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8 Nathan


Salir de ese apartamento ha sido una de las cosas más difícil que ha tenido que hacer en el último tiempo.
Su pene estaba rabiando con fuerza y con ganas de regresar a los brazos de la mujer que ama.
Lo primero es lo primero y ese asunto debía arreglarlo inmediatamente.
Sandra Michaels...
La modelo y él iba a separar sus caminos ya que Alexandra estaba para quedarse y no iba a tener ningún motivo de conflicto ni razón para perderla nuevamente.

Llamó a su secretaria para reunirse con ella de inmediato y agendar con la misma prontitud una cita  con su abogado y amigo leal Christian, compañeros de juventud y correrías.

Todo si perder un paso camino al auto que lo esperaba a las afueras de el edificio, planeaba finiquitar el asunto a más tardar esa noche y asi poder planear al detalle su asalto hacia Alexandra.

***

Lucia y Christian estaban reunidos en el despacho a la llegada suya, contento de que su orden se hubiera cumplido enseguida, no es que se considerara una persona intolerante , obcecada o cruel, sino que le agradaba en demasía que su pequeña demanda fuera cumplida en el acto. 

Realmente ninguno de los dos presentes tenian la menor idea de lo que les iba a pedir y estaba seguro que se iban a alegrar con la situación que le presentaría.

—Que bien que ya esten aqui — Me quité la chaqueta camino al escritorio y me senté detrás de este antes de continuar hablando. — Lucia, necesito que me consigas el contracto que firmé con la señorita Michaels.

Fuí interrumpido por Lucia, que sonriente me entregaba el folio que no había advertido en su manos en el momento de mi llegada.

—¿Cómo? — Interrogué, incluso aliviado.

— Lo deduje, Nathan — Me respondió ella. — Que diferencia ví en tu cara cuando saliste más temprano de este despacho y luego de tu llamada... — suspiró — Como te dije lo deduje, nada más.

—Bien. Christian, te solicité para ver los puntos en el contrato y ver en que me puede afectar al romper con este — me dirigí a mi amigo.

Empezó a realizar un movimiento negativo con su cabeza, ya me imaginaba su respuesta antes de escucharla, tampoco era dificíl deducirla con su gesto y por ello era que lo había solicitado antes de ir yo mismo a el apartamento de Sandra y terminar nuestra sociedad de una vez por todas.

No me importaba las consecuencias de romper el acuerdo, tenía a Alexandra de nuevo en mi vida y ella es lo más preponderante en mi existencia.

—Tienes la de perder, amigo. No hay un fundamento especial que determine la finalización de el contrato entre tú y la señorita Michaels y mira que hay bastantes descritos en el documento — me informó con la seriedad que le confiere a esta situación, Christian.

—Lo sé —respondí compugido — , pero igual me voy a arriesgar a terminarlo.

— Lo interesante aqui es: que faltaba menos de un año para renovar el contracto y puedes hacer uso de la cláusula de rescisión, claro está que debes asumir la multa que está estipulada en esta cláusula — Comentó mi amigo.

—Asumiré la multa no faltaba más, con tal de salir de esta mujer, Christian —indiqué seriamente, no quería que vieran alguna duda por parte mia. Estaba decidido y era inamovible mi postura.

— Entonces vamos a leer nuevamente las pautas que concretaron entre los dos, las posibles consecuencias de una terminación temprana, quiero decir con eso, la multa que estás dispuesto a pagar y el acuerdo de confidencialidad por parte de ella. —Asentí demostrando mi convenio — ¿Cuándo hablarás con ella?

—Hoy mismo —dije tajante.

—Ya veo, vamos a asegurarnos de poner por escrito cualquier nuevo acuerdo para que sea firmado por ambos y que sea garantizado al pagar tú el cargo por cancelación ¿Te parece bien?

—Lo asumo —Dirigiendome a mi secretaria—. Lucia, necesito que ayudes a Christian para finiquitar este asunto lo más rapido posible —ella asintió, solte una breve risa y por la sorpresa de ambos me di cuenta que tenía mucho tiempo que no me mostraba tan alegre —. Perfecto.

