『Día 02』
Crossover
Nadie pensó ese día cuando fueron a trabajar que atracarían la fábrica. Todo parecía igual de aburrido que siempre para Kaminari. Llegar y ponerse con su trabajo de secretario era horrible, además que su jefe últimamente le acosaba demasiado y sabía que si le reclamaba acabaría despedido.
-No me vine a otro país para esto...-Suspiró y entró rápido en su pequeña oficina antes de que su superior le viese.
Estaba estudiando en la universidad de bellas artes, y como su familia no lo aprobaba había tenido que buscarse trabajo y estudiar por las noches. Estaba harto, pero no le iba a dar el gusto a sus padres de volver a casa.
Aunque escuchar los toques en su puerta y ver a Shishikura entrar le quitó el poco entusiasmo que llevaba encima. El pelimorado no era mucho mayor que él, trabajaba sustituyendo a su padre que era el verdadero jefe. Sin embargo, debido a unos problemas de salud que tenía la fábrica quedó a cargo de su hijo.
Y Denki solo quería darle con un bate de béisbol cada vez que ese maldito aprovechado se acercaba a él.
-Hola Kami, hoy te ves muy bien.
-Buenos días señor Seiji, si me disculpa debo atender unos asuntos.-Le sonrió falsamente y se levantó para tratar de salir de allí, pero el chico no le dejó.
-Ya sabes qué pasa si me rechazas, te dije que pararas de inventarte excusas.
Kaminari se apartó de él e iba a contestar, pero se escucharon gritos y después disparos. En unos instantes aparecieron dos tipos con armas y máscaras de Dalí, que comenzaron a amenazar a las personas que estaban trabajando.
Los dos jóvenes también corrieron la misma suerte. Denki había echado a correr dejando atrás a Shishikura pero no era muy rápido, y uno de los atracadores le cogió como a un saco de patatas por mucho que el rubio pataleó y lloró.
Nunca le había pasado algo así, ¿por qué tenía tan mala suerte?
El que le había atrapado le tiró al suelo cuando llegaron a la entrada de la fábrica, y se quitó la máscara. Kaminari le observó bien, tenía el cabello negro ligeramente largo, y los ojos del mismo color. Además, pudo ver algunos piercings en su oreja.
-¡Quiero a todo el mundo callado!-El hombre apuntó al techo con una pistola y disparó, logrando un silencio sepulcral.-Así me gusta. Déjenme que me presente, mi nombre es Tokyo, y no estamos aquí para matar a nadie.
Denki vio cómo repartían máscaras para los ojos entre los secuestradores, y cómo después se las ponían a cada uno de los rehenes. Cuando sintió como se la ponían a él tembló de terror, pero eso no fue lo peor.
Comenzó a sonar el teléfono de la fábrica, y el que se había presentado como Tokyo preguntó en voz alta algo que le heló la sangre.
-¿Quién es Kaminari Denki? Que dé un paso al frente.
Iba a hacerlo, básicamente por miedo a que le matasen, pero notó la mano de Seiji a su lado, agarrándole la muñeca muy fuerte.
-Ni se te ocurra Denki, te matarán.
Tragó saliva asustado, pero levantó la mano que tenía libre, y respondió a la pregunta del delincuente.
-Y-yo soy Kaminari Denki.
Escuchó unos pasos, y cómo le liberaban del agarre de Shishikura. Alguien le tomó de la mano suavemente, como si temiese hacerle daño, y le llevó hacia el teléfono, que seguía sonando.
-Bien Denki, tienes que contestar y decir que todo está bien, ¿vale? Que hay problemas técnicos y no podéis abrir las compuertas de acero.
La voz de Tokyo vino acompañada de una pistola. Lo sentía tras él, muy pegado a su cuerpo. Una mano sostenía su cintura y la otra el arma, seguramente apuntándole a él.
-Tengo una pistola por precaución. Haz una buena actuación y no tendré motivos para usarla.-Le habló al oído, y Kaminari tomó el teléfono con la mano temblorosa, contestando a la llamada.
-F-fábrica de moneda y timbre, ¿dígame?-Escuchó cómo le pedían de manera alarmante que por favor abriesen las compuertas. Notaba la pistola y el cuerpo del hombre y se puso nervioso.-H-hemos tenido problemas técnicos, no puedo pasarle con el señor Seiji ahora lo lamento.-Sintió la pistola más cerca, y sollozó.-N-no, no puedo pasárselo, ya se lo he dicho, adiós.
