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Día 3: Niñero accidental

Advertencias: creo que ninguna realmente?? Está tierno, supongo.

Un estruendo se escuchó por todo el edificio de los dormitorios de la clase A y, segundos después, las luces de toda Heights Alliance se apagaron en un solo instante, fundiéndose con la oscuridad de la noche.

— Oh no — se escuchó un susurro en la sala común.

Una puerta se abrió de forma abrupta y azotó contra una pared.

— ¡Kaminari Denki! — gritó Aizawa, con tanta seguridad en su voz, como si ni siquiera necesitara saber de quién había sido aquella travesura.

— Mierda...

Un rayo de luz iluminó la sala y lo primero que pudieron ver fue a un rubio y un pelinegro junto a uno de los contactos del edificio, con unos rostros asustados, casi asumiendo la culpa y listos para declarar que lo que había pasado había sido obra suya. Momo dejó de iluminarlos con la pequeña pero potente linterna que había creado e iluminó a todos los demás para ver si estaban bien. Segundos después, el objeto terminó en manos de Aizawa y alumbró acusadoramente a los chicos que habían causado dicho desastre.

— Y Sero Hanta, claro — habló resignado el maestro, aún con irritación en su voz. Su mano derecha masajeaba su frente con frustración.

— ¿Papi?

Una pequeña vocecita se escuchó en la sala común y todos voltearon a donde, suponían, provenía esa voz. Gracias a la linterna pudieron ver a Eri asomándose del cuarto designado para el maestro y este pronto suspiró lleno de estrés. Había estado trabajando en un control para los chicos para el tercer período del día siguiente y no se le había ocurrido guardar el documento. Mucho menos había esperado que la luz se iba a apagar y se iba a llevar con el apagón la escasa batería de su computadora.

— Todo está bien — aseguró Aizawa aún iluminando a la pequeña que había adoptado meses atrás —. Ahora, ustedes dos — señaló a los culpables —, van a cuidar de Eri hasta que yo regrese. Ahora tengo que ir a resolver esto y dar la cara por ustedes con los demás profesores.

— Lo sentimos, Aizawa-sensei —expresó la pareja casi al mismo tiempo, con la mirada gacha.

— Eso no repara lo que hicieron. No quiero que nadie los ayude mientras cuidan a Eri, a ver si se responsabilizan por al menos una sola vez. Y tampoco vayan a creer que este es su único castigo — refunfuñó el mayor, dirigiéndose a la salida de los dormitorios —. Todos los demás, manténganse tranquilos, ¿bien?

— Sí, sensei — respondieron unos cuantos antes de que el pelinegro saliera por la puerta.

— Viejo, estamos jodidos — susurró Sero recargándose contra Kaminari, para después casi caer al suelo cuando el rubio se separó abruptamente —. ¡Hey! — reclamó infantilmente.

— Qué injusto que solo haya gritado mi nombre — masculló el rubio haciendo un pequeño puchero hacia su novio, que pronto rió y lo abrazó.

— Es que si te pones a pensar, eres el que más fácil se mete en problemas — respondió Sero, pronto recibiendo palmadas de reclamo en el pecho hasta que soltó al más bajo —. Solo digo la verdad.

Denki bufó evitando sonreír aunque sabía que Sero tenía razón. Sin embargo...

— No es por romper su burbuja amorosa, pero tienen que cuidar a Eri — comentó Jirou, sentada en el mueble junto a Momo que fabricaba más linternas. Las suficientes para iluminar la sala común. Eri se había acercado porque parecía tenerle miedo a la oscuridad, por lo que fue fácil llegar a ella cuando recordaron que debían cuidarla.

— Cierto. Eri, ¿quieres acompañarnos? — preguntó Sero, agachándose a la altura de la peligris, que asintió algo asustada y Kaminari también se agachó para sonreírle.

— ¡Oh, no tengas miedo! — exclamó de una forma muy suave y cariñosa que bien logró relajar un poco el cuerpo de la niña —. ¿Te cargo?

