2 Nathan
Por fin el tránsito hizo de ayuda y pudieron llegar con minutos de antelación al frente del apartamento en South Kensington donde se instalaba Sandra, una de las zonas más elegante de Londres, debido a su proximidad con el palacio de Kensington. El encanto de esta zona reside en los reconvertidos patios interiores de sus manzanas, cubiertos de hiedra, filas de mansiones blancas tipo Mary Poppins con tranquilas plazas ajardinadas. A ello ha de añadirse el excelente acceso que tiene la zona a Hyde Park, Holland Park y Kensington Gardens.
Jan, el chofer que le asiste, gracias a las gestiones de su estimada y aveces insolente secretaria Lucía, sale del auto para escoltar a Sandra a que entre al interior, manteniendo eficientemente la puerta para el trámite y asi poder dirigirse a la cena que se efectuará en el hotel The Montcalm Marble Arch en Wallenberg place.
La pelirroja entra al carro perfumando el interior de este, con el empalagoso olor de su colonia que tanto le incomoda, que ciertamente le tiene harto hasta el grado de producirle náuseas y a riesgo de la mala logística decide abrir un espacio a la ventanilla de su lado.
¿Que mierda le pasó por la cabeza? Para haber escogido a la mujer, que a pesar de su advertencia, sigue con el plan de conquista, al acercarse a su rostro para plantarle un beso en la boca, que muy hábil, esquivó.
La muy ladina sonríe, como si la maniobra anterior, no hubiera sucedido.
— Hola cariño — torso el gesto ante el apelativo romántico y el cual, ella advierte.
— Sandra — vaya con la seca respuesta, si no ha advertido su postura con la rigidez en su semblante, lo debe haber anotado con su saludo.
— Tu secretaria no me informó con exactitud, la dinámica de esta cena, solo me advirtió lo elegante que es esta, Nathan.
— Te pondré al corriente enseguida, antes de que lleguemos al hotel. Es una cena del gremio de ingenieros — por el rabillo del ojo, observó el mohin de fastidio en su boca. Presiente que la velada se le hará larga, suspira... — Se me hará la entrega de un premio y tendré que decir unas palabras a la concurrencia.
— Se me antoja de lo más aburrido, la velada que me presentas.
¡Pero que cojones!
Faltaba no más, que no le colaborara en su propósito esta noche y terminara por dañar la entrevista con McPherson. Intenta decirle, pero se le agota el tiempo, ya que han llegado al hotel y la puerta es abierta por los trabajadores de este. Sale primero y las luces de las cámaras le dejan bizco momentáneamente, toma del brazo a Sandra y al tenerle cerca aprovecha para dejarle las cosas claras.
— Te comportaras como debes, sin dejarme en ridículo, Sandra. Dejarás obnubilado al resto con tu presencia y elegancia, y responderas cuando te pregunten algo. También te informó, que tengo un tanteo de negocio y espero que te comportes a la altura de nuestro acuerdo, ¿Entendido?
— Si. Lo he entendido a la perfección — su actitud sumisa le pone en tensión, no le cree en ningún segundo su actitud.
— Bien.
Al paso en la suntuosa recepción del hotel, son abordados por los organizadores del evento, para facilitarles el acceso al salón decorado, en el que se reparten las mesas con los comensales y descubrir que son los últimos en llegar.
Vaya que manera de llamar más la atención. Si lo hubiera preparado no le hubiera salido mejor.
Igual, — encoge mentalmente los hombros — es el principal galardonado de la noche y algún que otro retraso no debería afectarle a nadie.
Se escuchó demasiado pomposo, incluso en su pensamiento.
Decidió localizar a Odrie McPherson, el objetivo real de su noche.
En su vista periférica le vió sentando al lado de su nueva adquisición, la modelo británica Judith Bradley, ahora McPherson, una mujer joven que según sus informes le lleva al hombre fácilmente unos veinte años.