Colgó el teléfono, casi desmayándose. Nunca había tenido que mentir de esa manera para salvar su vida, pero al parecer había convencido a Tokyo porque le escuchó guardar la pistola y susurrarle al oído.
-Bien hecho pequeño.
Se estremeció con su voz, y de ahí todo estuvo en blanco para él. No podía creer que ahora fuese rehén en un atraco, que podía morir en cualquier momento y ni si quiera había podido terminar el primer curso de la universidad.
Cuando les quitaron las vendas, logró ver a más personas.
Una chica con el cabello morado y corto, también tenía piercings y algún tatuaje en el cuello, seguramente no sería el único. Ella se presentó como Nairobi.
Dos chicos, siempre estaban juntos aunque peleaban demasiado. Uno tenía el cabello rubio cenizo y los ojos color rubí, era muy musculoso y seguramente si no fuese delincuente diría que atractivo; lo conocían como Denver. Su amigo era más bajito, flacucho y con pecas y el pelo verde como un arbusto. Seguramente sería el cerebro; él era Moscú.
Después estaban Oslo y Helsinki, extranjeros. Oslo era chica, la verdad es que no parecía mucho mayor que él, con el cabello rosa y esponjoso, que pegaba mucho con el cabello rojo y puntiagudo de su compañero.
Y por último, Río y Berlín. Río era una linda chica pelinegra, por lo que sabía ella y Berlín eran pareja porque siempre estaban juntitos y a veces se daban besos. Aunque no sabía qué le veía a ese helado de dos colores, cuando lo vio por primera vez pensaba que su pelo mitad rojo y mitad blanco era una peluca.
Habían estado dos días allí, dos días en los cuales Shishikura estaba cada vez más loco, al menos para Denki. Siempre murmurando sobre cómo podían escapar, incluso en las pocas horas de descanso que tenían.
Él seguía más o menos con su rutina, solo que ahora también catalogaba los billetes que los atracadores iban imprimiendo. El problema es que tenía de compañero a su jefe, y de verdad sentía que cometería asesinato.
Su superior estaba peor que de costumbre, se pegaba demasiado a él y le tenía completamente harto. Pero respiraba y se calmaba, haciendo su trabajo en silencio, hasta que ya rebasó el límite.
Estaba juntando unos billetes de cincuenta, no había nadie alrededor porque Nairobi estaba controlando la producción, y los demás haciendo rondas. No había hablado en absoluto con Seiji, y le notaba callado. Algo que en ese momento agradecía.
Pero el chico no estaba feliz, quería salir y volver a la normalidad. Esos malditos idiotas le habían importunado ese día que por fin tenía bien amenazado al menor, pero ahora no había nadie cerca.
-Denki... ¿No crees que hace demasiado calor?
-No, yo estoy perfectamente señor Seiji.
Trató de ignorar esa estúpida frase, pero no pudo cuando su jefe le tomó del cuello del mono rojo que les habían obligado a ponerse y le tiró encima de la mesa. Se asustó y comenzó a gritar, pero a Shishikura parecía no importarle, hasta que llegó Tokyo y vio los billetes tirados en el suelo.
El pelinegro se veía realmente furioso, y apuntó a pelimorado con su arma. El chico asustado se separó de Kaminari, que se acomodó su ropa rápidamente.
-Tú vuelve a tu puto trabajo, si estás caliente aprovecha tus horas de descanso y punto.-Miró a Shishikura con una mirada asesina, y luego se giró hacia el rubio.-Tú, con tus pataleos has tirado billetes maldito crío. Tú vienes conmigo.
Denki negó pero Tokyo le agarró del brazo y le arrastró fuera de ese cubículo donde Seiji volvía a su trabajo. Si moría por culpa de ese estúpido pervertido iba a cobrársela, vaya que lo iba a hacer.
Tokyo le llevó a un despacho, y cuando entraron cerró la puerta con pestillo. Kaminari no sabía cómo escapar, mucho menos cuando vio cómo sacaba una pistola de su bolsillo.
-Si me vas a matar hazlo, mi vida es una mierda no puede ir a peor.
El pelinegro acercó el arma al rubio, pero no le disparó. La dejó sobre la mesa y se sentó en uno de los sillones. Denki le miró curioso, sin saber qué decir ahora.
-Estabas pidiendo ayuda, sería gilipollas si dejase que te violasen, ¿no? A ese tío se le notaban las ganas a millones de kilómetros, así que he estado atento estos días por si intentaba hacerte algo.
