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06: "Un buen partido"

Stefania frotó sus ojos, los cuales comenzaban a arder debido al cansancio. Se encontraba sentada sobre el sofá de su sala, en medio de la oscuridad que la madrugada ofrecía y que la lámpara de la mesada apenas interrumpía. A pesar de la penumbra, la joven leía los múltiples recortes de diario que aludían la época en la que el asesino en serie atacaba. Intentaba encontrar otra pista, algo que hubiera pasado por alto antes. Repasó en su mente las premisas que tenía hasta ese entonces, plasmándolas en una libreta que reposaba a su lado en el sillón.

«El asesino es de contextura delgada (redujo a sus victimas antes de torturarlas, lo que delata una imposibilidad en él para atacarlas en caso contrario)

Padece una enfermedad mental grave (la decapitación fue realizada luego de que las víctimas estuvieras muertas, lo que deja en evidencia un sadismo mórbido)

Conocía a las víctimas (mutiló sus dedos cuando éstas aún estaban vivas y conscientes del dolor. Quería verlas sufrir, indicador de un profundo resentimiento)

Está relacionado (vaga o directamente) con la medicina (Tiene acceso a material quirúrgico restringido)

Tuvo contacto con Karen la noche que ella murió (Él sabía a dónde se dirigía)»

Se detuvo y debatió en su interior si debía agregar las hipótesis de Justin con las que ella no acordaba por completo. Finalmente, no lo hizo. Dejó de lado el bolígrafo y se dispuso a centrar su atención sobre las notas periodísticas nuevamente cuando captó la presencia de una figura en la oscuridad por la periferia de su ojo.

Asustada, giró su cabeza en esa dirección para encontrar a Justin de pie en el umbral de la cocina, bebiendo agua de un vaso y observándola fijamente.

—¿Cuándo te has despertado?— Preguntó ella, sobresaltada, notando que la puerta de su habitación estaba abierta. —No te escuché levantarte de la cama, ni servirte el agua— Apuntó, sorprendida.

—Acabo de hacerlo— Se limitó a responder Justin. Su voz había recobrado el tono ronco habitual en él, pero ya no había atisbo de disfonía. Con pasos lentos, el chico se acercó a ella y se sentó a su lado, escrudriñando los papeles esparcidos sobre la mesada. —¿Qué es lo que haces?— Indagó.

—Revisaba los artículos de los diarios sobre el asesino— Explicó ella. —¿No podías dormir? ¿Te sientes mejor?

Tiempo antes, la fiebre de Justin se había disparado por lo que Stefania permitió que durmiera en su cama. Había acordado consigo misma que lo llevaría al médico si continuaba así por la mañana, sin embargo, él parecía haber recuperado su salud solo con un par de horas de sueño.

—He dormido excelente— Una pequeña sonrisa estiró la comisura de sus labios, pero su habitual expresión impertérrita la volvió a reemplazar. —Y sí. Estoy bien.

A pesar de la declaración y en un acto inconsciente, ella llevó su mano la frente del muchacho y ésta desprendía una temperatura normal.

—Te dije que estoy bien— Repitió Justin. —Pero ya deberías saberlo. Pusiste una píldora para el resfrío en una cucharada de la sopa— Pronunció lentamente.

Aquello la tomó desprevenida. Reconoció que las palabras de Justin se habían escurrido con algo de enojo, así que se dispuso a quitar la mano, amedrentada por haber sido descubierta. Mas cuando pretendió hacerlo, Justin la detuvo, tomándola por la muñeca y guiando la palma hacia su mejilla.

—¿Cómo te diste cuenta que puse allí la píldora? Era minúscula— Inquirió, intrigada, observando con cautela los ojos de su acompañante, los cuales lucían negros en la penumbra y estaban fijos en ella.

—No me di cuenta, en realidad. Pero pensé que eso sería algo que tú harías. Y ahora que te intercepté al respecto, sólo lo confesaste— Él se encogió de hombros, dejando ir al fin la mano de Stef y apoyando el vaso de agua sobre la mesada a un lado de los papeles.

Impresionada, Stefania continuó interrogando:

—¿Eso es todo? ¿Lo intuiste y me enfrentaste para saber si era cierto?

—No. Supe todo el tiempo que así era.

—¿Pero cómo lo supiste?

