y un adulto a la vez, Eijiro era un adolescente demaciado brillante e inocente. Demaciado para este mundo, si le preguntan.
Pero por ello es que se siente tan agradecido de haberle conocido.
Kirishima le dedica, esta vez, una sonrisa aún más brillante aún echado en su regazo. Y Sero necesita retener el aire en sus pulmones durante un segundo para no evidenciar lo mucho que esas sonrisas provocan él.
Desvía la mirada a la partida que juegan Mina y Bakugo en la consola, notando lo nerviosa que muchas veces Ashido se nota cuando tiene que entrar en una habitación oscura salpicada de sangre.
—¿No juegas? —pregunta Sero en algún momento, su voz sale casual y tranquila.
Kirishima mira la pantalla y hace una mueca.
—No me gustan esos juegos.
Una sonrisa involuntaria se dibuja en el rostro del azabache al pensar en las veces que Bakugo le grita de que si no juega Dead Space es cobarde. O F.E.A.R. O, también, Resident Evil Redemption.
Sero sabe que Kirishima tira por los clásicos como el Crash, Sonic, Ryman y Mario Kart. O los juegos de pelea como el UFC o el Tekken.
Lo sabe y, aunque sea un secreto que ni siquiera su bro más cercano sabe, Sero admite que empezó a comprar esa clase de juegos para que, cuando jugara junto a Eijiro, tendría una buena colección de juegos para que se divirtieran en la tarde.
Hah... Sero Hanta en serio estaba jodido.
El resto de la tarde pasa tan rápido que apenas notan que son pasadas de las 9 cuando Bakugo empieza a bostezar con insistencia y Kaminari a caído rendido en el suelo después de varias horas de juegos, comida chatarra y risas.
Mina también parece exhausta incluso si está acostumbrada a dormir después de las 10, por lo cual empieza a juntar algunas cosas del suelo antes de despedirse de los chicos. Bakugo se levanta con pereza y ciertamente cansado, alegando que era hora de que ambos se vayan de una vez porque después no podría levantarse en la mañana para ir a clases.
Sero gira su rostro sobre la cama para observar a Kirishima, quien le devuelve la mirada. Con el pasar de las horas habían terminado ambos recostados en la cama del azabache mientras intercambiaban memes, videos gracioso y un sin fin de stickers.
Sus ojos siguen conectados cuando Eijiro se dirige al cenizo, hablando sin despegar su vista un segundo de los ojos oscuros del contrario.
—Ve tú, Bakugo —le dice —. Voy a ayudar a Sero a llevar a Kamibro a su habitación.
Bakugo suelta un bufido antes de estirar sus brazos, somnoliento.
—Como sea —responde antes de irse por la puerta.
Cumpliendo con su palabra, Kirishima se levanta poco después, tomando a Kaminari siendo ayudado por Sero antes de encaminarse a la habitación del rubio para dejarle descansar en paz.
El camino es silencioso mientras recorren los pasillos oscuros de las instalaciones mientras cargan con el peso de su amigo dormido.
Una vez llegan, Sero se encarga de abrir la puerta mientras que Kirishima entra para dejar a su amigo en la cama como puede y taparlo con algunas mantas desordenadas. Sero suspira, volviendo a cerra la puerta una vez Kirishima termina su trabajo, comenzando otra caminata de vuelta a sus pisos.
El silencio que envuelve el entorno es tranquilo, ameno. Ambos caminan tan juntos que sus manos se rozan levemente, y Sero se pregunta si Kirishima sentirá lo mismo que él cada vez que eso pasa.
Suben en el ascensor y, como la habitación de Sero se encuentra en el piso superior, la primer parada es el piso de Kirishima, donde el tiempo encerrados allí se hace tan corto que las puertas se abren de par en par con un sonido metálico que saca a Hanta de sus pensamientos.
Kirishima se para frente al ascensor entonces, sin hacer ningún amago de querer entrar a su habitación por ahora.
Sero duda pero, antes de sentirse un completo cobarde, asiente con determinación y sonríe, caminado hasta llegar a un lado de Eijiro, quien le mira extrañado un segundo.