La alegria se me habia evaporado desde me separé de Alexandra, vivía triste por dentro y solo demostraba una fachada al resto. Mis más cercanos amigos y colaboradores me conocían , como me lo acaba de demostrar Lucia, por ello me iba a proponer a conseguir retener a mi lado a la mujer que creía perdida y eso iba a ser para siempre, porque se convertirá en mi amiga, amante y esposa. 

La resolución se pintó  categóricamente en mi rostro y las dos personas frente a mi asintieron en conjunto para terminar levantándose de sus sillas y así realizar mi pedido.

Me quedé solo en el despacho y me dediqué a planear las siguientes semanas en una serie de asaltos metódicos para conquistarla. Primera parada: The London Dungeon.


Más tarde en la noche, estaba entrando a el edificio de Sandra, subi al ascensor y tomé rumbo hasta el apartamento de ella y con las llaves maestras ya que el edificio me pertenece abrí la puerta, me encontré todo muy pulcro igual a la única y ultima vez que estuve aquí en una  de las peores decisiones  que he tomado en mi existencia.

Aquella noche necesitaba desconectarme de la subsistencia en la que estaba regida mi vida y de el vacio que sentía , ella estaba a mano y aunque se escuche inhumano y desagradecido por el hecho de haberla usado como recipiente a una descarga de despecho y hastío así se dieron las cosas  ¡ Coño! como me fastidia sentir el arrepentimiento por ese suceso en particular y sobretodo porque a pesar de haber puesto los puntos sobre las ies, ella entendió que yo buscaba una relación y nada más lejos de eso.

El sonido de una conversación acalorada detrás de la puerta de la recamara principal entre dos personas de la que  reconocí una voz por ser la de Sandra. Un reclamo a toda regla de la voz de un hombre con signos visibles de furia en su entonación, hizo que me detuviera a escuchar intrigado y a la vez ansioso por entrar si las cosas pasaban a mayores. Podía fastidiarme la mujer, pero no me iban los abusos y menos presenciar alguno, así que tome posición en el arco de la sala que separaba la estancia donde se escuchaba mejor la discusión por si tendria que entrar en acción.

Parezco un cotilla lo sé, pero no importa, está en mi naturaleza ayudar y aparte a mi de ese apartamento no me iba a sacar nadie hasta no finiquitar el asunto que traía. Pronto me di cuenta que la conversación el convidado era yo, su principal tema.

Lo escuche todo y la rabia se disparó de tal manera que decidí calmarme caminando hasta la cocina mientras rumiaba todo lo escuchado sirviendome una copa de vino.

Me senté en el rincon de la cocina donde no pudiera verme la persona que salía de la habitación, pero yo si a él o a ella.

La espera no fue tan larga para mi ya que me sirvió para enfriar mi cólera frente a la circuntancias en la que estaba envuelto ciegamente y pensar que mi familia había aprobado a la mujer como compañera para mi, mucho antes incluso de yo conocerla.

Pensando en retropectivo, de que sirve el glamour y la parafernalia que envuelve a una persona si son tan lóbregas y falsas, como lo es Sandra Michaels.  Ser capaz de montar un engaño tan antiguo y a la vez lucrativo, al  que no caí en su juego en una especie de autoprotección arraigada tan profundo como el legado familiar.

Los vi despedirse como los amantes que son, con la promesa de un nuevo encuentro entre ellos y la certeza de que conseguirían lo que se habían propuesto. Sentí la puerta cerrarse y me preparé por que  faltaba pocos segundos para que Sandra reparara en mi presencia,  segundos que fuí contando uno a uno hasta que escuche su imprecación en el instante en que me vio.

—Hola, Sandra.

Fue mi saludo sin inflexión, mientras ella me mira analizando mi rostro buscando quizás el enojo que minutos antes sentía y ahora era solo impasibilidad.