—Simplemente a base de tu personalidad. Analizando tu forma de ser y actuar, es fácil predecir tus movimientos.

—Apenas llevamos menos de un mes juntos, no puedes crear un patrón de mi comportamiento en tan poco tiempo— Señaló ella, frustrada a causa de la brillante capacidad de deducción que su interlocutor poseía.

Stefania estaba a sólo una tesis de recibirse con honores en el campo de la psicología y, en ese momento, se preguntó cómo demonios Justin Bieber podía haberla calado más de lo que ella lo hizo con él.

—En realidad, fueron quinientos veintisiete días que estuvimos juntos...Si sumas a estas últimas semanas las clases que cursamos en la secundaria— Corrigió, tomando la libreta de Stef y comenzando a hojearla.

Ella le dedicó una mirada atónita.

—¿De verdad llevas la cuenta de todo?

—No de todo— Justin detuvo su atención en la lista de pistas. —Estamos cerca— Murmuró.

—Habla por ti mismo. Por mucho que repase todo lo que avanzamos, cada vez me siento más lejos— Ella soltó un suspiro, reprimiendo un bostezo mientras el joven a su lado seguía inspeccionando la libreta. —Supongo que para ti es más fácil. Tu cabeza ya debe estar varios pasos por delante de la mía...

Detuvo su habla al notar la expresión turbada de Justin, dirigida a las anotaciones de una página. Él no denotaba sus sentimientos de ninguna forma, por lo que ese hecho la tomó por sorpresa.

—¿Qué ocurre?— Preguntó, preocupada.

De inmediato, el semblante de Justin volvió a pintarse del tono impasible. Fijó sus ojos en ella.

—Gracias por prestarme tu cama. Ya me encuentro mejor. Deberías ir tú a dormir ahora— La demanda en la voz de Justin y el cansancio no le dieron lugar a Stefania para objetar. Simplemente asintió y se dirigió a la habitación.


Cuatro días después de su enfrentamiento con Justin, Cole decidió regresar a la investigación a pesar de que el mismo se encontrara allí. Procuraba mantenerse alejado y no prestarle absoluta atención, aunque le resultaba difícil debido a la cercanía que, notaba, iba contruyéndose entre su amiga y el chico que repudiaba. De alguna forma tácita, Stefania y Justin parecían entenderse al trabajar juntos. Una forma tan discreta que podría haber pasado desapercibida para cualquier otro, pero no para él, por diversos motivos que escondía muy bien.

Hizo una mueca al divisar la sonrisa que Stef le dedicaba a Justin mientras dejaba frente a él los medicamentos que debía ingerir junto a un vaso de jugo. No entendía la indulgencia que ella le demostraba. Cole jamás podría olvidarse del tiroteo que Justin protagonizó, el cual se cobró la vida de varios de sus amigos. Había matado personas a su paso, había generado terror en el colegio. Era un asesino y a duras penas soportaba tenerlo cerca. Despertaba molestia en él el hecho de que Stefania no se sintiera de igual manera.

Respiro profundamente cuando estuvo fuera del departamento de su amiga, aliviado por descargar la hostilidad que Bieber le provocaba. Mas la preocupación de dejarla a ella sola allí con él se cernió sobre su mente, como todas las veces que se marchaba. Comenzó a alejarse, escribiendo un mensaje en su teléfono que le envió a la chica.

Stefania escuchó el pitido de su móvil y quitó la mirada de la pizarra, donde Justin y ella estaban agregando nuevos datos, para concentrarla en el aparato.

Cole: «Avísame cuando lo hayas dejado en el psiquiátrico y estés devuelta en tu casa. Cualquier cosa llámame»

Una carita sonriente culminaba el mensaje de su amigo y ella no supo qué responder, sintiendo la culpa quemar su pecho.

En las diferentes áreas donde la Institución Weitch evaluaba a sus pacientes, los profesionales habían notado una gran mejoría en Justin, en especial debido a la noche que él pasó fuera de las instalaciones del edificio. El director, psiquiatra en jefe, comentó a Stefania su entusiasmo por el progreso y lo emocionado que había percibido a Justin por todo aquello. La chica asintió ante las declaraciones pero, en realidad, muy pocas veces había visto emoción alguna en Justin cuando estaban juntos y tenía demasiadas sospechas de que él sólo actuaba ante sus terapeutas para conseguir más tiempo afuera. Aún así, descartaba esas dudas porque, a pesar de que vislumbraba el arte de la manipulación en Justin, para engañar a gente cualificada como esos médicos hacía falta un esfuerzo que las pastillas que él ingería le quitaban.

