
19 Alexandra
Eidna y su esposo Hans Kreisman me han tomado bajo su ala en la mesa. Hans trabaja con Nathan en la firma, pero no lo había visto hasta el momento porque estaban de viaje y él es el encargado de la parte de publicidad y una pequeña acción en la financiera.
Él es el artífice de el impulso de la firma de Nate esté en auge y anidado a que Eidna es la hermana más apegada a él por consecuente Hans es muy importante en el cerco que rodea a Nathan.
Por otra parte he sentido la tensión entre mi hombre y su padre, y no he perdido las miradas irascibles de Digno Jiménez. ¡Vaya! Que no le he caído en gracia al hombre. Realmente no me importa. Sé por Nathan que son muy pocas las veces que se ven, ya que por el malentendido de hace años los ha distanciado.
No entiendo y es difícil comprender para mi como el buen nombre de la familia esté por encima de la familia en si. Saber de una situación difícil de un miembro y en vez de ayudar o apoyar se cierran a cal y canto para que no se dañe el prestigio que tienen. Me refiero al robo de los planos de Barbara Johnson, su mejor amiga, cuando Nathan empezaba la practica de ingeniería. La joven ingeniera lo acogió y lo respaldo creyendo en él en todo momento, segura de su inocencia y quien lo defendió a capa y espada inclusive de su propia familia. Para al final saberse que el robo fué perpetrado por el que era su prometido de entonces, Willian Hill.
Todo lo que Nathan es la actualidad se lo debe a Barbara Johnson. Es por ello que me rehúso a creer que el hombre que amo sea un delicuente y aún conservo las foto de el folio que conseguí de su despacho en mi poder. Ahora estoy más que nunca empeñada en conseguir a los verdaderos culpables en este caso.
Mis pensamientos son detenidos al advertir el semblante de Nathan. Se acercó a mi y yo le sonreí para a continuación lanzarle un beso, gesto que lo emocionó y le hizo aflorar una sonrisa en su hermosa cara ¡Misión cumplida!
—¿Nos vamos?
Asentí y me levanté, sea lo que sea que haya resultado de la reunión entre padre e hijo no fué bueno y por lo menos he logrado cambiar su expresión.
—¿Listo para desgastar la piel? —Su mirada se iluminó como el cielo estrellado y aprobó mis palabras con un beso incendiario frente a sus padres que acababan de alcanzarnos.
—Si —Su frente se unío a la mía y acarició mi mejilla—. Necesitaba olvidar un mal momento y con tu sola existencia lo has conseguido. Vamonos, ya no tengo nada que hacer aquí.
Le seguí y lo haré siempre a donde sea.
Mientras caminabamos a la salida registre la actitud triste de Ray, un gesto culpable en su rostro a lo que seguía la partida de su jefe. Desvío la mirada hasta la mesa que acabamos de dejar y fué correspondido por la madre de Nathan, luego de ello su cara se volvió más adusta y la mirada con un astibo de aflicción por parte de la madre de Nathan. Ahí había una historia, pero ahora la prioridad era mi hombre. Le iba a hacer cumplir su insinuación.
Al final lo cumplió a cabalidad...
(***)
Las oportunidades de entregar informes o de asistir a charlas son pocas y mi trabajo en incógnito es bastante minucioso por lo que he encontrado pruebas de como los fondos estan siendo desviados. Hablé con Lucas y nos encontramos para que me entregara varios dispositivos para escanear los folios y un pequeño audífono bluetooth conectado al teléfono celular suministrado por la agencia. Todo se debe a que Nathan frunce el ceño cada vez que suena el celular y busco evitar preguntas que no le voy a responder.
Estoy escaneando los folios y enviando a mi archivo personal las pruebas encontradas cuando el audífono cobro vida dando una alerta.
—Alex —Es Lucas —. Rosalie McPherson va hacía tu ubicación.
¡Mierda! Piensa rápido, me digo. Voy guardando todo en su respectivo lugar y los dispositivos en mi bolsa, reviso que todo esté en su sitio.
—La ventana — le digo a Lucas, entretanto me dirijo a ella.
—Da al callejón. Déjame anular las cámaras —un segundo —. Es viable, por dios Alex, aligera.
Me asomo a la ventana y encuentro poca distancia al suelo. Me cuelgo la bolsa y pasó la primera pierna. Que bien que decidí usar traje pantalón.
Quedé colgada para cerrar la ventana y salté segundos antes de que la puerta se abriera, según el conteo que Lucas lleva en mi oido.
