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9 Nathan

Preparé todo para regresar con Alexandra, ya tengo los boletos para entrar al espectáculo de la tarde en el London Dungeon y la confirmación de la reserva en el restaurante The Foyer at Claridge's, después...Espero tener una inmejorable velada.

Sé que será así, por mi parte haré que ella tenga lo mejor y nuevamente se sienta cómoda conmigo.

Aleccioné a Lucia con algunos asuntos inconclusos en la oficina, ya que mi deseo es concentrarme totalmente en Alex y los planes a futuro que visualizo en nuestras vidas en conjunto.

Lo primero en lo que quiero proceder es en tener acceso inmediato a su piso y para conseguirlo debo hacerme con una llave para entrar al apartamento de ella y darle alguna que otra visitas sorpresas, pensando bien las cosas me encantaría el hecho de despertarla a besos los días que no alcance a llegar a tiempo a cenar — Me sacudo mentalmente ya que me estoy precipitando a los hechos —, pero que manera de conseguirlo sino buscando que se haga realidad y para ello me dirijo a su domicilio.


Lo primero que encuentro es al conserje de el edificio posicionado como personal de seguridad, es la impresión que me dá su presencia, su postura como también la mirada acerada de un hombre que  se encuentra al acecho y fuese la primera defensa de un cuartel o en el tiempo medieval,  de una torre.

Me sacudo la sensación incomoda, porque vaya que lo es, aunque pueda creer que estoy un poco paranoico, la verdad es que me siento que estoy siendo sondeado para ver ¡que se yo! Si soy digno de entrar al edificio. En fin supongo que el hombre debe ser meticuloso en su trabajo y a pesar de sentirlo extraño, me contenta el hecho de que mi amor esté segura en su domicilio.

Me dispongo a saludarlo, porque ante todo mi familia me enseñó muy buenas costumbres y una de tantas es el saludo, que no te quita importancia ni rebaja a nadie y por muy magnifica posición economica que tenga, un excelente hábito no desaparece. 

Por lo general no cavilo mucho en mi familia, ya que es un tema un tanto complicado, por lo que les encanta inmiscuirse en mi vida y de ahí  que cometí la torpeza de andar con Sandra. Claro está, que de eso no los puedo culpar porque soy un adulto , debo asumir mis errores y las consecuencias que estos traigan. 

Alejo los pensamientos que tantas vueltas  le estoy dando en mi mente porque  me están desviando  de mi propósito.

Mi propósito: ganarme su confianza para que me dé acceso inmediato al apartamento de Alexandra.

—Joshué, buenos días.

Ví su expresión de asombro  la cual suprimió enseguida para a continuación sonreirme y devolverme el saludo. ¿Sorprenderle? Si, es mi intención.

—Buenos días, señor Jiménez. O podemos decir: Por escasos minutos, buenas tardes.

—Tienes razón Joshué. Falta poco para el mediodía— sonreí por su pequeña alusión de correción—, me puedes informar si se encuentra la señorita Gallager.

—Claro que si señor. Enseguida le comunico de su presencia, solo me tomará algunos segundos.

Seguido de el comentario se dispuso a tomar el interfono, esto es lo que intento evitar: La pequeña traba para acceder a su domicilio. Deseo tener el derecho de entrar sin anunciarme, pero tengo paciencia, con respecto a Alexandra, si. Más bien ser un buen estratega con lo que se  refiere a ella. Voy de cazador, ataré a mi presa para que no pueda pensar ni respirar solo mi esencia. Que sea lo primer pensamiento que le viene a la mente al despertar y el último que tenga al pernoctar por las noches, equivalente a lo que me pasa  desde que la conozco.

Alex contestó la llamada y Joshué me dió paso hasta el ascensor para acceder a su encuentro.