-G-gracias...-Se quedó en el sitio, la verdad es que no entendía por qué a un delincuente le importaría lo que le pasase a él, pero le debía una muy gorda.
Tokyo le invitó a sentarse, y por primera vez desde que comenzó el atraco Kaminari pudo relajarse un poco. Pasó el resto de la tarde allí, mientras el mayor le hacía preguntas de su vida. Al principio estaba algo reacio, pero acabó por abrirse a él.
El hombre era muy amable con él, y en poco tiempo ya lo sabía todo de Denki. El chico no sabía si debía haber hecho eso, pero no pudo evitarlo. Parecía muy buena persona, aunque estuviese robando dinero a montones.
Cuando salieron, Tokyo le acompañó a donde estaban los demás rehenes, e hizo que otro trabajador le cambiase el sitio para que no estuviese junto al pelimorado. Kaminari le agradeció y se despidió de él con una pequeña sonrisa.
Moscú miraba todo, y cuando todos estaban acostados y Berlín los vigilaba, decidió hablar con Tokyo. Fueron a una habitación alejada de cualquier curioso que quisiese escuchar, y le preguntó sin tapujos.
-¿Qué le has hecho a ese chico, Sero?
-Tranquilo Midoriya, no pasa nada. Iban a aprovecharse del chaval, solo le ayudé. Tiene dieciocho años, no creo que le guste pasar lo que le queda de vida con un trauma.
-Pero... Tú nunca ayudas a nadie... Sero esto no es un juego para que te hagas el héroe. No debemos tener contacto de más con los rehenes; solamente el necesario, el profesor lo dijo.
-Midoriya, tú encárgate de los asuntos tecnológicos y yo de que todos sigan vivos hasta que el atraco termine.
Sacó un cigarrillo y lo encendió, dándole una calada. Izuku negó y salió de allí, dejándole con sus pensamientos. Kaminari Denki era alguien curioso sin duda. Renunciar a tu familia y venirte a otro país debía ser duro, sobre todo cuando sufrías acoso.
Pero a pesar de todas esas adversidades, seguía sonriendo y teniendo sueños. No lo comprendía, el cómo alguien así podía continuar luchando cuando todo se le ponía en contra.
-Parece... Una pequeña estrella...-Miró el cielo nocturno mientras fumaba, sin duda eso se estaba poniendo interesante.
Al día siguiente, Kaminari siguió con lo suyo. Ya no estaba con su jefe en la producción y eso le hacía estar más tranquilo. Se cruzaba con Tokyo en los pasillos y cuando le miraba desviaba la vista nervioso.
Sentía que lo seguía a todas partes, pero aunque quisiese negarlo no le disgustaba. Y eso le preocupaba, porque era un delincuente y él un simple estudiante, un niño.
Pasaron cuatro días más, casi una semana. La tensión estaba creciendo, y una noche mientras Oslo estaba con un rehén en el baño los demás hablaron, obligando a Kaminari a unirse. El jefe cómo no era Shishikura, que hablaba resuelto.
-Vamos a robar un arma, yo me encargaré de ello junto a Awase. Mañana vamos a salir de esta mierda de lugar por la noche. Solo hay un atracador, Tokyo. Le cambiaremos el arma y no podrá defenderse.
Denki escuchaba todo, sin poder creérselo. Iba a hablar, pero Seiji no se calló.
-Tú tienes que robarle la pistola Denki. Ese idiota siempre está cerca de ti, ¿no? Tienes que quitársela y dármela.
-M-mañana Río me dijo que estaría en producción temprano, yo no puedo.-Se inventó esa excusa, porque no era verdad. Es solo que no quería ser él el que dejase a Tokyo indefenso.
El otro pareció creerle, y le descartó del plan. Cuando acabaron de hablar Shishikura detuvo a Kaminari, y le habló cerca del oído.
-Cuando salgamos de aquí, voy a terminar lo que empecé. Ya sabes qué pasará si te niegas.
Le soltó y volvió a su saco de dormir. Kaminari frunció el ceño y regresó al suyo también. Esas palabras le habían cabreado. Estaba harto de esas amenazas, completamente harto. Ya le daba igual perder su empleo, no iba a dejar que le mangoneasen.
Al día siguiente, vio cómo el plan comenzaba. Él disimuló lo mejor posible y continuó con su trabajo. Todo estaba tranquilo, y a la hora del almuerzo Tokyo se acercó a él.
-Pareces algo pálido, ¿estás bien Denki?
-¡S-sí!-Se sobresaltó al escuchar su voz y se giró a verle con una sonrisa nerviosa.-Sólo algo cansado, es todo señor Tokyo.
