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La seducción continúa

LA SEDUCCIÓN CONTINÚA

Días después.....

Sloan Buchanan, recibió un soplo con referencia al robo en el hotel de Adam y se encontraba investigando en la oficina de la bolsa de valores.

El ladrón intentó cobrar los bonos, y fue rechazado terminantemente, le hubiera gustado estar presente en el momento así se hubiera ahorrado mucho tiempo, le molestaba no poder resolver el robo rápidamente.

Su compañero Patrick O'Neal terminaba de interrogar al operador que atendió la llamada, ¿porqué no fue personal? ¡Maldita sea!, tuviera ahora mismo un retrato hablado.

—El operador notó extraño al personaje. — aporta Patrick su ayudante.

—¿En qué sentido Patrick?—pregunta su jefe.

—No es el procedimiento. — El escocés, arqueó la ceja en indagación, y su ayudante continuó con su diatriba —No es el procedimiento, tratar de vender un Bono de esa magnitud, aparte de que el hombre no tenía acento que pudiese identificar de qué parte del país es.

—Maldición que suerte, porque astuto no creo que sea.

—A mi parecer es un ladrón de poca monta que se encontró una fortuna en Bonos y no sabe qué hacer con ellos —reflexionó Patrick.

—Lo único que podemos hacer es ver con la telefónica, la lista de llamada y rastrear los números telefónicos.

—Ya mismo haré que se elaboren la orden.

—Bien vamos, quiero quitar un plato de comida en el hotel.

—Me apunto a hacer un allanamiento, y con su permiso darle mi saludo a su esposa.

—No te pases.

El más joven soltó su acostumbrada risa, lo que hacía al jefe de Policía más llevadero su trabajo.
***

Chase sabía que no avanzaba en la seducción a Vanesa, le había mandado flores, bombones, chocolates, también la llamaba diario, la última vez, dos veces y ella le había tirado el teléfono.

—¿Vane?

—¡¿Ahora que quieres?!. No deseo que me molestes en mi trabajo, ya te dije  esta mañana, que estaba bien los chocolates, mis trabajadoras se van a engordar de tanto dulce.

—¿Tus trabajadoras?, pero...

—La verdad, no sé qué buscas.

—Ganarme tu amor, vane, no te pienso dejar. Quiero que me des una oportunidad, una segunda oportunidad.

—Pero, ¿de que hablas?

—Te he amado siempre, cuando decía que no me iba a enamorar, era porque mi corazón ya tenía dueña, tú.

—¡No es cierto!, te conozco. ¿Cuántas veces me pedías consejos?, sobre que enviarles a tus novias o más bien, a tus futuras novias para poder salir con ellas.

A Chase no le gustó escuchar lágrimas en su voz, hasta ahora entendía el grado del daño que le había causado.

—Mi amor, quería olvidarte porque sentía que lo nuestro no podía ser, buscaba como poder reemplazarte en mi corazón.

—Maldita sea, ¡no mientas!. Conozco tu guión.

—No estoy siguiendo ningún guión, lo que estoy haciendo me está saliendo del al...

—¡Basta!. No tengo tiempo para escucharte —sintió el tono de marcado.

Recordando la conversación, decidió hacer una llamada, esperaba encontrar un hueco aunque sea pequeño para que vane lo perdonara, temía fracasar en lo más importante de su vida.
***

Ana se encontraba en la recepción del hotel cuando el jefe de la policía entraba junto a un hombre que le fascinó.

Un hombre alto, trigueño, de complexión ancha, cabello oscuro, no negro, pero lo que más le impresionó fueron sus ojos, de un color miel que la traspasaron cuando su mirada se posó en ella, prácticamente se le salía la baba por él.

—Caballeros, ¿en que puedo ayudarlos?

—Preciosa, estoy buscando a mi esposa—Le contesta Sloan.

—Está ahora mismo con Vanesa, jefe — Se queda mirando embobada a Patrick.

—Ana, te presento a mi compañero, Patrick O'Neal.

—Un placer señorita.

—Lo mismo digo. —el joven le sonrió.

En ese instante salen del despacho Brenna y Vanesa.

—Te digo Vane, ese hombre bota las babas por ti y tú le rechazas, lo que te envía.

—Bree —Dice su apodo, con dulzura—Yo lo conozco, sé que no es cierto.

—Niña, ¿no sé qué te pasa?.  ¿es que te da miedo amarlo?. Porque sé que lo haces, nos hemos dado cuenta. Igual que nos damos cuenta de su amor por ti y otra cosa, voy a perder mi figura con tantos dulces, mi marido no me va a querer. Discúlpame, pero por mi parte no te recibiré nada más.

—Ahh no te preocupes yo te querré de cualquier manera.

Las chicas se sorprendieron y Brenna se sonrojo no olvidaba la manera en que ese mismo edificio se lo demostró.

—Escocés, no es bueno escuchar conversaciones ajenas.

—Mi reina, te aseguro que así descubro muchas cosas.

—¡Ha! Allá tú, hola Patrick.

—Con su permiso jefe. —le planta un beso en cada mejilla —Hola querida,¿cómo esta mi ahijada?

—Creciendo y dando guerra igual que su padre.

—Me alegra.  —Mira a su jefe — Alaina, bien por ti.

