29.
El éter me había noqueado alrededor de una hora o hora y media, lo sabía por la hora del reloj que había colgado en la pared de la habitación donde me encontraba, sabía bien a qué hora habíamos llegado YoonGi y yo, a la casa de la profesora JiWoo.
Me encontraba en el suelo, amarrado de manos y pies con cinta adhesiva, podía sentir que el agarre de estás no era fuerte, apenas y sentía la parte izquierda de mi cuerpo comenzar a enfriarse.
Frente a mí, se encontraba YoonGi inconsciente por el fuerte golpe que había recibido en la parte trasera de la cabeza hacía unas horas. Su respiración era un poco débil, sus manos y pies estaban atados como los míos, sus mejillas se encontraban rojizas, por el inmenso calor que hacía dónde nos encontrábamos, se encontraba lejos de mí, lo bastante como para que su intenso aroma a café amargó —de siempre— apenas entrará por mis fosas nasales.
Deje de mirarlo unos segundos para concentrarme en la situación difícil en la que nos encontrábamos ambos, a un par de centímetros frente a mí, había unos cuántos pedazos de vidrio roto, con mucho trabajo tomé el pedazo más cercano a mí. Como pude lo acomodé en el medio de mis palmas, y comencé a cortar la cinta adhesiva, cortándome un poco la piel de la palma de mis manos.
Inmediatamente vino a mí el recuerdo de In Jae, siguiéndonos.
Después de varios minutos incesantes de lucha con la cinta, por fin empecé a sentir como está se desgarraba hasta por fin romperse completamente, despacio me zafe de la atadura de mis manos y así mismo empecé a cortar con el pedazo de vidrio la cinta alrededor de mis pies.
Estaba apunto de levantarme cuando oí el estruendoso ruido de unos tacones resonar por fuera, como pude uni rápido la cinta de mis manos y pies, intentando que no se notará lo rasgado de las mismas, por haberlas cortado. Escondí el pedazo de vidrio entre las palmas de mis manos —en las cuáles habían ligeros rastros de sangre— ocultandola entre la misma cinta adhesiva.
Mis ojos se abrieron por la sorpresa de ver quién estaba detrás todo lo que nos estabas pasando a YoonGi y a mí en estos momentos.
—¡Profesora! —clame sorprendido.
En definitiva, ella se había salido de sus cabales, por no decir que se había vuelto loca.
Su rostro mostraba cierta sorpresa de verme consciente.
Rápidamente salió de la habitación y luego de un par de segundos volvió con un hombre fuerte y alto caminando a su lado con el rostro cubierto con un pasamontañas negro.
—¡Levantalo! —le ordenó fuerte y claro, señalándome.
Mis nervios se hicieron presentes pues esperaba que no descubriera que ya me había soltado.
Los brazos de aquel nombre no se veían fuertes, sin embargo, las apariencias me engañaban. Colocando uno de sus brazos alrededor de mi espalda y el otro alrededor de la flexión de mis rodillas, me levantó y sentó sobre silla de madera.
Afortunadamente no había logrado darse cuenta, deprisa centré toda mi atención de nuevo a la profesora JiWoo —¿Qué está haciendo profesora? —pregunte al mismo tiempo que ella se ponía en cuclillas observando detenidamente a YoonGi —YoonGi y yo la vimos tirada en el suelo de la cocina de su casa, ¿cómo es qué...? —no pude terminar la pregunta pues su mano se estrelló contra mi mejilla izquierda sin siquiera darme tiempo a reaccionar sobre en que momento había llegado frente a mí.
—No sabes las ganas que tenía de hacer eso —se mofo, exhalando fuertemente —Pense que el éter te mantendría dormido más tiempo pero me equivoqué —resoplo con enojó —¿Quieres beber un poco de agua? —pregunto, dirigiéndose a una pequeña nevera que había en la esquina de la habitación detrás de YoonGi —Debes tener calor, ¿no? —Sabia que era una trampa, algo tendría el agua seguramente.
—No. —me apresure a contestar secamente.
—¡Bien! Muere de sed —Sin meditarlo dos veces, soltó la botella de agua que sus manos acababan de tomar de la pequeña nevera y sin prestarme más atención se dirigió hacía YoonGi. —¡Despierta Gi! —cantó a la altura de los oídos de YoonGi —No quiero que pierdas un sólo detalle de lo que le haré a tu precioso novio. —susurro, fijando su vista directamente hacía a mí.
Los bellos de mis brazos, se erizaron por completo.
—Usted está loca. —agregue —¿Por qué demonios nos está haciendo esto a YoonGi y a mí? —pregunte, obligando a mis nervios a seguir permaneciendo ocultos.
Con calma, se levantó de dónde YoonGi y avanzo un par de pasos hacía a mí.
Detrás de ella, pude contemplar a un YoonGi despierto, totalmente perdido, confundido, recobrando la consciencia lentamente por fin.
—Porque TÚ... —me señaló, sin avanzar más —TÚ, me robaste a Min YoonGi. Él era mío, nos íbamos a casar —agrego más que furiosa —Tú lo arruinaste todo —sollozo.
Me fue imposible no sonreír divertido ante las palabras de la profesora.
—¿Yo? ¿Habla enserio? —canturre divertido —YoonGi, le propuso matrimonio, ¿Y usted qué le dijo? —mis nervios desaparecieron rápidamente y mi postura inquebrantable se hizo presenté —Se quedo callada... Desde ahí, lo perdió. Perdió la oportunidad de compartir toda su vida con él. Perdió a un hombre maravilloso. Si él me llegará a proponer matrimonio, enseguida aceptaría, no lo pensaría dos veces, ni por un segundo. Porque yo sí sabría valorarlo —mis palabras, se le habían clavado muy en el fondo, pues sus manos se cerraron fuertemente, formando puños de irá.