Y ella estaba segura de que él tomaba su medicación.

Debido a los buenos resultados en los que estaba desembocando el procedimiento, concedieron a Justin ausentarse del Instituto una noche a la semana, y el chico había escogido justamente aquella.

Stefania no podía decirle eso a Cole. Era consciente del odio que irradiaba la mirada de este último cada vez que la dirigía a Justin. A su pesar, tuvo que mentirle en la contestación del mensaje, tanto para preservar su amistad con él como el curso de la investigación que a los tres concernía.

—Está enamorado de ti— La súbita proclamación Justin llegó a sus oídos, provocando que levantara la vista de su celular y la posara en él.

—¿Quién?— Repuso, despistada por la frase repentina.

Justin continuaba pegando papeles a la pizarra y agregando escritos con el marcador. Sin voltear a verla, aclaró:

—Ya sabes quien. Tus esfuerzos por actuar que no lo notas son mediocres.

Stef dejó el móvil sobre la mesa y se cruzó de brazos, utilizando ese gesto como defensa ante la acusación. Por supuesto, sabía de lo que su compañero hablaba. Hacía mucho tiempo atrás había descubierto la atracción que Cole sentía por ella, mas no se encontraba en condiciones de corresponderla. Primeramente porque, a pesar de que luego de la muerte de su hermana Cole había cambiado su actitud, a Stefania jamás le había agradado antes y aquella impresión del pasado imposibilitaba que sintiera algo por él en el presente. Además, siempre se encontraban rodeados de angustia o presión debido al asunto que los unía y no era un ambiente propicio para despertar un interés amoroso.

—Solo está confundido. Desde que Karen fue asesinada, Cole ha estado perdido. Creo que solo está agradecido de tenerme a su lado— Conjeturó la muchacha. —Pronto se dará cuenta que en realidad no soy un buen partido.

—Un buen partido— Repitió Justin en voz baja, mientras delineaba con marcador rojo algunas palabras clave. —Eso depende quién lo mire... Eres de bello porte, bastante atractiva. Amable y compasiva la mayor parte del tiempo....— Tras esa descripción de su persona, Stef sonrió débilmente, mas eliminó la pequeña sonrisa en cuanto el chico, aún de espaldas a ella, prosiguió: —...pero estás muy lejos de ser una dulzura sureña. De hecho, llegas a ser bastante fría por momentos, cuando algo no va acorde a tus planes. O cuando ambicionas una cosa, te vuelves calculadora e interesada, quizá hasta un poquito manipuladora— Una sonrisa osciló en los labios de Justin. —Y eres egoísta también. Si no lo fueras, no mantendrías a Palette a tu lado sabiendo que jamás le darás lo que él quiere, o no me hubieras sacado del Instituto sabiendo que podrías dañar mi precario equilibrio mental con tus planes.

Después de aquel discurso, Stefania no pudo hacer más que observar boquiabierta la nuca de su interlocutor. Varios sentimientos golpeando su corazón. Se sentía ofendida en parte, atacada, incluso avergonzada. Pero por otro lugar, estaba maravillada por la forma en que Justin había llegado a rincones de ella que ni ella misma había podido alcanzar.

—¿Algo más que quieras agregar sobre mí?— Musitó con ironía luego de unos segundos en silencio, sin encontrar el volumen de su voz.

—Que tienes razón, no eres el partido ideal para Palette— Afirmó el joven, dejando de lado finalmente su tarea y girándose para observar los ojos de la chica directamente. —Sin embargo, eso no significa que seas uno malo. De hecho, hasta yo podría enamorarme de ti— Pronunció con voz técnica, carente de emoción, como si estuviera explicando un tema aburrido. —Pero no me place sentir absolutamente nada, claro— Agregó, escrutando el rostro de su compañera, el cual se iba tornando de un color rojo vivo.

Cuando Stefania agachó su cabeza ante la intensa mirada de Justin, él aprovechó para quitar con disimulo unos apuntes de la pizarra y hacerlos un bollo en sus manos, procurando deshacerse de ellos.

-TatianaRomina-

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