Día 2 - Vampiros.

En sus cien años de vida Hanta nunca había odiado tanto ser un vampiro. Vivir tantos años podría ser muy aburrido y a veces devastador, pues los vampiros también tenían sentimientos y se enamoraban de humanos. Los humanos eran tan distintos a ellos que era imposible no sentirse encandilado. Eran cálidos, se sonrojaban, tenían distintos tonos de piel y reían mucho.

Él había amado y perdido más de una vez. El dolor de la pérdida le hacía pensar que no valía la pena enamorarse si después se iba a sentir así.

Sin embargo, volvía a caer otra vez. Pero en esta ocasión se había enamorado de otro vampiro. Suspiró pensando en lo mal que estaba eso. Los vampiros no se enamoraban entre ellos, no formaban parejas. Pero ahí estaba él queriendo desafiar el statu quo.

En su zona había muchos vampiros muy diferentes entre sí. Katsuki era el más problemático, tenía un carácter podrido, pareciera que siempre estaba de mal humor, pero con él se llevaba bien. Hanta sabía de primera fuente que estaba encaprichado con un humano amante de los vampiros; le sugirió que lo convierta a vampiro, pero Katsuki no se había decidido aún.

Toru era una vampiresa que también se llevaba bien con él. Tenía una voz increíblemente aguda y su piel era tan pálida que parecía transparente. Quizás ella era la que más se parecía a su enamorado, dado que los dos eran muy alegres.

Luego estaba Denki, el vampiro que no salía de sus pensamientos ni en sueños. Él era muy distinto a los otros de su especie. Denki era alegre, escandaloso y tenía los ojos más brillantes que había visto en su larga vida. Además, sonreía mucho; cada vez que hacía eso quedaba hipnotizado y no podía dejar de mirarlo. Tenía una chispa que hacía que le ponga la piel de gallina y que se despierten sensaciones extrañas en él.

Quería mantenerlo oculto del resto de seres vivos o medio vivos. Quería tenerlo para él y que nadie pudiera apreciar su belleza. Se frotó los ojos. Quizás él también estaba encaprichado.

Estaba sentado en una vereda mirando la luna y perdido en sus pensamientos cuando llegó Denki con una sonrisa enorme.

—¡Hanta! No me vas a creer. Encontré un lugar con muchos humanos, fue fácil atacarlos porque...

Hanta dejó de escuchar lo que decía, pero seguía mirándolo con expresión soñadora. ¿Denki habría sido humano antes de ser vampiro? Eso explicaría muchas cosas. ¿Sería muy malo confesar sus sentimientos?

—Hey, ¿me estás escuchando? Estás raro hoy, ¿te pasa algo? —preguntó Denki.

—Me gustas —dijo mirándolo a los ojos.

Denki se sorprendió y comenzó a moverse para un lado y otro como si quisiera irse, pero sin saber a dónde. Finalmente se quedó quieto y habló serio.

—No digas esas cosas así, tan casual.

Hanta lo miró con atención, dándose cuenta de que Denki se había puesto nervioso. Si fuera humano se hubiera sonrojado. Además, no había sido rechazado, eso lo hizo sonreír. Eso significaba que tenía una oportunidad, ¿no?

En ese mismo momento se decidió. Haría todo lo posible por conquistar al vampiro más hermoso de todo el mundo.

Hola. Hoy traje un relato corto con final abierto jiji. Me gusta experimentar con los finales abiertos en las historias cortas.

Este relato tiene una referencia a otra de mis historias, pero no diré a cuál. A ver si alguien adivina.

Me gusta que Denki sea el objeto de deseo de otra persona y que esa persona se proponga conquistarlo. En Mi tormenta favorita pasó lo mismo. No puedo ir en contra de mí misma. Pero intentaré hacer algo diferente para los próximos días.

Gracias por leer 😊