Nathan no es hombre de prejuicios y le importa muy poco las ironías de la gente y su mala vibra, cada quien tiene el derecho de escoger su pareja como mejor le plazca, pero en este caso le servía a sus propósitos. ¿Quién mejor para sacar de vista a una modelo? lógicamente que otra modelo, así podía hablar más a gusto con su objetivo. Y lo mejor, le habían conseguido el honor de presidir su mesa y sentarse, como no, a su lado.
— Buenas noches damas y caballeros, es un placer compartir con ustedes esta noche.
El asentimiento fué colectivo en las tres parejas de la mesa.
— ¿Ya todos conocen a Sandra Michaels?
— Si. Hemos coincidido con tu despampanante compañera en otra ocasión. — Afirmó un ejecutivo de McPherson.
— Claro Charles, yo aún no tengo el gusto de conocerla. — intervino McPherson, en una pequeña amonestación hacía su colaborador.
— Con gusto remediaré la situación. Señor McPherson, señora McPherson, con ustedes, la señorita Sandra Michaels. — Nathan, hace gala de su encanto latino.
— Un enorme placer, joven.
— Sandra que gusto volver a encontrarnos, hace ya tres años, ¿Cierto?
— Si. Judith — se dirige al resto, mientras le acomoda Nathan en la mesa, como buen caballero. — y yo coincidimos en la semana de la moda en la ciudad de New York.
¡Que suerte! Entonces tenían mucha tela que cortar y Nathan podría acaparar toda la atención de McPherson.
La conversación en la mesa fluyó libremente, así como los platillos deliciosos de la velada.
Nathan y McPherson habían roto el hielo, hablando sobre proyectos e inversiones a largo plazos de sus diferentes compañías.
McPherson estaba encantado con el joven y la visión que presentaba de sus proyectos. Pensaba muy seriamente hacer tratos con él, solo esperaba deslumbrarse con su propuesta.
El sonido del micrófono apagó todas las conversaciones, la velada estaba por llegar a su fin con la entrega del galardón y una generosa contribución a el galardonado.
El presidente del grupo inicia su oratoria con un pequeño e irreverente chiste de jerga técnica propia de la ingeniería, para llamar la atención hasta el más incauto.
— La real academia de ingeniería convoca anualmente el premio gremio academic con el fin de reconocer a aquellas empresas cuya actividad tenga su origen en el estudio y la investigación de los fundamentos científicos y técnicos de la ingeniería, sus aplicaciones tecnológicas y sus técnicas operativas, así como cuanto se refiere al proyecto, desarrollo y explotación de sus realizaciones. Esta noche tenemos el gusto de galardonar a una empresa y a un joven emprendedor, que ha demostrado con nuevas técnicas el futuro de esta especialización en pos de la realización de grandes proyectos que le harán bien a la humanidad para su uso. Grandes proyectos que ayudan a mejorar el espacio y la calidad de los habitantes en donde los realicen. No tengo que decir más, su nombre lo dice todo, recibamos con un gran aplauso al joven ingeniero Nathan Jiménez.
Nathan sonríe y se levanta de la silla bajo el caluroso aplauso de sus compañeros en la cena y camina hasta el estrado, donde lo espera los anfitriones y la placa del galardón que acredita el premio. Estrecha las manos de ellos y le es entregado la placa, les agradece y se dirige al micrófono para dar su discurso de aceptación.
— Buenas noches a todos. Reciban en nombre del emporio Jiménez, el cual represento, un caluroso saludo. Quiero expresar en primer lugar, nuestro agradecimiento a la real academia de ingeniería por honrarme con este importante reconocimiento, el mismo que han recibido valerosas firmas que se han dedicado su vida y conocimientos en pos de la construcción y la ingeniería. Agradecer a mis colaboradores, por este premio que está destinado a investigadores en ingeniería y profesionales jóvenes que hayan realizado labores de innovación, contribuciones profesionales notorias u obra singular en cualquiera de los ámbitos profesionales de la ingeniería europea o mundial. Me siento orgulloso de mi personal, en su trabajo en conjunto para aplicar las técnicas del futuro y sé, que ellos les dirán que lo hacen bajo la conducción de un inmejorable jefe, — la concurrencia ríe de sus palabras — les juro que estoy por creérmelo, — más risas se escucha en el auditorio. — solo resta decir, que nos estamos adentrando paso a paso a la vanguardia en lo que la ingeniería compete y que la construcción será más efectiva y competente para el futuro, con mucho lujos en los detalles que no desmeritará en la seguridad de sus cimientos. Nuevamente gracias por tenerme en cuenta y por haber asistido a esta velada.
