35.
Los pocos rayos de la luz del sol que comienzan a colarse por la única ventana de la habitación, están arrojando pequeñas y ligeras franjas de luz sobre el pequeño sillón que hay frente a la cama.
Son las 6 de la mañana, al menos eso es lo que marca el reloj sujeto a mi muñeca izquierda. YoonGi y yo, seguimos estando sentados sobre la cama, abrazados, él sentado detrás de mí, rodeando mi cintura con sus largos y fornidos brazos, yo acariciando sus brazos desde el codo hasta sus dedos, notando hasta el más mínimo detalle de entre sus brazos, varios bellos abordaban sus brazos largos, algunos de ellos más brillantes que otros, aún con los escasos rayos de sol.
El rostro de YoonGi reposa tranquilamente sobre mi hombro derecho, tenerlo tan cerca de mi me permite percibir su maravilloso olor a café amargó que tanto me fascina, puedo oír y sentir su respiración la cual es lenta pero profunda.
Por unos leves instantes centro mi atención en los alrededores de la habitación. Bajó la única ventana de la habitación hay un sofá de cuero perfectamente bien cuidado de color beige, al lado izquierdo del mismo y como parte de la decoración hay una mesa alta de cristal templado, con un florero de vidrio transparente encima lleno de lo que parecen ser dos docenas de rosas blancas —con una nota entre un par de rosas — frente a la mesa alta, se encuentra un pequeño buró de madera, donde yacen una pequeña jarra de vidrio —con sólo la mitad de agua en ella —y un vaso de vidrio el cuál se encuentra boca bajo.
Al lado derecho del sofá reposa una pequeña silla de metal con una sudadera rosa encima, la cuál reconozco de inmediato, ya que es mía.
Frente a la cama, hay un pequeño sillón del mismo color que el sofá bajo la ventana, dónde reposa una pequeña maleta de color negro —¿Es tuya? —preguntó inmediatamente, señalando calmadamente la misma, llamando la atención de YoonGi.
—Si bonito. Mi mamá la trajo ayer por la tarde —el agarré de sus brazos alrededor de mi cintura, es suave, gentil, algo que realmente me encanta.
Antes de que pueda decir algo siquiera, las puertas corredizas de la habitación están intentando ser abiertas ocasionando tanto en mi, como en YoonGi, una tensión. La vista de YoonGi, al igual que la mía viajan rápidamente hasta las puertas —alertas— volviéndose algo que realmente me estresa.
Detrás de las puertas corredizas se encuentra la madre de YoonGi, intentando abrir con algo de dificultad, ya que trae consigo un vaso café en cada mano, lo sé por las etiquetas en los collares de los mismos.
Capuchino en uno, amargó en otro.
Me es inevitable, no voltear a ver a YoonGi, quién tiene una sonrisa entre sus labios —Creo que como te gusta tanto mi olor, te gustará el café que tomó —menciona antes de liberar el agarre de mi cintura, permitiéndome levantarme e ir en la ayuda de su madre.
Al estar frente a las puertas corredizas, siento la extensión de mis labios, formar una pequeña sonrisa.
Enseguida comienzo a entreabrir las puertas, cediendole el paso primeramente a la madre de YoonGi, quién porta un bello traje de color vino, combinado con una blusa blanca, y unas zapatillas nine west de color negro.
—¿Que tal pasaron la noche? —pregunta serenamente la madre de YoonGi, una vez que ha entrado en su totalidad a la habitación, ofreciéndome rápidamente uno de los dos vasos que trae consigo —Ya vieron lo que trae la maleta —agrega tranquilamente con una sonrisa sobre su rostro.
Tan pronto puedo cerrar las puertas corredizas de la habitación, tomó entre mis manos el vaso de café amargó.
—Gracias —agradezco, al mismo tiempo que hago un pequeña reverencia frente a ella.
—No es nada, cariño. YoonGi dijo que muy probablemente te gustaría el café amargó que él toma —explica, dedicándole primeramente una mirada y una sonrisa a YoonGi y prontamente a mí, que en definitiva son divertidas —¿Y bien? —vuelve a preguntar, está vez interrogandonos con la mirada, al mismo tiempo que toma un pequeño sorbo a su vaso de café.
—Bien —YoonGi, se apresura en responder, mientras se empieza a levantar de la cama —Pasamos la noche bien... —no puedo evitar voltear a verlo, ahora está sentado sobre el sofá de color beige, bajo sus ojos hay unas pequeñas marcas por no haber dormido en toda la noche —Quien podría pasar mal la noche con tremenda compañia —menciona, generando un leve rubor en la punta de mis orejas.
Siento la sangre de mis venas fluir nuevamente por todo mi cuerpo, mientras agradezco mentalmente no haberle dado un sorbo al vaso de café entre mis manos.
La madre de YoonGi, continúa parada aún lado de las puertas corredizas, desde donde nos esta admirando detenidamente a ambos, con una discreta sonrisa sobre su rostro —Voy... allá afuera —susurra cuidadosamente, dándonos la suficiente privacidad.
Mis ojos se centran en los ojos de YoonGi, el iris café de sus ojos oscuros es sin duda algo precioso. Sin darme cuenta siento como empiezo a relamer mis labios, provocando que aquellos ojos oscuros se centré en mis labios.
