Capítulo 30 ¿¡Qué!?...
«Le conté mi pasado, mi presente y mi futuro. Le susurré mis miedos y le grité mis sueños. Le enseñé todos mis puntos débiles. Y ni siquiera así fue suficiente.»
Dedicado a @RossyGaytan
Al día siguiente...
Se despierta por el movimiento a su lado; tiene una resaca impresionante y la luz que se filtra por las cortinas le está haciendo llorar los ojos.
Se gira para evitar los rayos solares y la ataca unas náuseas que logra controlar.
Saca un pie de la cama y nota su desnudez debajo de la sabana oscura.
Los recuerdos regresan a ella y no puede evitar soltar un gemido bajo que atrae la atención de su acompañante. La razón por lo que se despertó en primer lugar.
—Al fin te dignaste a despertarte, pensé que te quedarías a yacer en la cama todo el día.
—¿Puedes hablar un poco más bajo? Tengo una resaca muy fuerte.
Respondió a su saludo mañanero.
—Lo siento. Es que creí que estabas tomado las cosas en otro contexto —le dice rascándose la nuca con incomodidad — Anoche hablamos de una condición y debe quedar en eso, lo que en esta noche pasó.
No le demostró el daño que sus palabras le hicieron, además del arrepentimiento que se le veía a él en sus facciones.
Igual se lo tenía merecido, por haber aceptado. La nausea le recordó la mala situación en la que despertaba.
No respondió a su comentario, no había caso. Lo que si salió de ella fue un nuevo gemido de su desgracia.
—Te he dejado en la mesita que está a tu lado, algo que te ayudará con la resaca. Yo también tomé uno igual.
Estiró su mano para tomar el vaso y se lo tragó de una vez el contenido, con tranquilidad dejó el vaso a un lado —Sólo déjame tomar una ducha y me iré a mi casa.
Vi como tomó aire, como si la respuesta ó la actitud le devolviera el alma al cuerpo.
¿No se puede sentir más rencor hacía si mismo? Aprendió en ese momento, que de verdad se puede llegar a odiar a sí mismo, mucho.
Si el día anterior estaba cabreada con los hombres, ahora lo estaba hacía si misma. Lo peor de todo es que estuvo dispuesta, con los ojos bien abiertos y nada de que ver con echarle la culpa a una reacción etílica.
Ahora tenía que vivir con la consecuencia de su acto, porque después de esto, nada sería igual, sobretodo porque estaba midiendo la reacción de lo que estaba viendo en su rostro. Ni modo a apechugar el pecho.
Su amiga María E le había dicho una vez " mejor disfrutar del momento, que arrepentirse de no haberlo hecho". Punto probado.
Al fin, a chupar sal y tirar en la vida con el dolor que se había buscado. La realidad es que "Amar al fin es, caer".
Pero aún había un último cartucho para disparar.
Se levantó dejando la sabana caer y en toda su gloriosa desnudez caminó frente a él con majestuosidad mirándolo por el rabillo del ojo, satisfecha al verlo perder el compás de su respiración. La seguridad de la mujer es su mejor afrodisíaco.
Al fin no tenía nada que perder.
Entró al baño; para tener un apartamento de soltero, su lugar era grande.
Tenía la bañera a la izquierda y la ducha a la derecha, todo muy bien organizado.
En la alacena empotrada encontró las toallas, tomó una y la dejó dispuesta para que al terminar, pudiera utilizarla.
Entró en la ducha y abrió la regadera regulando la temperatura al agua, al rato el vapor llenó la estancia. Con el agua cayendo en su cuerpo de la cabeza a los pies, sus lágrimas silenciosas caían sin control, no había sollozos, ni su cuerpo temblaba con algún hipo del llanto. Sólo el líquido lagrimal que brotaban de un corazón roto.
Recapacitó al recordar que no debía demostrar, que nada le había afectado, sino que tomaba como él, la cosas con madurez.
Empezó a buscar la pastilla del jabón, pero saltó al sentir unas manos tomarla de la cintura y un beso en la espalda.
Conall se le pegó restregando su erección en sus nalgas.
—Shh, no digas nada. Sólo déjame tenerte una vez más.
La joven no respondió; más se giró y lo abrazó besándolo despacio, con una candente lentitud que lo hizo gemir. La empotró en la pared y la penetró de una estocada sin más dilación. Ese desfile camino al baño, lo había encendido como nunca en su vida una mujer lo había logrado.
Durante bastante tiempo los gemidos era el único sonido que se escuchaba detrás de la puerta del baño.
