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01: "Polvo y huesos"

El viento provocaba que el largo cabello castaño de Stefania ondeara detrás de ella mientras caminaba hacia la biblioteca. Sostuvo la seda de la bufanda contra su nariz, evitando que las ráfagas impactaran directamente contra su rostro. Una vez que cruzó las puertas del edificio y se refugió en el calor que albergaban las paredes de éste, relajó sus tensos músculos.

—¡Vamos, Stefi! Llegas veinte minutos tarde—  Karen elevó el tono de voz a pesar de los múltiples carteles esparcidos por el lugar indicando que aquel acto estaba prohibido.

Stefania recorrió los pocos metros que la separaban de su mejor amiga. Karen estaba reclinada en su silla, sus costosas sandalias en punta sobre el suelo la mantenían firme. La recién llegada tomó asiento a su lado, quitándose la gruesa chaqueta que llevaba.

—Lamento el retraso—  Se disculpó.

Karen elevó sus cejas e hizo una mueca, dando a entender que esperaba una explicación. Dejó que su silla golpeara el piso, produciendo un sonido potente. Varios estudiantes se giraron hacia ellas.

—Tuve un contratiempo—  Fue todo lo que Stefania dijo.

— ¿Qué contratiempo se puede tener en los diez metros que separan la escuela de la biblioteca?— Interrogó su amiga, mas no esperó respuesta. Negó con la cabeza y suspiró de modo teatral. —Al menos que cierto chico con muchos bíceps y poco cerebro se haya cruzado en tu camino.

—¿Disculpa? La última vez que me fije, ese era tu tipo favorito de chicos— Se burló Stefania, sonriendo.

—Lo sé. Pero tú no eres yo. Sé en qué terreno estoy jugando, y honestamente Stefi, tú mereces más que eso. No puedo aceptar que mi mejor amiga esté saliendo con un idiota como Bobby. Él ni siquiera debe saber cómo se comporta un verdadero novio.

—Al contrario, creo que fue muy dulce cuando lo propuso— Repuso la aludida. Karen bufó ante esas palabras, por lo que agregó: —Tiene un lado sensible y amoroso, lo juro.

—¡Basura!— Exclamó su amiga. —Pero de todas formas no vas a escucharme. Solo quiero que quede clara mi opinión: Ser novia de Bobby Warner fue la peor decisión que has tomado en tu vida y pronto verás las consecuencias de tus actos...

—Vamos a hacer este ensayo de Biología de una vez, Karen— Dictaminó Stefania, tomando uno de los libros esparcidos por la mesa. —Y deja de torturar a mi mente.

Ambas pusieron atención en los textos sobre los que debían trabajar para la clase. Justo cuando Stefania estaba copiando en su cuaderno información importante que había hallado del tema, escuchó un gruñido brotar de la garganta de Karen, manifestando una profunda exasperación.

—¿Qué ocurre?—  Preguntó, volviéndose hacia ella.

—El rarito no para de mirar hacia aquí y siento escalofríos por ello—  Se quejó, murmurando entre sus dientes.

—¿Rarito?

—Bieber— Aclaró Karen, señalando discretamente con su cabeza la dirección de su molestia.

Stefania miró sobre su hombro con disimulo. Justin Bieber había apartado una silla de las mesas y se había sentado solo en medio de dos estantes repletos de libros. No parecía importarle estar bloqueando el paso. La mayoría de los transeúntes al notar su presencia cambiaban de dirección, evitándolo.

Era cierto que las pupilas de sus ojos color ámbar estaban apuntando a la mesa donde yacían Karen y Stefania, pero ésta última notó el brillo taciturno que nublaba sus irises y se percató que el muchacho estaba ensimismado.

—No está mirándonos realmente— Conjeturó. —Parece estar mirando hacia la nada.

—Y eso lo hace aún más extraño— Karen fingió un estremecimiento mientras resoplaba. —¿Cuándo piensa abandonar la escuela? En serio, es nuestro último año y no quiero tenerlo allí al final, haciendo mi graduación espeluznante.

—Karen...—  Stefania arrastró la última sílaba, haciendo sonar una advertencia. —No te comportes como una perra.

—Y ahí estás tú de nuevo, defensora de causas perdidas. En serio, dulce Stefi, eres la reina de las malas decisiones.