Con velocidad, la profesora JiWoo, se paró frente a mi con furia y enojo en su mirar. Levantó su brazo con la palma de la mano totalmente abierta, dispuesta a volverme a abofetear.
Pero no lo permitiría esta vez, la vez pasada me había tomado totalmente desprevenido, esta vez no sería así.
—No te atrevas a ponerle un sólo dedo encima a Jin, JiWoo —exclamo YoonGi, con la voz ronca —De-deja que Jin, se vaya de aquí. A-arreglemos esto entre tú y yo —menciono con la voz entrecortada —Jin, no tiene nada que ver, en lo que pasó entre nosotros —con cuidado observé la habitación a cuidado, intentando encontrar algo más que un pedazo de vidrio que pudiera ayudarnos a escapar.
—Esta bien, voy a dejar que se vaya —aunque pareciera distraído estaba escuchando cada palabra de su conversación —Con una sola condición —agregó, inclinándose frente a YoonGi, dándome la espalda, dándome a notar la pistola que traía afianzada a la parte baja y trasera de su cadera.
—¿Cuál? —pregunto intrigado YoonGi, centrándo su vista y atención solamente a ella.
—Que, TÚ Y YO —lo recalcó fuertemente, para que yo pudiera oír pero sin voltear a verme —Volvamos a ser novios —la vista de YoonGi, se centró ahora en mí, sabía que él sabría que apesar de mantener una expresión neutra, tenía miedo muy en el fondo por lo que estaba a punto de hacer.
En silenció, zafe mis manos, seguido de mis pies con un sólo pedazo de vidrio como mi aliado.
Tan pronto me acerqué hasta JiWoo y YoonGi, ella estrelló un ladrillo contra la cabeza de YoonGi —¿Porqué demonios lo volteas a ver a él? Estamos hablando de nosotros —chillo cual niña chiquita JiWoo.
El ladrillo en su mano yacía lleno de sangre, sangre de YoonGi. Mi vista rápidamente se nublo, me mareé al ver a YoonGi sangrando de la cabeza, sin siquiera darme cuenta, In Jae apareció de entre el pasillo, tomándome no sólo desprevenidamente a mi sino a la profesora JiWoo también, cubriéndole el rostro con un pañuelo blanco, sosteniéndola fuertemente entre sus brazos, mientras está caía dormida.
Rápidamente quité la pistola que traía afianzada a su cadera, junto con un par de llaves. Tan pronto logré despojarla del arma y llaves, comencé un poco a tranquilizarme, claro que no duró mucho pues no solo un ayudante de JiWoo aparecio por el pasillo sino dos.
Estaba asustado, sudoroso, todo mi cuerpo temblaba, pero no dude ni un sólo segundo en apuntarles con el arma —Detenganse, o disparó —los amenacé, llamando no solo su atención sino la de In Jae también.
Uno de los dos, consideró que estaba demasiado asustado como para dispararles y apesar de que era cierto, quité el seguro de la pistola y le disparé a los pies como una advertencia —Es enserio, da un paso más y no volverás a caminar en tu vida —lo volví a amenazar.
—Habla enserio —comentó In Jae, llamando aún más su atención. Tanto él, como yo habíamos tomado clases de defensa personal, en las que no sólo aprendimos a defendernos con las manos, sino también con armas, armas blancas y armas de fuego.
Las palabras de In Jae, los hicieron creerme aún más, puesto que retrocedieron dos pasos atrás —Bien, comenzamos a entendernos —agregue —Tú —señale al más alto —Amarrala a la silla y cuidado con hacer alguna tontería —señale a JiWoo quien yacia en el suelo inconsciente —Tú —señale al otro —¿De qué son estás llaves? —pregunté, alzando las llaves que JiWoo traía en su pantalón.
—De las dos habitaciones del pasillo —contesto.
—¿Dónde están las llaves del auto? Porqué se que nos debieron haber traído en auto —Con la mirada me señaló dónde estaban colgadas —¿Ya la ataste? —pregunte, recibiendo sólo un asentimiento —Bien. Tú entra a la habitación del pasillo —le indiqué al más bajo —Y tú, encierralo rápido —le ordené velozmente.
Me estaba volviendo loco, por el maldito tiempo y la herida en la cabeza de YoonGi, a quien por suerte In Jae ya se encontraba cortando sus ataduras.
Tan pronto, el más alto encerró al más bajó, le ordené cargar a YoonGi, junto con In Jae hasta el automóvil estacionado fuera. No les costó tanto trabajó puesto que ambos eran hombres fuertes, una vez que el ayudante de la profesora JiWoo, ayudo a In Jae a colocar a YoonGi en el asiento trasero, le ordené me dijera cuál era la llave de la entrada, tan pronto lo hizo, lo obligué a entrar nuevamente a la casa, en definitiva era una casa abandonada pues su fachada estaba mucho muy descuidada.
Una vez aquél tipo entró a la misma casa en ruinas, cerré con llave, encerrando a los tres dentro. Enseguida me dirigí al automóvil, al asiento del copitolo dejando el arma con el seguro ahora en la guantera, oyendo claramente como el motor del auto se encendía y empezábamos a avanzar.
Llegar a un hospital nos tomó aproximadamente veinte minutos, In Jae había manejado extramadamente rápido —algo que agradecía— ya que cada minuto que pasaba, YoonGi seguía perdiendo sangré.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro