3.
La primera vez que el intimidante profesor Min YoonGi —como varios solían conocerle—, se presentó frente a todos sus estudiantes del último año, la reacción de la mayoría fue de intriga acompañada con un poco de nerviosismo y miedo, ya que pocos grupos habían conocido el carácter tan demandante del mismo.
Sin embargo, aquella pequeña minoría de estudiantes que ya conocían su carácter tan particular y su forma de ser durante las clases, se consideraban afortunados, a pesar de no recibir un trato especial.
Inmediatamente como llegó el primer día de agosto, el profesor Min YoonGi comentó a aquél grupo de minoría que sus clases de los días miércoles por la mañana —más exactamente a las siete de la mañana— pasarían a ser por la tarde, al término de todas sus demás clases con la excusa de que quería que descansarán mejor, ya que además de darles clase de economía, también les daba a algunos un pequeño taller de música.
Ninguno de los jóvenes dentro del grupo tenía problema alguno con aquél nuevo ajuste de horario, muy por el contrario, la idea les encantaba pues era el único día de la semana que entraban más temprano y de cierta forma no les agradaba.
El hecho de que las cosas fueran de esa cierta manera, incomodaba un poco —solo un poco— a uno sólo de sus estudiantes, Kim SeokJin, pues esté creía que la mejor manera de empezar el día era viendo y oyendo las ocurrencias del profesor Min YoonGi, oyendo sus divertidas quejas matutinas acerca del tráfico que había de camino a la universidad, claro qué, verlo al finalizar las clases tampoco estaba del todo mal. SeokJin seguiría oyendo sus quejas sólo que de otro tipo de cosas, como justo ahora que el mayor comenzaba a quejarse de que en el aula donde se encontraban ambos, estaba algo fría.
A SeokJin, le costaba creer que el profesor YoonGi hubiese llegado demasiado temprano y es que el hecho de que estuviera frente al pizarrón en extremo tranquilo, sin decir absolutamente nada, tampoco ayudaba. Desde que ambos habían entrado a aquella aula, la sangre en las mejillas de Jin se volvió en su contra.
Nervios y ansias eran las emociones más fuertes que Jin sentía en todo su cuerpo.
Quería preguntarle al profesor YoonGi el motivo por el qué había llegado temprano pues le daba cierta curiosidad pero le daba aún más pena hacerle una pregunta de esa clase. Lo que menos quería el pelinegro era que el pelirrubio pensará que era un entrometido, aunque tampoco quería que siguieran en silencioso.
Así qué preguntó algo más educativo o al menos eso intentó. —¿Profesor? ¿Va a hacer algún examen o trabajó especial el día de hoy? —Y desde luego falló.
—¿Por qué? ¿Planeas avisarle a TaeHyung? —preguntó el mayor con un tono de voz que fue pasivo agresivo, haciendo al mismo Min YoonGi golpearse mentalmente por haber sonado como un completo tonto que estaba nada más y nada menos que celoso.
Lo cuál si lo analizaba lo suficiente era absurdo pues hasta donde se había dado cuenta YoonGi, Kim SeokJin era heterosexual, malditamente heterosexual.
—Sí. —contestó con cierto nerviosismo en su voz SeokJin. Afortunadamente para él, el pelirrubio delante suyo no se dio cuenta de aquello ya que seguía atentó escribiendo sobre la pizarra de color blanco frente a él.
Jin, no tenía planeado avisarle a TaeHyung acerca de algún trabajo o examen que el profesor Min amenazará con hacer, puesto que sería más que absurdo cuándo sólo se encontraban ellos dos en el salón. Más bien quería contarle que por fin se había animado a hablarle al profesor sin sonar tan condenadamente nervioso.
Eso en definitiva era mejor que quedarse sin hacer, ni decir nada, era sin duda mejor que seguir sólo mirando a Min YoonGi desde lejos.
Luego de dos horas de algo de incomodidad entre los únicos dos hombres dentro de aquella aula, Jin no había podido dejar de mirar al profesor YoonGi. Los ojos del menor lo traicionaban en cada oportunidad, centrándose sólo en la cabellera rubia del mayor, al igual que en sus brazos largos pero fornidos. En sus dedos finos y elegantes, en su ropa negra y ajustada, pero sobre todo en la manera con la que jugaba con sus manos cuando leía algo tan concentradamente.