Stefania exhaló lentamente el aire que había acumulado en sus pulmones. Acarició los suaves pétalos de los tulipanes que sostenía en sus manos. Habían pasado seis años desde aquel hecho trágico, mas la tumba de su amiga prevalecía impecable debido a las constantes visitas que recibía. Depositó el ramo de flores sobre la tierra, cerca de la lápida cuya inscripción exponía: «Karen Palette; Hija; Hermana; Amiga; Bella por la eternidad»

La difunta solía repetir esa última frase a diario, aludiendo a su propia hermosura. En ese momento, la palabra "bella" retumbó con fuerza en la mente de Stefania.

Hallaron el cuerpo sin vida de Karen en un avanzado estado de descomposición. No fue aquello o el hecho de que varias zonas de su anatomía habían sido mañatadas lo que impactó con mayor horror a sus allegados, sino el hecho de que el cadáver se encontraba sin cabeza y ésta misma jamás apareció. Había sido decapitada y casi todos sus dedos habían sido mutilados. Curiosamente, el pulgar de la mano derecha fue el único que el (todavía prófugo y desconocido) asesino dejó en su lugar. De ese modo pudieron reconocer por su huella dactilar que la victima se trataba de Karen Palette.

Stefania quitó la mirada de la tumba, apartando con igual rapidez los recuerdos que llegaban a su cabeza y oprimían su corazón. Caminó por el sendero que conducía a la salida del cementerio y pronto divisó el viejo Camaro azul estacionado en la calle. Se acercó a éste e ingresó por la puerta de copiloto.

—¿Seguro que no quieres entrar?

Preguntó al chico que se ubicaba detrás del volante. El mismo negó con la cabeza.

—Me niego a creer que ella está en ese lugar—  Respondió. —Allí solo hay polvo y huesos... Su alma, su esencia o lo que sea que mi hermana era, ya no está aquí—  Cole encendió el motor y lo mantuvo en marcha en el mismo lugar. —¿A dónde vamos ahora? Hemos conseguido casi todos los registros de la policía. Tal vez si nos acercáramos al juzgado podríamos obtener algo más.

Stefania miró a través de su ventanilla la imagen del cementerio exhibida detrás del cristal. Mordió su labio inferior mientras tomaba una profunda respiración y terminaba el debate en su mente que había comenzado la noche anterior.

—Estuve pensando, Cole... Atrapar a un asesino en serie en nuestro tiempo libre suena inverosímil. Profesionales del delito han seguido este caso durante seis años y aún no tienen noción de quién cometió todos esos homicidios... ¿Por qué nos molestamos nosotros, que apenas estamos en la Universidad, en realizar esta investigación aparte?

—¿Piensas dejarlo ahora? Llevamos meses en esto y ambos estamos dedicados por completo. Más de lo que la policía ha estado los últimos años al menos. No podemos dejar a Karen sin justicia— Determinó el chico.

—No pensaba dejarlo. Solo decía que nosotros seremos incapaces de resolver esto por nuestra cuenta. Necesitamos ayuda. Mira... Estuve dando muchas vueltas al asunto y... Es bastante obvio que esto es obra de una mente trastornada. Para poder llegar a él, debemos pensar como él—  Concluyó la joven, fijando la vista en su acompañante.

—¿Estás sugiriendo que nos volvamos locos? Porque estoy a un paso de ello- Se burló Cole, apretando el acelerador y comenzando a avanzar por el pavimento.

—No. Estoy diciendo que necesitamos alguien que ya lo esté para que nos guíe.

—¿A quién propones? Porque no es que tenga una larga lista de dementes en la agenda de mi teléfono celular.

Stefania sonrió ante la broma pero la gracia en su semblante vaciló cuando volvió a hablar:

—Tenemos que ir al Instituto de Salud Mental situado en la carretera número tres.. Ahí es donde internaron a Justin Bieber.

Cole pisó los frenos de repente, causando que sus cuerpos se inclinaran hacia adelante.

—¿Qué? ¡Cielos, Stefi! ¿Quieres ir por Justin-Fenómeno-Bieber?

—Veo que recuerdas sus apodos— Observó ella, la acusación escapando con su voz.

—No es lo único que recuerdo, y por si tú lo olvidaste permiteme refrescarte la memoria: ¡Mató a varios de nuestros compañeros de clase!— Espetó el muchacho, la alarma encendida en su pecho.

Una vívida imagen cruzó la mente de Stefania. Su ropa manchada de sangre, su rostro cubierto por lágrimas, disparos retumbando en sus oídos, la desesperación consumiéndola... Y un par de ojos color ámbar observándola fijamente.

—Exactamente por eso es la persona indicada para ayudarnos.

-TatianaRomina-

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