El arcángel Rafael es el enviado de Dios para sanar los males de la humanidad. Con su rayo verde imparte luz senadora a todo aquel su solicite su asistencia.
Su nombre significa Senador Divino y se encarga de curar nuestros cuerpos, mentes y corazones, es decir, que Rafael administra sanación externa e interna.
De igual manera, es el encargado de hacernos encontrar el don de la sanación en nosotros mismos a través de la energía universal que proviene de Dios. Rafael vela los pasos de sanadores, terapéutas, guías y consejeros para que ayuden a las personas a enfrentarse a su diagnóstico y orientar, bajo su asistencia, su sanación y el control del dolor.
Rafael nos ayuda a ver los trasfondos y lecciones que existen en las enfermedades; el nos despeja el conocimiento para que podamos determinar qué agente interno o externo nos influencia o desencadena nuestra enfermedad o dolencia, de manera que, con total conciencia, podamos asumir nuestra curación, teniendo como remedio la energía divina.
Rafael sana el alma, estabiliza el cuerpo y alimenta el espíritu en los momentos de crisis de salud. Clamando a él podemos encontrar la cura, ya que pone a nuestro servicio a las personas indicadas para aliviar nuestros males.
Sólo tenemos que estar atento a sus señales sutiles.

Mi amado Rafael, compañero constante en los procesos de sanación que administro, para ti sea la Gloria porque permites que Dios actúe y se exprese como la mayor fuente de curación.