07: "Más allá de tu piel"
—¡Karen!— Llamó Cole a su hermana, mientras caminaba en dirección a ésta.
Varios estudiantes que se encontraban en su camino se movieron para abrirle paso, impulsados no sólo porque era un estudiante de último año sino también por el semblante serio que denotaba un frío enojo en él.
Karen, sin embargo, no se mostró intimidada cuando el chico llegó a su lado. Cruzó los brazos sobre su pecho e hizo rodar sus ojos, para luego dirigir una mirada cargada de fastidio a Stefania, quien se encontraba a su lado en el patio del colegio.
—¡Karen, maldita sea! ¡Mírame!— Demandó Cole, entredientes.
La aludida obedeció y dirigió su atención a su hermano, manteniendo una expresión aburrida en su rostro.
—¿Qué quieres, Cole?— Preguntó.
—¿Que qué quiero?— Repitió él, incrédulo. —Que te comportes como un ser humano decente, si eso no es mucho pedir— Espetó.
—¿Qué sucede ahora?
—No juegues a la mosca muerta conmigo. Brad me ha mostrado les mensajes de texto que le envías ¿Quieres ser una zorra? ¡Bien! Es tu maldito problema. Pero no andes por allí pregonando que eres mi hermana entonces. He pasado la secundaria sin una sola mancha en mi reputación, no permitiré que llegues aquí a arruinarla.
—¿Crees que siquiera me importa tu imaginaria reputación, Coley? Voy a hacer lo que me dé la gana. Y si realmente no quieres que nadie se entere que estamos emparentados, sólo aléjate de mí ahora— Farfulló ella, su cara tornándose de un color rojizo debido a la ira.
—Stefi— Pronunció Cole, una súplica haciendo eco en su voz mientras llevaba su mirada a la otra muchacha. —Tú eres alguien coherente ¿Podrías hacer entrar en razón a esta desquiciada?— Imploró.
—No. No me metan en sus asuntos de nuevo— Evadió Stefania, dando un paso atrás. —No importa cuánto lo intente, siempre terminan peleados de nuevo.
—Es su culpa— Murmuró Karen, en cuanto su hermano dio la vuelta y se alejó de ellas. —Vive juzgando cada cosa que hago. Y él cree ser perfecto... ¡Por favor!— El timbre sonó, por lo que ambas comenzaron a caminar hacia la entrada del edificio escolar. —En realidad, a nadie le agrada. Brad me dijo que sólo lo toleran porque los ayuda a mejorar sus calificaciones.
—Espera... ¿Realmente hablaste con Brad?— La interrumpió Stef.
—¿Hablar? Nena, hicimos más que eso— Karen empezó a reír mientras explicaba. —Por supuesto, supe desde el primer momento que él iba a delatarme con Cole y a convertirme en la zorra culpable, pero bien que lo disfrutó...
—No me habías contado eso— Reprochó su amiga, llegando a su casillero y digitando la clave del mismo.
—Te hubieses enterado si hubieras ido conmigo a la última fiesta de Prince, pero, claro, preferiste quedarte en tu casa junto a tu computadora viendo una maratón de The Vampire Diaries y siendo la típica dulce Stefi— Karen sonrió divertida. —¡Puaj! Con razón mi hermano te ama tanto— Se burló.
—Cállate, tonta— Stefania golpeó levemente a su amiga con un libro que acababa de sacar de su casillero y luego lo metió en su mochila. —Fue una gran noche para mí también. No necesito acostarme con el chico más guapo de la escuela para divertirme.
—Tal vez no con el más guapo porque ya lo he tomado yo— Rió su interlocutora, guiñando un ojo. —Pero hay otras opciones...— El segundo timbre opacó sus palabras, por lo que elevó la voz para emitir: —Vamos, eres mi mejor amiga ¡No permitiré que mueras virgen!
Stef negó con la cabeza, cerrando la puerta de su casillero e intentando ocultar la sonrisa causada por la gracia que se había formado en sus labios. Empezaron a caminar hacia el sector donde se distribuían las diferentes aulas.
—No pretendo eso. Sólo... tal vez... esperar al indicado— Confesó con timidez.
—Por todos los cielos. Eres tan cliché— Karen bufó. —¡Despierta, Stef! La vida real te está llamando. Deja de soñar con que Stefan Salvatore vendrá a casarse contigo...
—¡Hey!— Exclamó la aludida. —Para empezar, soy team Damon.