Eri nuevamente asintió y pronto Kaminari la tuvo en brazos, dejando que la niña enredara sus piernas en su torso mientras él la sostenía por la espalda. Todos observaron con algo de sorpresa la facilidad que Denki tenía con los niños y, sin realmente algo más que decir, dejaron que se marcharan hacia la habitación de Sero con una de las linternas de Momo.

— No sabía que Kaminari fuera bueno con los niños — susurró Momo deteniendo la producción de lámparas, para después ser abrazada por Jirou, que no parecía pensárselo mucho.

Mientras tanto, Sero y Kaminari habían tenido que usar las escaleras al haber también afectado el elevador y pronto estuvieron en la habitación de Sero, donde el pelinegro colocó la lámpara en el techo haciendo uso de su cinta para iluminar la habitación. Kaminari sentó a Eri en la cama de Sero y tomó lugar en el suelo, por fin dándose cuenta de que la menor estaba usando una pijama.

— Eri-chan, ¿ya estaba cerca tu hora de dormir? — preguntó con una sonrisa mientras sus manos sostenían sus propios tobillos al estar sentado con las piernas cruzadas.

Sero se sentó junto a él de la misma forma, pero sus brazos estaban apoyados en el suelo. Se mantenía con una sonrisa entre divertida y enternecida de ver a su novio convivir tan fácilmente con una pequeña de 6 años.

— ¿Ya son las 8:30? — preguntó la niña con un rostro un poco triste, como si no quisiera irse a dormir aún.

Sero checó el reloj análogo que estaba sobre el mueble junto a su cama y negó con la cabeza.

— Tienes todavía media hora para jugar, Eri-chan — anunció el pelinegro con una sonrisa lo suficientemente contagiosa para hacer que la peligris esbozara la más tierna de las sonrisas —. ¿Quieres jugar a algo en especial? 

Se sumieron en un pequeño silencio, hasta que Eri pareció encontrar una actividad lo suficientemente divertida, por lo que asintió de forma efusiva y sus mejillas se sonrojaron mientras se alzaban en una sonrisa más grande que antes.

— Mina-san y Ochako-san me enseñaron a jugar al tren de peinados — mencionó alzando sus brazos hacia el frente mientras estiraba sus deditos, para después volver a bajarlos, esperando la aprobación de los dos mayores —. ¿También lo pueden jugar chicos? — preguntó ella algo preocupada.

Sero rió un poco y asintió, levantándose de su lugar.

— Debo tener algo aquí que nos sirva para jugar — mencionó él, para después sacar de un estante varios pasadores y prendedores de cabello bastante simples, junto con un par de ligas.

— ¿¡Hah!? — exclamó el rubio al ver la cantidad de artículos para cabello que su novio había puesto sobre la mesa ratonera del cuarto —. ¿Tú los tenías y no me dijiste nada? Eres un traidor — lloriqueó haciendo un puchero, para después tomar las cosas -sus cosas- y colocarlas en la cama —. Dinos cómo se juega, Eri-chan.

La pequeña asintió y se acomodó en la cama frente a los dos chicos mayores.

— Primero tenemos que sentarnos, uno adelante del otro, así — explicó con una mueca decidida, gateando hasta sentarse delante de Denki, dándole la espalda, giró su torso para ver a los chicos y Sero pronto se colocó detrás de Denki, mostrándole un pulgar arriba para darle a entender a la pequeña que podía continuar. Ella asintió —. Ahora, tenemos que peinar a la otra persona y después yo voy a peinar a Sero porque es el último y yo la primera. ¿Está bien?

— ¡Suena genial, Eri-chan! — contestó Denki, casi irradiando tanta felicidad que parecía verdaderamente emocionado con el juego.

Pronto los dos chicos comenzaron a jugar con el cabello de quien tenían en frente, es decir, Kaminari peinaba a Eri mientras que Sero intentaba hacerlo con Kaminari.

Las manos tranquilas del rubio entrelazaban mechones del cabello gris de la pequeña bajo la luz de la linterna, dejando lucir una linda trenza de pescado que después procuró dejar algo floja para proceder a enrollar la misma hasta hacerla parecer una linda flor plateada en la cabeza de la niña después de casi 20 minutos trabajando cuidadosamente en el cabello, aunque no pudiera moverse tanto al estar siendo "peinado" por Sero, quien, cuando supo que Kaminari había terminado, asomó su cabeza para ver el producto final.

Observó con total incredulidad aquel peinado y después giró su rostro a Denki.

— ¿Cómo? — se limitó a preguntar, dejando de hacer pequeñas coletas al azar en el cabello de su novio.

— ¿Nunca te dije que tengo dos hermanas? — preguntó el rubio, sonriendo con diversión ante el gesto casi ridículo que tenía su novio. Rodó los ojos y le dijo a Eri que ya estaba lista, para después tomarle una foto con su teléfono casi sin batería y enseñársela. Ignoró que su novio no paraba de verse más confundido a cada segundo que pasaba y prefirió emocionarse con Eri, para después recordarle a la pequeña que debía peinar a Sero para concluir el juego.

No tomó más de cinco minutos para que ella tomara unos pasadores y acomodara el fleco del pelinegro, para después hacerle dos coletas disparejas altas con su cabello, no tan largo, por lo que habían quedado muy chistosas. Denki rió ligeramente y propuso que se tomaran una foto para recordar la ocasión, por lo que pronto los tres posaron a la cámara del teléfono y tomaron tantas fotos como pudieron antes de que el aparato terminara muerto. Ya Denki lo cargaría más tarde con su quirk.

Apenas estaba por dar la hora acordada cuando las luces regresaron y, sin pensarlo mucho, los dos chicos celebraron, haciendo a Eri reír un poco, antes de que pasara al menos un minuto. La dulce Eri bostezó y se recargó contra Kaminari mientras Sero se deshacía de la linterna colgante improvisada.

— ¿Ya tienes sueño, Eri-chan? — preguntó Sero después de guardar la linterna en su cómoda, embelesado ante la vista del rubio acariciando la cabeza de una niña pequeña para ayudarla a descansar. "Mhm" fue la contestación de la pequeña y, sin dudarlo, el rubio la cargó, para después depositarla en la hamaca que Sero tenía en su habitación para arrullarla ahí mientras la mecía —. Nunca me hubiera esperado que fueras bueno con los niños — susurró Sero, sentado en la cama mientras observaba con una mirada enamorada a ese niñero provisional, aunque todo era parte de un castigo. Castigo que, realmente, estaba disfrutando mucho.

Se levantó para tomar una frazada de su closet y la colocó sobre la pequeña cuando estuvo totalmente dormida. Ambos suspiraron y se dejaron caer en la cama procurando no hacer nada de ruido, o al menos no tanto para no despertar a Eri.

— ¿Por qué nunca me dijiste que tenías una hermana? — preguntó el más alto en un tono de voz bajo.

— Nunca preguntaste — se burló Kaminari, para después alzar los hombros —. Supongo que nunca lo vi necesario y me daba pena que la gente supiera que sé hacer todas esas cosas, ya sabes... ¿femeninas? Recuerda que mi papá es--

— De tu papá no se habla — respondió rápido el pelinegro al ver que el brillo en los ojos de su pareja se iba apagando. Al cortarlo de tajo, Kaminari pareció regresar a la realidad y asintió con una sonrisa avergonzada —. Quiero decir, si necesitas desahogarte está bien, pero sabes que tu papá está equivocado.

— Sí, solo que crecí con él y sus malditos ideales por tanto tiempo, a veces es complicado — explicó el rubio rascando su nuca, para después acostarse en la cama viendo a su novio con pena.

— Lo entiendo, pero, ¿sabes? — comenzó a hablar Sero, con un tono de voz juguetón, mientras dejaba caer su torso a un lado de Denki para que ambos quedaran acostados. Se recargó en su lado derecho para verlo mejor y apartó el flequillo del menor para verlo mejor a los ojos. Ninguno se había deshecho del peinado que llevaban, por lo que no podían evitar sonreír por lo estúpidamente tiernos que se veían —. Tú sí serías un gran papá.

— ¡Sero! — exclamó bajito Kaminari, dándole un golpe al chico con una mano, mientras que con el otro brazo cubría su rostro sonrojado de la vergüenza —. ¿Qué clase de cosas estás pensando?

El más alto rió, dejándose caer nuevamente en la cama, para después suspirar. Un verdaderamente largo suspiro escapó de sus labios y atrapó totalmente la atención del rubio, que fue esta vez el que se recargó en su costado para ver al otro.

— Solo decía — balbuceó —. Pienso que... la idea de que tú estés a cargo de otra vida más pequeña me parece adorable. Y la idea de hacernos cargo de una es... No sé. Supongo que he fantaseado sobre eso, pero, ¿quién no ha fantaseado en formar una familia y casarse con su crush? — confesó avergonzado, dirigiendo su vista apenada a los ojos ambarínes de su novio y mejor amigo, que lo veía cada vez más sonrojado —. Creo que hablé de más.

— Pues, no has sido el único, si quieres mi humilde opinión — contestó Kaminari después de un tiempo en silencio —. Pero tenemos 16, somos adolescentes irracionales y alborotados con hormonas de aquí para allá, pensar en eso es como-- loco.

— Yo nunca dije que hiciéramos algo así a los 16, Denks — rió Hanta, volteándose también para ver de frente a su novio. Se acercó a darle un beso en la frente y después susurró —: Quizá cuando tengamos 26.

— Si llegamos a los 26 — respondió en son de broma el rubio, pero Sero frunció ligeramente el ceño —. ¿Qué? Solo digo... Pretendemos ser héroes, uno de las profesiones más peligrosas y para como somos de irresponsables y tontos...

Kaminari alzó los hombros, o algo así intentó estando acostado, y después decidió acurrucarse en el pecho de Sero, escuchando su corazón latir de forma fuerte y apresurada. Sonrió.

— No somos irresponsables ni tontos, manejamos muy bien 30 minutos con una pequeña — contradijo Sero, aunque su risa no parecía querer contradecir realmente a Kaminari, quien se unió en la pequeña diversión hasta que se separó un poco para ver a Hanta.

— ¿Te recuerdo por qué la tuvimos que cuidar 30 minutos?

Claro, ambos comenzaron a reír un poco más, hasta que alguien tocó a la puerta de la habitación de Sero. Se vieron un poco confundidos al inicio, pero rápido cambiaron de posición y Denki se mantuvo sentado a la orilla de la cama mientras Sero se dirigía a abrir la puerta, olvidando totalmente los peinados.

El rostro de Aizawa fue lo primero que notó y abrió la puerta casi de golpe, pero procuró no azotarla, para después dejar pasar al mayor y que checara que todo estaba en orden.

— Ya les informé a sus compañeros que todo está en orden ahora. Mañana harán una revisión más cuidadosa mientras estén en clases, pero no es nada preocupante. Tienen suerte y... — por fin Aizawa se dignó a mirarlos bien —. ¿Por qué están peinados así?

— ¡Oh! Es que jugamos con Eri-chan a un tren de peinados — explicó Kaminari, levantándose de la cama para señalar la hamaca donde seguía durmiendo la más pequeña. La sonrisa que llevaba hizo que Aizawa se relajara un poco y asintiera al entender la situación, para después acercarse a ver a su hija adoptiva y suspirar de alivio al verla bien, peinada y dormida cómodamente en una hamaca.

— Bien. Me la llevaré ya para que ustedes puedan descansar — declaró, antes de tomar en brazos a la pequeña con mucho cuidado. Caminó hasta la puerta y, antes de salir, se volteó para verlos —. Discutí con el director su castigo y quedó en que ustedes limpiarían el aula durante tres días después de las clases matutinas, ¿entendido?