—Te acompañó hasta la puerta —dice, aunque tarda medio segundo en sentirse inseguro de nuevo —. Bueno, si quieres.
Kirishima sonríe antes de asentir.
—Claro.
El trayecto vuelve a hacerse corto, pero para Sero es suficiente con compartir esos pequeños segundos de caminata si es al lado del pelirrojo.
Una vez llegados a la puerta, Kirishima se voltea dispuesto a despedirse, donde los ojos de ambos vuelven a colisionar: el abismo entero de unos tranquilos ónix contra el brillo único de las galaxias rubíes. Sero queda hipnotizado cuando sus miradas se cruzan, quizás porque siempre le habían gustado los ojos tan expresivos de Kirishima, o el brillo que siempre había en ellos.
Sero se siente valiente por un momento, incluso se reemplantea la idea de decirle a Kirishima lo que siente. Pero aún no quiere arruinar la amistad que tienen, perder todo lo que han construido hasta ahora por los sentimientos que lleva dentro más de un año.
Quizás solo quiera ser egoísta un poco más y mantener esa amistad más tiempo. Y está bien, se dice, porque aquello es mejor que recibir una negativa por parte del pelirrojo, o que le termine disgustado de que su bro esté enamorado de otro hombre —una alternativa poco probable que suceda, pero no por eso Sero dejará de sentir ese miedo sofocante que le aprisiona el pecho todos los días al imaginarse las posibilidades de una confesión fallida—.
Y estaba a punto de hacer alguna despedida de bros antes de marcharse a dormir, algún choque de palmas, un gesto con la mano aunque sea, pero Kirishima se adelanta cuando, de un movimiento rápido, le planta un beso corto en la mejilla.
Eijiro se separa nervioso, con la cara completamente roja, mientras busca a tientas el pomo de la puerta para entrar.
—B-bueno, nos vemos mañana, Sero —el pelirrojo tartamudea, avergonzado de su reciente acción, cerrando la puerta pocos segundos después, dejando al azabache con todas las palabras atoradas en la garganta.
Hanta permanece en shock otro tortuoso minuto más frente a la puerta, sin siquiera mover un músculo, reproduciendo con lentitud de tortuga obesa en la Luna lo que acaba de suceder. Y, cuando su cerebro parece recobrar la absoluta conciencia de lo sucedido, su rostro es apoderado por un rosa tan intenso que compite con el cabello de Mina.
Una sonrisa viaja a su rostro tan rápido que pronto se extiende hasta los límites de sus labios, feliz. Bastante tonto y enamorado, también. Las energías llegan más rápido a su cuerpo que las descargas eléctricas de Kaminari o una explosión de Bakugo, dando media vuelta para tomar el ascensor y presionar el botón que da directamente a su piso, sin dejar de sonreír en ningún momento a pesar de ya haberse tirado en su cama y esté cerrado los ojos dispuesto a dormir.
Este había sido el mejor día de su vida, sin duda alguna.
4790 palabras.
Algo largo, significativo y lleno de sentimientos que no estoy segura si los expresé del todo bien.
Pero bue.
Aquí Kirishi con el último día de esta week por fin traído para ustedes.
(lo mejor fue que me tardé casi un mes en terminar esto😅😅🤙)
Así que ya saben, la próxima vez que quiera escribir una week redordarme empezar, por lo menos, un mes antes de sacarla. Así por lo menos la traigo al día XD
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Ónix: piedra preciosa de color negro.
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Cualquier falta ortográfica que haya estaría agradecida que me corrijan, no muero jeh, porque escribí esto a Full Machina 1000v y ando sin batería, por lo cual ni me molesté en corregir demaciado (y porq quería sacar esto cuanto antes para ustedes, se los debo).
Mil gracias a todos los que leyeron esta week y por los lindos comentarios que me llegaron en cada uno de los días, la paciencia y el amor que le dieron a este pequeño proyecto en el cual me animé a participar.
Un enorme abrazo lleno de besitos a distancia —Kirishi365
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