Y es que en verdad parecía demasiado inmerso en su lectura. Era una verdadera lástima que SeokJin no supiera que por la manera en la que YoonGi jugaba con sus dedos se debía a qué estaba nervioso.
YoonGi podía sentir la mirada de Jin sobre él y le intrigaba e incomodaba un poco más. Nunca antes se había sentido tan vulnerable con una acción tan pequeña.
SeokJin no sólo se había encargado de contemplar a su profesor y cada uno de sus movimientos, no. En su cabeza también había estado rondado la idea de no asistir a su encuentro con el mismo pelirrubio por la tarde. Después de todo la idea de seguir evitándolo como hasta ahora, no sonaba tan mal.
Por supuesto qué, TaeHyung tenía razón, no sería capaz de perdonarse a si mismo el hecho de haberse quedado con la duda de que hubiera pasado si hubiera vencido su miedo, eso era algo que simplemente no era su estilo.
La vida se trataba en su mayoría de afrontar los miedos y sin lugar a dudas, Jin quería enfrentar su miedo.
—Lo voy a hacer... —susurró para si mismo, asegurándose de anotar todo lo que se hallaba en el pizarrón frente a él.
Al finalizar la clase ambos comenzaron a guardar cada una de sus cosas con lentitud. No tardando demasiado en salir de la misma manera.
Una vez que SeokJin salió de aquella tan tensa aula, visualizó rápidamente a Kim TaeHyung quien aún se veía que tenía sueño, pero SeokJin estaba seguro de que después de lo que tendría que decirle muy seguramente despertaría. Cuando notó que el profesor Min YoonGi iba lo suficientemente lejos de ellos, Jin tomó a Tae de su suéter verde y tiró de él haciéndolo entrar torpemente al salón.
Los ojos de TaeHyung velozmente se abrieron de par en par. —¿Qué pasa, Jin? —preguntó, sentándose sobre la silla detrás de él.
—El profesor Min YoonGi, es lo que pasa —soltó Jin, mirando hacía afuera, percatándose de que nadie le hubiese oído.
—¿Qué con él? —agregó en voz baja.
—Le pedí verlo al rato... —comenzó diciendo, tomando aire y notando como la boca de TaeHyung se abría por la sorpresa —Le inventé una excusa tonta de que no había entendido algo de la clase de ayer y accedió a qué nos viéramos al término de las clases —finalizó con una media sonrisa sobre sus labios.
Si bien es cierto que SeokJin estaba nervioso, también estaba emocionado.
—¡Wow! No te reconozco —bufó TaeHyung, haciéndole sentir algo tonto a Jin, aunque claramente no fuese su intensión —Estaré fuera esperándote seré tu apoyo moral pero principalmente quiero que me cuentes cada detalle de lo que vaya a pasar —cantó, parándose de la silla de madera. —¿Te sientes listo?
—S-sí. —contestó no muy convencido Jin, recibiendo sólo una pequeña sonrisa y un asentimiento por parte de TaeHyung.
Las siguientes horas de las siguientes clases fueron una verdadera tortura para Jin, debido a que estás estaban pasando demasiado rápido y eso era algo que no le agradaba en absoluto.
Mis manos comenzaron a temblar, ante los nervios de que rayos le diría al profesor Min YoonGi, una vez que estuviese frente a él. —Creó que no lo pensé bien, Tae —intenté excusarme, al observar por quinta vez la puerta de la sala de maestros. Dentro de aquella aula se encontraba el profesor Min YoonGi cómodamente sentado revisando lo que parecían ser unos exámenes.
—Jinnie, me dijiste que lo harías. Parecías decidido al fin —TaeHyung, entendía de cierta manera mis nervios —Pero esta bien, Jinnie —aclaró TaeHyung, soltando un suspiro algo extraño, a mi parecer —Sino puedes hacerlo, esta bien —continúo, formando un ligero puchero.
—Gracias por entender, Taetae. —Lo abracé inmediatamente —¿Me perdonas? —pregunté cabizbajo una vez que nos separamos.
—Sólo si tú me perdonas a mí... —mencionó tomándome en total sorpresa.
—¿Por qué tengo que perdonarte? —pregunté nerviosamente.
—Por esto. —agregó bajo, empujándome dentro del salón de maestros.
¡Me las vas a pagar, Kim TaeHyung!
Los pensamientos dentro de mi cabeza no me dejaban concentrarme en el montón de exámenes frente a mí. SeokJin había ocasionado una total confusión dentro de mi mente. No lograba comprender como rayos es que Kim SeokJin, uno de los mejores estudiantes de todas sus clases, no había comprendido algo de una simple clase.
Tan pronto como mi mente comenzó a desviarse de nueva cuenta de los exámenes frente a mí, un estruendoso ruido se oyó de entre las puertas de la sala de maestros, haciéndome divisar hacía las mismas.
—¡¿SeokJin?! —Rápidamente me levante de la silla donde me encontraba tensamente sentado hacía tan sólo unos instantes al ver a SeokJin tirado un metro adelante y adentro de la sala de maestros con una mueca de dolor sobre su rostro fino. —¿Qué pasó? —pregunté con cierta preocupación, poniéndome en cuclillas hasta la altura de Jin.
—Me tropecé. —aclaró el menor, tocándose el lado izquierdo de su cabeza. —Soy un poco torpe. —mencionó antes de reír tímidamente.
—Mmm... yo me atrevería a decir que más bien alguien te empujó. —comenté algo inseguro haciendo palidecer su rostro.
—Para nada. —Se apresuró a responder.
Mi mano fría y temblorosa viajo a la mano de Jin, en un intento por ayudarlo a levantarse evitando el mayor contacto físico entre ambos. Para mi mala suerte parecía que aquello no sería suficiente pues una mueca de dolor se instaló en su rostro momentáneamente, por lo qué, coloqué sin remedio mi mano alrededor de su cintura.
Los dedos de mi mano que sostenían con fervor la cintura angosta de Jin, comenzaron a hormiguear por el simple hecho de querer tocar un poco más del esplendoroso cuerpo de SeokJin, de disfrutar un poco más aquella sensación tan placentera que se había instalado detrás de mi cabeza.
Mis ojos oscuros se encontraron segundos después con los ojos claros y hermosos de SeokJin, contemplándolos, adorándolos por algunos segundos que parecieron minutos demasiado largos.
Antes de que ambos pudiéramos levantarnos del suelo, el cuerpo de SeokJin comenzó a tensarse entre mis manos.
Evaluando el rostro de Jin, me sentí en la necesidad de explicar porque lo tocaba con tal confianza. —Tu pie tiene un falso, no podrás levantarte solo.
—Gracias, profesor. —Me agradeció, mientras que nos comenzábamos a levantar con mucho cuidado y calma. —Ahora tendré vergüenza al verlo. —aseguró una vez que nos encontrábamos completamente de pie. Apartándose lentamente de mi persona, permitiéndome divisar como venia vestido; sobre la parte baja de su cuerpo, un pantalón de mezclilla negro resaltaba perfectamente sus piernas largas y fuertes, sobre la parte de arriba, una playera negra se amoldaba correctamente a la angosta cintura de Jin, una que por supuesto era medianamente cubierta por un gran abrigo de color rosa que al parecer era el color favorito de Jin.
—No tienes porqué. —respondí, sacudiendo mi pantalón de vestir negro, volviendo en si. —¿Y bien? ¿Qué es eso que no entendiste de la clase? —abordé con algo de intriga.
Abriendo y cerrando su boca, la presencia de dos alumnos adentrándose a la sala de maestros nos hizo tanto a Jin como a mí, mirarlos para enseguida mirarnos.
Dirigiendo mi mirada hacía SeokJin, observé cuán nervioso se puso con la llegada de aquellos dos chicos. —¿Se les ofrece algo chicos? —Los abordé de inmediato, divisando como Jin jugueteaba con sus dedos.
—La profesora Kim JiWoo nos pidió que le entregáramos esto. —comenzó diciendo uno de los dos chicos mientras se acercaba lentamente hasta a mí con un sobre amarillo entre sus manos.
—Gracias. —Le agradecí, mirando con curiosidad el sobre amarillo que ahora se hallaba entre mis manos. Con calma deposité el sobre en mi escritorio, volviendo mi mirada a aquél estudiante que seguía a un lado de SeokJin, examinándome. —¿Se te ofrece algo más? —agregué un poco confundido.