-Llámame solo Tokyo, no soy mucho mayor que tú como para que me llames señor.-Rio suavemente y le acarició el pelo a Kaminari, que se sonrojó. Su risa le parecía muy bonita.-Ve a comer tranquilo, espero podamos vernos más adelante.
-S-sí, claro.-Se despidió de él y corrió hasta dar la vuelta a la esquina, pero escuchó algo interesante.
-Sero, deberías dejarlo ya. Es un niño, no te aproveches de que está amenazado con una pistola.
-No me aprovecho Jirou, es lindo, pero parece que pueda defenderse... Sabes que me llamó la atención desde el principio.
-¿Y qué planeas, llevarlo contigo? Qué le dirás "Oye Denki, ven conmigo, soy millonario ilegalmente y pueden meterme en la cárcel en cualquier momento." ¿Crees que te dirá que sí? Ese chico tendrá sueños, tú mismo lo dijiste. No va a ir contigo.
Kaminari asomó su cabeza, viendo como Sero había apartado la mirada molesto. ¿De verdad le interesaba a un ladrón? ¿Podía tener peor suerte? Pareciera que no. Se fue de allí, sin saber que alguien le había visto.
Esa noche, cuando se preparaban para dormir, trató de cruzar miradas con Sero. Pero el mayor parecía que no quería lo mismo, evitando a Denki en todo momento. No sabía si al final le habían intercambiado el arma, pero de lo que sí estaba seguro era que alguien podría morir esa noche si el plan se llevaba a cabo.
Todo pasó muy rápido para él. Shishikura se levantó con una pistola y apuntó a Sero. El pelinegro rodó los ojos pensando que el arma que sostenía el rehén era de las falsas, y sacó la suya propia, apuntando a Seiji.
-No estoy para putos juegos de mierda, así que duérmete.
Pero el mencionado no le hizo caso, y siguió apuntándole con una sonrisa macabra, mientras los demás los observaban. Sero pareció hartarse, y quitó el gatillo disparando, pero ninguna bala salió.
Fue entonces que Kaminari vio una nueva faceta en el rostro del atracador, la sorpresa mezclada con miedo. Vio cómo Hitoshi le apuntaba, y cómo Sero tuvo que resignarse nervioso y temiendo por su vida.
-Denki, abre la puerta, tenemos que salir de aquí.-Escuchó la voz de su jefe llamándole, pero no se movió.- ¡La puta puerta Denki, vamos!
Ese gritó le hizo reaccionar, levantándose y yendo a por el botón que accionaba las puertas de seguridad que hacían de barrera al exterior. Pero no lo pulsó. Miró a Sero, que le veía ligeramente decepcionado, mientras era amenazado.
-¡A qué esperas Denki! ¡Pulsa el botón!
Iba a hacerlo, de verdad que lo iba a hacer. Pero los gritos atrajeron a los demás de la banda, que llegaron en segundos. Shishikura agarró a Sero por el cuello y pegó la pistola a la cabeza del chico, logrando que los demás se detuviesen.
-Un paso más y me lo cargo, lo aseguro. No me importa una mierda su vida, no tendré reparo en hacerlo. Si me disparáis a mí, le mataré también.
Nadie se movía, y Seiji aprovechó eso para girarse a ver a su empleado. Denki miró a Hanta, que tosía porque el hombre le apretaba mucho el cuello. No parecía que pudiese aguantar mucho si seguía así.
La voz de Río tratando de calmar a Shishikura hizo que el pelimorado dejase de ver a Kaminari. La chica trataba de razonar, pidiéndole que soltase a su amigo, pero él no obedecía y quitó el gatillo, listo para disparar en cualquier momento. Si no hubiese sido por el golpe que recibió en la cabeza.
Kaminari soltó la escoba sin creer lo que había hecho, siendo observado por todos, incluido Sero. El pelinegro le veía incrédulo, pero al fin podía respirar tranquilo. Moscú suspiró y calmó la situación con Helsinki.
Pero Denki no fue a dormir, Denver le agarró sin ninguna delicadeza y se lo llevó a una habitación donde no había entrado antes. Había monos como los que utilizaban todos y caretas, además de muchos teléfonos móviles. Reconoció el suyo con la funda de Pikachu, se lo habían confiscado al principio del asalto.
-Creo que no eres consciente de la mierda en la que te acabas de meter niño.
