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i ━━ chapter one

i. a life with a stranger














LOS MINUTOS SE SENTÍAN ETERNOS PARA ADELAIDE. Solo ella se hallaba en el departamento, el cual era frío y poco acogedor, la luz que el sol proyectaba a través de las persianas entreabiertas ya había desaparecido por completo y el gélido viento se colaba por los huecos que Adelaide no percibía. Estaba encerrada con llave nomaj y mágica a su vez, sin su varita, pues Theseus Scamander se había encargado de decomisarla antes de marcharse, dejándola sola.

Sabía que era una muy mala idea viajar con los pasaportes falsos que su hermana Quennie le había conseguido, sobre todo cuando conocía la situación que estaban atravesando los magos ingleses debido a Gellert Grindelwald. Y ahí estaba, aprisionada en un apartamento de Londres mientras esperaba la llegada del hermano mayor de Newt Scamander como quien espera a su amado luego de un arduo día de trabajo en la oficina.

── ¿Adelaide? ¡Adelaide! ── exclamó una voz que todavía no le era familiar. Solo el horrible acento británico le permitía reconocerlo, pero no era suficiente ── ¡Por Merlín! Podrías haber respondido a mis llamados, creí que te habías escapado.

── Me quitaste mi varita y pusiste más de mil cerrojos, ni siquiera con magia no verbal o una vara de madera podría huir de aquí.

── Las mujeres son astutas y capaces de cualquier cosa, son de temer, así que supuse que te habías escapado. Lo siento.

¿Por qué se disculpaba por eso? Nunca antes un hombre había reconocido que las mujeres eran hábiles y temerarias, al menos no que Adelaide lo hubiera escuchado.

── ¡Casi lo olvidaba! Traje algunas cosas para comer. Me quedaré aquí vigilándote hasta el día en que te juzguen delante del Wizengamot. Mis conocidos lo saben, pero no pueden venir aquí, es un lugar confidencial.

── Es una lástima que tu hermano no pueda venir ya que se encuentra en América ahora ── Adelaide pudo ver como el mayor se tensó por su comentario. Antes no se había dado cuenta, pero ahora sí que lo hacía.

Hablar de su hermano no era algo que a Theseus le agradase mucho, quizás habían discutido poco antes de que Newt partiera a Estados Unidos en barco, Adelaide no lo sabía, y era mejor no meterse en asuntos familiares que no la involucraban, porque ellos no eran nada suyo. Uno era su ídolo y el otro era un auror que la había arrestado.

── ¿Quieres comer? ── interrogó Theseus mientras se encaminaba hacia la cocina, no sin antes colocar todos los hechizos correspondientes a la puerta y los cerrojos.

No se podía arriesgar.

── Sí, la verdad es que tengo mucha hambre. Lo siento si sueno desesperada, pero es la verdad.

── No te preocupes, en serio. Compré unas porciones de Cornish Pasties, no sé si te gusten, pero también compré cosas que creo que también comen en tu país ── Theseus formó una mueca, como si estuviera diciendo algo grosero sin querer. Era cierto que Adelaide era una criminal, pero no iba a tratarla como a todos los demás que había llevado ante el ministerio.

No, ella era un poco diferente. No estaba quebrantando la ley por hacer el mal, no, ella tenía una necesidad y su única forma de solucionarla era esa. Romper las leyes incluso si eso la condenaba a la cárcel mágica de su país o en el peor de los casos, a Azkaban mismo por un par de meses.

── Una vez mi hermana Tina le compró a un vendedor británico. Son deliciosos y en lo personal, de mis comidas inglesas favoritas, gracias.

Él no supo por qué sonrió, ni tampoco entendía el ardor en su pecho que no dolía exactamente, pero lo dejó pasar.

── Vi un periódico encima de la mesa, ¿te vas a casar? No tenía idea de que fueras de ese tipo de hombres que buscan esposa.

── Ah, eso ── su voz se tornó apagada, como si la idea de la boda no le emocionara en lo absoluto. A Adelaide no le importaba, él solo era un desconocido ── ¿Sabes? No estoy seguro de querer casarme, al principio era amor, juro que estaba perdidamente enamorado de ella, pero algo cambió. Creo que, si llego al altar, sería más por conveniencia.

Adelaide no dijo nada, aunque la idea de ilusionar a una persona le resultaba desagradable, no fue capaz de discutirlo porque había hecho lo mismo exactamente unos años atrás. O al menos, así la pintó Credence Barbone cuando lo rechazó. Ellos dos no debían estar juntos; no importaba cuánto la quisiera, no estaban destinados y Adelaide lo sabía muy bien.

── Me ofrezco a ayudarte a escapar de la boda si con eso me dejas libre ── una risita salió finalmente de sus labios.

Un avance.

Adelaide estaba un poco cansada de su ceño fruncido y su seriedad. Ese chico solo desprendía aburrimiento, hasta un anciano de sesenta años era muchísimo más divertido y carismático que Theseus Scamander.

── Buen intento, Goldstein.

── Se hizo lo que se pudo, aunque mi oferta de raptarme al novio sigue en pie. Podríamos irnos a vivir a América, tener una casita cerca de algún terreno verde y hacernos pasar por hermanos, nadie lo notaría.

Ella era muy fantasiosa para el gusto de Theseus, muy infantil, muy... todo lo contrario a él.

── ¿Hermanos? Quizás por una pareja de recién casados, eso suena más creíble.

── Y la que se imaginaba una vida juntos sin apenas conocernos era yo ── se burló la menor ──. Deberíamos comer, en verdad siento que podría morir de hambre aquí mismo.

Y así lo hicieron, comieron en un silencio menos incómodo que el del día anterior y eso, alivió los nervios de ambos, quienes tendrían que convivir día y noche hasta el esperado juicio junto al Wizengamot en el ministerio de magia inglés.

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