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Capítulo 36 Final

"Cada decisión que tomas tiene un resultado final."
-Zig Ziglar.

María E, queda sorprendida al sentir la presión que ejerce el cuchillo en su humanidad y a la vez escuchar la seriedad en la voz conocida que le pide que se mueva.

Por el rabillo del ojo ve la llegada de Conall con su arma en mano y se asusta como nunca, comprende completamente la seriedad del asunto.

Sombra es el traidor, recordó la realidad que sembró Gael en su mente, la conclusión a que llegó la investigación del padre de su hijo. Su hijo, pensó en él, debía protegerlo a toda costa.

-Muévete ya, mujer.

Así lo hizo, empezó a caminar y ella sutilmente lo llevó a la terraza.

El guardia de seguridad se acerca al detective para tratar de detenerlo, pero Conall le muestra su placa que lo identifica como policía y pide su ayuda para tener refuerzos e informar la situación en que se encontraba su compañera. Había visto la llegada de Mcallister y agradeció a los dioses por ello, porque evitó que Scáth saliera del hospital. Ahora tenía que enfrentar la posibilidad de que la psicóloga saliera lastimada.

*****

-Beag álainn, ¿Eres tú?

A Fionna se le abrió un mundo de recuerdos, besos húmedos y caricias calientes debajo de sábanas blancas en las noches estrelladas de Dublín. Esas noches que habían desembocado al regalo que llevaba en su vientre, pero que a toda costa no compartiría con el hombre que estaba acostado en esa cama preguntando si era ella.

-Soy la doctora Mckullin, señor Murphy. Estoy muy contenta con su progreso y veremos como sigue en estos días, para que pronto pueda regresar a su casa. ¿Tiene alguna inquietud?

Connell no logró preguntar nada, porque fueron interrumpidos por una emergencia en el piso. Deseaba hablar sin animosidad con Fionna, pero sabía que no podría ser, ya que había sido un completo bruto al desdeñar el sentimiento que ella le profesaba y por el cual él aún no estaba listo.

La experiencia con la muerte le estaba haciendo ver diferentes puntos de vista de como ha estado llevando su vida y de alguna manera debía enmendar ciertas cosas, sobretodo acciones personales. La vida daba segundas oportunidades y él era un ejemplo de ello.

*****

Scáth Craig miraba a todos lados buscando una salida, la suerte le había llegado en forma de la psicóloga, era una carta especial porque sabía los sentimientos que C profesaba por ella y no dejaría que nada malo le pasara.

-¿Por qué haces esto, amigo?

Él la mira con desdén, alguien insignificante y desechables para él.

-¿Amigo? No me alegres tanto el dia, María E. Tú sólo eras una pieza en mi juego de ajedrez, un peón que movía a mi antojo sobre la mesa.

-¿De qué hablas? - preguntó Conall, quien se había colado en la terraza.

-No te acerques tanto, porque sino ella sufrirá las consecuencias Conall.

-Y después seguirás tú, al no tener un escudo en que ocultarte, Scáth.

-Lo sé -Sonrió el hombre. -Pero tú quedaras consumido en la culpa y la desesperación por su muerte.

-Entonces déjala ir, acaba de recobrar a su hijo.

-¿Me crees tan estúpido? ¿Crees en verdad, que voy a soltar mi boleto de salida? No seas ingenuo.

-No lo soy, sólo apeló al tiempo que nos conocemos para que la dejes ir y tú te entregues para que recibas la justicia que te mereces.

-Primero muerto, antes de pisar una cárcel y ahora apartarte, -subió el cuchillo hasta la garganta de la psicóloga. -No estoy jugando.

******

La sangre le hierve a Gael al escuchar las palabras que salen de la radio de el hombre de seguridad, sube corriendo los cuatro pisos que los separa hasta llegar al piso indicado, recorre el pasillo del ala infantil hasta que ve asomar una cabecita curiosa, la de su hijo. Se acerca hasta él y lo ve llorando con lágrimas silenciosas.

-Emmanuel, ¿Qué pasa?

-Mami no está aquí, y no sé que pasa. Tengo miedo de perderla otra vez.

Su corazón sangró al temer lo peor, su instinto le decía a grito que Lagartija estaba en peligro y nunca desatendía su llamado. Tranquilizó a su hijo y se lo dejo a cargo a la enfermera que los cuidaba, tenía un asunto urgente que atender.