—No te burles, te tocará un día —Le dijo el escocés —bien compañero le presentó a la socia de Adam—
  con un gesto le hace una advertencia.

—Es un placer señora, Patrick O'Neal.

—Vanesa Smith, ¿en que puedo ayudarles?.

—La verdad es que queremos robarles un plato o dos de comida.—Le contesta Sloan.

—No faltaba más, Ana puedes acompañarlos y dile a Griselda que van de parte mía.

—Si Vanesa. Síganme, por favor.

—Bree, terminamos aquí y después puedes ir con tu marido.

Y siguieron su camino.

En la suite,  Chase se acercó hasta la cama de Vanesa y en su almohada le dejaba un presente con una nota, confiaba que después que Vane la viera, pudieran sentarse a charlar y tal vez aclarar muchas cosas.

Dios necesitaba poder arreglarse con ella, amarla y hacerla su esposa, necesitaba que creyera en él, tener hijos con ella. Dio un puño a la pared y se lastimó los nudillos, bajaría a recepción para curarse, porque su grado de desesperación llegaba al límite.

Adam se encontraba en su despacho digiriendo la conversación que había tenido con Noni, su madrina estaba contenta con el trabajo que le había realizado Chase, ella le informaba de la participación del americano estaba teniendo en su comunidad al arreglarle el mismo problema a los vecinos de Noni y con ello el aprecio que le estaban tomando al neoyorquino, de verdad se alegraba y lo hizo pensar en su problema, llamaría a su abogado.

—Marina, por favor comuníqueme con la oficina de O'maylie.

—Si señor.
***

Vanesa entraba a su habitación cuando le llamó la atención su cama.

En ella se encontraba una solitaria flor, un Tulipán, una caja de chocolate con Chispita de caramelo sus favoritas, y una nota.

Tomó la flor y aspiró su olor, que hermosa fragancia, tomó un chocolate y lo mordió, este se le derritió en la boca... sí que sabía jugar sucio, pero no importaba, se moría por esta marca de chocolate, la verdad es que estaba ganando puntos y al fin se lo admitía a sí misma, aparte de que tenía aliados, las chicas se desvivían por atenderlo, se las había ganado el muy astuto.

Tomó la nota y empezó a leerla.

Mi amor, mi verdadero amor...

Sólo quiero escuchar de tus labios que olvidarás todo lo que te hice, por mi estúpida ignorancia, me siento tan mal y tan triste, tú dabas la vida por mí y yo en mi ceguera no veía el amor que me profesabas, el que creía que yo no merecía, por favor perdóname, por favor perdóname, te lo pediré de rodillas si con ello consigo tu perdón, no consigo tener mi alma en paz, ni descanso en mi corazón, sólo tú tienes la llave para calmar mi desasosiego, te amo Vanesa, me da miedo que todo este esfuerzo sea en vano, aquí estoy desnudándome frente a ti, y te daré el poder , sólo a ti, de aliviar mi angustia o de hacerme daño, que tal vez merezco por mi estúpida ceguera, sólo tú tienes las respuestas y en tus manos pongo mi destino.

                               CHASE.

Vanesa se sentó en la cama desorientada por la nota, le transmitía por primera vez el dolor de Chase. No podía creer el grado de poder que tenía sobre él, ahora la ciega era ella, bien que se lo decían las chicas, pero por temor, ¡maldita sea!, por temor le estaba haciendo daño a Chase.

¡Si! Le daría la oportunidad que le estaba pidiendo, que por orgullo y miedo, no se la había concedido.

Busco un florero para guardar la flor y ponerla en su tocador junto a los chocolates, los primeros que no rechazaba.

Se sentía contenta y a la vez aliviada por su decisión, si lo amaba, se daría a sí misma y a él una oportunidad.
***

En la oficina de Adam, terminaba la conversación que tenía con su abogado y con muy buenos resultados, sólo esperaba la llegada del objeto de dicha charla.

—Marina, necesito que me ayude a localizar al señor Johnson, por favor.

—Justo lo tengo al frente mío.

—Entonces, hágalo pasar.

—Si señor.

Chase pasó al despacho, mientras Adam les servía una copa.

—Chase te voy a comentar y mostrar algo, quiero tu experta opinión.

—Muy bien.

Pasó una hora, donde le mostró los planos de la construcción que no había empezado a realizarse, junto con los presupuestos de los materiales.

—Dime, ¿qué opinas?.

—He trabajado con infinidades de proveedores y no reconozco a estos, me tomaré el trabajo de consultarlo con mi firma.

—Pero Chase, no es solamente eso, en verdad deseo que tu firma se haga cargo de esta construcción.

—Lo hablaré con mi equipo y te daré la respuesta lo más pronto posible, me permites los planos, se los quiero mostrar a alguien.

—Claro no hay problema.

—La consulta es para disponer del equipo e ingenieros, supongo que tú tienes la mano de obra.

—Si —sonrió Adam —¿Sabes? tienes buenas referencias.

—¿Vanesa?.

—No. Noni y el resto de sus vecinos.

—Gente muy amable Adam, me gusta estar aquí, quiero quedarme aquí.

—Sé que lo vas a lograr Chase, Vane te aceptará.

—Así lo esperó.

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