—¿Te gustan psicópatas, uhm? En ese caso, tal vez te arregle una cita con Justin-Fenómeno-Bieber. Apuesto que sería la primera vez para ambos.
—Ya basta— Por primera vez, la voz de Stefania adquirió un tono serio. —¿Por qué siempre están metiéndose con él? ¿No pueden sólo dejarlo en paz?
—La defensora de causas perdidas sale a flote de nuevo. Mejor voy a mi clase— Karen se despidió, caminando con mayor prisa y alejándose de su amiga.
Stefania observó alrededor. Muy pocos estudiantes transitaban el pasillo, indició de que debía apresurarse para llegar a tiempo. Mas, en cuanto dio unos pocos pasos, la puerta de un aula próxima a ella se abrió de repente, interceptándola. Contuvo un jadeo cuando divisó a Justin Bieber salir por ésta. Su corazón se aceleró a causa de los nervios, pues era probable que él hubiera escuchado la conversación que había mantenido con Karen. La vergüenza calentaba sus mejillas aún cuando él ni siquiera miraba en su dirección. El alivio la inundó cuando vio que el chico llevaba puesto unos auriculares. Suspirando, siguió su camino.
Cuando estuvo lo suficientemente lejos, Justin la miró sobre su hombro y sólo ahí tomó su móvil para encender la música.
Con dificultad, Stefania abandonó la bruma de su sueño y abrió los párpados, centrándolos en la oscuridad de su habitación. Se incorporó en la cama y observó la hora en su teléfono: eran las tres y cuarto de la madrugada. Un ruido proveniente de la sala la había despertado y creía saber el origen del mismo, sin embargo, abandonó el colchón para cerciorarse.
Como lo supuso, Justin estaba aún despierto. Sentado sobre el sillón, tecleaba en una computadora portátil con rapidez y alternaba su vista desde la pantalla de ésta a unos papeles situados a su alrededor.
—No tengo sueño— Respondió Justin, justo cuando Stefania abría la boca para sugerir que descansara.
Se acercó a él por detrás, apoyando ambas manos sobre el sofá y observando lo que escribía.
—¿Qué es eso?— Inquirió al no reconocer la página web.
—Generalizaron a las víctimas. Tenemos el nombres de dos de ellas, incluyendo a Karen, las otras quedaron en el anonimato. Es importante averiguar sus verdaderas identidades si el asesino mantenía relación con ellas— Explicó él.
—No las dieron a conocer públicamente, pero la policía las sabe, y si ellos no pudieron crear puntos de conexión...
—Por eso mismo estoy ahora ingresando al sistema de la policía— La interrumpió Justin, denotando indiferencia en sus graves palabras.
El aire quedó atascado en la garganta de Stefania antes de que pudiera exclamar:
—¡Justin! ¡No puedes hacer eso¡ ¿Estás loco?
La sombra de una sonrisa se asomó en los labios del aludido.
—Eso dicen.
—En serio, detente— Exigió la chica.
—Ya está hecho— Repuso él, dejando la computadora a un lado y levantándose del sofá. —Ahora hay que esperar que dé con el archivo correcto. Puede tardar un par de horas, así que, mientras tanto...— Se giró, enfrentando a la joven. Sus ojos recorrieron el cuerpo de la misma, expuesto por un fino y corto pijama. Ella se cruzó de brazos, sintiéndose descubierta ante esa mirada. Justin sonrió y ladeó la cabeza, haciendo contacto visual esa vez. —Estás colorada— Señaló.
—Sí... bueno... debería ir a cambiarme— Contestó Stef, dando varios pasos hacia atrás, devuelta a su habitación.
—No sientas timidez conmigo. No importa cuántos abrigos te pongas, ya he visto más allá de tu piel— Aseguró.
—Vaya— La muchacha titubeó, sin saber qué decir. —Qué poético— Bromeó.
Algo inesperado sucedió entonces: Justin comenzó a reír. Stefania nunca había escuchado su risa antes y aquel sonido provocó que sonriera.
—Realmente, deberías abrigarte— Indicó él finalmente, cuando sus carcajadas cesaron. —Hace frío.
Ella asintió e ingresó a su cuarto. El sueño se había disipado debido a las ansias. Aunque sabía que lo que estaban haciendo era ilegal, también significaba un gran avance para su investigación, por lo que quería estar despierta en cuanto los nombres aparecieran en aquella pantalla.
Se puso un par de pantalones y una sweater antes de volver a la sala, encontrándola vacía. Justin estaba en la cocina, poniendo una tetera de agua en el fuego. Acercándose, Stef acomodó un tarro de café, azucar y un par de tazas sobre la mesada.