****
Ese mediodía en la central de policía, en concreto dentro de la oficina de Kiev.
María E esperaba junto al comandante y Gael la llegada de Moira Níc ahora Cárthaing, porque gracias a la vida y al señor, encontró a alguien que estuvo acompañadola y dándole su apoyo.
Sólo esperaba la joven que él; Mathias su esposo, fuera suficiente para sostener la.
La pareja llegó, Moira reflejaba en su cara miedo y María se acobardó.
Agarró la mano de Gael que se encontraba cerca y la apretó para buscar fuerza y a la vez consuelo.
Él la miró y después le apretó de regreso infundiendo con su tacto el coraje que la joven necesitaba.
Inspiró muy fuerte y los hizo sentar, Kiev salió y dejó a los cuatro adentro de su despacho.
Corrió como alma que lleva el diablo, afrontar cualquier clase de escena como la que se iba a dar en su oficina le resolvía el estómago y mejor era no estar presente.
Sólo se escuchó un grito ensordecedor, el lamento agónico de una alma en pena.
La escena en la oficina era desgarradora, Moira arrodillada llorando desconsolada en el suelo abrazada a su marido, mientras que la psicóloga la miraba impotente.
Que palabras de consuelo podía transmitir a tan grave pérdida.
—Gael, ¿Puedes traer varios té, por favor?
—Claro, no hay problema —respondió afable el detective.
Al quedar solos, ella se acercó para abrazarla con la intención de infundarle fuerza, amistad y consuelo.
Pero el señor Cárthaing se lo impidió, rechazando su ofrecimiento.
—No la toques —le pidió el marido; en sus ojos se reflejaba un odio gratuito, que la hizo recular inmediatamente —¿Ya no ha hecho bastante?
—¡Joe!. No —Ataja Moira —. Ya lo hemos hablado en casa.
—¿De qué? De tu idea y del convencimiento de que la doctora aquí presente, no tiene la culpa —María E tragó saliva, tratando de pasar en vano el nudo que se le atoró en su garganta —. ¡Pues si la tiene!
La psicóloga estaba como estatua parada frente a ellos, con los ojos brillantes por las lágrimas no derramada.
—Moira, yo entiendo por lo que están pasando. El dolor lo tienen que sacar de alguna manera. Tienen que pasar los pasos del duelo.
—¿Aunque seas tú, el receptáculo de esas palabras? No Maríe, no debe ser así. Yo no te culpo.
—Moira....
—¡Basta Joe! No tienes la razón — le dijo a su marido, limpiando se las lágrimas —. Este es un tema que ya está zanjado —, le pidió ayuda para levantarse del suelo, ya fuera de el, lo besó —. Ahora por favor, me dejarás sola con ella.
—Maldita sea Moira —salió del despacho murmurando a algo parecido a mujeres.
Moira se acercó a la psicóloga y la conminó a sentarse juntas en las sillas.
—Maríe, quiero que sepas que nunca te he inculpado de lo ocurrido, ya con tu culpa propia bastaba. Alexia y yo te veíamos como caía profundo y sin quererlo, con ello nos ayudaste. Me duele la muerte de mi hijo, no te confundas con ello. Pero el duelo lo llevo desde el día en que Floury se llevó a los niños. Ahora sé dónde está y ya lo puedo llevar conmigo.
—Es difícil dar consuelo y heme aquí, en vez de darlo lo estoy recibiendo. Lo siento mucho Moira, si hubiera podido tener otro resultado, lo hubiera dado. Yo quería que los tres bebés regresaran con bien.
—Entonces consigue dar con esos desgraciados. Y trae al resto de los bebes con vida —nuevamente sus ojos se razaron de lágrimas.
—Lo conseguiré, lo prometo. ¿Sabes que Floury murió?
—Los supe por las noticias, aunque quisiera alegrarme de su desgracia. Me duele su muerte.
—Eres muy generosa.
—Tú nos enseñaste.
—Gracias cariño, ahora quiero que ambas tomemos esta frase "seguir cuando crees que no puedes más, es lo que nos hace diferente de los demás". Sé que perder a un hijo no es fácil, y lo lamento tan profundamente. Ahora no seas tan dura con Joe, se nota que te ama y su reacción hacia mi se debe a eso. Tú eres lo primero para él, acusa tu dolor y no sabe como consolarte porque le aterra verte sufrir. Me alegra a pesar de como me trató, que lo tengas a tu lado.
En la puerta Joe y Gael miraban la interacción de las mujeres.
Joe arrepintiéndose de sus palabras para con la psicóloga y Gael sintiéndose más orgulloso de su mujer.
Al final fueron llevados a la morgue para llevar al bebé a preparar su funeral, junto con los resultados del ADN y la autopsia.
Nuevamente se derrumbaron juntas a las puertas del lugar frío, pero cada una fue consolada por sus respectivas parejas.
Gael la llevó a su cuarto de archivos donde la besó para mitigar la angustia de las últimas horas.
Aunque sabían que no debían entregarse mutuamente en ese lugar, cerraron la puerta con llave y se dejaron llevar por el placer para borrar el dolor latente que amenaza con destruir a la joven y María E agradecía esos momentos, necesitaba excluirse del mundo y de la sensación fatídica de que todo iba a cambiar.
Tiempo después del intenso acoplamiento, Lagartija salió a limpiarse al baño dejando a Gael con la tarea de recoger y limpiar las pruebas de su intimidad.
Aún él sentía en su cuerpo la necesidad de seguir enterrado en su ser, la fuerza de su amor convertida ahora en retazos de excitación que corría como lava por sus venas.
El sonido de su teléfono privado lo sacó de su pensamiento, él único que usaba ese número era Lucas.
Así que debía ser muy importante. Contestó con la esperanza de recibir las mejores noticias.
—Lucas, viejo zorro —apodo de la fuerza y con el que le gustaba molestarlo.
—Lobo —su seriedad lo puso en estado de alerta.
—¿Qué me tienes?
—He puesto a correr el dibujo en otra base de dato, pronto tendrás el resultado —Gael sintió la reserva en su amigo.
—¿Y? Se que eso no es el motivo de tu llamada, Lucas. Suelta lo que tengas.
—¿Te acuerdas de los archivos a los que no podía tener acceso?
—Si recuerdo tu comentario. Fué el día que supe que todo se manejaba con la computadora; pero aún así, se mantenía archivos físicos.
—Exactamente. Yo te he enviado esos archivos a tu correo, hay un dato importante que debes ver. Te va a interesar. Te llamaré con los resultados que arroje el corrido de la base de datos.
—Bien. Estaré esperando el resultado.
—Y Gael.
—¿Si?
—Tómalo con cuidado.
Un escalofrío le recorrió el cuerpo como una premonición. Colgó su teléfono.
Sin dilatarse, abrió la computadora para descargar el archivo. A medida que iba leyendo su alma se iba de a poco resquebrajando, un dato tan importante como ese se le había omitido.
Cuatro mujeres llegaron a consulta, dos traían a sus propios hijos. Las hermanas Floury y Yury que recientemente habían sufrido pérdidas fetales y la doctora María E O'Neal, psicóloga que les atendía por diversos traumas en su despacho, generalmente no se atendía en su predio personal. Hubo una excepción por asunto personal. Tres bebés secuestrados. ¡TRES!.
Asunto personal, la psicóloga María E O'Neal reportó que el tercer bebé es su propio hijo.
¡Su propio hijo!
¿¡Qué!?
Todo hizo clic en su cabeza, la angustia, la depresión, la extraña actitud y sobretodo el ocultamiento de ese archivo en particular ¿Por qué?
El dolor sufrido durante los últimos días. María E tendría que estar pensando que pudiera ser el hijo de ella. El tratamiento especial de sus compañeros y él se quedaba afuera... lo dejó afuera. Nuevamente ¿Por qué?
Revisó bien la ficha y entendió completamente. Las fechas concordaban, y haciendo memoria tomó en cuenta los extraños requerimientos de exámenes en el hospital. Todo bien orquestado para que no se enterara.
El toque de la mano de Lagartija lo sacó de sus cavilaciones. Al girar la vió con los ojos muy abierto y la culpa reflejada en sus pupilas.
Ella le miró con terror a la espera de su reacción.
—¿Por qué María E? ¿Por qué después de casi un mes, no has podido decírmelo? —Su voz sonó estrangulada por el dolor y el frío que se apoderó de su cuerpo. La desilusión iba acompañada de la mano con la tristeza—. ¿Por qué no me dijiste que habíamos tenido un hijo? Es porque... será posible ¿Qué aún me odies? —cerró los ojos para poderse controlar y expulsar el aliento —. ¿Por qué?
Aquí les dejo el nuevo capítulo.
¿Qué pasará?
¿Qué hará Gael a continuación?
Y lo más importante....
¿Cómo le explicará las cosas María E?.
Falta poco, un adelanto viene el rescate.
Se les quiere mucho y gracias por estar conmigo en cada capítulo.
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