—Su respuesta. —contestaron al mismo tiempo ambos chicos mientras que entrelazaban sus manos con una pequeña sonrisa sobre sus rostros, dando a entender que eran una pareja.
—Debería venir después... —interrumpió SeokJin, haciéndome volver a la realidad. —Digo, para que pueda revisar lo que le envío la profesora con calma.
—No... dame un momento. —continúe nervioso, abriendo el sobre con sumo cuidado, el cuál tenía dentro una pequeña hoja blanca.
Mentalmente comencé a leer las palabras en la nota.
»He estado pensando seriamente en la propuesta que me hiciste hace dos meses y creó que quiero cambiar mi respuesta, a un sí.
Si me quiero casar contigo, Min YoonGi.«
Con sorpresa volví a leer palabra por palabra sobre la nota, sin asimilar del todo lo que está decía.
Pero aquella pequeña nota no me bastaba para poder asimilar esas palabras y más si estás no tenían una buena razón para una nueva respuesta, necesitaba hacerle frente las cosas, a esas palabras, a esas acciones.
—¿Dónde esta la profesora JiWoo? —pregunté deprisa a ambos chicos quiénes enseguida me llevaron fuera del salón indicándome el camino donde se encontraba la castaña, haciéndome olvidar por completo de todo y de todos.
—¿Jinnie? —Me llamó TaeHyung desde fuera de la sala de maestros.
—Voy. —respondí rápidamente, dejando una pequeña nota encima de unos cuántos papeles que había sobre el escritorio del profesor.
Con algo de pesar en mi caminar, salí de la sala de maestros, encontrándome con la mirada de TaeHyung. —Será otro día Jinnie. —me consoló al ver la expresión triste sobre mi rostro.
—No lo sé.
Había esperado tanto al profesor YoonGi —mas exactamente por diez largos minutos— sin éxito por lo qué decidí que irme era lo mejor pues probablemente él ya no volvería.
Al salir de la universidad, inmediatamente TaeHyung y yo nos percatamos de la presencia de un pelinegro parado frente a un coche negro esperando por nosotros quien al vernos se apresuró a abrirnos las puertas del auto.
—Hola In Jae. —saludamos, viendo la extensa sonrisa que se instalaba en el rostro de nuestro mayor.
—¿Qué tal la escuela chicos? —preguntó esté mientras observaba cuan tranquilos subíamos al auto.
—Aburrida. —contestó TaeHyung, haciendo reír a In Jae.
Algunas cosas no cambiaban nunca. In Jae, nos había cuidado prácticamente desde que teníamos apenas siete u ocho años. Había sido nuestro guardaespaldas, chófer, amigo y hermano mayor desde que podíamos recordarlo bien y en verdad lo agradecíamos siempre.
—Vamos chi...
—In Jae. —llamé al pelinegro, llamando no sólo su atención sino también la de TaeHyung _¿Podrías darme un rato para mí? —pregunté, notando un asentimiento por parte del mismo.
Por momentos In Jae solía darme un par de horas para mí, lejos de las rutinas sofocantes y abrumadoras que mis padres me imponían. Manteniéndome lejos de todo y de todos, teniendo unos instantes sólo para mí.
—Gracias. —agradecí al notar su asentimiento con una ligera sonrisa. Subiendo al coche más relajadamente, me apresuré a brochar mi cinturón de seguridad.
—Sabes las reglas. —Me recordó con una suave sonrisa a través del espejo retrovisor interior.
—Sí. —Asentí.
Pensativo comencé a intentar recordar las reglas de nuestro trato:
1) No ir donde se encuentre mucha gente.
2) Mantenerme comunicado cada cierto tiempo.
3) Mencionar si me encontraba con alguien en el camino.
Bien, listo.
Sintiendo como la mano de TaeHyung se colocaba encima de la mía, me relajé hasta que llegamos a una pequeña cafetería donde solía bajarme cuando quería tiempo para mí.
Sin pensarlo demasiado empecé una caminata sin dirección o rumbo fijo.
—¿Por qué justo hoy dejé el paraguas? —Me regañé en voz baja ya que ahora me encontraba refugiándome bajo el techo de un edificio abandonado de la fuerte tormenta que estaba cayendo.
Segundos cortos pasé parado en aquél lugar cuando un olor peculiar abordó mi nariz haciéndome mirar atrás de mí. —¡¿SeokJin?!
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