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『Día 03』

Piratas

¿Cuál es el propósito de todo pirata? Conseguir tesoros. O al menos eso le enseñaron a Sero desde pequeño. Sus padres eran piratas, los capitanes de su tripulación, personas amables y que se preocupaban por sus camaradas.

Desde siempre su sueño había sido atrapar a una sirena, pero como el destino no lo quería así, ambos murieron antes de poder cumplir su tan ansiado deseo.

Los piratas no eran bien vistos, y para mala suerte del matrimonio Sero, fueron atrapados por la guardia del rey Todoroki. Algunos de la tripulación lograron escapar, llevando consigo al pequeño Hanta, de sólo cinco años.

El chiquillo en ese momento no supo por qué hacían eso, pero más tarde lo comprendió, y juró vengarse de ese horrible rey, que asesinó en la hoguera a quienes eran para él, las personas más cariñosas y comprensivas del mundo.

Cumplió su venganza, y vaya que lo hizo. A sus quince años, y junto a varios sublevados más, consiguió entrar en el castillo de ese espantoso monarca, y le dio una certera muerte, sin si quiera dejarle defenderse. Fue a salir de allí, con su misión completada, cuando se cruzó con el hijo menor del rey, que había visto todo. El chico estaba parado en el pasillo, en la parte oscura, y lo miraba fijamente. Por los pocos rasgos visibles, parecía tener su edad.

-¿Piensas llorar, principito amargado?

A pesar de esas palabras, y para sorpresa de Sero, el chico dijo algo que no se esperaba.

-En realidad, me molesta no haberlo matado yo. Llevaba meses planeándolo.

-Tienes agallas para confesar que querías matar a tu propio padre.

El príncipe se acercó a él a pasos tranquilos, dejando que la luz de la luna, la cual se colaba por el ventanal del pasillo, iluminase sus cabellos bicolores y una fea cicatriz en el lado izquierdo de su cara.

-Bueno, él era un canalla, se lo merecía. Pero, haber matado al rey es un delito grave, así que a cambio de mi silencio, quiero una recompensa, si se le puede llamar así.

-Tsk, de acuerdo.

-Quiero formar parte de tu tripulación.

Esa petición hizo que a Sero por poco se le cayese la espada de su mano por la sorpresa.

-¿Para qué quieres eso? Eres un príncipe, ahora podrías ser rey.

-Eso nunca me interesó.-El príncipe se encogió de hombros.-Tengo tres hermanos mayores que se pelean por gobernar mientras yo soy ignorado. Quiero vivir la vida, no encerrarme de por vida en un estúpido castillo a esperar a que me casen con una estúpida princesita.

-Entonces.-Sero extendió su mano.-Bienvenido a mi barco.

Esa noche el príncipe Shoto Todoroki se unió al barco de Sero, y no supieron más de él.

-¡Deku, pon la puta vela bien! ¡No sabes hacer nada!

Con esos gritos comenzaban la hermosa mañana en aquel barco. Los dos encargados de la guardia esa noche eran Deku, o Midoriya Izuku, y su amigo de la infancia Bakugo Katsuki.

Sero no pudo volver a dormirse después de eso, y salió para ver el amanecer en la cubierta. Hacía días que navegaban hacia el sur, ya que les habían contado que allí podían verse sirenas. Si conseguía una, vería cumplido el sueño de sus padres. Luego solo tendría que venderla y se harían ricos.

Veía tranquilamente el agua, cuando divisó a lo lejos unos peñascos que sobresalían. Le indicó a Bakugo, que estaba al timón, que tuviese cuidado. Al pasar al lado de ellos, vio algo bajo el agua, como un destello dorado.

Con un movimiento, le dijo al rubio que parase, y que por si acaso trajese la red para cazar. Así lo hizo, y fue junto con Deku al lado del capitán.

Sero vio otra vez el destello, como si algo se moviese entre las rocas, e inmediatamente les gritó dónde tenían que echar la red. Rápidamente los otros dos chicos la lanzaron dejando un extremo en su poder para subir al barco aquella cosa que producía los destellos. A los pocos segundos, algo comenzó a luchar debajo del agua por liberarse.

-¡Ahora, subidlo!

Los tres tiraron con fuerza, y sin tener tiempo de mirar lo que habían atrapado, tiraron del extremo de la red, hasta que un grito de dolor se escuchó en la cubierta del barco.

Los tres miraron a esa cosa que habían cazado, quedando inmediatamente maravillados. Un tritón estaba intentando quitarse las cuerdas de encima, desesperado por salir de ahí. Ni si quiera había reparado en la presencia de los tres piratas, y se concentraba en su tarea intentando que sus dorados cabellos no se interpusieran.

Sero tosió para llamar su atención, provocando un sobresalto en el chico, lo que le pareció adorable.

-¿Eres un tritón?-Le dijo el pelinegro.

-No te importa, humano.-El rubio le miró con desprecio, y Bakugo y Midoriya miraron de reojo a Sero. Nunca nadie se atrevía a cuestionar o a replicar a ese chico, porque era de temer.

-Bueno, resulta que sí me importa.-Se acercó al tritón, que había conseguido quitarse las cuerdas de encima, y soltaba las que enredaban su cola.-Porque ahora eres de mi propiedad pequeño.

Le alzó la barbilla, y el pequeño tritón vio una sonrisa socarrona en el rostro del pirata. Le quitó la mano de un manotazo, y le dijo:

-Yo no soy propiedad de nadie imbécil.

Midoriya ya temía por la vida del tritón. Sero tenía mucho temperamento, y ni si quiera Katsuki se había atrevido a cuestionarle jamás.

-Te equivocas, eres mío porque te he atrapado. Así que me perteneces.

Sero agarró uno de los brazos del rubio, lo alzó, y se lo colgó como un saco de patatas, llevándoselo de la vista de los otros dos chicos, que miraban al pequeño rubio con pena.

El rubio daba coletazos y con sus manos le pegaba en la espalda, pero no tenía mucha fuerza, lo que hacía que el otro se riese. Lo llevó hasta su camarote, tirándolo sobre la cama sin delicadeza alguna.

-¡Eres un bruto!-Se quejó el tritón.

Sero simplemente se encogió de hombros, sentándose en una silla al lado de la cama.

-Bien tritoncito, ¿me dirás tu nombre?

El rubio se cruzó de brazos y desvió la mirada con el ceño fruncido.

-Denki...-Susurró.

-Bonito nombre, para un bonito tritón.

Las palabras del pirata causaron en Denki una corriente eléctrica, lo que hizo que se ruborizase rápidamente.

-No me conoces de nada... Y no soy bonito, los demás siempre dicen que soy alguien sin gracia.

-Bueno,-Sero se levantó de la silla y se sentó en el filo de la cama, tomando nuevamente la barbilla de Denki provocando un choque de miradas.-lo más seguro es que estén ciegos, porque eres hermoso.

-¿Por qué dices eso? No tenemos ni un día de conocernos.

Sero acarició su mejilla con una dulzura que nunca había tenido con nadie, ni si quiera con sus fallecidos padres.

-Se podría decir que me atraes. Aunque me gustaría que fueses humano... Así sería más fácil.

Denki lo miró indeciso. No sabía nada de ese humano, sólo que era humano, y por cómo se había dirigido a los otros dos seguramente el capitán del barco en el que estaba. Pero había algo en su interior que le decía que tenía que confiar en él, aunque pudiese ser una desgracia para él.

-Y-yo, puedo transformarme.-Vio la cara de sorpresa del pirata, y sonrió tímidamente.-Con este collar puedo hacerlo. Me lo regaló mi madre para poder estar en los dos mundos, ya que soy muy curioso...-Mientras hablaba toqueteaba nervioso un precioso collar de perlas blancas, con una concha en medio.

-¿Y podrías hacerlo ahora?-A Sero se le iluminaron los ojos, y una gran emoción creció dentro de él al tener la posibilidad de que el rubio estuviese a su lado, pues como tritón era muy difícil.

El rubio asintió, y entonó una bella melodía que hipnotizó completamente a Sero. Una luz envolvió la cola del chico, y cuando se disipó tenía un par de piernas cubiertas por un pantalón. Sero le miró asombrado, y eso incomodó al chico.

-No me mires así... Ni si quiera sé por qué lo hice...

Se quedaron los dos en silencio, ninguno se atrevía a decir nada, hasta que tocaron a la puerta.

-Capitán, soy Midoriya. Kacchan y yo no sabemos si decirle a la tripulación sobre... El tritón.

El pelinegro se levantó y abrió la puerta.

-No les digas nada, o querrán venderlo, sobretodo Dabi. Denki pasará a ser parte de la tripulación, les diremos que era un naúfrago, así que esto será un secreto entre los tres. Si alguno de los dos lo suelta, ya sabes lo que pasará.

-S-sí, me encargaré de ello capitán.

El chico se fue, y Sero se giró hacia el rubio, que seguía sentado en la cama.

-¿Cuándo acepté volverme pirata y unirme a ti, desconocido?

-No soy desconocido, soy tu capitán, Sero Hanta. Ya te lo dije, ahora eres mío, así que vete acostumbrando.

El capitán salió de allí, dejando al rubio solo. Esbozó una sonrisa y habló para sí mismo.

-Tal vez no sea mala idea tener órdenes de un chico tan guapo.

Se levantó y gracias a que ya se había transformado algunas veces en humano, fue caminando para reunirse con la que sería su nueva "familia" a partir de ese momento.

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