— Sí, Aizawa-sensei — contestaron ambos, para después ver cómo el mayor desaparecía por la puerta con su hija en brazos.

— Woah, nos fue mejor de lo que creí — balbuceó Denki, sentándose nuevamente en la cama del otro. Sero asintió un par de veces, para después cerrar la puerta y acomodarse a su lado.

— Sí y tuve la oportunidad de convivir un un Denki muy tierno y muy paternal — se mofó el mayor, abrazando a su novio con fuerza, haciendo que se quejara y riera mientras le pedía que lo soltara, alegando que no podía respirar.

Sero comenzó a deshacer su peinado cuando se separaron, pero no dejó de hacer pequeños comentarios bromistas sobre esa faceta de Denki, quien también intentaba deshacerse de la gran cantidad de "coletas" que Sero le había puesto, más que nada palpamdo su cabeza en busca de ligas, prendedores o pasadores puestos al azar en su cabellera.

— Oh, ya basta — soltó el más chico por fin con una mueca divertida, acomodándose después en la cama al ver que ya eran casi las 9 de la noche —. Deja de pensar tanto en el futuro si tenemos un muy lindo presente aquí. Aparte, creo que por ahora prefiero ser un niñero accidental — comentó el rubio, riendo un poco antes de palpar la cama junto a él ver a Sero con un puchero, logrando que el chico suspirara rendido y se metiera a la cama con él, no sin antes haber ido a apagar la luz.

Se abrazaron en la oscuridad de la noche y taparon sus cuerpos con las sábanas de patrones curiosos que Sero poseía, para después dejarse llevar por el silencio y poco a poco ceder ante el sueño. Sin embargo, antes de caer profundamente dormidos, Sero acarició la espalda de Kaminari y dejó un beso en su cabeza.

— Presente o futuro, accidental o no, quiero ver todas tus facetas, Denks — susurró, dejando que sus labios rozaran contra esas hebras que olían a coco vagamente —. Si me permites, en primera fila.

— No te pongas de cursi conmigo de pronto, Sero Hanta — contestó casi al instante Kaminari, para después alzar la vista aunque no viera el rostro del otro gracias a la oscuridad. Juntó sus labios contra la barbilla ajena y fue subiendo el pequeños besos hasta alcanzar sus labios —. Sabes que es mi debilidad.

— ¿Ah, sí? Pues la mía es verte sonreír. Y tienes muchas sonrisas, como la que hiciste cuando estabas cuidando de Eri-chan — volvió a hablar el pelinegro —. A eso me refería, quiero conocer todas y cada una de esas sonrisas. No me importa que pase el tiempo si lo puedo pasar a tu lado, conociendo todas tus facetas... Ya sea el gamer compulsivo, el héroe decidido, el chico nervioso, el coqueto, el Kaminari alma de la fiesta, el más divertido... hasta el niñero accidental.

— ¿Acaso me estás intentando a enamorar? Porque funciona — bromeó de forma un poco nerviosa el más bajo, escondiendo su rostro en el pecho de Sero al ser bombardeado de tantas palabras bellas.

Ambos sonrieron en medio de la oscuridad y, como un acuerdo silencioso, pareció que la plática acabó ahí. No fue hasta que pasaron 10 minutos, cuando Kaminari ya parecía más despierto que dormido, que Sero decidió abrir la boca una última vez esa noche.

— Siempre.

Pues... He aquí el día 3. Esta prompt me costó un poco porque me llegaron tres ideas al mismo tiempo. Descarté una casi de inmediato, pero las otras dos las tenía muy presentes. Comencé a escribir una de ellas y no me estaba gustando para nada, por lo que la borré cuando llevaba ya al menos mil palabras y dije "No". Así que empecé a escribir esta apenas ayer, usando mi tercera y última opción. La verdad es que no me desagradó el resultado, pero me hubiera gustado que hubiera quedado más largo, aunque tampoco es como que estén mal las historias pequeñas, ¿no?

Ojalá les haya gustado.
¡Nos vemos mañana, espero!

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