Sus sospechas se confirmaron con un solo vistazo a la terraza, el hombre del retrato hablado tenía sujeta a María E con un cuchillo amenazando su vida. Todo su cuerpo entró en calma, la desesperación no lo ayudaría en nada. Analizó la situación con cabeza fría y reparó en una vía que lo podía acercar hasta el hombre y caerle de sorpresa. Empezó a caminar para tomar posición, sólo esperaba que María E recordara todo lo que le había enseñado en maniobras de escape en un ataque cuerpo a cuerpo.

****

-¡No! Por favor, déjame ir. Mi hijo me está esperando.

-¿Tú crees que eso me importa?

-Sé que no, de lo contrario no lo hubieras mandado a secuestrar y convertirlo en mercancía para tu sucios negocios.

El cuchillo resbaló un poco tras las palabras de ella y consiguiendo con ello una línea de sangre en el costado de su garganta.

-¿De qué diablo hablas, psicóloga? El alcohol medicinal que te bebiste, ¿te ha chalado el cerebro? - pregunta mosqueado Sombra.

-Sabes de lo que hablo, de otra manera no te hubieras puesto nervioso y la prueba está en la herida que me has hecho en mi cuello.

-No es cierto.

-Maldito desgraciado, intentaste matar a mi hermano cuando te descubrió -espetó Conall con severidad.

Él muy cínico se ríe de los dos y le jala del cabello a la joven para sostenerla mejor.

-¿Y?

-Entonces es cierto María E, Gael dió en el clavo. Había un traidor entre nosotros y ese maldito eres tú -lo señaló.

-Si -se encogió de hombros -Tanto tiempo manejando mis negocios, burlando me de ustedes, recibiendo cuantiosas ganancias, ¡si! me robe a tu hijo, ¡Si! le dispare a tu hermano y llega un aparecido de la nada y daña todo mi operativo. ¿Quién demonios es ese hombre?

-El padre de su hijo -Gael le cae encima a Sombra y por la sorpresa, Lagartija aprovecha a derrumbar el cuchillo que la amenaza y lograr alejarse del hombre que la soltó tras el impacto del cuerpo del detective contra él.
Ya libre de Scáth, María E se refugió en brazos de Conall y ante todo él le preguntó si era cierto lo que había declarado Gael. La joven sólo atinó a asentir mientras su atención se posaba en el hombre que amaba.

Mcallister y Craig empezaron a pelear convirtiéndose en un amasijo de piernas y brazos, evitando con ello un disparo limpio de parte de el gemelo.

En ambos la sangre manchaba su ropa y los nudillos hinchados impactaba la humanidad del otro, hasta el momento en que Sombra logró separarse y alcanzar su cuchillo que había quedado cerca de las barandas de el balcón. Su equilibrio falló al no lograr estabilizarse del todo y se tropezó cayendo al vacío terminando en posarse encima de uno de los autos estacionados.

El shock que generó el accidente, paralizó al grupo. Sólo Gael atinó a asomarse por encima de las barandas, sacó su radio y hablo pidiendo asistencia para el hombre caído.

La psicóloga se soltó de los brazos de Conall y se acercó a abrazar a Gael para socorrerlo y llevarlo hasta adentro para su atención médica.

-Vamos, deben atenderte esos cortes. Y a ti también, Lagartija -se les acercó Conall y por encima de ellos vió como el cuerpo médico atendía a el hombre caído.

-Ya todo acabó, María E. Todos los implicados están bajo custodia.

-Gracias a ti.

-¿Es cierto que el traidor era Sombra?

-Si, Conall. Y en la jefatura se encuentran los otros cómplices.

-Bien. Gael, mi hermano despertó y lo acusó, -señaló hacia abajo - de su intento de asesinato.

-Lo sé, tengo todas las pruebas -puso su mano en su brazo -Tu hermano estuvo en el momento equivocado. Sombra y su grupo escogían a las mujeres para la tratas de blancas y tu hermano se interpuso en uno de sus secuestros y ya sabemos el lamentable final de la muchacha, sobretodo porque ella al principio no era la elegida.

El grupo de limpieza llegó a limpiar la sangre derramada de la pelea, mientras ellos entraron para ser atendidos.

Evitaron pasar por el frente de la habitación de su hijo, para no asustarlo.

Al final, el parte médico les informó la gravedad de las lesiones de Sombra que se encontraba sin conocimiento, presentaba inflamación en su cerebro por el fuerte golpe de la caida y varias fracturas en su caderas y piernas.
Estaba vivo de milagro, sólo esperaban su mejoría para enviarlo a la cárcel ya que él había confesado sus crímenes frente a un grupo de testigos.

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