—Nathan... ¿Hace cuánto llegaste? — Pregunta, mirando la puerta que momentos antes se había cerrado detrás de su amante.

La veo bien, aún mejor de lo que la hubiera reparado antes, sin máscaras y más que nunca directo a sus ojos demostrando el desprecio que siento desde hace mucho y el cual no tengo ningún reparo.

—Lo suficiente para enterarme de ciertos detalles en los me incluyes, pero sin tener yo, algún conocimiento.

—No sé lo que tú creas haber escuchado, Nathan. Sea lo que sea tiene explicación, te lo prometo...

Con un gesto le hice callar, no estoy por la labor de escuchar estupideces ni menos justificación al intento de estafa por su parte.

—¿De cuánto estás? — Su vientre no está a la vista hinchado, como para justificar que el bebe es mio ni mucho menos, ya que haciendo cuentas, estuvé con ella en la última  navidad ya casí 6 meses atrás — Y te pido por favor que no me mientas, Sandra.

Aprieta sus labios rehuyendo a mi pregunta en un ademán infantil y por demás fútil, buscando alargar el momento y eludir responderme la simple cuestión que le realicé. Al final la conminé a contestar esta con un alzamiento de ceja.

—Ya estoy entrando a los dos meses —El gesto en su rostro es de irritación —. Es tu...

—Es tuyo, asi iba a terminar tu frase ¿Cierto? —Negue en respuesta a mi pregunta,  mi mirada se aceró y Sandra retrocedío — No lo es y lo sabes de sobra — Mi voz sonó aguda y retrocedí mentalmente para calmar mi subyacente ira, tomé una respiración profunda y luego la solté —. Esto era tu tozudes, ya lo entiendo. Si el dinero es lo que necesitas lo podíamos haber hablado  reuniendonos  con mis acesores y abogados , no esta necesidad de engaño con tu pareja, para hacerme pasar al bebe por mio y tener una cuenta bancaria abierta a su entera disposición — Bufé groseramente —. Ya vez, el teatro se cayó antes de el primer acto. 

Me dispuse a caminar fuera de la cocina y ella se aferró a mi brazo para evitar mi partida, no pensaba hacerlo hasta decir lo que me llevó ahí porque esto cambiaba completamente  las circunstancia. 

Necesitaba hablar nuevamente con Christian, debo hacer un ajuste a el contrato donde requiero un compromiso por parte de ella poniendo a coto su libertad de hacerme daño público con cualquier clase de mentira como la que pretendía abjudicarme el paquete chileno de su embarazo.

—Vine aquí a terminar nuestra asociación, Sandra. Y como estaba estipulado en el documento que firmamos entre los dos, tienes derecho a que te pague una multa por efectos de una finalización temprana y  a pesar de los atenuantes he decidido seguir con ello. Vas a firmar un nuevo convenio que te traerá mi abogado mañana mismo, así que aquí estarás a primera hora de la mañana para finiquitarlo.

—Supongo que el que tienes en la mano ya no sirve — afirma segura de mi respuesta.

—Supones bien, a perdido todos sus efectos — Ladeo mi rostro para que lo vea bien y tome en serio mis palabras —.  Una cosa no ha cambiado, tienes hasta fin de mes para recoger tus cosas y mudarte de el apartamento.

—Pero... ¿A dónde voy a ir?

—A donde tu amante, para que se haga cargo de ti y su responsabilidad —Dije tajante —. Adios y espero fervientemente no volverme a atravezar por tu camino, aunque el mundo es un pañuelo, lo sé. Solo espero que hoy sea la última vez que vea tu cara y toma mi advertencia en serio : cuidate de cruzarte con mi familia, no me conoces lo suficiente y de lo capaz que soy para defender a mi seres queridos de una arpia estafadora como tú.

Salí de el apartamento, sin dejar de ver el rencor en su cara y por fin me sentí libre de buscar a la persona de la que estoy seguro no me jugaría sucio y con la que puedo contar:

 Alexandra.




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