Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

6.

La fuerte tormenta que había iniciado alrededor de las 5 de la tarde, seguía constante y sonante fuera del departamento del profesor Min YoonGi. Parecía ser una total y completa broma del destino que dicha tormenta nos hubiera juntado a ambos —casi desconocidos—, bajo el techo de aquél edificio abandonado, y sobre todo que ahora inclusive nos tuviera en el mismo departamento. Aunque si lo pensaba mejor esto ultimo había sido mi propia decisión, ya que, pude negarme pero no quise hacerlo, ¿por qué? ¿por qué perdería tan maravilloso privilegio?

El profesor estaba fuera de ser una mala compañía pero el silenció abrumador que inundaba su sala de estar, comenzaba a ponerme aún más nervioso de lo que ya me encontraba.

Hacía tan sólo un par de minutos que el profesor había tomado una canasta de color vino —la cuál contenía su ropa y la mía que se hallaban sumamente mojadas por la tormenta que a ambos nos había empapado—, y emprendió el camino al centro de lavado que se encontraba en su departamento de al lado.

Con calma encendí mi celular que se encontraba encima de la barra de la cocina, ya que seguramente tendría varios mensajes de desespero por parte de TaeHyung y In Jae.

Sorpresivamente para mi sólo había un par de mensajes, y estos eran únicamente de TaeHyung quién fuera de estar molesto por mí —tan repentina desaparición de las redes—, se leía con suma preocupación. Con las manos en extremo frías y los latidos de mi corazón por demás acelerados, teclee unas cuantas palabras explicando de manera simple y algo poco sencilla que me encontraba bien. Y es que aunque me moría de ganas por contarle a mi mejor amigo donde me encontraba en el preciso momento que le enviaba el texto, definitivamente esa era una conversación que tenia que darle en persona.

Luego de unos segundos, volví a mirar el pasillo que llevaba al centro de lavado, exactamente por donde el profesor se había ido y de donde ya se había demorado en salir. En silenció y con calma di pequeños pero certeros pasos adentrándome en aquél pasillo con paredes blancas por el que había visto al profesor andar.

Mis pies descalzos titiritaron por contacto con el suelo de mármol frío y lo hicieron aún más cuando un ligero rastro de agua abordó la planta de mis pies.

Rápidamente corrí hasta el cuarto donde provenía dicha agua. Mucha fue mi sorpresa cuando ví recargado de lado y con la mirada pérdida al profesor, sobre la única lavadora que había en su centro de lavado. El agua y espuma caían silenciosamente a sus pies.

—¡Profesor! —grité un poco asustado, haciéndolo reaccionar prontamente en un movimiento torpe que lo hizo caer al suelo cuál costal.

—¡Maldición! —exclamó con dolor mientras permanecía en el suelo sumamente mojado y lleno de espuma.

—¡¿Se encuentra bien?! —velozmente pose mi vista llena de preocupación y angustia sobre el profesor Min, quién se sobaba lentamente su hombro izquierdo.

Algunos estudiantes en la Universidad comentaban que mucho antes de que el profesor empezará siquiera su carrera había tenido un accidente automovilístico donde había quedado mal herido del hombro, mismo que no pudieron operarle de inmediato y que si él llegaba a hacer algún movimiento brusco le volvía levemente el dolor.

—Sí, estoy bien —contestó sin más, asustándome aún más el hecho de su hombro, el cuál seguía sobándose cuidadosamente —No te acerques Jin. No quiero que te vayas a ca... —Sin el más mínimo cuidado, di un pasó hacía el frente, cayendo rápidamente al suelo y al frente del pelinegro quién me miraba con cuidado, directamente a los ojos.

El espacio entre nosotros se hizo un poco reducido cuando el profesor se acercó hasta a mi rostro, posando su mano suavemente sobre mi mejilla, adorándola como si fuera algo que pudiera romperse muy frágilmente.

Mis nervios estaban en total aumentó, al igual que los latidos de mi corazón, cuando dos de sus dedos largos acariciaron mis labios, despertando un enorme deseo por que fueran devorados en toda su totalidad por sus gruesos y tentadores labios.

Los escasos centímetros entre nosotros, se fueron haciendo más y más cortos a medida que el profesor se iba acercando hasta a mí. Cambiando nerviosamente mis respiraciones largas y pesadas, a cortas y ligeras, note como el profesor iba dejando de lado su par de dedos posados sobre mis labios, dando paso poco después a sus gruesos labios.

Mismos que apenas y estaban rozando los míos y yo ya me sentía desfallecer.