—¿Por qué me dejaste vivir, Justin?— Interrogó bruscamente, sin poder contener más aquel interrogante.
El chico no pareció inmutarse de ninguna forma ante esa pregunta. Mantuvo su expresión impertérrita mientras preparaba las infusiones. Stefania creyó que no respondería pero, al cabo de unos segundos, lo hizo.
Sólo que no de la manera en que esperaba.
Con un veloz movimiento, él se posicionó ante ella y le tomó el rostro entre sus manos, acercándolo al suyo hasta que sus labios estuvieron rozándose. Stefania estaba segura que iba a besarla, sin embargo no lo hizo de inmediato. Sus ojos hicieron contacto y, para su sorpresa, por primera vez, entendió lo que Justin Bieber pretendía. Quería que ella lo besara a él, que lo hiciera por voluntad propia y no por el impulso del repentino momento.
Sin meditarlo antes (cosa que lamentaría profundamente más tarde) Stef cedió y unió sus labios con los de Justin en un lento y profundo beso. Descubrió que, de alguna forma, había estado esperando aquello por mucho más tiempo del que se permitía admitir.
Stefania sintió una corriente helada colarse por sus sábanas y chocar contra su piel, produciendo que temblara. Al principio, cuando despertó, se sorprendió de encontrarse desnuda. Mas los recuerdos de la pasada noche llegaron a ella de inmediato y parpadeó varias veces, preguntándose si no habría sido un sueño.
Al parecer, había sido real, puesto que al incorporarse en la cama divisó varias prendas de Justin (entre ellas su ropa interior) esparcidas por el suelo. Sin querer detenerse a pensar demasiado en ello, tanteó su mesa de luz para ver la hora en su teléfono celular, pero éste no se encontraba allí. Frunciendo el ceño, enredó las sábanas en su cuerpo y se levantó de la cama. Salió de su habitación justo en el momento que la puerta de entrada de su departamento se abría y Cole Palette ingresaba por ella.
Al ver a su amiga en paños menores, desvió la mirada con vergüenza.
—Oh... Yo... Lo siento, Stefi. Utilicé la llave de repuesto que me diste. Estaba preocupado por tus llamadas— Balbuceó.
—¿Mis llamadas?— Se extrañó ella.
—Sí. Me llamaste siete veces y me colgaste cada vez que atendía. Entré en pánico, creí que algo iba mal...
Su explicación fue interrumpida por Justin, quien salió de la cocina en ese momento completamente desnudo, sosteniendo una taza de café en su mano izquierda y el móvil de Stefania en la derecha.
—Pasas siete años encerrado en un instituto de salud mental y la tecnología avanza como nunca. Definitivamente, no entiendo este aparato. Lo siento, Palette. Intentaba ordenar una pizza. Stefi y yo estamos hambrientos— Insinuó, mostrando una leve sonrisa.
Cole lucía tan impactado como sofocado. Pequeños jadeos abandonaban sus labios abiertos pero no parecía ser capaz de hablar. Por fin, logró articular algo parecido a un gruñido. Su rostro tomando un tinte colérico. Miró a Stefania y ella se encogió ante su expresión. Jamás había notado tanto furia en alguien.
—Perra retorcida— Espetó, antes de correr fuera del apartamento.
Stefania pretendió seguirlo, mas Justin la detuvo:
—Uh, no. No quieres salir así con el frío que hace en el exterior— Advirtió.
Ella se giró hacia él, apretando su mandíbula debido al enojo.
—¡Lo hiciste a propósito!
—Se lo merecía— Se excusó él, inexpresivo, encogiéndose de hombros.
—¡Me utilizaste!— Lo acusó la muchacha, haciendo su mayor esfuerzo por contener las lágrimas. Se sentía humillada.
—No, Stef— Negó él con rotundidad. —No fue así, sólo...— Un pitido opacó su explicación.
La computadora, que había estado funcionando toda la noche, al fin detuvo su escaneo en el resultado buscado.
—No puede ser— Soltó Justin en un murmullo, tomando el portátil y fijando su atención en el listado de nombres.
—¿Qué sucede?— Indagó Stef, tragando tanto sus sentimientos heridos como su orgullo.
—Todos ellos— Continuó murmurando el chico, antes de revelar: —Son todas las personas que debían morir en el tiroteo... Todas las que no logramos matar.
-TatianaRomina-
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