—¿Tienes sed, bonito? —pregunta sin apartar sus ojos de mis labios.
—N-no —clamo nervioso, sintiendo como la saliva en mi garganta no puede pasar, se me dificulta aún más al sentir el largo brazo de YoonGi, rodear mi cintura, acercándome lenta y tortuosamente hasta él, dejando muy poco espacio entre nosotros, permitiéndome llenar mis pulmones de su maravilloso olor.
—¿Nervioso? —la manzana de adan en mi garganta, sube y baja con nerviosismo, con algo de trabajo. Puedo sentir la respiración de YoonGi, entremezclarse con la mía, su nariz rosando la mía suavemente —Toma agua, bonito —musita, señalando con la cabeza el vaso de agua sobre su mano izquierda, al mismo tiempo que comienza a poner un poco de distancia entre nosotros, y toma de entre mis manos el vaso de café que su madre me había ofrecido.
Un par de toques suaves en las puertas, nos hace apartarnos el uno del otro.
—¿Podemos pasar? —preguntan al mismo tiempo los padres de YoonGi, tomados de la mano y con los ojos cerrados, desde afuera de la habitación.
Hace tan sólo unos instantes que salió la madre de YoonGi, que me hace estremecerme. No hay tanta privacidad como la que nos gustaría a ambos.
—¡Si! Entren —exclama divertido y entre pequeñas sonrisas YoonGi, mientras libera tiernamente el agarre de mi cintura.
Con cuidado, tomó torpemente el vaso de entre la mano de YoonGi, para finalmente encaminarme hasta la ventana de la habitación, tomándome de un sólo sorbo el agua del vaso que me ofreció hace tan sólo unos instantes.
—Lamentamos interrumpir, pero el doctor dice que como la operación salió bien. Te estás recuperando adecuadamente bien, por lo que podemos llevarte a casa hoy, siempre y cuando sea estemos bastante al pendiente de ti —explica sin rodeos el padre de YoonGi, con otra pequeña maleta sobre su hombro derecho.
—¡Perfecto! —sin darnos tiempo a reaccionar YoonGi, ya se está encaminando al baño —Jinnie, ¿me ayudas a guardar mis cosas? Por favor —el tono de la voz de YoonGi, suena nuevamente como el de antes.
—Si amor —respondo velozmente, tomando del sillón la pequeña maleta de color negro.
Ambos padres de YoonGi, me miran completamente estupefactos, por lo que dirigo mi mirada a YoonGi, quién se encuentra igual que sus padres. ¿Porque me miran así? ¿Acaso tengo algo en la cara? Fugazmente paso una mano por mi rostro, intentando hallar algo sobre el mismo, ¿o es que acaso dije algo que no debía? Con calma, intentó recordar lo que he dicho antes...
«Jinnie, ¿me ayudas a guardar mis cosas? Por favor» Rebobino la pregunta de YoonGi, en mi mente.
¿Cuál fue mi respuesta? Le preguntó mentalmente a mi subconsciente «Si amor»
Okey, no dije nada malo... ¡Espera! ¿Qué?
"¿Si amor?"
Con razón me miran con desconcierto.
No notó en qué momento YoonGi se encamina hasta a mi, hasta que lo veo frente a mí con una gran sonrisa sobre su rostro, botando la pequeña maleta sobre el sillón beige, para poder pasar comodamente sus brazos detrás de mi cuello —¡Jinnie! —sus palabras suenan por completo de alegría —Me dijiste "amor" —el sonrojo en mis mejillas es más intenso de lo normal, lo sé, lo siento.
—YoonGi —susurro nerviosamente, observando a los padres del mismo, quiénes sonríen felizmente.
—Los esperamos allá afuera —agregan ambos, abrazados, mientras salen de la habitación.
Titubeante lo miro de arriba abajo, estoy nervioso, siento como dentro de mi cuerpo hay un aire frío —Y-yo-yoongi —el vaso de vidrio entre mis manos desaparece rápidamente, no sé cómo, no sé cuándo, pero ahora está sobre el buró de madera aún lado de la cama, la marca de mis labios se puede observar perfectamente desde donde me encuentro parado.
—Te amo, Jin —las manos de YoonGi, toman las mías, las sujetan con suavidad, con cariño, con amor, provocándome aún más, un sin fin de emociones —Y no importa si te lo dije ayer —sus ojos, están enfocados en los míos, penetrantes, brillantes, realmente perfectos —Ahora me doy cuenta de lo mucho que necesitó decirte que te amo y no sólo de vez en cuando, sino todos los días de mi vida —siento clara y perfectamente como los latidos de mi corazón comienzan a acelerarse —Por eso... —YoonGi, se está arrodillado frente a mí, aún con mis manos entre las suyas.
—¡Creo que me va a dar un infartó! —clamo, sin apartar mis ojos de los suyos.
—¡Shhh! Calla bonito —manda risueño, dando un vistazo rápido a su maleta, la cuál sigue sobre el sillón beige. Con una sola mano, abre una de las bolsas delanteras, de dónde saca una pequeña caja de color rosa. La cuál me encanta —Kim SeokJin —la pequeña caja rosa entre sus manos se abre, dislumbrandome por los ligeros rastros de sol que caen sobre el anillo que hay dentro de esta —¿Te quieres casar conmigo?
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