-Denver, ya basta.-Oslo le dio un golpe y miró con una sonrisa a Kaminari.-Lo siento, es un borde cuando Moscú no está cerca. ¿Te encuentras bien Kaminari?
-Creo que no... Hice algo horrible, ¿verdad? Fastidié la huida, y le pegué a mi jefe con una escoba.
-Pero me salvaste el pellejo.-Tokyo entró acompañado de Berlín, y se acercó al rubio.-Así que hiciste algo bueno.
-Pero... Todos me miraban mal, me acusarán de ser cómplice e iré a la cárcel.-Sus ojos se llenaron de lágrimas, comenzando a llorar.
Los tres chicos se miraron sin saber qué hacer, y Oslo les miró hastiada. Abrazó maternalmente a Kaminari, acariciando su pelo.
-Tranquilo, no te pasará nada. No creo que vayas a la cárcel.-Le hablaba como una madre a su hijo y en poco tiempo Denki cayó dormido, cansado de todo lo que había pasado. Berlín le tumbó en un sofá, y entonces hablaron.-Sois unos malditos idiotas, no sabéis como tratar con gente.
-Joder no somos padres como para saber eso, vosotros tenéis un mocoso llorón.
-Mi mocoso llorón es precioso, así que no empieces porque te pego un tiro en tus partes nobles Bakugo.-Mina le miró cabreada, y se sentó en una silla, cruzándose de brazos.
-¿Le unimos a la banda? Ya ha agredido a su superior, le van a denunciar y va a ir a prisión.-Todoroki se apoyó en la pared, mirando al rubio.
-Está estudiando, tiene una vida. No podemos obligarle a ser un criminal. Ni si quiera creo que pueda disparar.-Sero descartó rápidamente esa idea, y se quedaron en silencio hasta que llegó el resto de la banda.
-Deberíamos llamar al profesor.-Yaoyorozu fue la primera en proponer algo medio coherente, y cogió el teléfono rojo para hablar con el verdadero cerebro de la operación.
En un almacén no muy lejos de allí, un peliazul con lentes respondía a la llamada de sus compañeros. Acababa de conseguir más información gracias a la relación que comenzaba con la inspectora a cargo de la operación, Uraraka Ochaco.
-Decidme qué pasa, pensé que todo estaba en orden.
-Lo lamento Iida, pero hemos tenido un percance.-La chica le explicó todo lo que había pasado, y escuchó un suspiró por la línea.
-Bien... No podemos hacer nada por él. Si quiere unirse, lo admitiremos como a alguien más de la banda. Pero no podemos decidir sobre él. Dadle tiempo para que asimile todo y entonces comunicadme su decisión.
-Sí, eso haremos.-Momo colgó, y les dijo a sus compañeros lo que su jefe le había dicho.
A la mañana siguiente Denki despertó y se encontró a toda la banda allí. Dio un respingo y los miró con miedo, algo que Mina notó.
-No tienes que temernos, no vamos a hacerte nada, lo sabes. Tranquilo, eres libre de decidir lo que quieras.
-G-gracias...
Poco a poco todos salieron, menos Sero. Él se acercó a Kaminari, sentándose a su lado. No hablaron por unos minutos, pero después el pelinegro acabó por explicarle todo.
-Tienes la opción de venir con nosotros si quieres Denki, no tendrás que actuar de ninguna manera y te prometo que estarás a salvo.
Tomó sus manos cuidadosamente, mirándole con una sonrisa verdadera. Denki sonrió también, Sero había sido demasiado bueno con él, no entendía muy bien por qué pero no le importaba tirar por la borda sus años de estudio solo para irse con él.
-Yo... Lo tomaré en cuenta Tokyo, lo prometo.
-Con eso me basta.-Sero asintió conforme, al menos el chico se lo plantearía. Se acercó al rostro de Denki y le dio un beso en la frente, notando como éste se ponía rojo de nuevo.-Te dejaré para que descanses.
Se despidió de él y salió, dejando a Kaminari allí solo. Se levantó y miró por una ventana a todos los agentes de policía que había allí esperando para entrar. Agentes que no dudarían en disparar a cualquiera de los delincuentes que estaban allí metidos.
Y después recordó cómo los habían tratado. Les habían proporcionado comida y medicamentos a quien lo necesitase, informándose de quién tenía un problema de salud para no forzarle a trabajar. Tokyo le había salvado de Shishikura, y ahora él había salvado a Tokyo, y no se arrepentía en absoluto.