Los aplausos no se hicieron esperar.
Nathan es abordado en su salida del estrado por el presidente para hacerle entrega de la donación que acompaña el premio.
— Muchas gracias por tenerme en cuenta señor Hamptton, una cena espléndida e inmejorables acompañantes en mi mesa, debo agregar que felicito la filosofía por la que se dirigen y los criterios que toman para escoger al galardonado.
— No hay que agradecer, Nathan. Como lo has dicho, nuestra filosofía y los criterios tan altos que tenemos, nos hacen escoger a los mejores y tú entras en tan selecta categoría. Personalmente me tiene gratamente asombrado por su capacidad e inventiva tan refrescante que necesitábamos desde hace tiempo, para que esta rama no sea tan lineal.
— Entonces ha sido un honor, complacerlo.
Dichas las palabras, las manos son nuevamente estrechadas y Nathan baja del estrado para dirigirse a la mesa y a su posible cliente. El cual encuentra alistándose para irse del lugar.
— Muchacho, — le saluda a su llegada. — quiero que tu secretaria concerte una cita para finiquitar el contrato que firmaré contigo. He tomado el atrevimiento de leer la carpeta, de la que estoy seguro, no dejaste por descuido en la mesa — muy listo el viejo zorro, es el pensamiento de Nathan. La movida le salió a la perfección. — y me ha gustado lo que he visto, tu logística es excepcional. Haz la cita.
— La haré, McPherson. Te dejo en esta memoria, muchos más dato y una representación de tu pedido. Reunete con tus colaboradores y lo deciden — le entrega el objeto que más temprano le dió Lucía.
— Ya está decidido, solo resta definir todo esa jerga jurídica. Nos vemos, Nathan.
— Hasta pronto señor, señora McPherson — se despide con una inclinación de cabeza.
Sandra se levanta de la mesa y se despiden del resto de sus compañeros, caminan uno al lado del otro hasta las puertas del vestíbulo en espera de Jan llegue para recogerlos.
Sandra se pega insinuando sus curvas y restregando sus tetas en su brazo, acto que acaba con la paciencia de Nate.
— Debe haber una manera de compensarme, lo hecho en esa cena tan desagradable.
— Dejad ya esta actuación incómoda, Sandra. No deseas salir escaldada, mi paciencia tiene un límite.
— Ya claro, ¿Cómo me dijiste que se llamaba tu limite? o más bien, ¿Quién?... oh si es ...Alex — escupió con desprecio.
Nathan se desconectó de sus palabras, una sensación se asentó, una sensación acuciente, el resquemor de la picazon empezó en su pecho y bajo hasta su dedo anular, le asombró su intensidad y buscó en su radar interno hasta redirigir su mirada hasta la causante de que su legado despertara.
El impacto lo dejó débil, a pocos metros se encontraba ella que de igual manera le veía como un cervatillo en medio de una caza, ambas miradas recorrían al sujeto enfrente de ellos, su boca se secó a la espera del manantial que los labios de Alexandra poseía y solo ella podía calmar esa sed.
La burbuja se rompió al ser reclamada su presencia por un hombre del cual el rostro le llamaba la atención a sus recuerdos.
Su mirada no desconectó de su cuerpo hasta que el ascensor cerró sus puertas tras de ella.
Solo así su mente fuera de la presencia de su alma, es que logra registrar lo dicho por su acompañante y su sangre hierve de..... furia.
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