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Capítulo 28 - Chelsea

Alexia

Un tono, dos tonos, tres tonos. Corté la llamada.

Los ojos curiosos de Josep me escaneaban con el ceño fruncido. Aparté el pelo hacia atrás y me acomodé la chaqueta, guardando después el móvil en el bolsillo.

¿Tot bé? —Me preguntó mientras se acercaba a la puerta, confirmando que estaba preparada para comenzar la reunión.

Tot bé —aseguré.

Habíamos discutido. Mía no quería hablar conmigo desde entonces. Sentía que yo la estaba haciendo responsable de algo que no quería que pasara, como una culpa injusta con la que tendría que cargar.

Josep abrió la puerta finalmente, dejando ante nosotros una mesa gris, moderna, con esquinas redondeadas y forma asimétrica y un par de sillas vacías. Los tres hombres que nos esperaban se levantaron nada más reconocernos.

Tomé un momento entre los saludos para revisar la pantalla de mi móvil. Vacía.

—Estamos encantados de que hayáis podido venir hoy. Justo nos pillaba por aquí y nos habéis ahorrado mucho movimiento —Comenzó a hablar uno de ellos.

Volví a guardar el móvil en el bolsillo.

—Por supuesto, sin problema. Gracias a vosotros también por haber sacado el tiempo —respondió Josep al ver que yo estaba demasiado distraída para formar parte activa de una conversación formal llena de saludos y cumplidos superfluos que ninguno de nosotros pensaba que tuvieran un mínimo de verdad.

No estaba de humor, en lo más mínimo. Me notaba entumecida, fuera de la realidad; pero si seguía así terminaría por ganarme una buena reprimenda de mi representante. Me limité a sonreír.

—Bueno, ¿por dónde queréis empezar? —Dijo el de la derecha.

Probablemente debería saberme los nombres. Es posible que se hubieran presentado al entrar.

—Bueno, Mike —Nota mental: Mike es el de la derecha—, lo primero sería la libertad, para estar completamente seguros de que tenemos la información correcta, el contrato terminaría en julio de este año, ¿verdad?

—Verdad —respondió Josep de nuevo—. Le permitiría terminar la temporada íntegramente con el Barcelona y también eso os daría a vosotros la seguridad de que se encuentra totalmente recuperada y a su máximo nivel.

El hombre del medio se echó a reír, simpático.

—Creo que ninguno de nosotros tiene problema alguno en esperar unos meses por la gran Alexia Putellas —Los demás comensales asintieron a sus palabras.

—En cuanto a la prima y el salario, creo que está claro que ante un cambio de este estilo, la oferta debe acompañar al riesgo. Alexia, ahora mismo podría elegir cualquier equipo y la elección debe pasar por una oferta acorde a su posición —Mi representante carraspeó—. El Chelsea es un equipo con historia, con afición; pero aún a riesgo de parecer demasiado crecidos, el Barcelona tiene pocos rivales en cuanto a proyecto deportivo, afición y facilidades para las jugadoras. Eso sin hablar de la controversia que su marcha del club, después de toda una vida y como capitana, generaría. ¿Podía el Chelsea compensar esos... percances derivados digamos?

Los tres hombres se miraron entre sí.

—Entendemos que un fichaje de esta magnitud tiene unos gastos muy superiores a un fichaje al uso —El hombre de la izquierda carraspeó— Pero puestos los ingresos y publicidad que también supondría, tenemos apoyo del club para destinar los recursos necesarios para mejorar cualquier oferta que se pudiera presentar.

Josep asintió satisfecho. En cierto modo me hubiera gustado que ellos hubieran dicho que no estaban dispuestos a ofrecer esa cantidad de dinero.

—La señora Putellas tendría que asistir a todos los eventos que el club requiriera, así como prestarse a la publicidad necesaria. Aunque todo sería previamente pactado, por supuesto —Habló en el del centro.

—Un contrato de duración media larga facilitaría el proceso —comentó el de la izquierda, agarrando uno de los bolígrafos sobre la mesa.

Me revolví en el asiento, no pasando desapercibida para Josep, que frunció el ceño.

—Eso no va a ser posible —Mi representante se cruzó de brazos—. Esperábamos poder firmar por un año y revisar las condiciones de nuevo pasado ese periodo.

La noticia no gustó entre los tres hombres trajeados, que se miraron con recelo. Dos de ellos se acercaron hablándose en susurros durante unos segundos.

Finalmente, el hombre del medio asintió, poniendo ambas manos sobre la mesa, habló mirándome a mí directamente a los ojos.

—Señora Putellas, ¿por qué ha elegido hablar con nosotros en un primer momento?

Vacilé en responder. Realmente no había ninguna razón clara para haberlo hecho.

—Quiero un cambio —Me encogí de hombros—. El Chelsea puede dármelo y, no sé —suspiré, buscando con los ojos la ayuda de Josep—, creo que puedo encajar bien en el equipo.

Ninguno de los tres se vio realmente convencido. Se trataba más bien de resignación.

—De acuerdo —El anteriormente llamado Mike suspiró, tomando el liderazgo de la reunión—. Necesitamos un principio de acuerdo para llevar a Londres.

Tragué saliva. Estaba decidida, pero necesitaba un poco de tiempo para asimilar lo que estaba a punto de hacer. Mi situación, desde el inicio de la reunión no estaba pasando por alto para Josep, que dio un golpe en la mesa con la palma de la mano, levantando la atención de los papeles que se empezaban a acumular frente a mí.

—A ver —, ¿cuándo tendrían que volver a Londres?

—El vuelo es mañana por la tarde  —respondió el de la izquierda, alzando una ceja, confuso.

—¿Sería posible encontrarnos mañana por la mañana? Creo que necesitamos reposar todas estas emociones. Es un gran cambio.

Mike asintió con los brazos cruzados.

—Está bien. Mañana a las diez aquí.

—Genial.

Josep se levantó y estrechó la mano de los tres hombres. Hice lo mismo de una forma muchísimo menos natural. Agarré mis cosas del respaldo de la silla y prácticamente huí de la sala.

Me eché escaleras abajo del edificio de oficinas, aprovechando que sólo estábamos en un segundo piso. El viento me despejó ligeramente, frené tratando de empaparme de todo el aire fresco, limpiando mis pulmones.

—Hey —La mano de Josep se posó en mi hombro, haciendo que me diera la vuelta—. ¿Qué es lo que está pasando?

—Tengo que hablar con Mía.

Él asintió en silencio. Meditó durante unos segundos y sonrió de medio lado.

—Vamos, yo te llevo.

Hola! Esta semana no he tenido la cabeza para escribir nada. Tampoco en este se nota que la haya tenido mucho. Me da pena porque quedan poquitos capítulos y estaría bien que fueran medianamente decentes.

Besicos

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