Se planteó la posibilidad de irse de allí con la banda. No tendría que preocuparse nunca más por trabajar o estudiar, podría vivir como él quisiese. Parecían muy simpáticos aunque le tomasen por loco, y si no seguramente le esperaba la cárcel porque le iban a acusar de ser cómplice.
Otros dos días pasaron antes de que todo se derrumbase. En ese tiempo siguió trabajando con normalidad, sabiendo que los demás le miraban mal, pero no le importaba. Ya no dormía con los rehenes, sino con Tokyo. El pelinegro se lo había propuesto y casi de inmediato aceptó.
No soportaba las miradas que le daban, como clavándole cuchillos cada vez que pasaba, y estar con Sero le daba tranquilidad. La primera noche fue muy rara, pero cuando sintió cómo le abrazaba por detrás se calmó y pudo dormir bien. La segunda noche ya se atrevió a abrazarle, y se había sentido reconfortado cuando Hanta correspondió sin decir nada.
Pero no podía durar para siempre, y eso lo sabían muy bien. Solo que no lo esperaban tan pronto.
Estaba en el sótano metiendo en cajas algunas armas falsas cuando escuchó los gritos de Oslo y Helsinki. No los distinguía muy bien, y supuso que habían tenido algún problema, pero entonces los disparos comenzaron. Al parecer la policía había logrado entrar y estaban atacando a los dos jóvenes, que se defendían como podían.
Ese ruido pronto atrajo a Tokyo, que corrió hacia sus compañeros. Kaminari fue tras él inconscientemente, viendo como Oslo y Helsinki estaban tratando de cruzar hacia su lado mientras les acribillaban. Sero había tratado de disparar pero no podía sin arriesgarse a que le mataran.
Cuando los tres se dieron cuenta de que Denki estaba allí, trataron de hacer que se fuese. El chico nunca había disparado un arma, no que ellos supiesen, y allí corría peligro. Sero se arrastró hacia él y tiró de su brazo, dejándole arrodillado a su lado.
-Denki tienes que largarte de aquí, ahora.
-Tienen escudos, ¿no? Por eso no podéis dispararles.-El pelinegro le miró sorprendido, y no tuvo tiempo de reaccionar cuando el chico tenía su arma.
Kaminari recordó lo que su padre le había dicho, y se agachó, asomando el arma y disparando a los pies de los policías con cuidado de que no le viesen. Los disparos dejaron de sonar, y se escuchó la voz del jefe del escuadrón, pidiendo que trajeran refuerzos mientras evacuaban a los heridos.
Oslo y Helsinki aprovecharon eso para cruzar al pasillo donde estaban los otros dos. La chica abrazó a Kaminari dándole un beso en la mejilla y agradeciéndole por haberles ayudado.
-¿Cómo sabías eso?-Sero se acercó a él y Denki le devolvió su arma.
-Mi padre era un delincuente, me enseñó a disparar. Era muy bueno, pero cuando mamá se enteró le dejó y se casó con un gilipollas rico. Lo último que supe de él es que la policía le acribilló cuando trataba de robar una farmacia. Ni si quiera les había disparado y ellos le mataron.-La tranquilidad con la que habló dejó algo descolocados a los otros tres, pero no dijeron nada.-Tomé una decisión, quiero unirme a la banda.
-Bien, necesitarás un nombre.-Mina lo aceptó rápidamente. Miró a los otros dos y negó.-Oh vamos, el chico es mucho mejor que vosotros disparando, sin duda apunta a maneras.
-Me llamaré Pekín. Me gusta mucho esa ciudad.
-Pues bienvenido a la banda Pekín.-Helsinki le revolvió el pelo y se fue con la chica.
-¿Estás seguro de esto Denki?
-No soy Denki, soy Pekín. Y sí estoy seguro.-Tomó la mano de Sero y le sonrió con tranquilidad.-Tomé mi decisión de manera inconsciente cuando le pegué a mi jefe, y no voy a cambiar ahora ni nunca.
Sero sonrió y Denki se puso de puntillas para darle un beso, que fue correspondido de inmediato. No sabía si te podías enamorar de un delincuente, pero él lo había hacho y no pensaba arrepentirse.
¿Quedó cliché? Sí
¿Se enamoran demasiado rápido? Sí
¿Aun así me encanta? También XD
En la serie es aún más raro todo porque la tipa estaba embarazada y dispara y es como, mija superpoderes tienes que tener para hacer eso en tu estado.
Aun así me gusta mucho la serie, le quitaría muchas escenas innecesarias como las de +18 (aparte de que la inspectora y la policía son gilipollas), pero el atraco en sí es flipante.
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