—Necesito que anules el registro de las cámaras de afuera, de el estacionamiento y por consiguiente el de el recibidor, no quiero que tengan doble registro de entrada por parte mía.
Voy a pasos apresurados por el estacionamientos llegando con relativa facilidad al carro, dejo a buen resguardo los dispositivos y sacudo mi ropa. Ya escaneado mi ropaje me regreso al orfanato.
—Todo listo, puedes ingresar nuevamente —Mi paso no cambia de ritmo al escuchar la orden.
—Copiado.
Aprovecho que la recepcionista está distraida para colarme por la puerta y camino hasta la pequeña oficina que me he agendado. Voy traspasando el umbral y al mismo tiempo sacando unas hojas de el informé de los auspiciadores que debía cotejar con los libros que tengo abiertos en la mesa. Siento la presencia de alguien más en el despacho y cuando reparo en la persona, me sorprendo, pero tantos años de entrenamiento hicieron su trabajo. Mi rostro no mostró ningún ápice de sorpresa.
—Señora Jiménez ¿A qué debo el honor de su visita?
—Me enteré por mi hija Eidna de su trabajo aquí y pienso que es la única forma de verla sin que esté bajo el escrutinio de mi hijo.
—Siempre estoy a disposición cuando me necesite...
—¡Ay! No seas tan condescendiente conmigo, kislány — No sé si la palabra que pronunció fué un insulto, pero igual la guarde para buscar su significado.
—Me enseñaron a ser amable, señora. No tome nada como groserías, ni que crea que la estoy tratando con zafiedad. Es respecto llanamente y todo por ser la madre de Nathan.
—No necesito que me endulces el oído, Alexandra.
—Y no lo necesito —le interrumpo —. No veo porque deba endulzarle el oído — camino hasta el escritorio y dejos los papeles encima de ellos —. Mi dulzura está destinada a Nate.
Sonó un bufido de parte de Aneska.
—Mira, mi hijo tiene una considerable fortuna y eso es un paquete bastante atractivo para cualquiera... mujer —la pausa fue bastante explicita y sé que esta vez si era un insulto.
Sonreí. Me han dicho muchas veces perra, claro que sí, en el follón de una pelea por conseguir arrestar a un delicuente y eso no me ha detenido, mucho menos ahora y de parte de alguien tan snob como la doña que tengo al frente. Sobretodo sin conocerme.
—Así que usted considera que su hijo no es atractivo sin el valor de el dinero llenando su cartera —reculó con mis palabras, quizás no era su intención menospreciar la valia de su hijo en el afán de insultarme, pero así había sonado —. Conozco a su hijo desde hace años, donde el reconocimiento no estaba en puerta, donde era un simple ayudante de Barbara Johnson — Si. Ahí la sorprendí ¡Toma esa! —. Un hombre fuerte y aún así ni la mitad de lo que es ahora. Me enamoré de su mente, de su ingenio, de su entrega, de su gran corazón, de su labia. Nada resulta más atractivo de Nathan que su cortesia, su paciencia y su tolerancia ¡Buen trabajo! —Su boca permanecía abierta en mi discurso, pero debía hacerla entrar en razón—. Me es imposible creer que usted, su madre, no conozca las virtudes de su vástago. De el verdadero valor que es tangible en él y que cualquier persona ajena a su familia lo palpa porque viene adherido en su personalidad— exhalo un suspiro ya que estoy por perder el norte por el escozor que sus palabras me produjeron, no porque me insultara sino por el desdén para con su hijo —. No miro lujos, me puedo labrar sola mis propios éxitos. Tenga en mente que si estoy enamorada de su hijo es porque me derrite con su trato, me hace vibrar la piel y sobretodo porque me respecta y protege, como lo hago yo. No juzgue sin conocer ya que no todo el oro brilla.
Me levanté de el escritorio, necesitaba entrar al baño para refrescarme el rostro.
—¿En serio? —¡Maldición! Había olvidado completamente a Lucas, pero el tono jocoso en su pregunta me ayudó a relajarme.
—Si. Lo es. Ahora voy a salir a ver si hay alguna herida de batalla.
—Espera... —Corté la comunicación ya había escuchado suficiente de mi vida privada. Craso error.
Al salir me encontré de frente a Rosalie McPherson.
¡Ay! la que se formó.
¿Qué pasará?
Díganme como les pareció el cápitulo y ya saben si les gustó, premiarme con la estrellitas.
Se les quiere de gratis.
Karla ☺
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