Estoy nervioso ¡No! Ansioso por verla y besarla hasta la saciedad, me siento como chaval de escuela cual si tuviera su primera cita. Realmente es nuestra primera cita pensandolo bien y deseo que todo me salga impecable ya que me estoy jugando el todo por el todo, ganar o perder. No hay tintas medias, sino realidad completa.

El ascensor termina su recorrido ascendente y pronto estoy al frente de su puerta a la espera de que me la abra después de tocar el timbre.

Segundos posteriores al fin puedo vislumbrar su hermoso rostro y una sonrisa que me llena el núcleo de mi pecho, tal cual se hincha de gozo. ¿Estoy enamorado? Si y no lo niego. 

Estoy deslumbrado, atontado, asfixiado como quiera que se llame, para que negarlo a mi mismo si lo he estado por espacio de 5 años o  un poco más.

—¿Nate?

Alexandra —respondo a su pregunta.  Me mira extrañada por mi comportamiento de hace un momento cuando me quedé desconetado de la realidad al quedarme prendado de ella. Reacioné como solo debo hacerlo, besarle prendiendome de sus labios como si me encontrara en el desierto y solo su boca es el oasis que tanto anhelo. 

Un oasis que encuentro pecaminoso porque son de aquellos labios  que roban el alma, aquellos que más que besar, besan el mismo deseo, que detienen mi respiración quemando con fuerza por dentro y sin necesitar el aliento, solo de  esa boca incitadora de pasión y desenfreno. 

Ella no se queda atrás, sus labios empiezan una pelea erótica donde busca tomar el mando de el beso  que se va saltando los límites de la ropa abriéndose camino por doquier, ese beso que deja marcas centímetro a centímetro del cuerpo que besa. El beso de su boca que provoca, que roza, suspira, lame, acaricia, muerde y se apropia de mi encantado placer, de la encarnación amada que me derrite y se hace agua en los venturosos labios de Alexandra que se lanzan en pos de los mios. Ese oasis que describen su figura, que le indican a la oscuridad de mis ojos, la cálida sensación de tu piel.​  Y yo se lo permito por unos momentos que duró lo suficiente para sentir la voluntad de mi miembro al levantarse, colocar mis manos en sus caderas y empujar con fuerza acoplándome en el hueco de sus perfectas piernas, en el centro de el placer.

La lucha continúa dándole a su pelvis potestad para  entrar en el juego de restregarnos con ardor y soltar chispas, apareandonos sin verguenza imitando la copulación, ​ pero frené a tiempo antes de soltar la mia para aterrizar a la realidad de que nos estamos entregando al desenfreno en el pasillo frente a su puerta y que si no me detengo la follaré ahí mismo sin importar si somos vistos y a la presencia de cualquiera.

Aunque sin mucha determinación, separo mis labios de los suyos con mi corazón a mil por horas y mi respiración entrecortada después de nuestra mutua entrega sensual, la que sentí como un maratón para poner orden y estuve a punto de desistir al ver sus labios hinchados y mojados por mi tratamiento que estuve a poco de recaer y atacar su cavidad nuevamente.

—Aquí no, ahora no — Mi voz salió ronca por la excitación y la veo estremecer anudado al visaje que tengo de sus pupilas encendidas al escuchar mi voz —. Ten por seguro que me tomaré mi tiempo y en condiciones mejores que la puerta de tu apartamento.

Acaricio su rostro y rozo su labio inferior con mi dedo indice hasta que ella asiente.

Entramos a su vivienda y me acomoda en su sofa, mientras recorre el camino hasta su cuarto para terminar de alistarse y salir a la que considero nuestra primera cita, pero antes me suelta una perlita sexy.

—Pensaba usar un vestido suelto y sin bragas, el problema sería que estaré goteando al recordar el beso incendiario que me haz dado de saludo y te dejaría meterme mano donde sea y frente a quien sea.—Ladea su cabeza analizando algo — ¡Bah! Lo haré de igual forma.

—¡Mierda!

Es mi pensamiento, veo demasiado lejos la noche.

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