Mis labios temblaban por el tan maravilloso tacto de aquellos labios ajenos, mis ojos se cerraron sin más, disfrutando de aquella totalmente nueva sensación y que ciertamente me mantenía en la espera de un movimiento más por su parte.

Perdido en tan estupendo momento, comencé a sentir el beso lento y tierno que este mismo estaba iniciando con sus suaves labios. Beso que desde luego no dude ni un minuto en no corresponder, por mucho era el mejor beso que había o que hubiese recibido antes. Era un beso suave, delicado y sutil con sabor a café amargo, que me derritió totalmente.

Fueron pocos los minutos que nuestros labios estuvieron unidos en tan perfecto beso, pero al menos para mí, el tiempo se había detenido tanto que cuando la lavadora dejo de arrojar agua y espuma, un timbrazo nos hizo volver a la realidad, alejándonos lentamente el uno del otro mientras nuestras miradas continuaban unidas.

Con miedo, me levanté velozmente del suelo frío, mojado y llenó de espuma, apartándome sin pensarlo del pelinegro. Con torpeza salí corriendo lo más rápido que pude de aquella sala de lavado, al igual que de aquél departamento, tomando entre mis manos mis tenis mojados y mi celular de encima de la barra de la cocina.

Mis pies resbalaron un par de veces debido al suelo de mármol recién pulido, tanto dentro del departamento como fuera del mismo. No consideré ni por un segundo esperar el ascensor, puesto que no me sentía listo para enfrentar todo lo que estaba pasando y lo que faltaba después de aquél beso entre el profesor y yo.

Bajar las escaleras con los pies húmedos, al igual que la ropa no había sido en definitiva una buena idea, pues con cada paso que daba hacía abajo, sentía perder un año de vida por el miedo a caerme en cualquier forma posible, donde terminará muerto.

Un par de escaleras antes de llegar al lobby, me detuve para colocarme con cuidado los tenis húmedos que traía entre mis manos.

—Hasta luego —se despidió Jin, del hombre mayor que los había recibido hace unos 20 minutos.

—¿Quiere que le pida un taxi? —preguntó deprisa, tomando el teléfono que había a su lado.

—No, muchas gracias —contestó, al mismo tiempo que le ofrecía una breve reverencia —Con permiso.

Una vez fuera de aquellos elegantes departamentos, se apresuró a alejarse lo bastante de ahí, no quería que el profesor lo encontrase tan fácil.

Cómo pude volví bajo el techo de aquél edificio abandonado y inmediatamente le marqué a TaeHyung pidiéndole viniera a recogerme lo más pronto que fuera posible, pues las posibilidades de que el profesor Min, me encontrará eran algo alarmantes.

—¡Jinnie, sube! —clamo con prisa TaeHyung, desde la parte trasera del auto que seguía manejando In Jae.

—¿Qué fue lo que te pasó Jin? —interrogó un poco alarmado In Jae, al momento en que al auto entré, sentándome junto a TaeHyung, quién me miraba más que asombrado por la ropa que traía puesta.

—Es una larga historia —respondí, intentando mantenerme lo más alejado de TaeHyung para no mojarlo.

Con calma, teclee un corto mensaje para TaeHyung, que envíe tan pronto noté lo distraído que este estaba.

—¡¿Qué?! ¡¿Qué tú...?! —tan rápido cómo pude le tapé la boca a TaeHyung para que no dijera nada más, que me fuera a condenar. Es decir, sabía que In Jae era de absoluta confianza, que nunca le diría algo a mis padres que me perjudicará pero esto era algo que solamente TaeHyung podría saber, al menos por ahora.

El trayecto de unos 15 minutos a mí casa, fui con mi mano derecha sobre la boca que TaeHyung, pues a veces olvidaba lo que era discreción.

—¡Gracias In Jae! —grité, una vez que tomamos Tae y yo nuestras cosas del auto —Tienes la tarde libre.

Sabía de sobra que mis padres no estaban en casa por lo que no fue difícil llegar hasta mi habitación, sólo había tenido que esconderme de Sun Hee, que era mi nana desde que nací.

—Estaremos en mi habitación nana —le avisé, notando el leve asentimiento de su parte —Tae, se quedará a dormir.

—Bien cariño, pero...

—Ya sé nana, ahora le avisamos a sus padres —me apresuré a contestar, sin siquiera dejarla terminar de hablar.

Enseguida que entramos a mi habitación, cerré la puerta con seguro, corriendo primero a mi armario y luego al baño para cambiarme la ropa mojada que el profesor me había prestado en su departamento.

—Él... él me beso... —solté ansioso.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro