Capítulo 6 Archivos
ADMITELO
En algún momento de tu vida has querido regresar el tiempo para corregir tus errores.
Soltar la historia de lo que pasó le hizo muy bien a la joven.
—Perdón por el exabrupto.
—No pienses en ello. Si te sientes bien termina de comer. Deseo salir a la central.
—Cierto hay reunión. Déjame alistarme y nos vamos.
—Lagartija—espero a que ella mirara en su dirección frunciendo el ceño-. Ahora estoy aquí, cuenta conmigo. Pondré todo de mi parte para encontrar a los bebés, especialmente a esos bebés.
Su mirada se ablandó al escuchar su promesa.
—Te lo agradezco mucho. Dame cinco minutos y estoy contigo.
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En la sala de junta en la central se encuentra el muro con las fotos de las chicas, la cronología de los robos y secuestros perpetrados. Una línea de tiempo detallada de cada golpe. Lo que no le cuadraba era que no habían puesto el espacio para el jefe. No creía por ninguna razón que esas mujeres fueran las lideres de esa facción. Mucho menos al haber escuchado a Floury sobre ese hombre.
Estamos reunidos a la espera de que empiecen los reportes.
Oscar, Brendan, Connell, Conall, Kiev, Maríe y yo revisabamos el papeleo.
Kiev se aclaró la garganta.
—Escuchen todos. Ayer en el operativo todo fue de mal a peor. No pudimos hacer ninguna detención, todos escaparon. El único testigo en el lugar lamentablemente murió anoche debido a las graves heridas que presentaba. No nos dió ningún dato.
—Disculpame si lo interrumpo —emitió Gael.
—No hay problema. ¿Tienes algo que aportar?
—En realidad si. La joven Floury dió un dato que queremos compartir y pienso que es de gran utilidad.
María E toma la palabra.
—Floury nada más quería hablar conmigo, indicando que debíamos actuar rápido ya que su hermana se había llevado a los bebés.
Todos inspiraron fuerte.
Ella continuó.
—Aparentemente ella mantenía con vida a los bebés, en el caso de suponer que sean los mismos—su voz se fue apagando.
—Cierto María E. También habló de un hombre que las obligaba a estar con ellas. Lo más importante que este hombre es peligroso y que teníamos que hacer algo rápido antes de que fuera demasiado tarde.
—¿Quién es este hombre?—pregunta Conall.
—No lo sé, C —responde la psicóloga.
—Hay que averiguarlo. Deseo poder tener acceso a los reportes. ¿Kiev me puede ayudar en eso?—pregunta Gael.
—Claro que si.
Tessa entra a la sala de junta.
—Sombra está al teléfono señor.
—Gracias—esperó a que Tessa acomodara el aparato y ponerlo en altavoz—.Dame tu reporte.
—El transmisor fué localizado y desechado en el camino.
—Maldición. ¿No hay una maldita buena noticia?
—Lo siento señor. Lo seguí hasta la carretera que va a la ciudad de Kildare en el kilómetro 15. La señal del localizador me llevó hasta allá y ahí encontré nuestro aparato. También encontré huellas de neumáticos, estás las estaré enviando para su pronta revisión en la oficina. El nuevo reporte lo he dejado con Tessa. Seguiré buscando con mis informantes.
—Gracias sombra, actualizamos antes de irte. Primero, es posible que los bebés estén con vida.
—¿Cómo sabe eso señor?
—Tenemos en nuestro poder a una joven que lo informó, sombra.
—Entiendo. ¿Algo más?
—Es posible que hay un cabecilla que no sean las hermanas. Un hombre que orquesta todo y posiblemente muy peligroso.
—Un dato a considerar. Nuevo punto de partida para mi, señor.
Mientras la conversación fluía, Gael conversaba en susurros con Lagartija sobretodo de una cuestión importante que debía aclarar, lo que hizo que Maríe preguntará a sombra.
—Hola sombra.
—Psiquis.
—Sácanos de esta duda. ¿Cuántas huellas de neumáticos encontraste?
Gael y ella se seguían consultando.
—La de un camión.
—Gracias.
—De nada psiquis.
—Antes de que te vayas. ¿Cuántos camiones vistes llegar?
—Eran tres, mi joven dama. Está todo en el informe.
—Gracias nuevamente.
—Para servirles.
Se despidió y Tessa cerró el aparato.
Kiev despachó a su personal y le entregó los informes a Mcallister.
Dispuso un sofá , escritorio y sillas en el almacén de evidencias que tenía a la vez una zona de archivos.
Tanto Gael y Maríe leían los informes y cada tanto Gael escribía algún dato importante en su libreta.
—Sabes, necesito de una línea al Internet.
Maria E. Levantó la vista de su propio informe al escuchar la voz del hombre.
—Creo que aquí hay una computadora con su respectiva línea. Puedes hablarlo con Tessa.
—Gracias, de verdad me sería de mucha utilidad.
Salió del almacén con dirección a las oficinas. Tenía en mente algo más que una computadora. La palidez en el rostro de la joven lo preocupaba mucho. Esto de verdad le estaba pasado factura, necesitaba descansar y comer. Bueno de esto ahora mismo lo solucionaría.
Encontró a la Secretaría en su mesa. Escribía afanada en su computadora.
—Hola cariño.
—Detective. Me ha tomado por sorpresa. No se preocupe, muy buena la sorpresa.
Gael soltó una pequeña carcajada.
—Definitivamente eres muy refrescante—se llevó las manos al pecho en un gesto dramático — Por favor, ¿dime que no estás casada?
—Hombre adulador. No. Aún no estoy casada. ¿En qué te puedo servir?
一¿Sabes de alguna computadora que pueda usar en el cuarto de archivo?
—Oh sí. Justamente le programé para que se la instalen.
—Dios, eres un cielo.
—No tanto. ¿Algo más?
Pasó los siguientes minutos explicando lo que necesitaba. Deseaba que Maria E estuviera lo más cómoda posible.
Repasó en su mente si estaba completa su lista y asintió satisfecho.
—Eso sería todo Tessa.
—Lo tendré listo, detective.
—Llámame Gael. Bien Avísame por favor cuando mi encargo este listo. Creo que voy para mucho rato, Adiós preciosa.
Regresó al almacén y se encontró con un cuadro enternecedor.
Maríe había sucumbido al sueño. Sus manos debajo de su rostro hacia el papel de almohada, su respiración acompasada sonaba en el recinto cerrado. Se acercó para mirar a la cara hermosa de la mujer de la cual llevaba mucho tiempo enamorado. Se tocó la cicatriz que llevaba en su cuerpo. La más profunda. Tenía dos más pero esa era la que más tardó en recuperarse.
Estaba a punto de tocar sus labios con los dedos cuando sonó un toque en la puerta. Se levantó para atender al contingente que llegó. Exigió silencio y se dispuso de los arreglos en la instalación de la pantalla del computador y los demás accesorios junto a la línea del teléfono.
Por último llegó Tessa con su encargo especial.
Y bendita ella con una manta.
Le plantó un beso en la mejilla por tamaño gesto.
—¡Gracias!
La secretaria sonrió muy contenta, sobre todo al ver la ternura reflejada en el rostro del hombre. Se reflejaba el amor que el sentía y estaba casi segura que no era consciente de ese hecho.
Su amiga tenía mucha suerte.
Pero a quien escogería. Deseaba que escogiera a Gael. Así tendría la oportunidad de luchar por C. El hombre que la tenía totalmente embobada.
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